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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 10:02

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento”.

  La geografía como ciencia natural.

 El contenido de la geografía como ciencia.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 05 abr 10.

 

 

2  La geografía como ciencia natural

 

 

a)  El contenido de la geografía como ciencia.

 

Ha quedado, pues, evidenciado el estado precientífico de la geografía en su concepción fenomenológico-historiográfica, e incluso la imposibilidad de ésta de alcanzar, por lo menos en un futuro próximo, la condición de ciencia.

 

Sin embargo, ello no quiere decir que, por oposición, la geografía espacial-cartográfica sea la que unilateralmente consiga determinar el estado particular de ciencia para la geografía.

 

Pensar así, sería tanto como negar la existencia real de la geografía fenomenológico-historiográfica misma; cerrar los ojos a una realidad milenaria y a sus trascendentes aportaciones en el terreno del conocimiento del sistema de referencia físico del espacio geográfico y como base en la organización del mismo a las escalas correspondieres en la planificación económico-social.

 

Por el contrario, si bien es cierto que la geografía espacial-cartográfica ha de ser determinante en la definición del estado particular de ciencia para la geografía, ello sólo podrá ser en tanto que sólo dominante en la indisoluble unidad de contrarios dada entre estas dos escuelas de pensamiento geográfico, y, por consiguiente, determinante en una forma multilateralizada.

 

Esto que puede ser explicado de una manera tan sencilla, representa, sin embargo, el problema fundamental de la geografía, presente en todo momento a lo largo de su historia: el problema del logro de una teoría unificada de la ciencia geográfica.

 

No pocas veces los geógrafos se han visto confundidos y auto confundidos con este problema, ya Estrabón mismo en la temprana edad de esta disciplina de conocimientos, pretendió haber conseguido resolver este problema, por el solo hecho de su autoridad respaldada en el imperio Romano y su áspera e inconsecuente crítica a Eratóstenes e Hiparco.

 

Más tarde, hacia 1650, fue Bernardo Varenio quien pensó en la solución de la teoría unificada de la geografía, en una división y subdivisión de ésta, de acuerdo a las  "afecciones" o relaciones entre los distintos campos que la misma parecía abarcar.

 

Finalmente no pocos teóricos de la geografía han atribuido a Humboldt haber conseguido el logro de una teoría única, por la que la geografía había alcanzado la madurez de una ciencia bien cimentada.

 

Esta "dualidad" dada por dos escuelas de pensamiento geográfico, a pesar de todo, sigue aun vigente.

 

De estos tres momentos para resolver el problema de la unidad de la geografía, el más serio, consecuente e importante, es precisamente el intento del renacentista holandés Bernardo Varenio.

 

Varenio concibió la unidad de la geografía ya hace tres siglos en un sistema de ciencias; es decir, en una formación íntegra, determinada por un conjunto de disciplinas entre sí.

 

Esto conduce obligadamente, a tratar de encontrar un orden en el conjunto de relaciones entre las ciencias y, por consiguiente, al problema de la clasificación de las mismas.

 

Varenio, al igual que otros clasificadores importantes de su tiempo, dividió en dos grandes grupos los conocimientos, que él concebía como geográficos, entre los de ciencias naturales y los de ciencias sociales.

 

Esta noción se trasmitió hasta nuestros días y es el fundamento del actual orden o sistemática tanto de la "investigación" como de la exposición geográfica, de carácter fenomenológico-historiográfica.

 

Concebida así la geografía, como un sistema de ciencias, quedó plateado el problema subsiguiente de las relaciones entre la geografía general y una geografía particular o espacial.  La primera comprendía el conjunto total del sistema y la segunda una determinada parte del mismo.

 

Dado el progreso de las ciencias particulares, hacia el último tercio del siglo XIX, el conocimiento universal en la sola mente de un hombre ya no fue posible.  Así, el último geógrafo general en esa concepción fenomenológico-historiográfica, fue Elisé Reclús; sus más inmediatos contemporáneos, Ratzel, de la Blache, Hettner, Davis, Vallaux, De Martone, Mackinder, Bruñes, Huntington; desarrollaron la Geografía de acuerdo a sólo una de sus partes, desde el momento mismo en que Hettner preguntaba –según narra Manuel de Terán Álvarez[1]–, si era posible una geografía general.

 

La incomodidad que los geógrafos han sentido desde entonces, y su reiterada justificación, tiene sus raíces en el problema metodológico que se deriva del concepto o categoría filosófica de "Sistema".

 

Resulta interesante destacar de Kant-geógrafo, la definición de sistema del Kant-filósofo: "la unidad de múltiples conocimientos reunidos en una única idea”[2].

 

Nicola Abbagnano explica cómo Kant subordinó la noción de sistema a una condición ulterior: “la unidad del principio que es fundamento del sistema”[3].  Concebido geográficamente, dicho principio no es otro que el principio de relación.  La unidad en torno al principio de relación es fundamento de la geografía como sistema de ciencias, así como de la geografía como sistema de conocimientos acerca el espacio adyacente a la superficie terrestre.

 

Solamente que en el primer caso, el objeto de dicho sistema consiste en una síntesis de las conexiones de una realidad muy amplia pero bien determinada, y en las relaciones entre sus diversos elementos, cada uno de los cuales constituye un sistema en sí mismo.  Y esto es precisamente lo que ocasiona la incomodidad entre los teóricos de la Geografía, pues, en primera instancia, “el objeto de un sistema (una interdependencia de conexiones), no puede descomponerse en elementos diversos ni en relaciones entre ellos”[4]; a menos que este sistema sea del tipo de integridad de un sistema no-organizado, simplemente sumario como una acumulación de objetos que se yuxtaponen y coordinan; donde, según G. Kursánov, “en el todo no-organizado, la conexión entre las partes es puramente exterior y mecánica.  Las propiedades de ese todo coinciden por completo con la suma de las partes que lo integran”[5]; es decir, donde la Geografía como sistema de ciencias es ese todo, reflejo de una realidad de partes muy amplia pero bien determinada, cuya suma de propiedades coinciden, corroborándose el carácter no-organizado del sustrato de esa Geografía.  Y en tal caso no puede haber una investigación y análisis científico especial.

 

Y en segunda instancia, en un sistema como el anteriormente expuesto "no es posible entrar en conocimiento de él si sólo se determina una conexión de las que en él dan..."[6]  Así, habría que responder a Hettner con otra pregunta equivalente, en el sentido de si es posible una geografía que no sea general, pues esta geografía fenomenológico-historiográfica como sistema de ciencias, no puede ser comprensible si sólo se delimita una geografía física, una geográfica biológica, una geografía económica o una geografía política.

 

El serio pero fallido intento de Varenio, con esto último  llegó a su reducción al absurdo.



[1] Terán Álvarez, Manuel de; El Hombre y la Tierra; Editorial Labor, T.IV; Barcelona, 1958; p.XXXIII.

[2] Abbagnano, Nicola; Diccionario de Filosofía; Fondo de Cultura Económica; México, 1966; (v. Sistema).

[3] Ibid. (v. Sistema)

[4] Rosental, M.M-Iudin, F.P, Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; (v. Sistema).

