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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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14 agosto 2011 7 14 /08 /agosto /2011 23:03

Cuadrante SolarInterpretaciones del Marxismo en Geografía.  Artículo (2/3).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri,

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://spacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); 22 ago 11.

 

Todo el problema ha estado, pues, en un inveterado prejuicio; es decir, en el antiguo juicio previo tomado de Estrabón, por el cual, la geografía es el estudio de la <<historia en los lugares>>.  Esto es, esencialmente dicho, <<el estudio del fenómeno social, en el espacio>>.

 

La razón por la cual, geógrafos que se asumen como marxistas, como Rodolphe de Koninck, en su trabajo “Co0ntra el Idealismo en Geografía”, 1978, o de Cor Van Beuningen en su “El Marxismo y el Espacio en Paul Claval”, 1979, citando de la obra aquí analizada, “le reprocha a Pau Claval, el expulsar de la explicación geográfica al capital…”[1], que, nos dicen los autores de la obra, Koninck califica de “bloqueo reaccionario”; pero, como correctamente observa el colectivo de autores de El Pensamiento Geográfico: “Porque, en efecto, el espacio…, no es, desde los presupuestos radicales, una variable independiente, sino que recibe <<en cada momento su significación concreta para un grupo humano determinado a partir de los actos de producción territorial del propio grupo>>”[2].

 

Pero a estos “geógrafos radicales” había que decirles que se equivocan de profesión, que su lugar estaría más bien, en la sociología, en la ciencia política, o en la economía.

 

Y en una extraordinaria paradoja, el colectivo de autores de la obra aquí considerada, mediante citas parafrásicas, nos dan lo que quizá sea una de los pasajes más notables de esta contradicción, no dialéctica, sino del pensamiento dado en el sentido común: “De esta forma –nos dice el colectivo citando a Koninck–, la geografía <<al hacer hincapié en las relaciones espaciales “isotropizadas”>> suministró, <<en un cuerpo rico en problemas capitalistas, tan sólo explicaciones espaciales para fenómenos espaciales>>”[3].

 

Y a eso que quizá para Koninck haya sido la más “feroz crítica”, no quedaba –como geógrafos espacistas– mas que encogerse de hombros y responder en la más absoluta y sincera confesión: “pues sí; efectivamente, así es…”, pues, efectivamente, son sólo explicaciones espaciales, a fenómenos espaciales, porque eso, justamente, es y ha sido históricamente, la Geografía., dejando a los economistas, sociólogos o politólogos, el estudio, bajo sus propias leyes, de esa “riqueza de problemas capitalistas”; y quizá esas explicaciones espaciales, tomadas de la geografía, en algo les pueda servir, para explicar con mayor rigor  su fenómeno objeto de estudio propio.

 

Otro geógrafo, a su juicio en un análisis marxista, como R. Peet en su “Contradicción Social y Geografía Marxista”, 1979, concluye con un dejo nostálgico, hablando en 1979 en pasado: la Geografía, “no estaba preparada para responder a un análisis en profundidad de los orígenes sociales de los fenómenos espaciales”[4].  Y aquí, lo que habría que preguntar, es sí, ¿”no estaba preparada”, o acaso ese no es su asunto?  Por qué criticar a la “geografía espacista” de mecanicista reduccionismo por reducir los fenómenos al espacio, y obstinarse, por esos mismos que así critican en que se “responda a los orígenes sociales de los fenómenos espaciales”; es decir, a que se responda a un fenómeno (social), con las leyes de otro (espacial).

 

Ha habido, pues, una trampa sofística fundada, como no podría ser sino así, en una premisa falsa: el que el objeto de estudio de la Geografía, sea el “espacio social”.

