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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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9 enero 2019 3 09 /01 /enero /2019 23:01

Ex-Libris Invertido

 

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

(1950-2014)

 

*

 

[___]  La Geografía en México de 1975-2014: Luis Ignacio Hernández Iriberri (1950-2014).

 

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21 octubre 2015 3 21 /10 /octubre /2015 22:05

Editorial

 1953-Excepcionalismo-en-Geografia--Fred-K.-Schaefer-2.jpg

Anales de la Asociación Americana de Geógrafos, 1953; publicación del “Excepcionalismo en Geografía”, del pragmático Fred K. Schaefer, en su crítica a la dialéctica materialista hettneriana.

 

*

 

La geografía, ciertamente, como lo expresara Fred K. Schaefer en 1953, no puede definirse de manera excepcional, es decir, de manera distinta a lo que define el conjunto de las llamadas ciencias sistemáticas; pero el problema está en que éste creyó ver en los planteamientos de Hettner –a través de Hartshorne–, ese intento de definición por excepción, al confundir el proceso de síntesis que precisamente ocurre en todas las ciencias sistemáticas, como una mera integración de los fenómenos, no entendiéndola como el proceso de abstracción y generalización que Hettner hacía tanto del espacio en los conceptos de la “corografía” o el “paisaje”, como de los fenómenos en el concepto de las “unidades morfológicas”, lo cual no significaba ningún procedimiento “excepcionalista”, sino, por lo contrario, justo el procedimiento seguido en todas las ciencias en su momento.

 

Schaefer, afirmando este supuesto “excepcionalismo” en Hettner, establecía como posición de contraparte, fundado en el pensamiento de Humboldt y Ritter, el que la geografía es una ciencia social de la distribución de los fenómenos en el espacio.

 

En el fondo, quizá no exactamente como “confusión” o “no-entendimiento”, sino precisamente por todo lo contrario, es decir, por entender lo que había realmente en los fundamentos de Hettner: la dialéctica materialista, el marxismo; y Schaefer, desde su posición filosófica en el pargamtismo, lo que hacía, era combatir la inserción del pensamiento dialéctico materialista en geografía por Hettner, y más aún, “infiltrado” en los Estados Unidos a través de Hartshorne.  Luego, no tuvo reserva alguna para falsear, contra toda evidencia, los verdaderos planteamientos de Hettner, derivándolo en kantismo y desacreditándolo en un anacronismo.

 

Comprender esa crítica de Schaefer resulta, pues, de fundamental importancia, no sólo para el justo rescate histórico de Hettner, sino, principalmente, para entender el proceso necesario en la elaboración de la teoría en geografía.

 

*

1953-Excepcionalismo-en-Geografia--Fred-K.-Schaefer.jpgFilosofía de la Geografía.

 

[____]  Elaboración de una Teoría Geográfica. La Objetividad del Espacio, aún en la Crítica de Fred K. Schaefer a Hettner. (12/)

 

Historia de la Geografía en México.

 

[____]  La Geografía Operativa en México en el Siglo XXI.

 

 

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21 octubre 2015 3 21 /10 /octubre /2015 22:04

Elaboración de una Teoría en Geografía. La Objetividad del Espacio, aún en la Crítica de Fred K. Schefer a Hettner. (12/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http//:espacio-geografico.over-blog.es/

23 jun 12.

 

Mucho antes que Nahm, autor de la traducción y comentario al trabajo de Hettner aquí analizado, casi un cuarto de siglo después de publicada la “Geografía.  Su Historia, su Naturaleza y su Método”, de Hettner, de 1927, fue el pragmatista norteamericano Fred K. Schaefer, en 1953, el primero en hacer una crítica a dicha obra en forma de crítica al hettnerianismo de Richard Hartshorne, expuesto en “La Naturaleza de la Geografía”, de 1939.

 

Lo primero que retomamos de Schaefer, es su inconsistente crítica a Hartshorne en el sentido de que ya otro autor, Spethman (1928), hacía de la obra de Hettner, juzgándola una integración de artículos “de hacía veinte años atrás”, y peor aún, dice Schaefer, que Hartshorne los vuelve a retomar en 1939 “con pocos cambios y escasa crítica”[29].

