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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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12 julio 2014 6 12 /07 /julio /2014 22:03

1493-1541-Teofrastro-Honheim-Bombasteim--Paracelso.jpgTeofrastro Bombast von Hohenheim (Paracelso), (1493-1541)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

10 feb 13.

 

<<Pero, después de todo, me conocerán

… Apareceré algún día>>.

 

Esas fueron las últimas palabras del médico Paracelso, que en uno de sus poemas, Roberto Browning pone en boca de Teofrastro Bombast von Hohenheim.

 

Fue una noche de 1528, y como dice uno de su biógrafos, estando el Renacimiento en su apogeo, sin embargo, Paracelso tuvo que salir huyendo de Basilea, en cuya Universidad se había formado como médico, y en cuyos últimos dos años impartió un curso de química, bajo la acusación de desacato a un juez que lo obligaba a resignarse a recibir apenas poco más de la vigésima parte de lo que él reclamaba por una curación.

 

Al egresar de sus estudios en la Universidad, vivió como químico en los distritos mineros de Tirony, Suecia, y por diez años viajó por Europa y Oriente Medio aprendiendo lo suyo.  Dos años de aquella violenta noche en que incurrió en desacato, en 1526, había vuelto apenas a Basilea y había sido nombrado profesor de Química en la Universidad.

 

Se mofaba y pronunciaba contra toda la práctica médica de su época, llena de ritos hechiceros y falsas asociaciones en los procedimientos curativos, así como contra la teoría de los humores, clamando por que la química interviniese en la elaboración de medicamentos, tal como él lo hacía.

 

“Paracelso –dice uno de sus biógrafos compilado por Jay E. Greene– era a veces arrogante, ególatra y grosero, y sus poderosos adversarios luchaban contra él sin escrúpulos y lo ridiculizaban”[1].  En esa condición huyó de Basilea bajo la persecución de los oscurantistas escolastas que dominaban en las Universidades.

 

“Como se le negó un puesto en la Universidad o la residencia permanente en muchas ciudades, se convirtió en un médico vagabundo, a menudo demasiado indigente para pagar por el vestido y el sustento…  Durante la vida de Paracelso, la fuerza de las universidades hostiles y de otras autoridades, le impidieron publicar sus obras, pero sus ideas se conservaron en manuscritos que se publicaron varios años después de su muerte”[2].  Con enorme entereza defendió su dignidad y sus ideas, y esa supuesta arrogancia, bien puede entenderse como su resistencia a no declinar en calidad de lacayo de ninguna autoridad.

 

Fue un defensor de la ciencia –dice su biógrafo– en una época en que, no obstante renacentista, la negativa a someterse entrañaba enormes peligros.  Murió en la pobreza, en una miserable posada de Salzburgo.  Reapareció en la publicación de sus manuscritos tiempo después…, y, a pesar de todo, se le conoció.

 



[1]        Green, Jay E; 100 Grandes Científicos; Editorial Diana; 1° edición, 1965; 7° reimpresión, México, 1977 (v. Filippo Aureolo Paracelso).

[2]        Ibid. p.53.

 

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