[5] Kursánov, G; Problemas Fundamentales del Materialismo Dialéctico; Ediciones Palomar; México, 1966; p.226.

[6]      Rosental, M.M-Iudin, F.P, Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; (v. Sistema).



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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 10:01

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Comentario a, “Geografía: Fundamento...”.
Crítica a la escuela fenomenológico-historiográfica
de la geografía.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 01 abr 10.

 

 

Lo que entonces llamamos “escuela fenomenológico-historiográfica”, enfatizando las preocupaciones centrales de esta interpretación de la geografía, es lo que hoy reducimos simplemente a “geografía fenomenista”; esto es, una manera de pensar la geografía como doctrina de los fenómenos; supliendo el concepto de “fenomenología”, por su carácter ambiguo en la interpretación, si bien como “tratado de los fenómenos” –como originalmente lo planteamos–, también, induciendo a confusión, como una de las teorías del conocimiento por la cual la realidad dada por el mundo de los objetos materiales fuera de nuestro pensamiento, o no existe y es construida por el sujeto; o bien, se reconoce su existencia objetiva, pero carente de significado de existencia real, hasta en tanto no reconocida o “nombrada” por el sujeto.  Siendo eso lo que explica las afirmaciones de Estrabón, de que la geografía sólo se ocupa de las cosas digna de memoria, o útiles a las formas de gobierno.  O, como se afirma en la actualidad, en el hecho de que la geografía estudia el espacio “socialmente construido”, o el “espacio humanizado”; desconociéndose un espacio físico, material, objetivamente existente.

 

En su Momento, el profesor, Lic. Francisco Hernández, sinodal en el examen de esta tesis, nos hizo la observación de esa ambigüedad, que ya desde entonces explicábamos –en un verdadero malabarismo–, en el que implicaba las dos cosas.  Es decir, no había duda en cuanto a su acepción como “tratado de los fenómenos”, pero se presentaba una cierta dificultad en cuanto a aceptarlo como teoría del conocimiento, esencialmente, por la dificultad de la generalización a todos los geógrafos fenomenistas, como fenomenológicos.

 

No obstante, examinado el asunto con el Dr. Carlos Sáenz de la Calzada, éste convino en que no había problema; y así se quedó, sin preocuparnos por buscar otro concepto, que hubiera sido lo propio.  En ese momento, más que estar de acuerdo con la conclusión del Dr. Sáenz de la Calzada porque entendíamos cabalmente a qué se refería, lo estuvimos sólo intuitivamente y por comodidad (el no tener que cambiar el escrito, pues debe tenerse presente que en ese entonces no aparecían aún las computadoras personales en el mercado).  Posteriormente, cuando continuamos estudiando filosofía como base necesaria para la geografía teórica, fuimos haciendo conciencia real de la dificultad.

 

Cierto es, no todos los geógrafos fenomenistas han de ser fenomenológicos, necesariamente; pero resulta, que de ello sólo se excluyen los que se fundamentan en la dialéctica materialista, o escapan aquellos que se sustentan en el estructuralismo, y en tanto de éste se desprenda un análisis dialéctico marxista, pues aún el estructural-funcionalismo, cae dentro de las posiciones gnoseológicas de la fenomenología.

 

Esto es, entendimos entonces ya cabalmente, por qué el Dr. Carlos Sáenz de la Calzada tenía razón en decir que no había mucho problema; el concepto, en última instancia, procedía en su ambivalencia; no obstante, por defecto.  Y andando el tiempo le dimos la razón al profesor Francisco Hernández, y es así que lo modificamos.

 

En este apartado de la tesis, hacemos la crítica al carácter no-sistemático propio de la geografía fenomenista, y como lo decimos ahí, no lo puede tener, pues de principio carece de una definición no contradictoria de su objeto de estudio.

 

Los fundamentos gnoseológicos históricamente dados en la geografía fenomenista, han sido, ciertamente, de manera destacada, la ecléctica, el estoicismo, el neoplatonismo escolástico, el empirismo enciclopedista, el positivismo y neopositivismo, y el estructural-funcionalismo.  Pero también, ciertamente, hay que extraer de esa lista a Varenio, y, aparte de que es necesario revisar sus planteamientos con más detenimiento, hay que extraerlo, justo por ese humanismo clásico renacentista preilustrado en que estaba inmerso.  Dicho en otras palabras, históricamente, los fundamentos gnoselógicos de la geografía fenomenista han sido dados en el idealismo filosófico; en particular, el idealismo subjetivo y la fenomenología.  Y, en todo ello, dado el papel preeminente del sujeto, siempre se ha tenido laxitud en el planteamiento de una sistemática rigurosa determinada por la objetividad del conocimiento, pues lo determinante aquí, ha sido el principio de subjetividad.


 

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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 10:00

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Geografía: Fundamento
de su Teoría del Conocimiento”
.
  Crítica a la escuela
fenomenológico-historiográfica
 de la geografía.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 01 abr 10.

 

 

d)  Crítica a la escuela fenomenológico-historiográfica

de la geografía

 

A lo largo de esta tesis se plantean tres críticas a la escuela de pensamiento geográfico fenomenológico-historiográfico: la primera de ella, en cuanto se pretende como sistemática; la segunda, por lo que respecta a su estructura y sistemática; y la tercera, en cuanto a su expresión de la teoría del conocimiento geográfico.  En este inciso habremos de plantear la primera de dichas críticas.

 

En cierto modo, parte de ella se ha discutido ya anteriormente, al analizar el carácter ambiguo y contradictorio de las definiciones de geografía y la determinación de su objeto de estudio.

 

Aquí se amplía el cuestionamiento a esta concepción geográfica al revisar su planteamiento de fundamentos teórico-metodológicos.

 

La geografía en su concepción fenomenológico-historiográfico, es una geografía poco o nada consecuente con sus postulados, e incluso diríamos que inconsciente de los mismos, pues afirmamos –siguiendo a Daus, a Lacoste y a otros– que la gran mayoría de geógrafos de esta escuela de pensamiento conciben que la geografía poco o nada tiene que ver con la filosofía, la política, y en consecuencia, cómo conciliar esta geografía con sus postulados económico-sociales.

 

Cabría preguntarse a qué concepciones filosóficas, económicas y sociales ha respondido la geografía fenomenológico-historiográfica predominante en la actualidad, para darse cuenta de que ha sido a la filosofía ecléctica de Parménides, al aristotelismo ético-antropocentrísta de Posidonio, al estoicismo de Estrabón, al neoplatonismo y escolástica de Ibn Rochd, al humanismo renacentista de Varenio, a la ilustración y al enciclopedismo de Humboldt, para acabar en su filiación al positivismo comtiano, al neopositivismo del Círculo de Viena, y al estructuralismo pseudomarxista de corte althusseriano.

 

El lógico y evidente resultado de esta secuencia, es el de una geografía no sólo no-científica, sino la más de las veces, anticientífica (en la metafísica eleática, estóica y neopositivista, en el sofismo escolástico, en el enciclopedismo, y en el sutil estructural-funcionalismo contemporáneos).