 

Schaefer, teniendo presente la preocupación por los fenómenos en geografía, parece criticar el carácter de ésta como “ciencia integradora” que la haría excepcional; es decir, que Schaefer no ve en esa intención integradora en Hettner, la búsqueda de su propia síntesis, de su propia identidad, que la haría distinta, más no excepcional, a las otras ciencias (y ya no el resultado de una mezcolanza de ellas); y Schaefer caracteriza a la geografía como una ciencia social.  No obstante, apegado a la objetividad, dice dicho autor: “En geografía las variables fundamentales desde el punto de vista de la elaboración de patrones son naturalmente las espaciales…”[30].  La contradicción en Schaefer es, pues, evidente: el espacio (variable fundamental reconocida por él mismo) no está siendo reconocido en sus atributos propios y estudiado según ellos, sino en dependencia, de alguna manera, del tratamiento de una ciencia social.

 

Schaefer tiene como fundamento de la teoría geográfica las obras de Humboldt y Ritter, para quienes, dice Schaefer, el objeto de estudio es la forma en que los fenómenos se distribuyen en el espacio.  No obstante la unilateralidad del hecho al remitirse limitadamente a Humboldt y Ritter, el problema esencial del espacio está presente, y nos parece, de cualquier manera, que el Cosmos de Humboldt, o la Geografía de Ritter, van más allá, como lo han hecho ver muchos otros autores, haciendo ver que más bien su objeto de estudio era una especie de “armonía de la Totalidad”.  Sin embargo, siguiendo a Schaefer en esa idea de los fenómenos y su distribución en el espacio, que en realidad no apareció sino un siglo después con Vidal de la Blache y Emannuel de Martonne, ello le es necesario como antecedente para fundamentar el que, dada la diferencia de los fenómenos, las áreas son diferentes, preparando la falsa acusación de “singularidad” hettneriana de las regiones, pues claramente Hettner habla, primero, de la multiplicidad de fenómenos semejantes, en áreas diferentes; y segundo, no de los fenómenos como tales, sino de los fenómenos abstraídos y generalizados en “unidades morfológicas”.

 

Hay en esa crítica de Schaefer, no obstante, un enunciado extraordinariamente valioso que habla del problema de la objetividad del espacio: “Siguiendo a los geógrafos griegos –dice Schaefer–, este punto de vista (espacial), es denominado corográfico o corológico, según el nivel de abstracción.  La geografía debe prestar atención a la disposición espacial de los fenómenos en un área y no a los fenómenos mismos”[31]; y con gran acierto Schaefer anota que: “de todas las limitaciones que afectan al geógrafo ésta parece ser la más difícil de observar para los geógrafos”[32].  Más aún, dice Schaefer, los geógrafos no siempre distinguen claramente entre relaciones sociales y relaciones espaciales, lo que, extendido a las relaciones de los fenómenos naturales –dice el mismo autor, como tantos otros, acertadamente a nuestro juicio–, hace al geógrafo un aprendiz de todo y oficial de nada.

 

Pero, volviendo a su crítica, aún nos da una valiosa observación más: “Hettner creía que el núcleo de la geografía era lo regional.  Hartshorne pensaba que la geografía sistemática es realmente indispensable para la investigación regional”[33].  El “núcleo” de la geografía dado en “lo regional”, es el espacio como lo esencial; y por “geografía sistemática”, debe entenderse aquí el estudio de los fenómenos por la las leyes y teoría de los fenómenos mismos.

 

Para Schaefer, el fin último de la investigación geográfica en función del análisis espacial de las regiones, es “la estructura social de esa región”[34].  Y Schaefer va a criticar, a su vez, que el estudio de todos los fenómenos en una región con esos fines sociales, constituya un caso de excepcionalidad en la metodología científica.

 



[29]    Schaefer, Fred K; El Excepcionalismo en Geografía; E.U, 1953; con análisis introductorio  a manera de estudio preliminar, de Horacio Capel; Anales de la Asociación Americana de Geógrafos; Vol. N° 43, 1953; Universidad de Barcelona; Barcelona, 198; p.30.

[30]    Ibid. p.33.

[31]    Ibid. p.34.

[32]    Ibid. p.34.

[33]    Ibid. p.39.

[34]    Ibid. p.41 (subrayado nuestro).

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21 octubre 2015 3 21 /10 /octubre /2015 22:03

Ex-Libris InvertidoLa Geografía Operativa en México en el Siglo XXI.  Artículo, 2012.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.overblog.es/

07 may 12.

