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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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19 abril 2015 7 19 /04 /abril /2015 22:04

Carta-de-Uso-Potencial-de-Morelos--INEGI.jpgEl Espacio Terrestre como el Continuum Einsteniano, en José C. Martínez Nava, 1995. (5/5).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

 

 

Para concluir, entonces, con este análisis de la Geografía Integral de José C. Martínez Nava, examinando la aplicación de su planteamiento del espacio como el continuum, a la consideración del espacio terrestre, y en consecuencia, dice éste, “efectivamente, los objetos y  fenómenos de la Tierra poseen infinidad de propiedades.  Unos son sólidos, otros líquidos, ortos blandos, otros grandes o chicos, es decir, tienen diferentes propiedades que las distinguen entre sí.  Sin embargo, todas ellas, sean lo que sean, o sean como sean, poseen una propiedad común y, por lo tanto, general: la de existir espacialmente, la de ser espacio o estar en el espacio o de existir en cuanto espacio”[1].

 

Pero, finalmente, llegamos al punto crítico: reducir el espacio a la espacialidad del continuum, hace del espacio tan sólo un conjunto de propiedades particulares que dan ese atributo de espacialidad.  Sin embargo, no será la suma de propiedades particulares espaciales de la Tierra las que nos explicarán el espacio terrestre, sino ello lo será como resultado de la abstracción y generalización de las mismas en una categoría única superior.  Y es justo con esto último, que lograremos finalmente eludir lo que ha significado la principal dificultad para llegar a una teoría plena del espacio terrestre: las leyes de los fenómenos particulares.

 

Pero en 1995, ni José C. Martínez Nava ni el autor de este comentario a su obra, teníamos la menor idea, no sólo de lo que podría ser esa categorización superior,  sino ni siquiera de la necesidad y el proceso de la misma (eso, el autor de este comentario, lo descubrió apenas recientemente entre fines de 2011 y principios de 2012; y por ello la teoría del vacuum no podía cristalizar sino hasta ahora).  De ahí que, por ello, José C. Martínez Nava, siguiendo el fundamento de Riábchikov, adelantara ya entonces, una propuesta de teoría del espacio terrestre en esas consideraciones.

 

Paradójicamente, nunca supimos si el compañero trató o no con el Dr. Carlos Sáenz de la Calzada, por lo pronto, nunca lo menciona, pero he aquí que, siguiendo a Riábchikov, fue él, el compañero José C. Martínez Nava, justamente el que acabó haciendo esa geografía que el Dr. Sáenz de la Calzada nos sugirió: la de los elementos, tierra, aire, agua y fuego, que “contrariamente  unidos y unidamente contrarios, están divididos” (como así citaba éste a Calderón de la Barca, quien de esta manera expresaba la dialéctica de los mismos).

 

Para el compañero José C. Martínez nava, el espacio terrestre, así, finalmente, es un sistema: un “sistema espacial de elementos”[2] (como apunta en uno de los subtítulos de su tercera unidad).  De ahí que para poder conocer el  espacio terrestre,  habrá que analizarlo, es decir, descomponerlo en sus partes o elementos componentes, estudiando cada uno por separado y luego haciendo la síntesis.  De ese modo, cada elemento formará, dice José C. Martínez Nava, un subsistema, de los cuales él relaciona seis: tres de los clásicos elementos (tierra, aire, agua), y tres más de su aporte, mencionados como los organismos y el hombre…, y no sin dejar de ser sorprendente algo tan profundo como exacto: la gravedad.

 

Finalmente, hace ver que los estados materiales de dichos elementos no son sino los estados clásicos de la materia (sólido, líquido y gaseoso), una de cuyas propiedades más generales y esenciales en común, es su densidad.  De ello, geográficamente se clasifica lo que denomina ya como la litosfera, atmosfera, hidrosfera, biosfera y noosfera (como él llama a lo que correspondería a la sociosfera).

 

Mas, “mágicamente”, el problema que se le suscita, es ese mismo que sorprendentemente ha introducido: la gravedad., que no siendo sustancia sino campo, aún es material, y la cual, de manera precisa, está esencialmente asociada a la densidad, en  forma directamente proporcional (a mayor densidad, mayor gravedad, y a  menor densidad, que podría considerarse infinitesimal, menor gravedad)… ¡Y el vacío, necio, vuelve a hacerse presente!

 

Y he aquí que en ese estado infinitesimal de vació relativo, tan relativo que un vació absoluto se hace lo dominante, es, precisamente, lo que caracteriza a eso “indefinido” dado en la quintaesencia, el ápeiron, el segundo elemento  históricamente propuesto y justamente tal propuesta hecha por el primer  geógrafo, Anaximandro; pero que en su dificultad de comprensión quedó relegado como un quinto elemento, que difícilmente se rescata en la teoría de los mismos, traducido con otros nombres: éter, aéther, vacío, gravedad…, o espacio.

 

El intento de su propuesta, que culmina con pleno fundamento teórico lo hecho antes por Carlos Sáenz de la Calzada como por Riábchikov, si bien no ha  explicado con suficiencia ese último punto, no ha dejado de ser profundamente fructífera, tanto más, que finalmente “agotó la última alternativa”, resultado de lo cual, y gracias a ello, ahora las cosas tendrían que plantearse de otro modo; y a ello vino la teoría de los estados de espacio, del autor de este comentario al aporte del compañero José C. Martínez Nava.

 



[1]        Ibid. p.45.

[2]        Ibid. p.47.

 

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