Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

Sigüenza y Góngora, Carlos de (1645-1700): Religioso de la orden regular de los jesuitas del Colegio de Tepotzotlán, Edo. de México, entre 1662 y 1667, año último en que es expulsado de la orden acusado de indisciplina.  En 1672 toma la Cátedra de Astrología y Matemáticas de la Real y Pontificia Universidad, que treinta años atrás había impartido Diego Rodríguez.

En 1681, siguiendo las ideas materialistas, si bien no-ateístas, de Pedro Gassendi, entre otros pensadores notables de la época en Europa,  escribió su Manifiesto Filosófico Contra los Cometas, con la cual separaba la astronomía propiamente dicha, de la astrología; pero obra con la cual entró en pugna con Eusebio Kino, el cual, fundado aún en principios escolásticos aristotélicos y tomistas, criticó su obra, y motivo por el que Sigüenza escribe su Libra Astronómica y Filosófica, 1690, respondiendo a los planteamientos de Kino.

Nombrado Cosmógrafo Real, en 1693 es designado para acompañar a Andrés de Pez a la expedición a las costas norte del Golfo de México, de donde elaboró un informe geográfico titulado: “Descripción de la Bahía de Galve (antes Panzacola), de la Mobilia y del Río de la Palizada o Mississipi, en la Costa Septentrional del Seno Mexicano”, 1693.

Sin embargo, su obra geográfica más importante, es haber elaborado el primer mapa de México –como lo dice Miguel Sánchez Lamego–, hecho por un mexicano, su Mapa General de la Nueva España, entre 1668 y 1691.

Este mapa, en el original, se perdió.  Un siglo después, en 1767, una de las últimas copias manuscritas fue utilizado por José Antonio de Alzate y Ramírez en la elaboración de su propio mapa, el: Nuevo Mapa Geographico de la América Septentrional, Perteneciente al Virreynato de México; otra de esas últimas copias fue rescatada por Beumont y al parecer ésta fue la enviada a España.

A partir de ese momento, desconociéndose ese paradero, dicho mapa pareció perdido.  El propio Manuel Orozco y Berra, en su profuso rescate de la cartografía histórica de México, núnca la pudo reunir en su colección.

Pero tuvo que ser ahí, pues, en España, en donde, ciento ochenta años después, cuando prácticamente aquel mapa se consideraba perdido, Miguel Sánchez Lamego la encontró publicada por la Real Academia de Historia de Madrid, en la Colección: “Mapas Españoles de América, de los siglos XV, XVI y XVII”, en su edición de 1951; dando cuenta de ello en su ponencia a la VII Reunión del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH), de 1955.

No obstante, dicho mapa, luego de aquel esfuerzo de Sánchez Lamego, prácticamente se volvió a extraviar, pues ningún Atlas de Cartografía Histórica lo incluyó desde entonces.

Así olvidado, el autor de este Diccionario, siendo aún estudiante del Colegio de Geografía de la UNAM, entró nuevamente en contacto circunstancial con dicho mapa ya desde fines de los años setenta reuniéndo materiales para la elaboración de su tesis acerca de las consideraciones generales de la teoría de la Geografía, cuando en la Biblioteca “Toribio Medina” del IPGH, se le proporcionó el facsimil de la ponencia de Miguel Sánchez Lamego, en la cual venía el inserto desplegable en tamaño triple oficio, del mapa de Sigüenza, el cual, por su tamaño, en ese momento no se reprodujo.

No siendo dicho mapa el objeto de su estudio, paradójicamente, éste volvió a quedar guardado en el archivo de la Biblioteca del IPGH por poco más de los siguientes treinta y cinco años.  Técnicamente, por ese lapso el mapa continuó perdido, pues no se le incluía en las ediciones cartográficas históricas recientes de investigadores como Elías Trabulse, o de instituciones como la Dirección de Geografía del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

Fue con motivo de la elaboración de la tesis doctoral del autor de este Diccionario, que se volvió a andar el mismo camino de poco más de tres décadas atrás, ahora sí, siendo el mapa el objeto central de su interés, y de donde, por su conducto, a poco más de cuatro siglos de elaborado el Mapa General de la Nueva España, y luego de casi dos siglos y medio de esas vicisitudes de andar extraviado, el 12 de noviembre de 2007, entregamos a la Mapoteca “Manuel Orozco y Berra”, en forma digitalizada, la copia de dicho importante mapa: el primer mapa de México elaborado por un mexicano.