 

A esto y a su predominio desde hace casi tres siglos y no a otra cosa, debe atribuirse la falta de fundamento científico de la Geografía, o de su definición ambigua e insostenible por contradictoria, requiriendo una predominante justificación en la mente de estos geógrafos.

 

El “principio“ de la causalidad en geografía tiene más precisamente un carácter justificador de esta disciplina de conocimientos como ciencia, que verdaderamente de sus fundamentos; pues por un lado, es difícil, si no es que imposible, responder acerca de qué causas investiga el geógrafo, que no investiguen con su propia metodología o instrumental, otros especialistas; y por otro lado, ninguna ciencia de investigación verdaderamente causal y altamente especializada, requiere enunciar el “principio de causalidad”, simplemente porque la causalidad es principio universal de toda ciencia.

 

Por otra parte, los filósofos definen en su forma contemporánea el cuerpo de la ciencia, como un sistema de teorías.

 

En Geografía, prácticamente no existe una sola teoría propia.  Dos razones para ello son muy claras: una, porque no existe una definición contundente, sin ambigüedades, de su objeto de estudio, metodología y sistemática propia; y porque, como consecuencia de lo anterior, la geografía fenomenológico-historiográfica simplemente toma de las ciencias restantes dichas teorías para elaborar una descripción explicativa (precientífica), bajo el argumento del principio de relación.

 

Asimismo, en esta geografía fenomenológico-historiográfica prodominante, no existe, ni siquiera mencionada su necesidad, un aparato de categorías fundamentales.  Y no es que dichas categorías no existan, sino que su indefinición teórico-metodológica y su carácter no-científico es tal, que dichas categorías están dispersas, sin integrar una unidad lógica, y, sobre todo, perdidas en un mar de categorías no-geográficas; es decir, pertenecientes como conceptos fundamentales, a otras ciencias, que esta escuela llama “ciencias geográficas”.

 

Finalmente, no es posible considerar a esta geografía como ciencia, cuando en ella no existe, ni remotamente, la definición de un carácter teórico-hipotético, sino que por el contrario, es una disciplina de conocimientos que pretende avanzar exclusivamente a base de la descripción explicativa, o con especialitas (geógrafos) especializados en otras especialidades; poniendo en peligro, como bien lo explica Daus, la unidad, integridad y existencia misma de la geografía.

 

La respuesta a todo lo anterior, se intenta finalmente en el argumento del principio de relación, por lo que por último, no referiremos a él.

 

El principio de la relación es, ciertamente, un principio geográfico, que en la escuela espacial-cartográfica se entiende como la conexión e interacción física externa en la dialéctica del modo, multiplicidad o cualidad transitoria de la forma de existencia espacial de la materia.  Es decir, el principio de relación se entiende aquí como principio de la espacialidad.

 

Por el contrario, en la escuela fenomenológica historiográfica, el principio de la relación se entiende como la conexión e interacción de la mutua interpenetración de los fenómenos y, por tanto, como interacción y conexión interna de la materia misma, es decir, propiamente como interrelación.

 

Por lo tanto, el principio de relación en la concepción fenomenológico-historiográfica, conduce necesariamente al enciclopedismo y al fenomenalismo positivista, que encuentra en el desarrollo de dicho principio, el nivel más alto de expresión de la ciencia positiva comtiana; pues esta geografía parece querer ver en el principio de relación, “borrarse las diferencias entre las ciencias particulares, tanto por el tipo de contenido de los conceptos, como por el procedimiento de su formulación”.  Todo lo cual, no es más que parte del conjunto de propiedades esenciales que definen al positivismo lógico mismo.

 

La geografía fenomenológico-historiográfica definida a su vez como un sistema de ciencias o “sistema de disciplinas que estudian tanto los fenómenos naturales como sociales”, y como ciencia de síntesis, parece a su vez, cifrar su fin último “en la reorganización del saber científico en una “ciencia única”, proporcionadora de la descripción de lo dado”, tal como se concibe en la actualidad precisamente en el seno del positivismo lógico (fig.26).

 

En conclusión, la geografía fenomenológico-historiográfica, que es exactamente la escuela de la geografía actual, se encuentra cuando más, en un franco estado precientífico, si no es que muchas de las veces en abierta negación a la ciencia.



Rosental, M.M-Iudin, F.P, Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; (v. Positivismo).

Guerásimov, I; El Hombre la Sociedad y el Medio Ambiente; Academia de Ciencias de la URSS-Instituto de Geografía de la URSS; Editorial Progreso; Moscú, 1976; p.12.

Rosental, M.M-Iudin, F.P, Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; (v. Positivismo Lógico).


 
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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:59

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Comentario a, “Geografía: Fundamento...”.
 
Fundamentos de la ciencia.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 29 mar 10.

 

En general ciencia es “conocimiento acerca de…”   Así, hay una enorme diferencia entre la Geografía como ciencia, meramente descriptiva que le reduce a un saber estadístico, censal, enumerativo; a la Geografía como ciencia explicativa, en la que ya la descripción implica el conocimiento causal, y con ello se eleva a un saber divulgativo.  Pero una Geografía que siendo explicativa, es a la vez analítica, en tanto dirige su observación y descripción al análisis cualitativo o estable de un objeto de estudio, e incluso al análisis cuantitativo o de las transformaciones de ese objeto de estudio, se eleva ya al rango de ciencia en términos de un saber riguroso.

 

Si por análisis entendemos la descomposición de un todo en sus partes componentes, lo primero a definir para caracterizar a la Geografía como una ciencia moderna, es, precisamente, ese “todo”; esto es, su objeto propio de estudio.

 

De ese modo, cuando en Geografía se ha definido su objeto de estudio como las relaciones naturaleza-sociedad, ese “todo” ya no es una faceta de la realidad, sino el todo de la realidad misma, entonces las partes componentes son todo lo estudiado por todas las ciencias, y en consecuencia, la Geografía se convierte en “ciencia de ciencias”, y en un absurdo.

 

Una variante de lo mismo, es cuando a esas relaciones naturaleza-sociedad se les ha denominado como “espacio”.  Si nos basamos en el continuum, no habrá contradicción; pero sólo en tanto lo estudiado del continuum sea su espacialidad, y no la sumatoria de sus fenómenos (esta es la teoría del plenuum del espacio).

 

Esa teoría del espacio como un plenuum, se convierte a su vez en un absurdo, cuando su condición espacial se reduce a ser, estraboniana, idealista y subjetivamente, el “espacio socialmente construido”, o, el “espacio humanizado”; restricción que, por lo demás, rompe con la objetividad del continuum, como con la condición del plenuum.

 

Pero cuando el objeto de estudio de la Geografía se define, eratosténica, materialista y objetivamente, como el espacio terrestre, entonces tenemos que detenernos a considerar, en el siguiente paso, las partes componentes del mismo, sobre cuya base se hará el análisis.

 

Analizar el espacio geográfico, ha de empezar entonces por definir al mismo como el “todo” a estudiar, dadas sus propiedades esenciales.  Y, en ese sentido, ese “todo” objeto de estudio de la Geografía es, hemos dicho: “la dialéctica de la dimensionalidad material continuo-discreta”.