 

La geografía operativa en México ha transcurrido, desde el siglo XVIII, del servicio directo al Estado por individuos ilustres; al servicio fomentado por el Estado al capital privado a través de la primera institucionalización de la ciencia en México, si bien desde fines del mismo siglo XVIII, prácticamente ya durante del siglo XIX y los primeros años del siglo XX.  En este último, la geografía operativa se rescata nuevamente al inicio de la década de los años ochenta (luego de casi medio siglo de no desarrollarse), en manos, ahora, de la empresa de capital privado al servicio de particulares.  Así ha trascendido al siglo XXI, no obstante, ya desde fines del siglo anterior, la geografía operativa ha adoptado, finalmente, la posibilidad de la forma en el servicio profesional independiente, mediante la Consultoría o Asesoría.

 

Ejemplo de ello es la Consultoría de Estudios Geográficos y Sistemas de Información en la que se pretende posibilitar por el autor de este Blog, esa faceta del desarrollo profesional remunerativo en la solución de problemas sociales concretos, así sean éstos de particulares.

 

El servicio geográfico operativo para las necesidades del Estado siempre ha existido; sin embargo, para esa geografía operativa en la esfera del servicio al Estado, le es incosteable atender las posibles necesidades de particulares.  Estas últimas necesidades se comenzaron a hacer patentes en México en el último tercio del siglo XX, y de ahí surgieron las primeras empresas en los ramos de la “mediana y pequeña empresa” de capital privado, con ese fin.  A éstas, a su vez, les es incosteable –hasta lo imposible–, la cobertura del servicio geográfico operativo propio del Estado, pero, al mismo tiempo, le es irrecusable el servicio geográfico operativo de bajo costo, cuyas necesidades comenzaron a darse ya en este siglo XXI, de donde el servicio geográfico profesional operativo mediante la Consultoría, puede tender a posibilitarse en un próximo futuro.

 

La Consultoría cuenta con una versatilidad propia que le permite desde la asesoría técnica al Estado (si bien no en la realización de un proyecto), hasta el desarrollo de trabajos comunitarios y de particulares.  Tiene, pues, su ámbito propio, que, a nuestra apreciación, aún no se ha desarrollado en México; y en mucho –dada nuestra experiencia personal–, simplemente porque aún no han madurado, si no las necesidades apremiantes de esos particulares, las cuales ya son palmarias, si la conciencia de opciones y alternativas para abordar dichas necesidades.  En ello, a su vez, está la carencia de la acción del geógrafo incidiendo con su propia iniciativa en la solución de problemas sociales (obviamente, que no resuelva mejor otro especialista en otra ciencia).

 

Esa falta de acción del geógrafo operativo en México, se ha debido, a nuestro juicio, a dos grandes factores: 1) la tradicional formación del geógrafo en México, dirigida, ya al servicio del Estado en su esfera productiva (muy limitada y deficiente), ya al servicio del Estado en el ámbito educativo; y 2) que, como consecuencia de esa educación tradicional en México y de la formación del geógrafo en una idea fenomenista de su ciencia (y ahora peor en el “paradigma posmodernista”), no está capacitado para abordar ni la responsabilidad el trabajo geográfico operativo, ni las implicaciones del servicio profesional autónomo.  Es decir, que se carece de eso que coloquialmente se suele identificar como “la madera” para abordar ese asunto.  Y si lo decimos, es porque lo hemos experimentado con suficiencia, careciendo, en la práctica, precisamente de esa “madera del geógrafo operativo”.

 


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14 octubre 2015 3 14 /10 /octubre /2015 22:05

Editorial

 

“La Naturaleza de la Geografía”, 1939, de Richard Hartshorne, severamente criticada por Fred K. Schaefer en su “Excepcionalismo en Geografía”, 1953; es la pura muestra de la crítica teórica bajo los prejuicios de la ideología fundada en la filosofía prgmática norteamericana en Schaefer, acerca de la dialéctica materialista en Hettner.

