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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
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18 noviembre 2010 4 18 /11 /noviembre /2010 00:07

Clich--Literatura 

Análisis Marxista

de la Historia de la Cultura.

  Ensayo, 2002-2010 (7/8).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 12 ago 10.

 

El movimiento modernista en la historia de la cultura, no debe confundirse con la categoría sociológica del período que viene del siglo XV a nuestros días, conocido precisamente como Modernidad (entre la Edad Media y la Época Contemporánea).  El movimiento cultural del modernismo, en la periodización de la historia de la cultura, ocurre entre 1870 y 1930, es el modernismo previo a la aparición de la sociedad socialista integrándose por una serie de estilos en diversas artes, como el impresionismo (con su auge en la década de los setenta del siglo XIX), el simbolismo (en la década de los ochenta del siglo XIX), el expresionismo (de principios del siglo XX) y sus grupos, como el fauvista; forman el “modernismo clásico".  Luego habrá un segundo período, en que el desarrollo del modernismo da lugar al estilo del cubismo de principios del siglo XX, nace, con él, el “modernismo vanguardista”, que se irá integrando por otros estilos, como el abstraccionismo (hacia 1910), el dadaísmo (1916-1924), el Bauhaus (de 1919), el surrealismo (en la década de los veinte), etc., y que se contrapone ya al movimiento cultural del realismo socialista surgido en la Unión Soviética hacia fines de los años veinte y principios de los treinta.

 

Se caracteriza el primer período del modernismo por su pesimismo, por la pesadumbre ante el futuro, y no sin razón: nace con la burguesa vergonzante masacre del proletariado en la insurrección de la Comuna de París en 1871, tras la guerra franco-prusiana, que impone la pax bismarckiana, que por veinte años ejecutó una feroz persecución y represión del movimiento obrero europeo que se organizaba en los Congresos de la marxista Asociación Internacional de los Trabajadores (o la I Internacional Comunista).  En 1890 asciende al poder en Alemania Guillermo II, y con él se inicia la lucha por los intereses colonialistas que conducirán directamente a la I Guerra Mundial de 1914-1918.  Ínterin, el mundo ve surgir las primeras revoluciones sociales tanto en Rusia en 1905, que fracasa, como en México, que se inicia en 1906 y se prolonga en diversas etapas hasta 1917.  Y cuando la revolución anarquista en México es derrotada por la democracia burguesa, reaparece en Rusia la lucha revolucionaria que da lugar a la revolución que establece el primer Estado socialista de la historia.  Y esta etapa histórico-cultural tuvo que concluir con la gran crisis económica de 1929; unos años después se inicia el ascenso del fascismo y luego de nacionalsocialismo o nazismo, lo cual ya hubiera sido demasiado para el melancólico modernista, que no es sino un romanticismo naturalista burgués degenerado y exagerado, en el cual la burguesía se avergüenza y lamenta de sí misma.  El movimiento del modernismo en la historia de la cultura, cualitativamente de predominio de la ideología burguesa en la cultura, con el desarrollo del movimiento sociopolítico del proletariado expresando sus propios intereses en la ciencia, en la moralidad, y en la visión estética del mundo, entró entonces en contrariedad con un nuevo movimiento cultural producto de los cambios sociales.

 

Son representativos de este momento histórico, Marcel Proust (1871-1922), Thomas Mann (1875-1935), Pablo Picasso (1881-1973), Virginia Woolf (1882-1991), Paul Cézanne (1839-1906).

 

Con ello vino así el segundo período del modernismo, renovado como movimiento “vanguardista”, particularmente luego de 1930.  Ciertamente da un viraje y parece ya no reconocerse como parte del anterior modernismo, a tal punto que esboza incluso el concepto de “posmodernismo”, concepto mismo que no prosperó por dos razones fundamentales: 1) la identidad con la modernidad como categoría social que resultaba negativo rechazarlo, y 2) el mayor peso político que representaba el concepto del “vanguardismo”.

