Vespucio, Américo (1454-1512): Américo Vespuccio sale de Florencia a fines de 1491, rumbo a Sevilla, España, en cumplimiento de asuntos de negocios de Lorenzo de Médicis; y arriba a ésta, a principios de 1492. En abril Colón está firmando ante Fernando el Católico las capitulaciones para su primer viaje, en el cual zarpa a principios de agosto.
En marzo de 1493, Colón está de vuelta con las noticias de sus descubrimientos, y Américo Vespucio lo conoce personalmente, de donde nacerá la atención de Vespucio por las nuevas tierras.
Sin embargo, en medio de mucha confusión y dudas de los investigadores acerca de la veracidad de los datos vespuccianos; éste no dejará constancia de sus viajes sino, primero, hasta la carta titulada Mundus Novus, de 1503, dirigida a Lorenzo de Médicis; narrándole un tercer viaje realizado por él, de mayo de 1501, a septiembre de 1502, describiéndole la región de las Guayanas, a las que había arribado directamente, en función de que el Paso del Sur se sabía que estaba entre los 0º y 5º de latitud norte. Un año después, redactará una segunda carta, conocida como la Lettera de Amerigo Vespuchii...; esta vez, dirigida a su amigo Piero Soderini, narrándole de conjunto cuatro viajes; los dos primeros al servicio de Portugal, y los dos segundos al servicio de España; entre ellos, el efectuado como el tercero, es el ya descrito en el Mundus Novus.
Dichos cuatro viajes son: 1) el de mayo de 1497, a octubre de 1498 (justo cuando Colón está ya en su tercer viaje); 2) el de mayo de 1499, a septiembre de 1500 (lapso en el cual Colón está volviendo a España de su tercer viaje), en el cual comienza la exploración al sur del ecuador, llegando a los 5º de latitud sur, de donde se devolvió no pudiéndose aceptar que el Estrecho de Basmán estuviese tan al sur, recorriendo nuevamente las costas hasta Honduras; 3) el ya descrito del Mundus Novus, de mayo de 1500, a septiembre de 1502, que llega hasta los 52º de latitud sur (en el lapso en el cual Colón ha regresado de su tercer viaje, y ha iniciado su cuarta exploración); y 4) el de mayo de 1503, a junio de 1504 (en un breve período cuando Colón está a su vez en su cuarto viaje).
El escrito del Mundus Novus había sido publicado de inmediato en 1504, y fue así ampliamente conocido. Pero la Lettera..., en copia, pasó al monasterio de Saint-Dié, en Francia, hasta 1507, en donde, entre otros geógrafos, estaba Martin Walseemüller, preparando una nueva Geographia de Ptolomeo más actualizada con la última información; y el contenido de la Lettera, que reforzaba lo dicho desde el Mundus Novus, era lo más novedoso. Y con tal información en nueve capítulos, una reproducción de un mapa recortable que elaborado por Vespucio para Lorenzo de Médicis, podía adosarse a una esfera, y los mapas de Waldseemüller, se confeccionó, en lugar del Ptolomeo, la Cosmographiae Introductio, que se publicaba desde abril de 1507, prácticamente a un año del fallecimiento de Colón.
En el último capítulo de la Cosmographiae Introductio, aparece; como dice Consuelo Varela Bueno, “el texto que hizo famoso al florentino”; y citamos de ella las palabras de Waldseemüller: “Mas ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Americus Vesputius (como se verá por lo siguiente), no veo razón para que no la llamemos América...”[1].
El texto es absolutamente correcto; debe examinarse sin ideas preestablecidas: 1) las nuevas tierras habían sido, por 15 años y una diversidad de exploradores, ciertamente, extensamente examinadas; y, 2) otra cuarta parte ha sido descubierta. He aquí el histórico problema, que quedó del simple hecho de dar por supuesto a qué se refería Vespucio; pero que en el contexto de ese momento histórico (asunto que debe, en todo caso, rescatarse), debía ser a la validez del perímetro de la Tierra dado por Estrabón, y “dejado pasar” por Ptolomeo.