 

*

 

Acerca de la madurez de la geografía que la identifique como una ciencia rigurosa, Hettner afirma que: “la labor puede considerarse como solucionada, sólo cuando se haya demostrado la justificación lógica de las ciencias en su desarrollo histórico, y se haya determinado su relación con las restantes ciencias, así como la singularidad de sus métodos científicos”.  Sólo el prejuicio de quien se obstina en querer ver a la geografía como una “ciencia de la heterogeneidad, mezcolanza de todas las ciencias”, no puede entender lo fundamental de la afirmación de Hettner, que se pronunciaba por determinar el método propio de la geografía, como reflejo objetivo y concreto de la homogeneidad de un objeto de estudio propio que así lo impone.

 

La Geografía, dice Hettner, “es la ciencia de la ordenación del espacio”; esto es, de lo que teniendo una homogeneidad de conjunto en su naturaleza, internamente tiene una estructura diversa, a la que, según Hettner, puede ponérsele orden.  No hay, pues, en ello, “singularidad” alguna, sino, por lo contrario, los casos de la particularidad en lo diverso.  Más aún, continúa Hettner, el estudio del espacio (de lo corológico, como él lo expone), se hace necesario precisamente por las diferencias causales entre las diferentes partes de la Tierra, dadas entre fenómenos que son distintos en un mismo lugar, haciendo las diferencias regionales.  No existe pues, “singularidad” alguna, ni del espacio, ni delas relaciones entre los fenómenos.

 

*

Filosofía de la Geografía.

 

[____]  Elaboración de una Teoría Geográfica.  El Prejuicio Ideológico en la Interpretación de Hettner y sus Consecuencias  (11/)

 

Historia de la Geografía en México.

 

[____]  La Geografía Teórica en "Espacio Geográfico", Necesariamente ha de Realizarse como Geografía Operativa.


 

 

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14 octubre 2015 3 14 /10 /octubre /2015 22:04

Elaboración de una Teoría en Geografía. El Prejuicio Ideológico en la Interpretación de Hettner y sus Consecuencias (11/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http//:espacio-geografico.over-blog.es/

23 jun 12.

 

El documento de Hettner de 1905 y la Introducción como estudio preliminar de Gerardo Naham (a la vez traductor del texto), podremos ver cómo en esas deficiencias teóricas e ideológicas, pareciera que se leen textos distintos.

 

Dice Gerardo Nahm en su Introducción: “Alfred Hettner…, impulsará la difusión de la geografía regional desde una perspectiva neokantiana…, que insistirá en la singularidad de la región y el carácter fundamentalmente ideográfico de la aproximación de la geografía”.  Ello quiere decir que las regiones son únicas (su singularidad), y que la naturaleza de la geografía (lo ideográfico) está en ello.

 

Gerardo Nahm es el traductor mismo del texto, ni modo que supongamos que no lo haya leído; pero, entonces, cómo es que sobre el mismo texto se dan dos interpretaciones tan diametralmente opuestas: 1) la de Nahm que lo afirma neokantiano, que afirma la singularidad de la región y un carácter ideográfico; y 2) la nuestra, que niega el kantismo en Hettner y afirma su posición dialéctico materialista, por lo que no hay tal singularidad de la región, pues habla de la causalidad semejante para partes distintas de la Tierra, como de fenómenos distintos para regiones diferentes, como niega explícitamente la utilización de la categoría kantiana de lo ideográfico, la cual menciona sólo expuesta por Widelband y Rickert.

 

No hay otra explicación posible: es el prejuicio ideológico llevado hasta el oscurantismo, por el cual se niega la ciencia y el pensamiento marxista o dialéctico materialista.

 

Cuando Hettner justifica la “naturaleza especial” del conocimiento geográfico, no está buscando ni proponiendo ninguna “excepcionalidad” (concepto que Hettner no usa); Hettner está haciendo para la geografía, lo que cualquier teórico ha hecho para con su ciencia, y en este caso, definiendo su propia naturaleza (eliminando esa idea de la geografía como mezcolanza de ciencias”.  De los fenómenos heterogéneos y singulares con que se presenta la geografía, no se sigue el esfuerzo de justificación de la “excepcionalidad”, sino de la identidad propia, en la generalización teórica que supone el viejo problema del estudio de los fenómenos como tales.

 

Es aquí precisamente que, al introducir con el dolo del prejuicio ideológico en una contradicción tan flagrante con los hechos, tal que se hace el oscurantismo, se niega el proceso científico del desarrollo del conocimiento geográfico, y se introduce la confusión.

