Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
Editorial
El Embeleso de la Magia de un Mapa: el Espacio Geográfico.
[Carta de Uso Potencial; Morelos, México; INEGI]
Desde Anaximandro hasta nuestro tiempo, en el mapa como la esencia del conocimiento geográfico, se sabía que ”algo” había allí que fascinaba (cual el oculto truco en la ilusión de la magia), en una magia de tal belleza y perfección, que a la humanidad le costó veinticinco siglos desentrañarlo. Y como en la más excelente magia en donde ésta no es por la complejidad del truco, sino precisamente por todo lo contrario a ello, el desentrañamiento pudo entenderse por la simple inversión del sistema de referencia: en geografía, no es el estudio de las cosas (los fenómenos) en el mapa (en el espacio geográfico), sino el estudio del espacio geográfico (el mapa), como una determinación de las cosas (en tanto estados de espacio).
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Tomo una moneda con los dedos de una mano y la pongo en la palma de la otra, de una manera clara, despacio, de forma físicamente viva; luego empiezo a frotarla en el codo haciendo ver que va a desaparecer, y… ¡ah, mago torpe!, la moneda resala y cae. Se repite el proceso igual de diáfano, para el observador queda claro que la moneda está en la palma de la mano; la moneda vuelve a caer, ¡quien pondría en duda que como magos somos unos torpes!...; pero a la tercera vez, cuando hemos cambiado de posición de modo que ya no se caiga y cuando hemos creado la ilusión de que la moneda está en la palma de la mano…, ocurre la variante que hace la magia…; luego de “frotarla en el codo” con el acompañamiento de alguna farfulla…, la moneda ha desaparecido!
La descripción explicativa anterior es suficiente para que cualquiera, con cierta perspicacia, pueda deducir cómo se produce el truco (pero el que no lo pueda hacer, más que decirle que Dios se apiade de su alma, debemos decirle que siga disfrutando de la magia).
Esto es; la descripción explicativa anterior es suficiente para que se formen tres tipos de estudiosos del problema: 1) el que sin pensar más, opta por disfrutar del embeleso de la magia; 2) el que, pensando en el asunto, le busca una explicación y apoyándose en los elementos a su vista da alguna interpretación más o menos convincente; y 3) el que, a su vez, pensando en el problema, busca la explicación, pero ahora, de plano, estudiando esa magia de los magos por la que ocurre el truco y la ilusión; es decir, ya no por lo que está a la vista, sino por lo que está de fondo, oculto, por aquello que nadie ve y por lo cual, precisamente, se produce la ilusión de la magia.
En la ciencia de la geografía ocurre algo idéntico, pero ahora por aparición: se tiene el mapa (el lienzo, una urdimbre, en este caso, de paralelos y meridianos), y en él se pone y se quita los fenómenos de todo tipo; pareciera asunto exclusivo de los especialistas en esos fenómenos…, y la magia ocurre; de algún modo, aparece ahí la geografía.
En la explicación de tal hecho han estado los tres tipos de estudiosos antes expuestos, que traducidos más en concreto, han sido: 1) el “geógrafo fenomenista” (hasta fines del siglo XX), o el “geógrafo literario” actual, que sin pensar, sin teoría, aceptan las cosas tal cual son; 2) el “geógrafo espacista” en la teoría del continuum, como en el caso del compañero José C. Martínez Nava; y 3) el “geógrafo espacista” en la teoría del vacuum, nuestro caso, cuyo planteamiento propio hurgando en el truco de la magia, analizaremos en las siguientes revistas.
En esas tres posiciones todo ha consistido en aquello a lo que se le ha dado primacía, y lo que se ha tomado como sistema de referencia (o elementos en función de los cuales lo primario se comprende). Así, para la “geografía literaria”, por supuesto, la primacía ha estado en el estudio de los fenómenos (aquí el embeleso de la magia es lo que da su carácter literario y no científico); para el “geógrafo espacista” en el continuum, si bien lo primario se transfiere al espacio, el espacio mismo se explica asimilado e identificado en la espacialidad del fenómeno, no obstante, aprehensión bajo las mismas propiedades y leyes de los fenómenos (aquí la magia se trató de explicar por lo dado a la vista); y para la “geografía espaista” en la teoría del vacuum (la teoría del autor de estas líneas), la primacía está a su vez, en el espacio; pero los fenómenos desaparecieron como tales, y abstraídos y generalizados en calidad de estados de espacio, se convierten en el sistema de referencia en función del cual el espacio mismo, por sus propiedades inherentes y sus leyes propias, es comprendido (aquí la magia se explica desde dentro, por el “truco” mismo por el cual la ilusión del efecto se convierte en causa de lo mágico; esto es, por el cual la “ilusión del estudio de los fenómenos, era causa de eso incomprensible, mágico, oculto a la vista: el espacio geográfico. Aquí lo que antes era sistema de referencia (el espacio), se convierte en objeto de estudio; y lo que antes era objeto de estudio (los fenómenos), se convierten en sistema de referencia en una abstracción y generalización como propiedades del espacio mismo en la categoría de estados de espacio.
La forma en que operaba la magia era muy sencilla, extraordinariamente simple, y de ahí la dificultad en desentrañarla, que consumió poco más de veinticinco siglos de esfuerzo del pensamiento humano.
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Filosofía de la Geografía.
[____] El Espacio Terrestre como el Continuum Einsteniano, en José C. Martínez Nava, 1995. (5/5)
Filosofía.
[____] La Ciencia, el Método de la Ciencia, y la Formación del Geógrafo: el análisis y los métodos teóricos. (9/10)