La Educación de Calidad que Queremos
Dr. Luis Ig nacio Hernández Iriberri.
http://espacio-geografico.over-blog.es/
25 feb 13.
Prefacio
A la invitación del Comité Ejecutivo Seccional Democrático del Movimiento Magisterial de Bases a participar en este Foro Regional Educativo para tratar sobre “Un Nuevo Modelo Educativo para Morelos, Popular, Democrático, Humanista y Crítico”; sin la pretensión de ningún discurso intelectual grandilocuente, presento por escrito el siguiente breve ensayo como base de dicha exposición, no sólo por el respeto que me merece este auditorio al que dejo a la vista este documento, sino porque debemos entender que, reuniones como ésta, han de ser aprovechadas con el máximo rigor.
Presento ante ustedes, pues, un razonamiento propio –puesto por escrito– ante el tema planteado (no he de “colgarme” del discurso de quien me haya antecedido en la palabra como un “truco” barato que acostumbra el intelectual burgués para destacarse); la finalidad de este ensayo, luego del Congreso Nacional de Educación Popular, la Cultura, el Arte, la Ciencia e Investigación, es, sobre la base de los resolutivos de éste, contribuir a colocar la siguiente piedra en esta etapa del proceso caracterizado por una decidida consolidación del Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), frente al proyecto retrógrada y oscurantista del Estado ofrecido en la “Alianza para la Calidad Educativa” (ACE), en el cual no se exponen claramente el conjunto de cualidades que hacen esa calidad. Enfrentamos decididamente, pues, el conjunto de cualidades que hacen la calidad de su propuesta, ante el conjunto de cualidades que hacen la calidad de la nuestra.
Llamamos, dado ese carácter determinante de la situación actual, a hacernos de la teoría del proletariado, a conocer bien, desde las fuentes originales, la dialéctica materialista, el marxismo; esa era ya una exigencia de Engels al proletariado del siglo XIX, y con mayor razón lo debe ser para el educador del proletariado del siglo XXI. Sea este, el “viejo Marx” y sus ideas, dicho en sentido popular, la “liebre”, a fin de que, conociendo bien cómo es la “liebre”, no seamos más “engatusados” por esos “marxistas-neos” y “neos-marxistas”, nuevas y “posmodernas” versiones de Marx; para que sepamos descubrir cómo entre “gracioso chistorete” y “gracioso chistorete”, pudiera deslizarse (hasta subliminalmente), la descalificación y el falseamiento de las tesis esenciales, con lo cual se pretende desarmarnos con “palabras que se lleva el viento” (en tanto no quedan en una exposición por escrito), pero que siembran ideas confusas.
*
Introducción.
Luego del trascendental resolutivo del Congreso Nacional de Educación Popular, por el cual queda establecido que se enfrentan en el momento actual ya dos proyectos educativos en los que se cifra dos proyectos de sociedad, se nos plantea el siguiente paso a dar.
Nuestro proyecto educativo, el proyecto educativo del proletariado, tiene por ese conjunto de cualidades esenciales que hacen su calidad, el formar un individuo crítico, es decir, capaz de elaborar el conocimiento nuevo con los fundamentos teóricos de un proceso lógico hipotético-deductivo, y ya no exclusivamente en forma empírica desde su práctica histórico-social; un individuo humanista, formado en los más elevados valores morales, en donde con una alta conciencia social, se sabe no sólo creado por una sociedad, sino creador de la misma. Así, el proyecto educativo dado en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), plantea una clara formación del individuo en la teoría del conocimiento de la ciencia y el método de la ciencia; una formación no sólo en ciertos valores de hábitos cívicos, sino en la Ética o teoría de la moral; una formación nos sólo en ciertos Talleres de Artes Pláticas o actividades culturales, sino en la Estética o teoría de lo bello y el arte. Es en ello en lo que se cifra el conjunto de cualidades que hacen la calidad de la educación que queremos.
1 El Congreso Nacional de Educación Popular.
El desarrollo del conocimiento científico en su sentido positivo, es aquel en el que el conocimiento nuevo se deriva del conocimiento antecedente ya demostrado y consolidado. No se trata, pues, de estar inventando a cada paso el camino como si se hiciese desde la nada, sino, como en este caso, retomar el trascendente resolutivo del I Congreso Nacional de Educación Popular, y, sobre su base, determinar el siguiente paso.