 

Luego, Nahm expone falsamente que ya que Hettner propugna por lo singular (falso, pues la región en Hettner no es singular), luego entonces, puesto que, correctamente, éstas no pueden existir para lo singular, rechaza la búsqueda de leyes (falso, pues en la homogeneización, Hettner establece precisamente la posibilidad de una ciencia rigurosa de la geografía dada en la ley).

 

Pero mucho antes que Nahm, casi un cuarto de siglo después de “La Geografía.  Su Historia, su Naturaleza y su Método”, de Hettner, de 1927, fue el prgmático norteamericano Fred K. Schaefer, que en 1953 hace una crítica indirecta a dicha obra en forma de crítica al hetnnerianismo de Richard Hartshorne, expuesto en, “La Naturaleza de la Geografía”, de 1939, exponiendo todas esas premisas falsas.  Así, si el geógrafo es el autorizado para hablar de lo suyo, y sin recato se falsean las cosas de tal manera; otros estudiosos ajenos a la geografía no pueden sino retomar lo dicho por las fuentes autorizadas, pero reproduciendo la falacia oscurantista, y entorpeciéndose el avance científico.

 

Ese es el caso del filósofo B.M. Kedrov, que al estudiar la clasificación de las ciencias, no entiende el descomunal avance dado en Hettner, y reproduce las mismas descalificaciones de los prejuicios oscurantistas que ha introducido un sinnúmero de premisas falsas.

 

 

   Ibid. p.10

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14 octubre 2015 3 14 /10 /octubre /2015 22:03

Ex-Libris InvertidoLa Geografía Teórica en “Espacio Geográfico”, Necesariamente ha de Realizarse como Geografía Operativa.  Artículo, 2012.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

26 abr 12.

 

 

“Espacio Geográfico” ha sido, hasta hoy, dos cosas en una: 1) un Blog con una serie de tópicos, entre los cuales está la Revista Electrónica de Geografía Teórica; y 2) la Revista misma que formaliza los estudios de la geografía teórica.  Ambas cosas se han publicado abiertamente; ello respondía a una necesidad imperiosa de su autor; si se quiere, incluso como asunto de ego, no hay problema en ello, es el orgullo de ser, de desenvainar la espada ante todos; pero, en esencia, publicar lo publicado, ha sido una necesidad intelectual que ha conllevado una lucha ideológica de enorme trascendencia: ya no es sólo la lucha por un geografía científica, sino también, una lucha contra un cerrado oscurantismo de lo más desfachatado, que revela una política tanto educativa como científica, deliberada, metódica y sistemáticamente dirigida al exterminio de la facultad de pensar de las nuevas generaciones (dicho no como retórica, sino como acusación formal).

 

El trabajo intelectual implicado, no sólo por su naturaleza misma, sino  por implicar, además, un tiempo de trabajo, es decir, un asunto económico; suponía una posibilidad de remuneración en ese sentido, que se intentó, rimero discretamente ofertando la adquisición física y completa de algunos materiales parcialmente publicados; luego, en el apremio de la necesidad, reservando materiales, implicando una afección mutua, en la necesidad imperiosa de ser dados a conocer; y, finalmente, haciendo una separación parcial entre los materiales propios al Blog abierto, y los materiales producto de un trabajo intelectual que ya enseña a hacer una geografía científica.

 

Sólo en el último caso hubo una ínfima respuesta por los lectores, y bajo la condición de gratuidad.  Todo esto nos llevó a una reflexión final: hemos publicado lo que moralmente debíamos publicar en bien de todos; la mayoría de esos trabajos han sido de análisis histórico (aun cuando, obviamente, en su momento fue de crítica teórica viva para el hacer científico geográfico); ahora estamos produciendo teoría nueva, pero ya no exclusivamente con un sentido teórico, sino ahora con un sentido plenamente práctico en el hacer de una geografía lógicamente consistente en su hacer científico.  Como decente sería remunerado, como investigador en un Instituto sería remunerado…; hay algo aquí, pues, moralmente aún no recíproco, pero más alá de ello, el resultado final es la necesaria separación completa del Blog abierto, y la circulación cerrada o por suscripción económica, de la Revista.