 

Ese espacio geográfico o terrestre tiene una estructura; es decir, constituye un sistema de referencia en sí mismo, y es, según lo aportado por los estudios de la física, un espacio, o propiamente dicho, una dimensionalidad, curva.  Lo cual quiere decir que es un espacio cuya curvatura, o linealidad elemental, aumenta; en el caso ideal general; inversamente proporcional al radio, en este caso, del campo de gravedad de la Tierra (no obstante, habrá de considerarse la diferencia en la distribución de masas que lo hacen un campo anómalo).

 

Luego entonces, los elementos básicos componentes de esa estructura dimensional material continuo-discreta, son: 1) los puntos, 2) las líneas, 3) los planos, 4) los volúmenes (y sus hipertransiciones), 5) el tiempo, y 6) los estados de espacio; y luego, todo ello, en 7) la escalaridad, u, 8) la vectorialidad, ya en la estereometría o axonometría.

 

Para que el análisis de esa estructura y sus elementos componentes no se quede en el puro análisis estructural (o peor aún, en una mero análisis estructural-funcionalista), el hecho de destacar tal definición y elementos componentes, es para considerar, en ello, la contradicción principal y las contradicciones secundarias.

 

Hemos hablado, por ejemplo, de la contradicción principal que aborda el “todo” de la geografía teórica: la unidad indisoluble de los opuestos “espacio, en un extremo, y naturaleza-sociedad en el otro”.  Pero la contradicción, ahora, del “todo” espacio geográfico: es “la relación dimensional continuo-discreta de los estados de espacio”; o bien, “las transiciones cualitativo-cuantitativas de los estados de espacio”; o, a su vez, “las relaciones vacuum-plenuum”.  Otra forma de expresarlo sería: “los movimientos o transiciones estereométricas continuo-discretas, o del vacuum-plenum”.

 

Lo que la Geografía estudia, es eso (siempre lo ha sido, confundido en una terminología limitada en la teoría del espacio, y suplida en lo empírico de los hechos observables); ese es su objeto de estudio, esa es la estructura (más general y esencial), del objeto de estudio, y esos son los elementos componentes motivo del análisis del mismo.  Es en ellos en los que se ha de efectuar la relación causal, se han de ver las regularidades de los procesos, y se han de generalizar las mismas en leyes, dando, con todo ello, la síntesis del conocimiento del espacio geográfico; esto es, el conocimiento del espacio geográfico real, dado en el pensamiento; lo concreto pensado.  Entonces, y sólo entonces, la Geografía avanzará como ciencia.


 

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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:58

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Geografía: Fundamento
de su Teoría del Conocimiento”.
 
Fundamentos de la ciencia.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 29 mar 10.

 

 

c)  Fundamentos de la ciencia.

 

El proceso del conocimiento tiene, por lo menos, cuatro elementos principales: 1) la actividad cognoscitiva del hombre; 2) las medidas del conocimiento; 3) los objetos del conocimiento; 4) Los resultados de la actividad cognoscitiva.  El primero consiste en el profundo vínculo dialéctico entre la teoría y la práctica, entre el método y la transformación de la realidad; el segundo a la utilización de los sistemas de referencia correspondiente; el tercero lo ya antes discutido relativo a la definición del objeto de estudio; y el cuarto, como su enunciado lo expresa, a los resultados, utilidades o servicios de ese proceso.

 

En la concepción moderna de la ciencia se busca de manera semejante como en la Antigüedad, un principio básico único a partir del cual interpretar la realidad; sólo que no es en su forma absolutizada y general como entonces se pretendía, sino en su forma relativa y particular.  Relativa por quedar en dependencia de un sistema de postulados; y particular, por referirse a la base para la interpretación de sólo una faceta de la realidad, o sea, de aquella que una ciencia particular es reflejo.

 

Como consecuencia de lo anterior, el primer fundamento de la ciencia o proceso del conocimiento científico, es la determinación de ese “principio básico” constituido por las propiedades del objeto de estudio.  En segundo término, la definición de un sistema de postulados.  En tercer lugar, la definición de un sistema de principios que, en cuarto lugar, van a originar el sistema de teorías básicas; a partir de las cuales será posible, en quinto término, un aparato de categorías fundamentales con las que se desarrollará la investigación, dando lugar a un sexto punto, en el carácter teórico hipotético; mediante lo cual finalmente se llegará al séptimo fundamento de la ciencia, en el establecimiento de leyes.

 

Por lo que se refiere al objeto de estudio y la metodología correspondiente, ya han sido discutidos con suficiente amplitud; y en cuanto a los restantes aspectos fundamentales, cabe considerar previamente, que no existe un riguroso y mecánico orden de jerarquía entre ellos, en tanto que unos no se pueden formular sin los otros.  Evolucionan de manera aislada en la Ciencia en General y en un momento dado de su desarrollo histórico se integran a un sistema.

 

Los postulados son principios cuya admisión es necesaria para establecer una demostración.  Determinan el objeto, indican que investigar.

 

El postulado es "la cosa requerida" “como punto de partida de una teoría científica, en cuyo marco no es demostrable”[1].  Esto quiere decir, que la teoría se demuestra independientemente de sus postulados, pero con base en ellos, así como a su vez, los postulados se demuestran por sí solos independientemente de la teoría de la cual forman su base.

 

Dicha independencia hace que los postulados sirvan sólo como punto de partida y no sean más considerados en la teoría.

 

El postulado, en la metodología filosófica actual, no se distingue del axioma, pero habremos aquí de distinguirlos en el sentido en que se les diferenciaba en la antigüedad pues el axioma o teorema da más idea de una noción lógica necesaria, que de una idea de partida que más adelante es desechada, como ocurre con la noción de postulados.

 

Por su parte, los principios, que se enuncian sobre la base de ciertos postulados, caracterizan de manera general a las ciencias y las diferencian esencialmente; vienen a ser un mero reconocimiento de las leyes generales y fundamentales, sin que se enuncien como tales.  Dicho de otra forma, las leyes se agrupan entre sí y se subordinan a leyes generales o principios, para constituir los fundamentos de la ciencia.

 

Los principios son las tesis de partida de cualquier teoría “que unifica los conceptos en un sistema determinado y expreso la propiedad  o relación más general, propia de ese objeto dado”[2].

 

"Los principios..., establecen las propiedades y relaciones más generales..., que son base de una determinada teoría..."[3]

 

El principio se distingue del postulado en que mientras que éste es desechado más adelante, aquel constituye el fundamento necesario de la teoría o ciencia, y permanecerá inamovible e inmutable en el fondo de las mismas rigiendo la consecución del objeto y, por tanto, rigiendo los procedimientos metodológicos, la coherencia, sistemática y secuencia lógica para tal efecto.

 

Con respecto a las teorías, su premisa inicial es considerarlas como un saber o conocimiento generalizado y sistemático.

 

Las teorías, que finalmente conforman el cuerpo de la ciencia, ya sean sobre la naturaleza o la sociedad, aparecen conforme a las condiciones históricas en cuanto al nivel de la producción y relaciones del proceso productivo y avance tecnológico experimental.