Dicho resolutivo, a manera de juicio lógico (a propósito de aplicar el método de la ciencia hipotético-deductivo), queda expresado como el que: <<Toda la educación en la teoría del conocimiento de la ciencia y el método de la ciencia, en la ética y en la estética, que se resuelve en la práctica histórico-social del acuerdo productivo escolar-comunitario, es un proyecto educativo para la formación del individuo en un proyecto de sociedad más justa e igualitaria, en tanto más humana>>.
He allí el conjunto de cualidades que hacen la calidad del Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), síntesis teórica como reflejo de una práctica docente democrática de muchos años. No hay en él una teoría educativa (pedagógica), de ningún “genial” autor que “desde arriba” imponga una supuesta “ley” de lo que la educación debe ser; muy por el contrario, hay en él una teoría educativa que emana de una práctica histórico-social colectiva, docente-comunitaria, de muchos años, y que ha sabido integrar lo diverso de la complejidad de la educación básica en este país. El Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, es una abstracción y generalización, necesariamente inacabada, de ese fenómeno social altamente complejo y en constante cambio y transformación, como lo es el fenómeno de la educación en México, país de extremas desigualdades, tanto en lo geográfico, como en lo étnico y en lo económico-político.
Explicitando el conjunto de cualidades que hacen la calidad de la educación que queremos, éstas son:
1 De una teoría del conocimiento por la que la teoría y la práctica no se conciben como dos cosas separadas (de donde se originan las elitizaciones de “los que piensan”, frente a “los que producen”), sino tan sólo como dos momentos de un mismo proceso, por el cual el sujeto se apropia creativa y conscientemente de la realidad material objetivamente existente, transformándola, corroborando o no en ello, la veracidad de sus propósitos. No hay aquí habilidades y capacidades separadas del razonamiento lógico; sino la esencial formación en el pensamiento lógico en la actividad teórico-práctica.
No hay aquí “conocimientos previos” que se remontan hasta el metafísico “conocimiento innato”, ni “aprendizaje significativo” que por ser significativo supuestamente garantice el aprendizaje. Hay, por lo contrario, una percepción viva de la realidad objetiva producto de la actividad práctica, sensorial, que en la representación de esa realidad elabora una lógica del conocimiento, las ideas en conceptos y juicios, formado en el pensar abstracto la capacidad del raciocinio como reflejo objetivo de la realidad objetiva.
2 La formación en la ciencia y el método de la ciencia, por lo cual se entiende que el educando no está para reproducir mecánicamente los experimentos y las operaciones de los hacedores de la ciencia de otros tiempos, sino para cuestionar de la misma manera que aquellos y redescubrir, bajo cuyo entrenamiento, ya en su momento, sabrá descubrir lo propio. Lo que a fines del siglo XVIII fue una gran hazaña del pensamiento humano: el descubrimiento por Prestley de que el aire era un compuesto de “algo” que generaba agua (la hidrogénesis, el hidrógeno), y “algo” que provocaba la combustión (en griego, phlogisto, el oxígeno), hoy, un niño de secundaria no sólo debe preguntárselo, sino poderlo resolver de igual manera.
De este modo, queremos un sujeto que sepa descubrir y elaborar el conocimiento nuevo, y no sólo que sepa observar y describir lo que otros han hecho.
3 La formación sólida en la Ética, esto es, en la teoría de la moral. La ciencia de la ética debe ser impartida como una materia básica y fundamental en la formación del nuevo sujeto que deseamos para nuestra sociedad. Debe superarse con ello la falsa moralina de códigos morales particulares, como la reducción de la teoría de las normas sociales obligadas y debidas, al disciplinamiento de meros y limitados hábitos de “conducta cívica”.
La educación moral, no debe ser sólo la de un “niño bien portado” y de “buenas costumbres”, sino, esencialmente, la formación en una conciencia social cada vez más elevada, que haga de sujeto una persona verdaderamente responsable y comprometida con la sociedad.
