Principio y Fin
de una Histórica Etapa de Transición
en el Desarrollo de la Geografía en México,
1979-1989. Artículo, 2010 (1/3).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica
de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 21 jun 10.
Habremos de pasar ahora a nuestros trabajos de 1989, pero este es un año especial: no sólo cierra una histórica etapa de transición, dada entre 1979 y 1989, sino que, al mismo tiempo, es año de inicio de un nuevo momento histórico en la historia de la Geografía en México.
Pretendemos en este artículo, hacer ver la objetividad del hecho histórico; es decir, de que el año 1989 tiene ese significado, independientemente de nuestros deseos o voluntad; explicación la cual consideramos importante, porque nuevamente, algo ocurrió con nuestra participación en la vida de la Geografía en México, que contribuyó a lo determinante de ese año para marcar un nuevo momento histórico. 1989 es trascendente, no sólo porque nosotros hayamos hecho algo significativo en ese momento, sino porque lo que hicimos, fue algo culminante en un proceso de desarrollo objetivo que venía, incluso en el ámbito internacional, desde fines de los años sesenta, y luego mediados de los años setenta; y que en México se comenzó a fraguar a fines de esa última década.
Eso objetivo que venía sucediendo desde fines de la década de los años sesenta, fue la aparición de la revista “Antipode, a Radical Journal of Geography”, 1969; de la Universidad de Clark, dirigida por Ben Wisner. Esa “revista de los geógrafos radicales”, surgía como reflejo de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y las luchas estudiantiles de ese entonces. Estrictamente, autodenominarse “geógrafos de raíz”, lo que daba a entender, era que en ello se agrupaban los geógrafos que propugnaban drásticos y sustanciales cambios en el orden de cosas. Esa “radicalidad”, es un concepto que encubría inconfesables posiciones socialistas en los Estados Unidos de ese momento en que, precisamente, luchaba contra “la amenaza del comunismo” en el otro lado del mundo.
La Geografía, concebida en aquel entonces como ciencia social; cuyo objeto de estudio era una rara definición de la planificación u ordenamiento del espacio, en función de las relaciones naturaleza-sociedad; derivaba en una conciencia social y política del estudioso de la geografía, que al calor de los acontecimientos mundiales como la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam, la intervención de tropas del Pacto de Varsovia en Checoeslovaquia, o los movimientos estudiantiles, le imponía una definición así: radical, o de raíz, extrema, sin términos medios. Era, pues, un geógrafo que en función de su conciencia social y política, se exigía incluso la participación militante; extremo no siempre un resultado consecuente de sus partidarios.
El problema que se dio ahí, fue la identidad de la <<conciencia militante del sujeto geógrafo>> (del individuo, del científico), con la <<definición militante del objeto Geografía>> (esto es, de la ciencia misma). Así, la Geografía (ya no el sujeto geógrafo) como ciencia social radical, habría de ser tanto más científica, cuanto mayor y más consecuente su intervención política. Ahí, hace cuarenta años, se inició, de manera objetivamente dada, un nuevo momento histórico general que caracterizaría las dos décadas siguientes.
Poco más de un lustro después, ese acto de conciencia social y política se replicó, y de una manera más explícita y consecuente en su definición militante, en Europa; en Francia, con Yves Lacoste, miembro del Partido Comunista Francés, que edita la revista Hérodote, en 1976, con un carácter eminentemente geopolítico, en la Universidad de París.
Con la revista Hérodote, se incide más enfáticamente en la reflexión gnoseológica en la ciencia geográfica, si bien en torno a la redefinición del la geopolítica y su papel en la organización del espacio. El hecho esencial, es que abre esa reflexión en la teoría del conocimiento geográfico, y canaliza la crítica política <<del sujeto geógrafo>>, como el análisis científico del geógrafo geopolítico. A la Geografía no había que darle una <<definición militante>> para justificar esa crítica política, sino que la crítica política emanaba de manera natural del la reflexión científico geográfica misma dada en la geopolítica. Por lo demás, la relación naturaleza-sociedad se deja de lado como parte de la vieja geografía positivista, y ello permite centrar la atención en el concepto de “organización del espacio” como sinónimo de planificación, que ocupaba el trabajo geográfico en la Unión Soviética.
Se pudiera decir que de manera simultánea a Hérodote (en realidad antecediéndole), aparece ahora en España, la revista “Geocrítica, Cuadernos Críticos de Geografía Humana”, 1976, editada por Horacio Capel, en la Universidad de Barcelona; como una “crítica sistemática de las concepciones dominantes y de los estudios concretos que se efectúan” (Presentación, Geocrítica Nº 1); y es precisamente por ello que la ubicamos en tercer orden, es decir, porque incidió ya, de manera dirigida, a la reflexión gnoseológica en geografía. No obstante, entendiendo a la Geografía como ciencia social, dicha revista se mueve a su vez como “intento consciente de utilizar la ciencia geográfica como arma crítica frente a la realidad social que nos rodea” (Presentación, Geocrítica Nº 1). Esto es, en ello se abandona la idea de la consecuencia militante como expresión de mayor cientificidad, para ver tal cientificidad en la “crítica de las teorías, de los métodos, de las estructuras, de la organización de los estudios y las carreras profesionales, de nuestras propias obras” (Presentación, Geocrítica Nº 1). Ello empezó a significar ya, no una determinación externa de la Geografía, sino una determinación interna de la misma, y en ese sentido es que se puso un paso adelante.
No obstante, nada de ello se dejaba sentir de manera inmediata y directamente en México (por entonces estudiábamos en el Colegio de Geografía, de la Facultad de Filosofía, entre 1975 y 1979), sería apenas hacia fines de los años setenta que a partir de los investigadores del Instituto de Geografía, a cuentagotas, se empezarían a filtrar fotocopias parciales, únicamente de la revista Geocrítica. Pero de lo que no dependimos en nuestra reflexión propia, porque ésta venía a su vez desde 1975 como una persistente crítica marxista, y más bien, a esos “Cuadernos de Crítica de Geografía Humana”, los sometimos a crítica a partir de nuestra propia búsqueda de un fundamento científico de la Geografía, que tampoco la veíamos en esa definición.
Lo anterior es importante señalarlo, para hacer ver el proceso objetivo que se estaba dando hacia esa etapa de transición, y en la que, para 1979, los geógrafos mexicanos, independientemente, nos insertaríamos con el desarrollo de características propias que ahora distinguiremos.
Las revistas Antipode, Geocrítica, y Hérodote, si bien con un espíritu crítico, eran publicaciones institucionales, de las universidades de Clark, Barcelona, y París; pero si ahora consideramos las publicaciones institucionales en México, sólo percibimos un espíritu anodino en el Boletín del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, que venía desde mediados de los años sesenta (1965), y peor aún, sin expectativas de asumir posiciones más decididas o gnoseológicas reflexivas, ante las influencias de aquellas revistas extranjeras, a su vez, institucionales.
Ese hecho objetivo marcó la diferencia en un desarrollo distinto en el proceso de abordar el problema de los fundamentos teóricos de la Geografía. Hubo aquí la necesidad de hacerlo independientemente. Y así se comenzaron a fraguar, impensadamente, sin plan preconcebido que reflejase alguna conciencia de la situación, las condiciones para propiciarlo.
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