 

Esto es, que ello implica el ya no estar interesado en la publicación de todo, simplemente porque ello ya no es una necesidad.  Ahora podemos distinguir en lo estrictamente necesario en esa lucha ideológica, en el qué dirigir a cada cual disponiendo a su vez para ello del Blog abierto, y lo propio a un conocimiento que adquiere otro valor, y se reservará a su adquisición mediante suscripción económica: la Revista Electrónica de Geografía Teórica.  Si hay a quien le interese, bien; si no, nuestro placer intelectual tendrá realización en los tópicos de análisis crítico de la historia.

 

El que “Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica, se reserve ahora por completo a un aspecto remunerativo, está implicando, además, profesionalmente, un aspecto de enorme importancia teórico-práctica: es la geografía teórica, realizada en los mecanismo de la geografía operativa.

 

Que ello funcione o no, no es ya asunto nuestro, del autor de esta Revista; es ahora asunto de cómo con dicha realización operativa de la geografía teórica, la comunidad de geógrafos incluso internacional, representada en la comunidad de lectores de dicha Revista, habrá de testimoniar, de algún modo, el desarrollo y madurez de esta ciencia.

 

Por lo que a nosotros respecta, ahora, en ese testimonio, empezaremos a participar para la historia.  Nosotros hemos hecho lo nuestro, toca ahora la decisión a la nueva geografía encarnada en la nueva generación; o bien la decisión por continuar en una geografía obsoleta, acientífica, cuando no abiertamente anticientífica, sin fundamento lógico alguno y plenamente oscurantista.

 


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7 octubre 2015 3 07 /10 /octubre /2015 22:05

Editorial

 

Si el espacio –se concluía de Hettner– era “la espacialidad de las cosas” en su “unidad morfológica”, la geografía como ciencia del estudio del espacio, encontraba su propia unidad como la ciencia de las “formas” de los fenómenos, ya de la litósfera, de la atmósfera, de la hidrósfera, o biósfera; de este modo, la geografía se realizaba en la diversidad de sus aplicaciones.

 

*

 

El problema esencial de la teoría hettneriana de la geografía como ciencia del espacio en tanto este como las “unidades morfológicas” del paisaje, estuvo en que ninguna de estas categorías fue teorizada con suficiencia.  En principio ello no es tanto achacable a Hettner como a sus continuadores, que como tales, estaban obligados al desarrollo teórico de tales conceptos (a Hettner, en todo caso, le había correspondido el llegar a ello), pero, a su vez, esa limitación es imputable al estado general de la ciencia, principalmente de la filosofía y de la física.

 

Uno de esos continuadores a través de Richard Hartshorne, fue Jorge A. Vivó, quien entendió bien la unidad de la geografía en el estudio morfológico del paisaje (los “hechos geográficos”), dejando en un segundo plano las propiedades particulares de los fenómenos, como ámbito en el cual la geografía se realizaba en su diversidad de aplicaciones; de donde, por treinta años, con esa justificación teórica (ya no válida después de 1980), toda geografía, fue “geografía aplicada”.  Pero esta esencial abstracción y generalización de los fenómenos, subsumidos en el concepto de espacio como el paisaje y sus estructuras en “unidades morfológicas”, no fue teorizada más allá con el análisis in extenso que ello necesitaba, y la consecuencia fue apenas una vulgar distinción mecánica entre los “hechos geográficos”, entendidos como lo temporal y relativamente duradero, y los “fenómenos geográficos”, entendidos como lo temporalmente cambiante en forma perceptible.  Y ello obligó a un nuevo momento histórico más en ese esfuerzo de abstracción y generalización necesaria, para comprender la realidad y naturaleza del objeto de estudio de la geografía: el espacio.

 

Más aún, si a esa limitación histórica producto de los tiempos, se agrega la dolosa interpretación prejuiciada con intereses ideológicos del “anticomunismo” o “antimarxismo”, como fue en el caso de Fred K. Schaefer, e incluso en las interpretaciones del mismo Gerardo Nahm, la lucha no es sólo por el esfuerzo teórico, sino contra fuerzas reaccionarias oscurantistas que deliberadamente obstruyen el desarrollo del conocimiento geográfico.

 

*

Filosofía de la Geografía.

 

[____]  Elaboración de una Teoría Geográfica.  La Morfología como la Unidad de la Geografía, en Jorge A. Vivó  (10/)

 

Historia de la Geografía en México.

`

[____]  La Geografía Operativa en México en el Siglo XIX. 