4 La más rica y humana formación en la estética, en la teoría del arte y de lo bello, no sólo como el Taller de Artes Plásticas, no sólo como la simple participación en el grupo coral, en el de danza o el conjunto musical e incluso en las actividades deportivas en donde ha de cultivar la belleza y la perfección corporal y de la salud humana, sino como el conocimiento fundamentalmente teórico, por el cual, como apuntara Marx, se obtiene en ella la <<realización social humana>> misma, esto es, el que el ser humano se haga un ser humano real. Allí donde el sujeto se entiende como creación social humana, y ha de responder a las expectativas de perfección humana que la sociedad que lo crea ha depositado en él. Exactamente de la misma manera que en él se hace la conciencia de que, lo que lo que la sociedad sea, , es responsabilidad suya, y ha de esperar de la sociedad el reflejo de su propia belleza y perfección espiritual humana.
5 El fomento del acuerdo productivo escolar-comunitario, en el cual, como se expresa en la Declaración final del Congreso Nacional de Educación Popular, <<se logre la autosuficiencia y empleo justo del excedente>>, poniéndose ah{i, en la práctica, los preceptos de la educación moral que deseamos.
6 La formación del individuo en el libre despliegue de las capacidades de su personalidad, no como el sujeto contrapuesto y escindido a la sociedad, sino como el reflejo de la condensación de la misma sociedad en él, en tanto formado en el más pleno espíritu del colectivismo y el sacrificio por la sociedad.
7 Con todas esas cualidades, es que pretendemos una educación en esa calidad, tal que de ella devenga una sociedad cada vez más justa e igualitaria.
8 Y una sociedad justa e igualitaria, no puede, por más, sino adquirir la condición real de una sociedad humana. En el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), el espíritu último de su realización se cifra en una verdadera educación humanista fundada en el conjunto de cualidades antes expuestas. Aquí no se confunde ese humanismo con un vulgar humanitarismo misericordioso, moralmente filantrópico, en el que sólo se busca atenuar la pobreza, cuando en el verdadero humanismo de lo que se trata, es de erradicar la pobreza y miseria para siempre.
2 Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura.
El Congreso Nacional de Educación Popular fundado en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, ha sintetizado, pues, los antecedentes del conjunto de cualidades que hacen la calidad de la educación que queremos.
Puede afirmarse, en consecuencia, que: <<El Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, es un proyecto educativo en la teoría de conocimiento de la ciencia, del método de la ciencia, y de la formación ética y estética, que se resuelve en el acuerdo productivo escolar-comunitario>>.
No es esta tesis una afirmación ni exclusivamente teórica, ni puramente abstracta; es, además, la expresión práctica y concreta de muchos años de lucha y reflexión magisterial democrática, que en este ensayo solamente hemos hecho nuestra dándole una expresión lógica.
Muchos son los documentos, muchas son las vivas experiencias (parte de ello se dejó ver en el Congreso), con las cuales se prueba una y otra vez la certeza de la calidad del proyecto educativo contenido en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura. A ello, realmente, no tendríamos más que agregar.
Queda en el Movimiento Magisterial de Bases, hacer conciencia clara de lo que este proyecto educativo es, sintetizado aquí apenas por el conjunto de sus cualidades que hacen su sólida y consistente calidad.
Este proyecto educativo proletario es, como se dijo en la Introducción de la Declaración del Congreso Nacional de Educación Popular, “poder social en construcción en una lucha hermanada, en una propuesta de vida, de humanización”. Y es esto lo que el magisterio democrático, y con él la sociedad, está enfrentando ante el proyecto privatizador de la educación por el Estado. Ante tal despropósito, no queda sino el más determinante p pronunciamiento: ¡Toda educación privada, de punta a cabo, en todas sus formas y niveles, debe ser abolida!
No es ello producto de una reacción simplista, por lo contrario, es el pronunciamiento más legítimo en defensa de la educación pública, laica, obligatoria y gratuita (gratuidad, en realidad, financiada por la sociedad a través del Estado). Es la exigencia social al Estado para que, antes que éste fomente una mayor división y desigualdad social, asume su responsabilidad frente a ésta propiciando, en la educación pública obligatoriamente para todos, una sociedad cada vez más justa e igualitaria.
Por el bien de todos (aun cuando suene a consigna política), por el bien de nuestra sociedad en su conjunto, la educación pública en la calidad expuesta por el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, debe ser la formación dada hasta para los hijos de la burguesía, por el bien de ésta –así ella misma no lo entienda así–, esta formación debe ser hasta para la niñez y juventud de esa clase social que detenta el capital.
