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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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10 febrero 2013 7 10 /02 /febrero /2013 23:03

Suplemento-al-Theatro-Americano--1755--Jose-Antonio-de-Vil.JPGJosé Antonio de Villaseñor y Sánchez (1705-1759): La Geografía como la Crónica e Iconismo.  Artículo, 2012 (2/2).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Espacio Geográfico, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

12 mar 12.

 

El Suplemento al Theatro Americano ha sido, pues, la Relación Geográfica hecha Crónica.  Pero el Mapa Geographico de la América Septentrional, ha quedado, como el mismo Villaseñor lo refiere, sólo como: un ícono, una imagen de apoyo a las Relaciones Geográficas de 1746, sobre las condiciones hidrológicas del territorio de la Nueva España.

 

Así, en un apartado titulado por Serrara en su Estudio Preliminar, como “Una Personalidad Polifacética”, éste se hace una pregunta: “¿Qué era realmente Villaseñor?  Y lo analiza, de donde citamos: “mantuvo –comenta Serrara acerca de Villaseñor– su espíritu abierto a las distintas ramas del saber de su tiempo.  Fue un hombre polifacético y “general” que se anticipó a las grandes figuras de la Ilustración novohispana de la segunda mitad de la centuria”[1]. Esto es, que, en Villaseñor aparecen, una vez más aludiéndose al geógrafo, “las distintas ramas del saber”, y lo “polifacético y general” que caracteriza históricamente al mismo.

 

Serrara cita a Osores, que menciona a Villaseñor como “cosmógrafo del reino de la Nueva España, matemático exacto y observador de los fenómenos astronómicos”[2]; es decir, las mismas características de Carlos de Sigüenza y Góngora, que son las características esenciales de todo geógrafo.  Pero justo ahí, Serrara se vuelve a hacer la pregunta: ¿qué fue entonces Villaseñor?, y lo vuelve a caracterizar, y citamos nuevamente: “Con su ansia de conocer –dice Serrara– y su afán de trabajo consiguió adentrarse en varias ramas del saber de su época; que todavía no había experimentado esa parcelación que caracterizó el conocimiento científico de las dos últimas centurias.  Aparece un hombre puente entre Sigüenza y Góngora y Alzate, también personajes polifacéticos…”[3].

 

Juan Francisco López, autor del “Parecer” que preludia al Theatro, dice de Villaseñor: “Don José es uno de aquellos ingenios a quienes con raro privilegio dotó la naturaleza de tamaña amplitud, como felicidad y acierto en todo género de asuntos humildes y sublimes, de vasta y breve comprensión…  Quien quiera experimentarlo, muévale conversación en cualquier materia y le hallará transformado en todos los milagros de las más pulidas letras y de la más amena erudición, sin que sepa discernir en cuál es más eminente…”[4].  Notable pasaje que en términos más moderados, expresa el mismo sentir hiperbolizado de Henry Baulig, que, inmerso en el comentario de Alan Reynaud, llegó a decir: <<Para muchos geógrafos –anticipa Reynaud–, la geografía no es una ciencia como las demás.  Tiene ese algo que hace de ella una ciencia aparte.  No un conocimiento, porque la geografía es el conocimiento supremo, “quizá una categoría nueva –citando ahora Reynaud a Baulig–, de la inteligencia a la que el espíritu occidental, y sólo él, acaba de acceder”>>[5].  Esto es, que hay ahí un asunto viejo y esencial en la definición de la Geografía: una natural tendencia a lo concreto y particular de los fenómenos, que reduce al absurdo enunciado por Baulig; cuando la solución ha estado justo en lo opuesto, en la abstracción y generalización de dichos fenómenos, en estados de espacio.

 

Serrara concluye diciendo, en referencia a la cita que ha hecho de Juan Francisco López: “El juicio es exagerado, apasionado incluso.  Pero refleja en alguna medida el respeto y admiración que se le dispensó en el México de su tiempo”[6].  Evidentemente, en el contexto de la teoría geográfica, es fácil ver que tal juicio no responde a ninguna exageración y menos aún a un apasionamiento, sino al reflejo objetivo de lo que parece ser la geografía; o de hecho, de lo que realmente es, pero vista en la cruda roca caliza, que, bajo ciertas condiciones (esa abstracción y generalización propia del desarrollo de toda ciencia), se cristaliza y metamorfisa en la geometría del espacio de una bella esmeralda.

 

Finalmente, la geografía de José Antonio de Villaseñor y Sánchez, hemos dicho, es la Relación Geográfica entendida como la Geografía en la Crónica descriptiva, en donde lo que interesa no es el teatro en sí (o más exactamente dicho, el escenario, el espacio), sino la obra*, lo que se escenifica.  Si bien motivo de un artículo aparte, citamos, en la estraboniana idea anterior de la Geografía como “la historia de los lugares” y “digna de mención”; directamente a Villaseñor en su Suplemento al Theatro Americano: “los historiadores, que –dice Villaseñor–, después de haber formado toda la idea en el asunto de su empresa y escrito todo el planisferio geográfico, es necesario para su ilustración ir resaltando todos los miembros del cuerpo del historial con las especiales noticias que hacen agradable a los oídos la narración de sus particulares circunstancias”[7].  Esto es, el historiador haciendo mapas (el geógrafo entendido como cronista), los cuales ilustra con las particularidades de su propia historia, en especial, la digna de mención y agradable.

 

Así, cuando ese historiador, ese “geógrafo cronista”, “forma toda su idea en el asunto de u empresa”; es decir, cuando ha elaborado la Relación Geográfica; escribe (hace el grafos, la gráfica), de “todo el planisferio geográfico”; pero, siendo ello, como complemento ilustrativo.  En ello: 1) correctamente, la Relación Geográfica es la condición del Mapa; pero, 2) incorrectamente, el Mapa no ha de ser simple apoyo, menos aún auxiliar en la exposición de esa historia, sino expresión del objeto último del saber geográfico.   Sólo que, en esto último, ese grado de abstracción del hacer geográfico, distará de la época de Villaseñor y Sánchez, aún dos siglos y medio para comprenderse.

 

1746-Mapa-General-del-Virreinato-de-la-Nueva-Espana--Jose.jpg 

Yconismo Hidrotérreo,

Mapa General del Virreinato de la Nueva España, 1746.

de José Antonio de Villaseñor y Sánchez

Ochenta años después del Mapa General de la Nueva España de Sigüenza, lo que para éste fue objetivo, para Villaseñor fue sólo medio; por demás, en el que sigue presente el “horror vacui” en una cartografía Itineraria Picta.

 



[1]        Ibid. p.41 (subrayados nuestros).

[2]        Ibid. p.41  Independientemente de que, dice Serrara, “utilizó el título de Cosmógrafo.., si bien no hemos podido constatar la existencia de tal nombramiento” (Op. Cit. P.42).

[3]        Ibid. p.43.

[4]        Ibid. p.44.

[5]        Reynaud, Alan; El Mito de la unidad de la Geografía; en “GeoCrítica”, Nº 2, marzo 1976; Universidad de Barcelona, España, 1976; p.26 (subrayado nuestro).

[6]        Ibid. p.44.

*        Obra que incluso en el contexto de la época la narra como el Génesis Bíblico.

[7]        Ibid. p.96 (subrayado nuestro).

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