 

A su vez, toda teoría posee una estructura compleja, dividida por lo menos en dos grandes partes: 1) la que constituye todo su contenido metodológico, y 2) la consistente en las formas de medición del conocimiento.  Estas dos grandes partes, en el desarrollo de la investigación, entran en juego de acuerdo a la concepción filosófica del científico, ya sea que éste la reconozca explícitamente y de manera fundamentada, ya que permanezca inconsciente de que su pensamiento refleja necesariamente una determinación del mundo.  Aun cuando en esta última condición, la ciencia particular que se basta a sí misma fuera de la filosofía, es una colección, es vocabulario, es un inventario (Herzen).

 

Uno de los fundamentos de la ciencia de la mayor importancia, consiste en el planteamiento de un aparato de categorías fundamentales.

 

Este "aparato" se conforma de los conceptos fundamentales que reflejan las propiedades y relaciones más generales y esenciales de una faceta investigada de la realidad.

 

El sistema de categorías de una ciencia particular se determina por el carácter específico de su objeto de estudio, y cumplen la función de ser la lógica de la ciencia, cuando refleja en su conjunto las leyes del desarrollo de la faceta de la realidad objetiva estudiada.

 

En ese sentido, las categorías tienen un valor metodológico.  Significan abstracciones de un alto grado de generalización de la práctica humana.

 

Siguiendo a Kopnin, las categorías “no tienen su propio contenido objetivo, independientemente de los postulados, los principios y las leyes.  Su función principal radica, principalmente, en ser la forma lógica de los principios, las leyes y las tesis metodológicas”[4].  En consecuencia, las categorías se definen por medio de dichos elementos.

 

Las categorías y el sistema que en un momento dado conforman, como cualquier otro fundamento de la ciencia, no sólo surgen de una buena vez, sino son producto de un largo proceso histórico-social, y se integran sólo en el curso del desarrollo de la ciencia, de tal modo que incluso llegan a definir a la misma como tal.

 

El sistema de categorías debe estructurarse a partir del análisis del proceso del conocimiento “para descubrir, para desarrollar en ese sistema el objeto de estudio de la ciencia; las leyes objetivas del desarrollo de la realidad”[5].

 

Las categorías deben presentarse en un orden de sucesión dialéctica para expresar la lógica del objeto de estudio y el método de exposición de la ciencia.

 

El siguiente fundamento de la ciencia, ya sea esta natural o social, es su carácter teórico-hipotético, con el cual le será posible avanzar en el conocimiento y desarrollo.  Por tal razón es que la hipótesis es considerada por Engels como el motor de la ciencia.

 

La hipótesis es en principio, una forma de sistematización del conocimiento científico, junto con el análisis,

 

La hipótesis debe diferenciarse de la conjetura arbitraria, por cuanto en ella, en la hipótesis, se dan las probabilidades argumentadas por conocimientos antes demostrados.

 

Toda hipótesis rigurosamente elaborada, intenta ser la solución al planteamiento del problema científico.

 

Al ser uno de los fines últimos de la ciencias el poder establecer una previsión científica; y cuando las mismas, en la medida que logran definir su carácter teórico-hipotético, define su grado de madurez; en esa medida dichas ciencias alcanzan uno de sus fines últimos.

 

Finalmente, el último fundamento de la ciencia consiste en el establecimiento de la ley.

 

Si la ciencia, hemos dicho, es un reflejo de la realidad objetiva, y ésta se encuentra regida por leyes igualmente objetivas de su movimiento y desarrollo; otro fin último de la ciencia es, por lo tanto, el constituirse en reflejo de las leyes que rigen la realidad objetiva, por lo menos en aquella faceta que refleja.  Es decir, que un fin más de la ciencia es descubrir las leyes que rigen el movimiento y desarrollo regulares de la naturaleza o sociedad; descubrir las conexiones internas causales, necesarias, estables y esenciales de los fenómenos, que condicionan el desarrollo necesario, regular, de los mismos.

 

“El conocimiento de la ley presupone el paso del fenómeno a la esencia y siempre ocurre por medio del pensamiento abstracto, al dejar aparte numerosos caracteres puramente individuales e inesenciales de los fenómenos”[6].

 

De particular interés entre los tres grupos de clasificación de leyes, es el primero, que se refiere a las leyes específicas o particulares; de cuya generalización se llega a las leyes del segundo grupo o leyes para grandes grupos de fenómenos, y al tercer grupo que constituyen las leyes universales.

 

Las leyes específicas o particulares “expresan relaciones entre fenómenos específicos y concretos o propiedades particulares de la materia.  Poseen determinación cuantitativa y cualitativa objetivamente exacta y pueden ser expresadas de manera funcional, en una determinada forma matemática”[7].

 

Las leyes, por último, son constantes, es decir, son reflejo de las regularidades del movimiento y desarrollo de la realidad objetiva.



[1] Rosental, M.M-Iudin, F.P; Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; (v. Postulado).

[2] Kopnin, P.V; Lógica Dialéctica; Grihalbo; México, 1966; p.98.

[3] Ibid. p.101.

[4] Ibid, pp.114-115.

[5] Ibid, p117.

[6] Rosental, M.M-Iudin, F.P; Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965, (v. Ley)

[7] Ibid, (v.Ley).


 
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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:57

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Comentario a, “Geografía: Fundamento...”
 Teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 25 mar 10.

 

La teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias, es tema clave en la geografía teórica, para clasificarla acertadamente, y, derivado de ello, la metodología corresponidente.

 

La teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias de F. Engels, se basa en cuatro principios: 1) del reflejo de las etapas de la historia de la naturaleza; 2) del reflejo del desarrollo de las formas de movimiento y de su sustrato portador; 3) del reflejo del movimiento del conocimiento de lo abstracto a lo concreto; y, 4) del reflejo del movimiento del conocimiento de lo general a lo particular.

 

El espacio es condición primera en la historia de la naturaleza, y eso hace ubicar a la Geografía entre las ciencias inmediatas a la básicas.  La Geografía refleja a su vez esa condición espacial de las formas de movimiento de la materia, y de su sustrato portador que le vincula a las ciencias especiales (lo que confunde a la Geografía como una “ciencia de los fenómenos”); pero la Geografía también es un reflejo del conocimiento que va de lo abstracto a lo concreto, cuando con el estudio de las propiedades del espacio, ya en las cartas geográficas, ya en los globos terráqueos, se comprende cada vez más la complejidad y naturaleza del espacio real; y, finalmente, la Geografía en el cuadro de la clasificacion delas ciencias, también es un reflejo del conocimiento de lo más general (el espacio), frente a los casos particulares de los fenómenos discretos.


 

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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:56

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento.
 
Teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 25 mar 10.

 

 

b)  Teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias.

 

Determinar el lugar de una disciplina de conocimientos en el cuadro de la clasificación de las ciencias, es de fundamental importancia para definir los aspectos metodológicos generales que se expresarán de una forma u otra dependiendo del criterio de clasificación.