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7 octubre 2015 3 07 /10 /octubre /2015 22:04

Elaboración de una Teoría en Geografía. La Morfología como la Unidad de la Geografía, en Jorge A. Vivó (10/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http//:espacio-geografico.over-blog.es/

23 jun 12.

 

Hettner, en su ensayo de 1905 aquí comentado, y tal y como lo inserta como Cap.II de su obra de 1927, ese concepto de las “unidades morfológicas” no aparece explícito, y si acaso, sólo para la “ciencia de la geomorfología” que derivaba de los estudios de Richthofen.  La generalización de los fenómenos en “unidades morfológicas” o “unidades geomórficas”, la afirmaría Jorge A. Vivó en sus lecciones de “Geografía Física” (1945), que, partidario de la teoría de la geografía de los paisajes de la Tierra, retoma a Carlos Otto Sawer en sus conceptos de “morfología del paisaje”, y los tipos de morfología de Engels, ampliando el concepto en su clasificación de las “provincias fisiográficas”.

 

El paisaje, dice Vivó, es una asociación de hechos geográficos[*]; puede decirse, de una asociación de hechos coexistentes en el espacio; y esos “hechos geográficos” son “formas características de una región en la superficie terrestre” (o en su conjunto formaciones).  Así, el paisaje, concluye, es un concepto morfológico, de modo que, para él: “El estudio morfológico de los hechos geográficos permite mantener la unidad dela geografía.

 

La riqueza de la teoría hettneriana que Vivó retoma a través de Richad Hartsohorne en su obra “La Naturaleza de la Geografía” (1939), es enorme.  Vivó, al concluir en la morfología como la unidad de la geografía, agregaba: “En realidad, no existen distintas geografías, sino una sola…”, lo demás, da a entender, no son sino aplicaciones.

 

Más aún, hace un juicio categórico universal afirmativo complejo: “Todos los fenómenos característicos de los hechos geográficos caben dentro de las dos divisiones del paisaje, natural y cultural”.  Lo que se encierra en este juicio, es que esos “fenómenos”, como “unidades morfológicas”, son una categoría aplicable a todas las esferas del espacio geográfico (y no únicamente a la litosfera; como, en la no comprensión de la teoría, se ha hecho como “geomeorfología”).  En ese sentido, Vivó ya trataba de “la morfología de la litósfera, de la atmósfera, de la hidrósfera, y de la biósfera”.  Estaba ahí, pues, la gran abstracción y generalización teórica de los fenómenos en las “unidades morfológicas”.  Pero no es que el propio Dr. Vivó no se haya dado cuenta del hecho, como fue el caso en el profesorado que le rodeaba; sino que el problema estuvo, a nuestro juicio, en la falta de una teoría morfológica (en sus términos espaciales, y no geológicos) más amplia y profunda, al recategorizar los fenómenos prescindiendo de ellos en sus propiedades particulares.  El Dr. Vivó nos siguió enseñando geografía en la teoría del paisaje y las “unidades morfológicas”, con la teoría misma de cada uno de los fenómenos, y en ello se diluyó la nueva categorización hettneraiana.

 

Todo esto muestra una deficiencia teórica enorme, en general, en los geógrafos del mundo.  Se entendió la importancia de esa generalización teórica de Hettner, pero no así el desarrollo teórico que implicaba.  Esto es, se entendió la importancia de la forma (que permitía superar la identidad el geógrafo con el especialista en el fenómeno); pero no se desarrolló consecuentemente la teoría de la forma en el conocimiento geográfico, pues, en lugar de ello, se continuó interpretando la forma con la teoría del fenómeno (un error por ignoratio elenchi, es decir, por sustitución de tesis).

 

Todavía más, si a esa ignorancia del desconocimiento teórico se agregan los prejuicios ideológicos de la “oficialidad” institucional, se hace, necesariamente, el oscurantismo.  Una será la lectura del “Tribunal del Santo Oficio”, y otra la del geógrafo dialéctico materialista.  Si ahora a esa ignorancia de la ignoratio elenchi del discernimiento teórico, se agregan los prejuicios ideológicos, se hace, necesariamente, el oscurantismo, la negación de la verdad científica.

