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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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3 marzo 2013 7 03 /03 /marzo /2013 23:01

Base del Espacio Tridimensional en CratesEl Espacio Geográfico Tridimensional como un Hiperplano Bidimensional de Simetría Euclidiana Regular, en Crates de Malos.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

17 dic 12.

 

Los orígenes documentados del conocimiento geográfico hace unos cincuenta siglos (treinta antes de nuestra Era), con los mapas registrados en las tablillas de barro de Babilonia, vivió una revolución de pensamiento de mediados del siglo IV ane, con Aristóteles (384-322), al siglo II ane, con Crates de Malos (180-130).  Aristóteles fue el primero en afirmar que la Tierra debía ser una esfera (como una afirmación empírica y no como un principio teológico como lo fue en el caso de Pitágoras), y aportó algunas pruebas empíricas de ello; pero no fue sino hasta Eratóstenes (284-192) que se obtuvo la prueba teórica necesaria e incluso la determinación métrica.

 

Luego de Eratóstenes, Aristarco (310-230), Apolodoro e Hiparco (190-120), precisaron los datos de sus antecesores; Eudemo (370-300) y Dicearco (355-285), en la posición real de los Trópicos, de los Círculos Polares, y de la oblicuidad de la eclíptica; de modo que todos estos conocimientos acumulados llegaron a Crates, con quien culmina esa revolución del conocimiento científico geográfico; culminación misma que se expresa en la construcción del primer Globo Terráqueo.

 

Si reconstruimos su esfera basándonos en el cúmulo de conocimientos y en lo que consta por lo dicho por Ignacio Granero, traductor de la obra de Estrabón, la esfera de Crates era ya, en la práctica, una esfera moderna, aun cuando en lo teórico aún permanecía fija y las esferas celestes girando en torno a ella.

 

Ya en otro artículo hemos hecho tal reconstrucción de la esfera de Crates [Qué es la Geografía: Crates… (8)].  Aquí lo que nos interesa ahora, es entender a esa esfera como la base tridimensionalidad de la representación de un espacio geográfico que, aristotélico, se reducía a la superficie de dicha esfera, pero que, siendo precisamente una superficie esférica, adquiere ciertos principios de tridimensionalidad que hace de la superficie bidimensional un hiperplano.  Nació con ello la conciencia de una determinación métrica de las coordenada de altura.

 

Ignacio Granero, en el Apéndice de Términos al final de los Prolegómenos de la Geografía de Estrabón; apunta que el término eucrasia, eucratos, designaba ya un “espacio atmosférico”, esto es, un espacio ya no en superficie, sino en volumen; a diferencia del ahr o espacio vacío, entendido éste a partir de la incidencia de los rayos solares sobre la superficie terrestre, que determinan las latitudes o “inclinaciones”; asimismo, el que, al mismo tiempo, en la medición de la altura de las montañas Eratóstenes no considerara ni el nivel del mar, ni mucho menos el radio de la Tierra, hacía pasar por absoluto un valor relativo, que más bien quedaba referido a la deformación de la superficie terrestre, pues respecto de la esfericidad total esas definiciones se hacen despreciables.

 

En ese nivel de conocimientos subyacentes acerca de la teoría del espacio terrestre (y subyacentes, porque no se estaba consciente en ese entonces de que lo que se estaba estudiando era precisamente el espacio terrestre), la esfera de Crates representó un espacio geográfico tridimensional, como un hiperplano bidimensional, pero, además, dada la métrica de dicha esfera a escala, de un radio único, esa base del espacio geográfico tridimensional, resulta ser de simetría euclidiana regular (en donde a = b = g = 90°; y a = b = c; dado que los ejes de simetría r1 = r2 =r3).

 

Base del Espacio Tridimensional en Crates  Espacio Geográfico como la Superficie Bidimensional (Hiper

Base del Espacio Geográfico Tridimensional de Simetría Euclidiana Regular (en donde a = b = g = 90°; y a = b = c; dado que los ejes de simetría r1 = r2 =r3); pero para el espacio geográfico entendido como una superficie esférica subtendida (S), por, (r1, r2, r3).

 

El estudio de ese espacio geográfico o terrestre en tanto superficie tridimensional o esférica, que por lo tanto tenía ciertas “inclinaciones” (latitudes), llevó de manera natural y objetiva a la consideración de las afiscias, las heteroscias, y las periscias, denominaciones dadas a las “zonas climáticas” (donde por “clima” se entiende “inclinación”, que es igual a ángulo de latitud, y no como en la actualidad, el estado promedio de las condiciones meteorológicas o atmósfera).  Es decir, a las zonas latitudinales en las que, derivadas de los valores de los ángulos de inclinación de los rayos solares, se registraba un tipo de efecto en el gnomon, a saber: las afiscias (entre los trópicos), en donde el gnomon, en el lapso de un día, hacia sombra sólo de un lado en una época del año, o del otro lado en otra época del año; las heteroscias (entre los trópicos y círculos polares), donde el gnomon hace sombra siempre de un solo lado; y las periscias (al interior de los círculos polares), en donde la sombra en el gnomon en el curso de un día, gira completamente en torno a él.