 

Sin embargo, ya sea que como con Ampere (1775-1836) se dividían en dos grandes grupos denominándose a uno, de las ciencias cosmológicas y otro de las ciencias zoológicas; ya como Wildelband, a uno en nomotéticas y a otro en ideográficas; o como en Comte (1798-1857), en abstractas y concretas; o finalmente, por sólo citar a estos, con Wundt y Ostwaldt en formales y factuales; en todos los casos hay un común denominador, en que para el primer grupo se trata de las ciencias naturales y en el segundo de las ciencias sociales, a excepción de las factuales que comprenden a su vez los dos grupos, pero sin dejar de existir estas últimas categorizaciones como lo que hay de común entre todas las clasificaciones.

 

De ahí que finalmente nos basemos en la teoría de la clasificación de las ciencias de Federico Engels, que llanamente las agrupa en ciencias naturales, ciencias sociales y ciencias del pensar, en una primera aproximación que en nuestros días ha sido profundizada.

 

Así, para el grupo de ciencias naturales existe una metodología general común que en su forma de una metodología básica consiste en: "Ejecución de razonamientos.  Ejecución de experimentos.  Análisis de datos experimentales.  Operaciones de simetría. Análisis dimensional. Teoría de la medición.  Teoría de la ordenación.  Escalas y unidades.  Alternación cíclica de experimentación y razonamiento"[1].  Y en su  forma de una metodología avanzada en: "Analogías. Homologías. Analogismos. Simetría. Analogías formales. Analogías heurísticas. Modelos lógicos. Modelos analógicos. Analogías cibernéticas. Predicciones por analogía. Explicaciones por analogía. Cálculo por analogía. Conjeturas por analogía. Simulación. Inteligencia artificial. Dialéctica de la analogía. Deslinde entre experimento y teoría. Consideraciones de la computación como un tercer elemento en la investigación”[2].

 

Y para el grupo de las ciencias sociales, la metodología general común en su forma básica, consiste en: "Métodos comparativos. Métodos de muestreo. Encuestas. Entrevistas. Test. Observación. Formación de índices enumerativos. Tipologías. Índices parametritos. Integración conceptual. Análisis de relaciones. Análisis contextual. Análisis ecológico. Análisis estadístico. Microanálisis. Macroanálisis"[3].

 

Y en su forma de metodología avanzada en: "Estructura y modelo. Estructura y significación. Estructura y dialéctica. Estructura y carácter. Estructura y comportamiento. Estructuras sociales. Estructuras de parentesco. Estructuras culturales. Dinámica de grupos. Topología de redes. Análisis organizacional. Cambios estructurales. Estructuras económicas. Macro estructuras. Estructuras políticas. Estructuras internacionales. Estructuras políticas. Estructuras internacionales. Método estructural”[4].

 

Todo lo cual, como normas metodológicas de segundo orden en tanto que subordinadas al materialismo dialéctico e histórico como método científico en general, rigen a su vez las normas metodológicas de tercer orden o particulares de una ciencia dada.

 

Bajo estas consideraciones, es importante discutir las propiedades, vínculos y relaciones generales del cuadro de clasificación de las ciencias, para más adelante ubicar el lugar que le corresponde a la geografía en el sistema general, y sus implicaciones.

 

El principio de la objetividad en la clasificación de las ciencias, radica en el concebir a éstas como "...un reflejo de las cosas y fenómenos de estudio en la conciencia del hombre"[5].

 

Ahora, si las ciencias son un reflejo de la realidad objetiva y en ella nada está separado o desvinculado de nada, sino que toda ella es una interpenetración y una síntesis, así a su vez por lo tanto, el conocimiento estará interpenetrado.  Pero como la realidad no puede conocerse sino por sus partes, se plantea la necesidad de un deslinde riguroso y lógico, y en consecuencia, el análisis de las generalidades y bases de los intentos de clasificación.

 

La teoría del desarrollo y subordinación de las ciencias de F. Engels, se basa en cuatro principios: 1) del reflejo de las etapas de la historia de la naturaleza; 2) del reflejo del desarrollo de las formas de movimiento y de su sustrato portador; 3) del reflejo del movimiento del conocimiento de lo abstracto a lo concreto; y, 4) del reflejo del movimiento del conocimiento de lo general a lo particular[6].

 

Esta teoría se opone fundamentalmente a la teoría de la yuxtaposición de las ciencias de Augusto Comte.

 

En el fondo de las mismas está el problema de cómo se conectan entre sí los fenómenos y de cómo se refleja la ciencia esta conexión.

 

Así, "...los distintos aspectos de la conexión general de las ciencias pueden ser representadas como un reflejo de enlace entre los objetos de estas ciencias.  La relación entre los objetos de las ciencias puede aparecer como conexión de los objetos que coexisten en el espacio o que se siguen uno tras otro en el tiempo; y el desdoblamiento del objeto de la investigación se realiza en concordancia con estas dos formas básicas de cualquier ser.  De aquí surgen ciencias tales como la geografía de una parte, y la historia de otra"[7].

 

En lo anterior se expresa la interpretación de las ciencias, su conexión dialéctica; así como la necesidad de deslindar formalmente su objeto de estudio; cosas ambas que hasta hoy han sido de difícil solución, vistas desde el ángulo de la geografía.  Sin embargo, el mismo Kedrov da la pauta en esta cita para resolverla.  Ubica a la geografía e historia como bases del conocimiento en tanto que su objeto de estudio son las formas más generales de la existencia de las cosas y fenómenos: el espacio y el tiempo, respectivamente.  Si estas ciencias, particularmente la Geografía, tienen un estrecho vínculo con las demás, sean naturales o sociales, sólo es en el sentido de la especialidad o temporalidad de las cosas o fenómenos.

 

Como ya lo señalará Herzen en el siglo pasado al referirse a la síntesis de las ciencias: la conexión de sus objetos de estudio se descubren como resultado de su desarrollo.   En este caso, la conexión del objeto de estudio de la geografía se descubre como resultado del desarrollo del concepto de espacio.

 



[1] Gortari, Eli de; La Metodología: una Discusión y Otros Ensayos Sobre el Método; Grijalbo; México, 1980; pp.32-33.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Kedrov, B.M; Clasificación de la Ciencias; Editorial Progreso, T.I; Moscú, 1974; p.37.

[6] Ibiid. P.414.

[7] Ibid, p.37.


 
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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:55

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento.
La Geografía como Ciencia.  Estructura de la ciencia.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 22 mar 10.

 

 

III  La Geografía como Ciencia

 

1  Concepto de ciencia

 

a)  Estructura de la ciencia.

 

En los siguientes incisos de este parágrafo; se desglosa la importancia de cada uno de los aspectos de la estructura de la ciencia; de sus rasgos generales y de la importancia de la definición del objeto de estudio, de su clasificación y de los fundamentos teóricos-metodológicos.

 

Al tratar de concebir una disciplina de conocimientos como ciencia, en tanto saber riguroso y exacto, no basta con  determinar su objeto de estudio; ello es sólo el principio de su definición.

 

Determinar el objeto de estudio no es suficiente debido a que suele suceder, como lo hemos visto en el capítulo anterior, que muchas ciencias se vinculan estrechamente compartiendo total o parcialmente el mismo objeto de estudio.