 

 

[*]    De este concepto derivó un hecho ridículo muy difundido por los profesores en torno al Dr. Vivó, en su mayoría, provenientes del ámbito de la Educación Básica, que, ajenos a los fundamentos teóricos, hicieron la burda división en “hechos geográficos” como aquello relativamente estable, y “fenómenos geográficos”, como lo perceptiblemente cambiante; lo que nosotros rechazamos por antidialéctico, sin entender, a su vez, la generalización teórica que estaba en el fondo.

   Vivó Escoto, Jorge A; Geografía Física; Editorial Herrero; México, 1945: p. 347.

   Ibid. p.348 (subrayado suyo).

   Ibid. p.348.

   Ibid. p.348.

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7 octubre 2015 3 07 /10 /octubre /2015 22:03

Palacio de MineríaLa Geografía Operativa en México en el Siglo XIX.  Artículo, 2012.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

30 abr 12.

 

Si el siglo XVIII fue del fundamento esencial de la Geografía como ciencia moderna e ilustrada en México, con una aspecto operativo de individuos ilustres directamente al servicio del Estado, el siglo XIX ha sido su momento histórico más relevante en ese último sentido.

 

Por sus méritos propios, es decir, por lo que la geografía es, ocupó un lugar prominente: 1) en el fomento económico del país que en ese entonces se centraba en la minería; y 2) como disciplina de estudios que formaba parte de la primera institución de la ciencia moderna en México: el Colegio de Minería.  Mas no debe dejarse dado por supuesto el carácter de esa geografía con su papel en la educación y en la producción, y éste fue, específicamente, el levantamiento cartográfico, la elaboración de mapas de la superficie terrestre en la región de los reales de minas, como eso que esencialmente plasma lo que ese el espacio geográfico; esto es, no por la actividad económica regional de la minería, sino por la representación espacial.

 

En el siglo XIX el aspecto operativo de la geografía, pasó del servicio del Estado, al servicio del capital privado minero[a], en una simbiosis muy estrecha en la que era el Estado el que estaba fomentando dicha producción y apoyando al capital privado con los primeros profesionales de la institucionalización de la ciencia y de la técnica en México.

 

La Geografía, pues, no sólo en la época feudal de la monarquía virreinal novohispana, sino desde el primer momento del origen del capital en México, gozó de un reconocimiento que muy pocas otras ciencias no tuvieron sino muchos años después; y la razón es elemental: es una ciencia, que si no figura entre las ciencias básicas (Matemáticas, Física, Química, Biología), sí es la primera ciencia inmediatamente derivada de las aplicaciones físicas y matemáticas (Cosmografía y Geodesia).

 

Y así como todo conocimiento científico inicial tiene una base en la física y la matemática; así en la ciencia derivada que le sigue, la Geografía, se tiene el conocimiento necesario a toda ciencia subsiguiente, puesto que todo ha de ocurrir, necesariamente, en un lugar, en el espacio.

 

Así la relevancia de la geografía operativa en el siglo XIX en México, alcanzó el rango de una de las primeras ingenierías en que se formaron los profesionales de la ciencia en este país, al fundase en 1843, en el Colegio de Minería, la carrera de “Ingeniero Geógrafo”[b].  Hacia fines del siglo XIX, esa ingeniería geográfica (y naturalista), se transformó en “Ingeniería en Geografía e Hidrografía”; en ambos casos, atendiendo a las necesidades más elementales del momento en México, y en las que se involucraba la operatividad de la geografía.

 

Luego, a principios del siglo XX, hasta antes de los años treinta, estuvo vinculada a la meteorología y climatología; y entre esos años en que difusamente se extinguían los estudios profesionales de geografía, y el inicio de la década de los ochenta, la geografía operativa no volvió a tener presencia en México; diríamos con Sáenz de la Calzada: <<su peso no volvió a gravitar en la economía nacional>>, recuperando esa función hacia fines de este último siglo, ahora pasando del servicio al Estado, al servicio al capital privado; ahora, directamente operando como capital en la empresa privada misma la servicio de particulares.

 



a        El cual operaba bajo el supuesto de las leyes de la Constitución de Cádiz, de que el dueño del suelo, lo sería a su vez de la riqueza del subsuelo; criterio que no se modificó sino hasta la Constitución de 1917.

b        Al parecer, el nombre completo de la carrera fue el de “Ingeniero Geógrafo y Naturalista” (v. Ramírez Santiago; Datos para la Historia del Colegio de Minería; SEFI, México, 1982; p.


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