 

Y más aún, el estudio del espacio terrestre se profundizó ya en el caso de Eratóstenes, al estudio del espacio terrestre o geográfico, mediante la primera división regional, con las esfrágidas: 1) india (la península de la India; 2) ariana (la región persa); 3) asiria (la región medo-asiria); y 4) la arabia (no propiamente la península de Arabia, sino la región de Palestina); que son secciones regulares de una “zona climática” (latitudinal); que, por lo demás, como se deduce por los nombres que Eratóstenes les asigna, caracterizan regiones determinadas corográficamente en razón étnica (pero sin que, ni para Eratóstenes, Hiparco o Crates, tal hecho significara desviar el conocimiento geográfico al conocimiento etnográfico; sino sólo registrar una propiedad relevante de una sección de ese espacio geográfico).

 

Ese límite entre registrar corográficamente la existencia de los pueblos (en tanto su condición objetiva en el espacio y determinante de sus propiedades), y entrar al estudio etnográfico de los mismos, se hace muy fino y sutil, tanto más que esto último supone aquello.  Pero eso que para el historiador, el antropólogo o el etnólogo (o en general el estudioso de las ciencias sociales), se convierte en objeto de estudio; para el geógrafo representa tan sólo un elemento del espacio que determina las propiedades del mismo.  De modo que el estudio geográfico, por un lado, se delimita del estudio del fenómeno propio, en este caso, a las ciencias sociales; y por otro lado, se delimita del estudio de las ciencias afines como la geodesia y la geofísica.

 

Con Crates, pues, culmina el máximo desarrollo alcanzado en la Antigüedad en el conocimiento del objeto de estudio subyacente: el espacio terrestre.  Autores en esta línea de pensamiento, como Marino de Tiro y Ptolomeo, si bien con aportes enormemente importantes, éstos ya no arrojaron nuevos fundamentos teóricos a esa teoría general del espacio terrestre, sino sólo acerca de las propiedades particulares abstractas del mismo, dadas en sus proyecciones cartográficas.

 

En ese sentido, Marino y Ptolomeo son ya como un par de efímeras ascuas en las que, apagándose, se pierde toda esperanza de reanimar el fuego de esa portentosa revolución del pensamiento geográfico dada en su tiempo.  A ellos les anteceden Posidonio y Estrabón, con quienes se desvirtúa el conocimiento geográfico, confundiéndose el objeto de estudio, en ese entonces subyacente: la extensión del espacio terrestre, con lo extendido, u objetos existentes en él.  Y así, del estudio de la extensión de un espacio terrestre con propiedades físico-matemáticas, se pasó al estudio de lo extendido en los fenómenos naturales y sociales necesariamente distribuidos en dicho espacio.

 

Y esa contrariedad entre el estudio de la extensión o el estudio de lo extendido, con el paso del tiempo y la evolución del conocimiento que fue dando lugar a la especialización cada vez mayor de las ciencias, acabó por evidenciar una contradicción plena entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en la que la geografía  de lo extendido, se convirtió en negación absoluta, en un momento dado antagónica (fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en los primeros cinco congresos internacionales de geografía), de la geografía de la extensión.  Y consumió todo el siglo XX resolver la misma*, en una nueva síntesis del conocimiento geográfico, en donde, ahora, esa “geografía de los fenómenos y sus relaciones”, esa geografía del “espacio humanizado” como en la Antigüedad lo fue a propuesta de Estrabón de “la tierra habitada”, ha quedado ya exclusivamente como un subproducto para el consumo divulgativo, e incluso de la educación formal no sólo básica, sino de la educación superior universitaria de los estudios de la especialidad de geografía de esa “oficialidad” institucional, como expresión enciclopédica, de un cuadro ya enormemente diversificado de las ciencias; y así, esta nueva “geografía literaria” de lo extendido (los fenómenos), es un la geografía verdaderamente científica, estados de espacio a estudiarse bajo las leyes de sus propiedades físico-matemáticas, como formas discretas o continuas particulares de la extensión (el espacio mismo).



*        En ese proceso, a nosotros nos correspondió la discusión en los últimos treinta años (1980-2010), tocándonos, en ese azar de la historia, dar su solución.

 

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