 

Participan ya de las características de esta segunda etapa, Igor Stravinsky (1882-1971), Le Curbosier (1887-1965), Salvador Dalí (1904-1989), James Joyce (1882-1941), André Bretón (1896-1966), Henri Matisse (1869-1954), entre muchos más.  Cuyo solo nombre nos remite a dos características esenciales: la elitización de la cultura (y de ahí la idea de “avantguard”), y el individualismo exacervado snobista, como el “zeitgeist” o “espíritu de la época”, como nos lo dice el estudioso del período, Chris Rodríguez; es decir, de la imitación por moda de lo que se supone elegante, rompiendo constantemente con “lo anticuado”.

 

Frente a ello está, pues, ya en esta segunda etapa de confrontación del modernismo vanguardista con el realismo socialista que hasta entonces sólo lo había sido en general en su condición antmarxista o anticomunista; un vanguardismo que se confronta con lo popular crítico y progresista, la imagen de lo proletario: el jazz, el blues, el teatro de Bertolt Brecht (1898-1956), Serguei Eiseinstein (1898-1948), Charles Chaplin (1899-1977), como expresión de la nueva musa de las artes que aparece con la cinematografía.

 

Lo que realmente lleva al movimiento modernista a su final como forma única dominante de la cultura en los intereses y visión del mundo de la burguesía luego del romanticismo; fue la aparición de la revolución socialista en Rusia, y con ello, una década después, de una nueva iniciativa en el proceso de la historia de la cultura: el movimiento cultural del realismo socialista.  Profundamente optimista por el futuro, exaltando la estética del obrero y del campesino, hace ver al modernismo como la expresión de la ruina moral de la burguesía y del capitalismo; y entonces ésta urgió la aparición de nuevas alternativas de expresión cultural burguesa, frente al realismo proletario socialista.

 

El movimiento cultural del realismo socialista aparecía con fundamento ideológico en la filosofía dialéctico materialista, el marxismo, la teoría del comunismo.  Pero, siendo el fundamento ideológico de la burguesía en el idealismo subjetivo y en la metafísica, en una amplia diversidad de filosofías, como la filosofía de la vida de Nietzsche, o el existencialismo, el empirismo lógico, o el funcionalismo; etapa de la historia de la cultura propia ya a la contemporaneidad el siglo XX.

 

La etapa contemporánea de la historia de la cultura, se inicia así, hacia el inicio del segundo tercio del siglo XX, con la expresión de los intereses objetivos, materialista científicos, prácticos y concretos, del proletariado en el realismo socialista; y de los intereses de la burguesía en el modernismo “avantguard”, de una diversidad de estilos culturales, los cuales, todos, tienen en común, el subjetivismo idealista filosófico.

 

Explicar este período es complejo, no sólo por alguna dificultad intrínseca, que la hay, sino porque hablar de ello ya no es historia, ya no es “pasado muerto”; sino es sociopolítica, es “presente vivo”.  Ya no es la historia de la cultura en abstracto, sino –como lo hemos explicado a lo largo de este trabajo– la lucha ideológica de clases expresada en ello, con la diferencia que ahora lo es en nuestro propio momento histórico y necesariamente nos involucra, vemos representados nuestros propios intereses presentes de clase en ello.

 

El movimiento cultural del modernismo y su evolución vanguardista que pasa por la II Guerra Mundial, por último, tuvo como punto final convencional el año 1979, en que Jean François Lyotard publica su trabajo, La Condición Posmoderna.  Ese concepto del “posmodernismo” estaba ya enfáticamente presente desde el primer lustro de los años setenta, apenas contenido en sus propósitos oscurantistas por la vigencia aún del realismo socialista; pero se hizo incluso realmente representativo sólo después de ese documento de Lyotard, y se desplegó ya con todo su potencial sólo a la caída del socialismo entre fines de los años ochenta y principios de los noventa, y con él, de la dilución del movimiento cultural del realismo socialista.

 

Nuevamente el predominio ideológico de la cultura burguesa es lo que caracteriza lo que ahora estrictamente debemos considerar como la contemporaneidad, de 1980 a nuestros días.  Sólo que eso complejo de nuestra contemporaneidad, no puede explicase sin un examen más detenido de las características de la etapa final del movimiento cultural del modernismo, particularmente luego de la II Guerra Mundial, en que, como veremos, se elabora la ideología de la “posmodernidad”, entendida ya no únicamente como el movimiento cultural posterior al modernismo vanguardista, sino como el rechazo y contraposición a la Modernidad misma como etapa sociológicamente considerada desde el siglo XV.

 


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