No hay sociedad más desigual en el planeta que la nuestra, la privatización de la educación sólo contribuye aún más a ello, y aún más, a su atraso, a su negación al progreso; la educación privada sumerge al individuo en uno de los procesos alienantes más fuertes, y genera interpretaciones del mundo totalmente ajenas a la conciencia social y la realidad de la sociedad misma.
El pronunciamiento por la abolición total y absoluta de toda forma de educación privada en todos sus niveles, independientemente de que ello ocurra o no, no debe entenderse como un desplante político, sino como una esencial necesidad social para favorecer una sociedad más justa, igualitaria y humanizada. EN las actuales condiciones del país y en el rumbo que está forzando el Estado a favor del capital, no caben ya consideraciones intermedias: o son ellos, o somos nosotros; o es su proyecto educativo y de sociedad, o es el nuestro. Aquí estamos construyendo ya, una nueva sociedad.
3 Un proyecto educativo para la formación del individuo,
en una sociedad más justa e igualitaria.
La conclusión lógica no es producto de ninguna agudeza teórica, sino de la más evidente realidad: nuestra sociedad no puede seguir escalando, sino a riesgo de un desastre, a una mayor injusticia y desigualdad. Nada hace más coerción a la sociedad, que esa injusticia y desigualdad, y la formación de un individuo en la responsabilidad y conciencia social, teniendo como condición esencial mayores grados de libertad, bajo esa coerción, esa formación responsable, queda así anulada, encaminando a nuestro país al caos.
Dijimos, hacia el principio de este documento, que toda educación en la teoría del conocimiento científico, en la teoría de la moral y en la teoría de lo bello y el arte, que se resuelve en la práctica social de los acuerdos productivos escolar-comunitarios, es un proyecto educativo para la formación del individuo en una sociedad más justa e igualitaria, y en tal condición, humana. Y afirmamos, en consecuencia, que el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), es un proyecto educativo en la teoría del conocimiento científico y el método de la ciencia, en la teoría de la Ética y la Estética, que se resuelve en la práctica de los acuerdos productivos escolar-comunitarios. Luego entonces, el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura es un proyecto educativo para la formación del individuo en una sociedad más justa e igualitaria.
Así, la teoría educativa sostenida en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, se enfrenta de manera drástica y abierta a la política educativa del Estado, en lo que se promueve una sociedad más alienante a favor de unos cuantos poderosos capitalistas.
En una convergencia histórica de hechos, con ello está recayendo en el movimiento proletario del magisterio, un determinante momento en la iniciativa de la lucha social; más aún, para el Movimiento Magisterial de Bases del Estado de Morelos, en donde se da ahora una situación de apertura democrática.
Tanto como puntualmente se defienda y difunda cada uno de los postulados del conjunto de cualidades que hacen la calidad del proyecto educativo del Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, es que debe someterse a crítica y denuncia cada uno de los postulados cualitativos de la calidad del proyecto ofrecido en la “Alianza para la Calidad Educativa” (ACE), de modo que la sociedad tenga clara y presente la verdadera perversidad de la política educativa del Estado.
Conclusión.
Ahora, luego del Congreso Nacional de Educación Popular, la sociedad mexicana, y particularmente el profesorado democrático, cuenta ya con una claridad meridiana acerca del conjunto de cualidades que hacen la calidad de la educación que queremos.
Es ello, ahora, no sólo fundamentalmente teoría del hacer educativo, sino herramienta de crítica a la que el proyecto del Estado, la “Alianza para la Calidad Educativa” (ACE), debe ser sometida; y, en consecuencia, estamos ya en posibilidad de entender con toda claridad y fundamento, el tipo de individuo y sociedad que queremos.
El capital está haciendo lo suyo para repartirse la educación pública cual botín; veladamente, con mecanismos de descrédito para el reemplazo docente (cuando la responsabilidad ha sido suya con teorías pedagógicas acientíficas que el docente ha aplicado por normatividad), y simulación de necesarias inversiones económicas; convertida en educación privada. Si la reforma educativa de 1992-1993, a veinte años nos dio el desastre social que hoy vivimos; la falsa reforma educativa actual, prepara ya el caos más absoluto, en la división social, en la desigualdad, en la injusticia, en el estancamiento y en la ignorancia oscurantista, que le augura a esta sociedad para los próximos quince a veinte años; lo que aquí se dirime, es nuestro futuro.
La lucha por una educación científica, humanística y social, se convierte así, en una lucha por una sociedad más justa e igualitaria como su condición necesaria.