 

En la obra aquí analizada, su colectivo de autores nos dice que fue Stphen Folke en su trabajo “Por qué una Geografía Radical Debe ser Marxista”, 1972, el primero en intentar formalizar la aproximación marxista a la geografía.  Pero, como afirma el colectivo de autores, todo ello, en <<un intento de hacer surgir una alternativa de “ciencia social”>>[5].  A lo que nosotros, como marxistas, partidarios de tal concepción del mundo desde 1967 y luego incluso militante comunista entre 1974 y 1980, agregamos: de un marxismo pobremente entendido, el furibundo marxismo del intelectual pequeñoburgués que no entiende, antes que todo, al marxismo como una filosofía, como una visión del mundo; y como tal, como un todo históricamente dado del pensamiento tanto materialista como dialéctico, del pensamiento humano de todos los tiempos, y, por lo tanto, como una lógica, como una teoría del conocimiento, y simultáneamente, como una ética y una estética.

 

Ese marxismo empobrecido se reduce a entenderlo como teoría económica y político-social, donde la dialéctica no se entiende ni aplica y el materialismo no es más que una simple determinación económica.  Un marxismo que, despojado así de su esencia; la dialéctica de la contradicción objetiva y concreta; primero se petrifica (queriendo dejar el “viejo Marx del siglo XIX), y luego se quiere “superar” con subjetividades a lo gramsciano o franckfortiano.  Un marxismo depauperado que se cree sólo aplicable sólo a lo social, y por lo cual, para hacer de la Geografía una ciencia progresista, y salvar la conciencia política social del geógrafo, la misma ha de ser, primero, una ciencia social, en tanto estudiosa de un “espacio social”; y luego una “geografía radical”.

 

Esa “geografía radical” y “progresista”, no ha sido sino una pobre geografía, producto de un raquítico marxismo distorsionado.  De ahí que sea de una enorme importancia su crítica (quizá ciertamente extemporánea; treinta años después, pero ello ha sido producto de los tiempos que corren y ajeno a nuestra voluntad),  hasta ahí donde nuestro colectivo de autores en esta obra examinada nos lo ha dejado, previo a 1982, es decir, en lo que fue esa interpretación marxista muy propia de la década de los años setenta del siglo XX.

 

Hemos dicho antes, que le problema empieza desde el momento en que definimos la Geografía como ciencia del estudio del espacio, éste se fetichiza enunciándolo como espacio social, y luego, y no sin razón, se conceptualiza al “espacio social” como categoría marxista.  Y la pobreza en la definición como “categoría marxista”, está en que pareciera ser “marxista”, sólo porque es “social”; como si el espacio (sin adjetivos), de esenciales atributos físico-matemáticos, por ese solo hecho de naturaleza físico-matemática, ya no pudiera ser posible en una categorización marxista.

 

No sin razón se conceptúa así, pues en general se entiende al marxismo como una teoría revolucionaria y de transformación social, aun cuando sin entenderse que el marxismo es mucho más que una teoría de lo social.

 

Ese error está los antecedentes mismos del libro aquí analizado, dejando ver ello, cuando hablamos de los derroteros de la investigación en la línea del marxismo, se dice: “por un lado, se procede a rastrear la existencia de una verdadera teoría de la geografía en los textos fundamentales de materialismo histórico…”[6]; esto es, viéndose en el marxismo, sólo esa parte muy desafortunadamente denominada como “materialismo histórico”, lo cual no es sino la dialéctica materialista aplicada al análisis social (y no algo aparte o una parte especial del marxismo, como infortunadamente se entiende, incluso por la marxología misma); y justo en esta dirección apunta el texto aquí tratado, cuando, a continuación, se dice: “por otro lado, se persigue la elaboración de una geografía marxista, a través no sólo de la aceptación de los conceptos y del método, sino también mediante un esfuerzo de nueva categorización geográfica dentro (…) del materialismo dialéctico”[7], entendido aquí como algo aparte del materialismo histórico.  He ahí el empobrecimiento del marxismo, en donde al separar por un lado al “materialismo histórico” y por otra al “materialismo dialéctico”, cuando son uno y lo mismo, se incurre en la interpretación mecánica de la dialéctica materialista.

 



[1]        Gómez Mendoza, Josefina; et al, El Pensamiento Geográfico; Alianza Editorial, Madrid, 1982, p.144.

[2]        Ibid.  p.144.

[3]        Ibid.  p.144 (subrayado nuestro).

[4]        Ibid. p.144.

[5]        Ibid. p.148.

[6]        Ibid. p.148.

[7]        Ibid. P.148.


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