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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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23 agosto 2010 1 23 /08 /agosto /2010 08:01

 Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010

Análisis Crítico a los

"Apuntes para la Historia de la Geografía en México”,

de Manuel Orozco y Berra, 1880.

  Ponencia, II Congreso Mexicano de Historia

de las Ciencias y de la Tecnología, 1990 (1/4).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, D.F; 23 ago 10.

 

 

Resumen.

 

El presente trabajo es parte de una serie de análisis críticos obligados en la recopilación y estudio de los materiales ex profeso sobre Historia de la Geografía en México, con el objeto de contribuir a su examen.

 

En su primera parte, al referirnos a este que fue el primer trabajo ex profeso de Historia de la Geografía en México, y a sus dificultades, se hace una exposición de nuestra metodología para abordar el tema: la metodología en Historia de la Ciencia, y la definición del campo de la Historia de la Geografía.  Se examina brevemente la estructura de la obra: “Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, de Manuel Orozco y Berra, en la lógica del internalismo, así como las relaciones externalistas y su influencia en dicha obra.

 

En la segunda parte se hace el análisis crítico propiamente dicho, considerando la obra general de Orozco y Berra, y en particular a sus Apuntes para la Historia de la Geografía en México.

 

Sin duda, el siglo XIX es quizá el más importante para el desarrollo de la ciencia en México.  En él se forja la moderna institucionalización de la ciencia, y con ello su “oficialización” y viabilización.  Es un siglo que por su propia naturaleza debe precaver a todo historiador de la ciencia de la unilateralidad en el análisis de un siglo vasto en circunstancias complejas.

 

Para la historia de la Geografía en particular, no dejará de representar una compleja contradicción a resolver, el considerar las facultades de esa oficialización de la ciencia y las posibilidades del desarrollo de la geografía en manos de funcionarios de gobierno de alta investidura, como lo llegaron a ser un Joaquín Velázquez de León, un Francisco Jiménez, un Joaquín de Mier y Terán, un José Salazar Ilarregui, y el mismo Manuel Orozco y Berra; éste, aun más, por encima de todos ellos, frente a lo que fueran dichas posibilidades del desarrollo de la Geografía en México en manos de un Francisco Díaz Covarrubias, un Blas Balcárcel, o un Joaquín de Herrera.

 

Y la complejidad de contradicciones como ésta radica, no tanto en problemas de orden interno en la lógica de la ciencia, como en toda una circunstancialidad histórico-social, ante cuyo examen nosotros mismos fijamos nuestra propia concepción del mundo, nuestra identidad ideológica e incluso militante, y nuestro compromiso científico y social como individuos en la historia.

 

*

 

 

El primer problema a que se enfrenta todo historiador de la ciencia de la Geografía, es el qué historiar; en otras palabras, resolver qué es la Geografía, motivo de permanentes análisis y discusiones teóricas entre sus especialistas, para quienes la Geografía es, enanos, una especie de ciencia enciclopédica, la ciencia de los fenómenos naturales y sociales considerados en su distribución, causas y relaciones; entre otros, explícitamente dicho, como ciencia de síntesis de un sistema de ciencias, como la ciencia de los fenómenos naturales y sociales y sus relaciones en su diferenciación espacial; o bien, en unos más, pretendiendo salvar la complejidad del problema anulándolo, declaran la invalidez de las definiciones y la inexistencia de la rigurosidad de la ciencia, de la precisión de su objeto de estudio , de su método y del campo de sus investigaciones.  En tanto que para nosotros, es una ciencia del estudio del espacio, única e íntegra, cuya unidad e integridad está dada como reflejo de la unidad e integridad espacial del mundo.

 

Hacer la Historia de la Geografía, bien vale exclusivamente por el hecho de que quien se lo propone, necesariamente, implícita o explícitamente, está resolviendo ese problema de índole teórica: qué es la Geografía.

