Magallanes, Fernando de (1480-1521): al servicio de España, a partir de septiembre de 1519, al mando de una flota de cinco naves y 270 miembros de tripulación, inició una expedición con el objetivo de alcanzar el “Cabo de Cattigara” y doblarlo (del cual Américo Vespucio quedó en su viaje a apenas 300 km), lo cual finalmente logró, dándole el nombre de Tierra del Fuego, por las muchas hogueras de los nativos.
Al llegar al Río de la Plata en marzo de 1520, esperó el paso del invierno austral para continuar, pero ello condujo al motín en tres naves, que finalmente controló, ejecutando a los capitanes. Poco después, a siete meses de haber dejado el Río de la Plata, a fines de octubre, arribó al paso esperado; al que poco después se le daría el nombre de Estrecho de Magallanes, a través del cual desembocó al mar que él denominó Océano Pacífico; donde por motín y deserción se perdió la primera nave; y conocido desde 1513 como Mar del Sur, al ser descubierto por Vasco Nuñez de Balboa.
Puso rumbo a Catay hacia fines de noviembre de 1520, llegando a las Filipinas en marzo de 1521, donde en combate con los nativos perdió la vida con buena parte de la tripulación, al punto de no haber tripulantes ya para las dos naves que quedaban, pues otra más había sido hundida en un encuentro con los portugueses, que para entonces, por la ruta de Oriente, habían arribado ya a las Molucas. Poco después, los capitanes en orden al mando que le sucedieron fueron muriendo, hasta recaer el mando en el tesorero de la expedición: Juan Sebastián Elcano (1476-1526), el cual sorteó las Molucas, que estaban ya en posesión de los portugueses, y el Mar de la China, infestado de piratas. Hasta llegar a la boca del casi mítico Estrecho de Basmán, cruzándolo sigilosamente hasta llegar a Taprobana, de donde en cabotaje, reabasteciéndose, tardó por tal razón todavía un año en bordear África y llegar finalmente, en julio de 1522, al mismo puerto de partida de Sanlúcar de Barrameda; con una nave de las cinco que zarparon, y apenas con 18 tripulantes, de los 270 iniciales.
Se había completado así, la primera circunavegación del mundo: Marco Polo no había mentido, existía ciertamente el Estrecho de Basmán; Colón había tenido razón, se podía llegar a Oriente por la Ruta de Occidente; Vespucio había tenido razón, aún quedaba por recorrer una “cuarta parte del mundo”; y los partidarios de la inexistencia de la “Cuarta Península” habían tenido razón. Y con todo ello, quedó integrada la nueva geografía del mundo moderno.