 

De ahí que en un segundo orden de importancia deba considerarse como un elemento más, el lugar que ocupa en el sistema total de las ciencias, sus vínculos y relaciones.

 

Gran parte de la clasificaciones de las ciencias se estructuran además de por el objeto de estudio de éstas, en función de un criterio metodológico que constituye el tercer elemento de la definición de una ciencia.  Dicho aspecto metodológico no sólo se refiere a las formas de investigación, el instrumental y procedimientos, sino fundamentalmente a la sistemática del conocimiento, es decir, al contenido teórico para la aprehensión de la realidad.

 

Etimológicamente, "ciencia" quiere decir saber, conocimiento; pero estos conocimientos pueden ser de diferentes clases: cotidianos, empíricos, o teóricos, precientíficos o científicos.

 

Los conocimientos cotidianos se refieren a la información de las relaciones más simples para guiarse en el mundo circundante; conforman un saber elemental junto con los conocimientos empíricos, que se limitan a la mera constancia de los hechos y su descripción.

 

Sin embargo, los conocimientos empíricos aunados a un saber precientífico así sea intuitivo, permiten que la constancia de los hechos y la descripción adquieran un nivel superior; hablándose entonces, de la constancia y descripción calificada.  Es en este sentido que Federico A. Daus lo señala en su trabajo, "Qué es la Geografía":  “El paso primario es la versión de las observaciones para componer una descripción específica de los objetos; en ella debe cumplirse con una modalidad de la mayor importancia, que es la designación  exacta y calificada de los objetos..."[1].

 

El concepto de "descripción calificada" no debe entenderse como forma taxonómica, sino precisamente de la manera en que la expresa el mismo Daus, "... llegar a la explicación y la correlación"[2]. La descripción calificada es una descripción explicativa en tanto conocedora de la causalidad.  Aun cuando de allí no debe desprenderse que necesariamente quien describe en forma calificada, es a su vez el investigador especializado en dichas relaciones causales, pues basta con poseer la sufriente información retomada de investigadores especializados, para estar en capacidad de ofrecer dicha forma de descripción.  Hasta ahora, los geógrafos han confundido el estudio de la causalidad con la investigación causal, la primera está al alcance de toda persona culta, la segunda está restringida a una formación especializada.

 

Por tal razón, la descripción constituye una etapa o nivel en la investigación científica.  Así se indica en el Diccionario Filosófico de Rosental e Iudin: "La descripción prepara el paso a la investigación teórica del objeto de la ciencia"[3], y allí mismo expone cómo la investigación teórica del objeto implica la categoría de explicación y, por tanto, de investigación causal.

 

Un saber que no supera el nivel de descripción, sujeta el conocimiento a un estado teórico precientífico, en el cual se pueden contener conocimientos ordenados y sistemáticos incluso, pero los cuales aun no se desarrollan y despliegan poniendo de manifiesto la esencia del objeto estudiado.  

 

Por el contrario, cuando esto último es operado en el proceso de investigación especializada mediante la explicación analógica, causal y sujeta a ley, el saber adquiere el rango de un verdadero conocimiento científico.

 

Otro rasgo esencial de la ciencia es su sistema, que Spirkin explica como "...la agrupación de los conocimientos, ordenada según determinados principios teóricos"[4].

 

Así, los conocimientos empíricos y precientíficos se transforman en teóricos y científicos, al formar parte de un sistema conectando sobre la base de principios y leyes generales, así como de conceptos, todo ello históricamente constituido de acuerdo a un fin determinado.

 

La sistemática de la ciencia, elaborada sobre la base de toda su metodología, comprende entonces, la lógica del conocimiento sobre la faceta de la realidad objetiva, definida en el objeto de su estudio.

 

Por último en este inciso analizaremos lo tocante a la importancia del objeto de estudio para la ciencia.

 

El primer hecho de importancia en el objeto de estudio, es reconocer que el mismo cambia según su propio desarrollo en el sentido y medida de su ampliación y profundización simultáneas, e infinitas.

 

Es erróneo pensar que, en la errónea interpretación de lo antes dicho, por el hecho de que el objeto de toda ciencia se halla en constante cambio, éste puede cambiar de uno en otro; por ejemplo, de ser objeto de estudio de la naturaleza, pasar a ser de la sociedad.  El sentido de su cambio debe entenderse por la transformación en sí mismo según se descubren en él nuevas facetas, nuevas propiedades, vínculos y relaciones, que nos dan una idea más elaborada de su naturaleza, apareciendo distinto de como nos era en un principio.

 

P.V. Kopnin expresa este hecho en los siguientes términos: "el cambio de objeto de una ciencia está supeditado a determinadas leyes que dependen del carácter especificado del objeto estudiado por dicha ciencia..."[5].

 

Es claro, entonces, que una disciplina de conocimientos que no defina con toda precisión, sin ambigüedad ni contradicción metodológica, su objeto de estudio en los marcos de las leyes de su propio desarrollo, no estará en posibilidad de concebirse, en lo más ínfimo, como ciencia, rigurosamente dicha.

 

Dicho de otra forma, una disciplina de conocimientos que no precise su objeto de estudio, no encontrará la manera de determinar su lugar en el ya de por sí complejo cuadro de la clasificación de las ciencias.  Y ello traerá consigo implicaciones metodológicas generales igualmente imprecisas.



[1] Daus, Federico A; Qué es la Geografía; Editorial Columbia, Col. Esquemas Nº 53; Argentina, 1966; p.67.

[2] Ibid. p.67.

[3] Rosental, M.M-Iudin, P.F: Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos, Montevideo; 1965; (v. Descripción).

[4]      Spirkin, A; La Ciencia; Grijalbo, Col. 70’s Nº 26; México, 1968; p.10.

[5] Kopnin, P.V; Lógica Dialéctica; Grijalbo; México, 1966; p.13.


 
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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:55

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Comentario a, “Geografía: Fundamento...”
Estructura de la ciencia.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 22 mar 10.

 

La importancia de definir a la Geografía como ciencia, está en definirla como un conocimiento, además de objetivo, causal, comprobable, sujeto a las leyes de la lógica, capaz de establecer con ella predicciones rigurosas, y, también, de alguna manera, económicamente productiva; esto es, con la que podemos transformar directamente la realidad, y ser, con ello, una ciencia como factor determinante en la vida social.

 

Así, lo esencial de la definición del conocimiento científico se refiere al conocimiento verdadero que se obtiene sobre la base de la vigencia del conocimiento precedente, formado en una estructura rigurosa de postulados, principios, categorías fundamentales, objeto de estudio, metodología hipotético-deductiva fundada en la lógica, procedimientos empíricos de observación, medición y modelado, y procedimiento racionales o teóricos de análisis y síntesis, establecimiento de leyes y desarrollo de teorías.

