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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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21 julio 2013 7 21 /07 /julio /2013 22:03

El-Libro-de-Mis-Recuerdos--Antonio-Garcia-Cubas--1905.jpgAntonio García Cubas: una geografía al servicio de la Restauración de la República, como una geografía positivista del Estado.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

03 jul 13.

 

 

El momento histórico de Antonio García Cubas (1822-1912), es particularmente importante para poder entender el significado de su obra.

 

Sus años de juventud son los años cincuenta del siglo XIX en México; de las consecuencias de la invasión norteamericana, de la Revolución de Ayutla, del golpe de Estado de Félix Zuloaga, y de la Guerra de Reforma.  Es hasta 1865, en medio de la intervención francesa, que Sergio Ramírez da cuenta de él entre los alumnos del Colegio de Minería.  Fueron estas circunstancias históricas las que causaron que la obra de García Cubas y sus aportaciones se difirieran prácticamente dos décadas.

 

A la caída en 1867 de la intentona del Imperio Francés en México y con ello dada la Restauración de la República, un factor más, determinante, se sumó a la caracterización de la obra de Antonio García Cubas: el médico mexicano Gabino Barreda, por demás, emparentado con la familia Díaz Covarrubias, años atrás haciendo estudios de especialización en Francia y aprovechando su estancia ahí, tomó el “Curso de Filosofía Positiva” (1830-1847), con el mismo Augusto Comte, el cual refirió de él el ser uno de sus mejores discípulos, luego llamado a México por Benito Juárez para que se hiciese cargo el Ministerio de Instrucción Pública.  Lo que derivó de ello, fue la instauración, desde el ámbito educativo, de la filosofía positivista como la filosofía o forma de pensamiento “oficial” en México, y por lo tanto, como fundamento de la educación y del hacer de la ciencia aquí.

 

Para entender la obra geográfica y aportación de García Cubas, se hace necesario comprender, entonces, su fundamento gnoseológico: la fenomenología de la filosofía positivista.

 

A la filosofía positivista, que venía, como hemos visto, desde los inicios del segundo tercio del siglo XIX, le caracterizó el ser una filosofía idealista subjetiva, y el proponer que el conocimiento no puede penetrar en la esencia de la realidad objetiva, teniendo que limitarse a describirla metódicamente en forma enciclopédica, de modo que tanto más vasta y detallada esa descripción, tanto más se tendría con ello una disciplina de conocimientos ascendente al estado positivo de la humanidad, y la cual se considerará como ciencia, si en su argumentación involucra el aparato de la matemática.

 

Para cuando García Cubas publicaba su obra en México, en Europa el marxismo, la dialéctica materialista, alcanzaba su plena madurez con la fundación de la Internacional Comunista y desplazaba sin problema la influencia del positivismo sometiéndolo a tajante crítica.  No obstante, el positivismo en México prevaleció dado su carácter “oficial”, en tanto que, sin incidir en una formación realmente científica en las masas, sí resolvía exitosamente un conocimiento amplio, enciclopédico, suficiente para que el capital aprovechara esa mano de obra así calificada, en una época en que en México aún hacía falta de todo: cultura, conocimientos técnicos, especialistas, educadores; y el saber enciclopédico positivista que particularmente parecía encontrar en la geografía su mejor expresión, sirvió a la medida al Estado capitalista mexicano naciente.

 

De ahí la geografía de un “México pintoresco” de García Cubas, que lo mismo daba a conocer descriptivamente la identidad nacional en la riqueza de su diversidad, que hacía una geografía que el capitalismo naciente en México necesitaba: la capacitación cultural y amplia, de la fuerza laboral de la nueva industria.

 

Como veremos, esta necesidad del Estado resuelta en una geografía anecdótica, de lo “pintoresco” (narrativa, fenomenista), fue, como necesidad, superior a la de una ingeniería geográfica (cartográfica, espacista), que andando el tiempo, a no mucho, se dejaría en manos de la topografía y geodesia.

 

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