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29 mayo 2011 7 29 /05 /mayo /2011 23:02

Ícono Filosofía-copia-1Las Categorías Dialécticas de lo Teórico y lo Práctico.  Artículo, 2011.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra, 1 (φN, λW); 23 may 11.

 

Al respecto de las categorías filosófico dialécticas de la teoría y la práctica, dice el Diccionario de Filosofía de Foroba: “Categorías filosóficas que designan los aspectos espiritual y material de la actividad objetiva socio-histórica de los hombres: conocimiento y transformación de la naturaleza y la sociedad”[1].

 

Por lo demás, dice el autor citado, la teoría es resultado de la producción espiritual social (donde el concepto “espiritual”, que para la gente común significa la idea del Espíritu en la religión, en filosofía, se refiere a la esencia de lo humano en cuanto a su pensamiento); y la práctica, la actividad que asegura la existencia y el desarrollo de la sociedad mediante su producción material.

 

La importancia de la teoría, entendida en su forma más “pura”, constituye el esfuerzo y la capacidad humana de abstracción, que le permite ir más allá de lo empíricamente dado por la práctica, y profundizar en el conocimiento de la esencia de la realidad.  La importancia de la práctica, hemos visto en artículo anterior, estriba en que es, incluso, uno de los criterios fundamentales de la verdad; allí donde toda abstracción ha de probarse como cierta, en tanto reflejo objetivo de la realidad objetiva.  Y es precisamente este papel esencial de cada actividad reflejada en dichas categorías, lo que hace su indisoluble dialéctica, por la cual, lo teórico y lo práctico, son inseparables; y ahí donde se comete el error de sacrificar una por la otra, ambas actividades se debilitan en el proceso del conocimiento de la realidad.

 

La teoría, pues, es esencial para el desarrollo del conocimiento, para, en la síntesis de cada momento histórico, poner orden en el proceso del pensamiento, haciendo ver las semejanzas ahí donde sólo se veían diferencias, o haciendo ver las diferencias, ahí donde sólo se veían semejanzas.  La función de la teoría, en consecuencia, es poner fin a todo tipo de confusiones que de manera natural en el proceso del avance del conocimiento se van arrastrando, haciendo avanzar, de esa manera, al conocimiento científico.

 

Aquel estudioso e investigador que pretenda hacer caso omiso de la teoría, reducirá su actividad a la empíria pura y a una descripción infértil de la realidad concreta, sin poder, jamás, llevar sus conocimientos a un estadio superior.  Es la teoría la que le dice en todo momento por qué, como causa, y para qué, como consecuencia, hace o deja de hacer tal o cual cosa; pero más aún, es la teoría la que le explica la dirección y sentido de lo que hace, el objetivo de lo que estudia e investiga.  Un estudioso de cualquier disciplina de conocimientos que sólo hace por hacer, que por pereza mental y el no querer hacer el esfuerzo de abstracción que todo ciencia reclama, no se documenta en la teoría de su ciencia y enfrenta el debate de las ideas, no pasará de ser como una abeja que cumple su función de juntar miel, sin saber exactamente por qué lo hace.  Más aún, en la empíria pura, con ello cree resolver problemas, cuando sólo los describe.

 

Pero, por otra parte, aquel estudioso e investigador que sólo se reduce a lo teórico sin verificar sus conocimientos en la práctica, será tanto o más infértil en su quehacer.  Y ello será así, porque la práctica significa producción, y ésta a su vez, significa transformación de la realidad.  Y algo que es inherente a la condición humana para su sobrevivencia y continuidad como especie, es su capacidad para producir sus bienes materiales, a partir de la transformación constante del mundo que le rodea.

 

Así, la ciencia se definirá en tanto tal, en la medida de su capacidad teórica para entender la realidad objetiva, empezando por entender la faceta de dicha realidad que le corresponde investigar, así como en la medida manifiesta de su capacidad práctica productiva y transformadora de esa realidad en su faceta correspondiente.

 

Otro problema, y ciertamente crucial, es el de la capacidad social para poner en práctica los avances teóricos, donde esa capacidad social no sólo se refiere a las disposiciones tecnológicas o de infraestructura, sino, esencialmente, a los intereses progresistas o retrógradas de los grupos de poder en sus posiciones avanzadas o conservadoras.

 

No obstante, el grado de desarrollo científico, ya de un individuo, ya de toda una especialidad, o bien incluso de la sociedad misma, queda determinado por esa capacidad del discernimiento teórico y de su práctica productiva y transformadora de nuestra realidad económico social.

 



[1] Foroba, T; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso , Moscú, 1984; v. Teoría y Práctica.

 


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