 

Con la búsqueda de todos estos elementos ingresamos a la carrera de Geografía allá por 1975; con la búsqueda de ello la cursamos entre esa fecha y 1979; y, en la ausencia sistemática de ello, de ese último año y 1981, tratamos de establecerlos en la elaboración de nuestra tesis de Licenciatura, encontrando que ello, no casualmente ausente, no era posible en la interpretación que hasta ese momento se hacía de la misma; y en el lapso de 1981 y 1982, habiendo encontrado finalmente la verdadera categoría fundamental del conocimiento geográfico, la reelaboramos, quedando tal como aquí la estamos ahora presentando publicada.

 

De acuerdo con la metodología marxista, habíamos intentado elaborar esa estructura de la Geografía como ciencia, sobre la base de lo que en ese momento supusimos su categoría fundamental: la relación naturaleza-sociedad.  Encontramos que esa no era su categoría fundamental, sino que, debajo del concepto de relación, es que se escondía realmente dicha categoría: el espacio.

 

Como dijera Marx respecto de la mercancía y el capital, del vínculo, relaciones y propiedades del espacio, se descubriría todo el sistema de la Geografía como ciencia.

 

Durante los últimos treinta años hemos sostenido esa tesis por la que afirmamos que la Geografía es la ciencia del estudio del espacio terrestre.  Le perdimos la pista a lo que pudo haber ocurrido en el ámbito mundial, por lo menos occidental, o si se quiere una reducción aún más modesta, específicamente, hispanoamericano.  Pero no sólo ello, sino aún le perdimos la pista a lo que exactamente ocurrió en el ámbito propio.  En general, y ahí están los hechos documentales, por lo menos luego de 1995, dicha tesis fue víctima de un plagio intelectual; es decir, en donde sin citar ni dar referencia ni los créditos de su origen (ya por ignorancia o por deliberada intención, que finalmente fue por esto último, junto con lo anterior), se hizo pasar por propia en otro autor que tuvo –y por ello mismo–, la oportunidad de publicar.  Y como sólo podía ser en el que copia sin creatividad ni merito alguno, sólo se reprodujo, con todo y sus errores y limitaciones, a lo que habíamos hecho hasta 1983; mucho de lo cual para 1985 a 1987, había sido superado por nosotros mismos.

 

                              Hubo un único atributo positivo en ello: la tesis por tantos años negada, finalmente era aceptada, si bien en forma subrepticia, en la comunidad de la geografía en México.  Pero ello no es del todo feliz; ella se introdujo por la fuerza de los argumentos científicos mismos, pero el objetivo fue, de inmediato, distorsionar el concepto, tergiversar las ideas, y con ese mismo fundamento, volver, en términos aún más absurdos, a la misma geografía fenomenista.  Hasta que en junio de 2009, tuvimos oportunidad, por este medio, de publicar los fundamentos reales de nuestra tesis, por la que, luego de treinta años, no sólo ninguna premisa ha sido refutada y hecho ver como falsa, sino, ya incluso la prueba de la comprobación en la práctica histórico-social la confirma como correcta.  Esta tesis es ya hoy, una teoría, la teoría de la geografía espacista, lógica y rigurosamente bien fundamentada.  En el hacer teórico geográfico, no hay antecedente, y en ello, si no se aceptara más nada, estaría,y con suficiencia, su valor.

 

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13 noviembre 2009 5 13 /11 /noviembre /2009 09:54

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Comentario a, “Geografía: Fundamento...”
Matematización del espacio geográfico.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 18 mar 10.

 

 

En este apartado, más que tratar sobre la matematización en sí del espacio geográfico, nos referimos al asunto de a cargo de quién o de que modo, quedó tal problema.  Y la respuesta esencial, es que tanto la Geodesia como la Geografía requieren de tal solución, con la diferencia de que mientras la Geodesia lo hace respecto del sistema de referencia del espacio terrestre (el discreto formado por la masa terrestre, al que en aquel entonces nos referíamos como “discontinuo”, no muy propiamente), la Geografía lo hace respecto del espacio como tal, lo que no puede ser, a su vez, sino a partir de su sistema de referencia mismo.

 

La ausencia de una teorización acerca de la Geografía como ciencia, una teoría acerca de su objeto de estudio y método, dio lugar a un momento de fuerte confusión en esta disciplina de conocimientos al especializarse el campo de la Geodesia.  La nueva cartografía no podía hacerse sin ese riguroso aparato matemático de la nueva geodesia, y esa asociación geodesia-cartografía, impactó en la manera de concebir la geografía.

 

Se renovó la idea estraboniana en los trabajos de Bernardo Varenio a mediados del siglo XVII, si bien es cierto que dichos trabajos requieren un análisis más minucioso, pues en una segunda lectura luego de mucho tiempo, vemos que en realidad en Varenio está la idea de una geografía espacista, aun cuando en ese contexto histórico de deslinde con lo que la geodesia, a su vez, desde 1617 cuando Snellius inventa el método de triangulación, comenzaba a tomar en sus manos, y que finalmente pasó a ellas a partir de los trabajos de Picard en 1670, y finalmente con la polémica Newton-Cassini acerca de la forma de la Tierra, hacia fines del siglo XVII.

 

La confusión era obligada, no tanto a falta de una teoría del espacio, como de una teoría del mismo que aún era insuficiente para trabajar con él en el campo de la geografía como objeto de estudio: el vacío newtoniano.  Y en realidad, es hasta ahí, donde comienza la verdadera discusión teórica acerca del espacio.

 

De ahí que la Geodesia resolvió pronto su objeto de estudio y método.  A la Geografía le llevaría aún un tiempo recorrer su propio camino y teorizar sobre un objeto de estudio más complejo que se erigía sobre los trabajos de la física y de la geodesia.

 

Y, en una exquisitez histórica paradójica, contra todo aparente sentido común, el siguiente paso en ese desarrollo teórico histórico de la Geografía, se va a dar en México al final de su período virreinal siendo aún la Nueva España, con José Antonio de Alzate y Ramírez; y no casualmente, sino en directa conexión con las condiciones de necesidad del desarrollo del conocimiento geográfico, que en ese momento de fines del siglo XVIII en Nueva España, eran más agudas que en ninguna otra parte del mundo, incluso que en la metrópoli misma, donde una década después, Tomás Ramón del Moral, responde en su teorización geográfica, a esas mismas necesidades enfrentadas más cruda y apremiantemente por Alzate.

 

A partir de ese momento, el pensamiento geográfico mexicano va a entrar en escena; y ya la historia dirá si esta tesis nuestra expuesta desde principios de los años ochenta del siglo XX, correspondió o no al siguiente paso en ese desarrollo histórico; y si los geógrafos mexicanos habrán sabido hacer escuela en ello; o, como parece estar en nuestra naturaleza, la denostan, dejan que florezca en Europa, para luego, con la mentalidad de súbditos, irla a estudiar allá y volver con títulos de otras Universidades explicando lo que se originó acá.

 

No casualmente, luego de Alzate, ya en el siglo XIX, se da esa extraña mezcla de geodesta-geofísico-geógrafo que caracteriza al Ing. Geógrafo mexicano hasta el primer tercio del siglo XX, muy claramente distinguible del Ing. Geógrafo Militar español del siglo XVIII.  Y otras circunstancias particulares serán las que determinen esas peculiaridades de la Geografía mexicana.


 

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