 

De ahí la importancia para nosotros del examen crítico de este que ha sido el primer trabajo ex profeso de Historia de la Geografía en México: los “Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, de Manuel Orozco y Berra, a través del cual se expone, en la concepción de su autor, por lo menos, cual ha sido la naturaleza del saber geográfico y su expresión en México.

 

Así, para Manuel Orozco y Berra, la historia de la Geografía es la historia del saber que se condensa en la Cartografía, producto de la actividad de exploración en extensión.  Esta historia de la Geografía no es aún expresión del conocimiento en sí del espacio terrestre, sino a lo más, de todo cuanto existe en él y le determina; cual la historia de la Física no es propiamente la historia de la mecánica, del electromagnetismo, la termodinámica o la energía nuclear, sino la historia de la categoría del campo material y de la naturaleza de la realidad objetiva misma.  O cual la historia de la Biología, que no es propiamente la historia de las plantas, de los animales y del ser humano, así, tal cual, sino la historia de la vida.  O la historia de la Sociología, no como la historia de la economía, la política, etc; sino como la historia de las formaciones económico-sociales.

 

Esta historia de la Geografía responde a las características de la concepción gnoseológica positivista en boga en ese entonces, e incluso, enfatizado en México a partir de 1860, de ser el puro testimonio del pasado, la escueta constancia de hechos sin más trascendencia.  Es decir, no hay  en ello un esfuerzo –ni el propósito– de abstracción y generalización del objeto de estudio de la Geografía: el espacio, resuelto en el saber geográfico.  No es, pues, la historia del espacio ni del conocimiento del espacio en su forma consciente, pero tampoco lo podía ser.

 

Era la época de los inicios de la Historia de la Ciencia en General.  Apenas Augusto Comte en Francia instituía la cátedra de Historia de la Ciencia en 1892.  Y eran apenas, los apuntes para la Historia de la Geografía en México.

 

No obstante, a más de un siglo, esos Apuntes para la Historia de la Geografía en México, no han sido superados.  Y es que no habrán de ser superados nada más porque se continúe o despliegue la misma información que contiene; incluso no habrán de se superados sólo porque se amplíe y densifique el detalle de los datos recopilados.  Ello no involucra mas que un esfuerzo cuantitativo.  La superación de los Apuntes para la Historia de la Geografía en México, de Manuel Orozco y Berra, habrá de ser, en principio, cualitativa, y ello sólo será producto del esfuerzo de abstracción y generalización en el sentido en que antes lo hemos expuesto, es decir, precisar el espacio como objeto de estudio de la Geografía, resuelto en el saber compendiado en esa historia.

 

Apuntes para la Historia de la Geografía en México, de Manuel Orozco y Berra, es un texto en 503 páginas, que comprende 31 capítulos en los cuales se narra desde los descubrimientos en el Golfo de México a partir de 1506, hasta los trabajos de límites como resultado del Tratado de la Mesilla, en 1857.

 

Los primeros diez capítulos tratan del siglo XVI.  El capítulo XI es un capítulo aislado en donde trata dos aspectos especiales: la determinación de las coordenadas geográficas de la Ciudad de México y otros puntos, y la “Instrucción y Memoria de las Relaciones para la Descripción de las Indias” (1577).

 

Este décimo primer capítulo destaca no sólo por su carácter aislado o los aspectos mencionados que trata, sino singularmente, porque en él hace uno de los escasísimos comentarios de índole teórica, que habremos de examinar detenidamente más adelante.

 

Entre los capítulos XII a XIV, desarrolla en la misma tónica todo lo relativo al siglo XVII.  Allí destacará las siguientes expediciones, sus descubrimientos y vicisitudes; los trabajos del padre Kino, de Enrico Martínez, de Sigüenza y Góngora, del primer plano del Valle de México, la primera Carta General y el primer plano impreso en México.

 

En los capítulos XII a XIII da un panorama general del siglo XVII, y en el subsiguiente se detiene en el examen del problema de la posición geográfica de la Ciudad de México y en el detalle del acaecer de los principales protagonistas de este siglo, extraídos de relaciones y crónicas, algunas de las cuales cita.

 



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