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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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15 enero 2012 7 15 /01 /enero /2012 23:06

Ícono Filosofía-copia-1Retrasmitiendo el Legado de Marx, al Caótico Siglo XXI.  Artículo, 2012.

 

 

 

 

 

 

 

 

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

16 ene 12

 

La humanidad se encuentra ya frente a uno de esos muy especiales momentos de la historia, tan especial, que, como éste, sólo ha habido otros dos: el representado por el año 476 cuando Odoacro al frente de los hérulos toma final y definitivamente Roma luego de más de un siglo de intentos y aproximaciones, terminando no sólo con el Imperio Romano de Occidente, sino con lo que toda la época de éste y aún anterior a éste significó: el régimen esclavista y su mundo deshumanizado, que había durado ya varias decenas de siglos; y el momento representado por el año 1453, cuando Mohamed II con sus ejércitos turco-otomanos, tomó Constantinopla (la antigua Bizancio), que había resistido diez siglos todo asedio, terminando no sólo el sobreviviente antiguo Imperio Romano de Oriente, sino con lo que toda esa época representó: el régimen feudal y su mundo oscurantista.

 

Entre el siglo XVI y el siglo XVIII, se da una época de transición en la que sobreviven los vestigios de las antiguas monarquías feudales que habían llegado a su máximo esplendor, y, al a vez, se da una feroz lucha de tres siglos por acabar de desterrarla a la historia.  Primero con el monarca Guillermo de Orange en 1548, que aprovechando una debilidad de España, logra la independencia de Holanda de su sujeción a aquella, liberando aún más los puertos comerciales del Atlántico, echando más sólidamente las bases del nuevo régimen: el capitalismo.  Luego, un siglo más después, con Oliverio Cromwell, entre 1642 y 1646, se da lugar a una segunda revolución burguesa por la instauración del capitalismo, ahora en Inglaterra.  Hasta que, finalmente, luego de otro siglo más, con la Revolución Francesa de 1789, la burguesía, la clase social de los antiguos mercaderes convertidos en comerciantes, fabricantes e industriales, consuman el fin de la sociedad monárquica, consolidando su propio orden de cosas: el régimen capitalista.

 

Dialécticamente, no obstante, ahí va a comenzar a hora la lucha histórica por erradicar este régimen económico-social de explotación de la mano de obra proletaria asalariada.  Le tomará su tiempo a la nueva clase social oprimida, el proletariado, organizarse y hacer conciencia de su propia condición.  Pero, finalmente, ello será en la fragua de la Revolución Industrial entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, en cuya cúspide aparecerá la figura de Carlos Marx, quien emprenderá la labor teórica de generalizar la experiencia histórica de la lucha del proletariado en esa primera mitad del siglo XIX; y medio siglo después, aparece la primera revolución socialista, la Revolución Socialista en Rusia de 1917, y con ella, luego de la experiencia de la Comuna de París de 1871, la segunda experiencia del proletariado para instaurar su propio régimen económico-social.

 

Si la experiencia de la Comuna de París había durado apenas tres meses, la experiencia de la Revolución Socialista en Rusa de 1917, duró setenta años.  Tras una “sorda” guerra de cuarenta años, la llamada “Guerra Fría”, en 1990, el capital logró derrotar este intento histórico para transitar a una nueva sociedad: se disolvió la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS), y con ello se desintegró el llamado Bloque Socialista (de lo cual, a duras penas, aun, al inicio de la segunda década del siglo XXI,  sobrevive Cuba).

 

La historia no acaba aquí, justamente, como dijera Fidel Castro, mientras haya la ignominia de la opresión, de la explotación, mientras se atente contra la dignidad humana, las luchas por una nueva sociedad más justa y equitativa seguirá existiendo.  Y ese es el escenario, llevado al extremo, del siglo XXI.

 

Hay una enorme dificultad: con el derrumbe del sistema socialista, se ha producido, como es natural, una desmoralización del proletariado, que, más aún, ha visto perder a sus supuestos teóricos que se han acogido, plagando de vividores, a toda suerte de ramplonería reformista burguesa, y con ello se ha disipado toda teoría (acaso sea este Blog un “fósil viviente”, y de ahí su conciencia de retrasmitir el legado teórico).

 

Entre tanto, entre la debacle del capitalismo sujeto a las leyes de la historia, y el extravío del proyecto del proletariado, la sociedad se encamina al caos, que en ningún modo es una anticipación en una “elucubración teórica”, sino algo ya a la vista del más desinformado; y de ahí la necesidad de la retrasmisión del legado de Marx y Engels.

 

La lucha por el comunismo, empezando por la instauración de la sociedad socialista, no ha sido la supuestamente ahora, “horrenda pieza de museo”, del “mal recuerdo” de un “error de la historia”, entre otras zarandajas en voz del capitalismo y sus pregoneros.  Al final, qué podrían decir.  El problema es que el proletariado ha sido engañado con esa propaganda, pero que, a pesar de ello, debe recuperar su propio proyecto económico-social.  Y para ello, he ahí las nuevas luchas de masas de un proletariado internacional, mundial –tal como lo previeran Marx y Engels desde su redacción del Manifiesto del Partido Comunista en 1847– a partir de las cuales habrá que volver, con la fertilidad de la dialéctica materialista, a generalizar la teoría, y encausar la lucha por una nueva sociedad.

 

De ahí la necesidad de comentar aquí, de entre su vasto trabajo, algunas de las obras de Marx y Engels, las cuales nos ayuden a rescatar la teoría sobre la condición histórica concreta del momento actual.

 

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