Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
Los Pronunciamientos de Insurrección en México desde 1821. El Pronunciamiento de la Ciudadela, 1846. (12/)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
http://espacio-geografico.over-blog.es/
09 jul 14.
El dominio del conservadurismo en México en el siglo XIX impedía a los liberales hacer más de lo muy poco que lograban en cada toma del poder; pero ese conservadurismo que iba de pronunciamiento en pronunciamiento, sólo derivaba de mal en peor.
Del absurdo pronunciamiento de Manuel Paredes y Arrillaga de 1845, se pasó ahora a la aberración del conservador Pronunciamiento de la Ciudadela, de 1846, con el cual –he ahí la inconsecuencia del conservadurismo– se buscaba restituir nuevamente en el poder a Antonio López de Santa Anna, que por su parte, desde el destierro, maquinaba una invasión y la fundación de un gobierno monárquico-constitucionalista, veladamente apoyado por Inglaterra, Francia y España.
El Pronunciamiento de la Ciudadela, del 4 de agosto de 1846, se dio bajo el mando del comandante de dicha plaza, el general Mariano Salas, el cual emitió el siguiente plan en siete considerandos y seis artículos, sin más caracterización de la situación, justificación y legitimación, que la que se hace en los mismos considerandos, por el que, dice el documento, “la urgentísima necesidad que hay de acudir cuanto antes al gran peligro que se halla la República…”.
En los considerandos se establece lo siguiente. <<1° Que desde que dejó de existir la Constitución [se refiere a la de 1824, suplida por las Bases de Tacubaya], las que posteriormente se han formado, no han sido conforme a las exigencias de la gran mayoría de la nación; 2° Que de aquí han venido las continuas oscilaciones que han afligido al país hasta el extremo de que despedazado éste y después de haber agravado sus reales extravíos, se han creído autorizados algunos espurios mexicanos para quererlo someter al más vergonzoso vasallaje, pretendiendo llamar a un príncipe extranjero que lo gobierne con el título de monárquico [considerando por el cual se ve que se desconocía que tal era el proceder de Sana Anna, al que proclamaban], 3° Que para facilitar tan horrible traición a la independencia se ha tenido la osadía de desconocer la soberanía del pueblo nombrando un Congreso… de los elementos más extraños…, 4° Que siendo nulas todas las leyes que dicta el actual Congreso y los actos de gobierno, porque ni uno ni otro son legítimos, queda el motivo de reclamación de los derechos usurpados; 5° Que componiéndose la administración por más adictos a la monarquía, y otra al detestable centralismo…; 6° Que si sus deseos llegan a tener efecto sería ilusión la independencia…; 7° Que constituyéndose con arreglo a la voluntad de la gran mayoría de la nación, tendremos al fin un código estable…
Hemos venido en proclamar y proclamamos el siguiente plan de verdadera regeneración de la República: Art 1° Se nombrará un Congreso conforme a la ley de 1824. Queda excluida la forma de gobierno monárquico…; Art. 2° Todos los mexicanos, incluso los que están fuera del país, son llamados a prestar sus servicios en el actual movimiento nacional, para el cual se invita muy especialmente al Excelentísimo Sr. General benemérito de la patria don Antonio López de Santa Anna reconociéndolo como general en jefe de todas las fuerzas…; Art. 5° Se garantiza la existencia del ejército; Art. 6° Se declara traidor a la nación a cualquiera que procure retardar la reunión del Congreso…>>.
A mediados de septiembre de 1846, en esa demencialidad que no es de los mexicanos en general, sino de la burguesía conservadora, Santa Anna estaba de vuelta en la Ciudad de México en calidad de Presidente de la República (teniendo nuevamente, desde el poder de las cámaras, a Valentín Gómez Farías como vicepresidente). Tuvieron lugar los saraos de adulación propios de los conservadores, en lo que la guerra con Estados Unidos continuaba en desarrollo con generales liberales al frente, como Mariano Arista y Anastasio Parrodi, y a partir de octubre, Sana Anna se puso al mando, iniciándose instrucciones y disposiciones sospechosas, que, al final, cedían el paso al ejército de los Estados Unidos; pero todo lo cual concordaba con lo publicado por el periódico el Heraldo de Nueva York, en donde se decía –y citamos a Olavarría y Ferrari– “bajo la fe de una carta escrita en México, que Santa Anna había celebrado un tratado secreto con los Estados Unidos o parte de ellos, disponiendo las cosas de tal manera que nuestras tropas opusieran débiles resistencias, a fin de que, luego de varios reveces, la nación se prestara a celebrar la paz de cualquier manera”.
En el frente de guerra, en lo que Santa Anna operaba el desastre, en la ciudad de México, una vez más, una conspiración; que instigada por el clero, se conoció también como “conspiración de la fe”; operaba un nuevo pronunciamiento el 27 de febrero de 1847.