Resulta del todo absurdo, que Vespucio pretendiese atribuirse el “descubrimiento de un nuevo mundo”, cuando, en todo caso, el primero en afirmarlo había sido Colón, y para mediados de la primera década del siglo XVI, ya para nadie era extraño que aquellas tierras eran un nuevo continente. El problema, la contrariedad, era que en ese mundo estraboniano de un perímetro terrestre de 30,000 km, ese nuevo continente no cabía, a menos que se reconociese como parte de Asia. Por lo tanto, lo que Vespucio descubre, es que tras ese nuevo mundo, deben haber aún 10,000 km, una cuarta parte más del perímetro de la Tierra, para llegar al Asia. La cuarta parte faltante del perímetro de Eratóstenes (e incluso del cálculo de Posidonio).
En la parte superior de la orla de la Carta en Proyección Cordada de Walseemüller, como con toda agudeza lo observa la autora Consuelo Varela Bueno, de la cual citamos: “Enfrentados, puesto que son dos concepciones diferentes, aparecen los retratos de Ptolomeo y de Vespucci, bellísimamente dibujados, colocados al lado de sus mudos: a la derecha, junto a Amerigo, el Nuevo Mundo, y a la izquierda, junto a Ptolomeo, el Viejo...”[2]. No podría decirse mejor.
Pero en ello hay un detalle de la mayor importancia, que revela que en el mismo Waldsemüller hay aún una confusión, misma que explicaría aquello que parece dado por supuesto: en el mundo de Vespucio, lo realmente descubierto por él, a nuestro entender, no se muestra (la extensión, entonces, del Océano Pacífico), a pesar de que en dicha ilustración del mundo de Vespucio en la orla, la península de Cattigara ha desaparecido. Y hasta el mapamundi de Stobnicza de 1512; que no es sino la reproducción de ese en la orla del mapamundi cordado también conocido como la “Carta de Dié de 1507”, o el Universalis Cosmographia Secundum Ptholmaei Traditionem et Americi Vespuci Alioruque Lustrationes, de Waldseemüller, la Cuarta Península, Cattigara, en él, tampoco se traza; pero, aún a pesar de que Waldseemüller anota que su Carta de 1507 está construida <<según la tradición de Ptolomeo, aunque con otras ilustraciones>>, ello no deja de ser paradójico, al aparecer Cattigara todavía en el mismo cuerpo de la Carta de Dié; y ahí, la cuarta parte faltante, a pesar de haber sido descubierta, seguirá faltando..., por lo menos, y aún siete años después del periplo de Magallanes, hasta el Planisferio Portulano de Diego Ribero de 1529.
El mapa portulano daba libertad para representar el vasto Océano Pacífico (así sea por omisión, aún suponiendo la falta del dato empírico; la omisión de la rigurosa geometría que se suponía de la Tierra). La cartografía proyectiva moderna, pretendiendo ser, acorde a su tiempo, científicamente rigurosa, no podía violentar la geometría del espacio terrestre que venía aceptada de quince siglos atrás con la autoridad de Ptolomeo hasta ese momento aún firme; y ello explica el que en otro mapa de Walseemüller, en el Ptolomeo de 1513, denominado Terre Nove, el nombre de “América”, es sustituido por el de “Terra Incógnita”, atribuyendo su descubrimiento, correctamente en lo empírico, a Colón; y aún el Mapamundi en Proyección Oval denominado Typus Cosmographicus Universalis, de Sebastián Münster, de 1532, todavía no muestre la cuarta parte descubierta por Vespucio, pues de las tierras de “Temiftitan” (Tenochtitlan), a Cipango, hay 10º de longitud, y a las costas de Asia, en Catay, 40º de longitud; esto es, apenas un poco menos que la extensión del Mediterráneo.
No bastaba, pues, el dato teórico de Vespucio, científicamente, tenía que aportarse la prueba empírica; y ello no comenzó a ser, sino hasta que, caída la Gran Tenochtitlan en 1521, Hernán Cortés continua avanzando hacia el oriente por el occidente, y en 1522; cuando también se ha completado el periplo de Magallanes-Elcano; pone pie en el litoral del Pacífico, creyendo que en breve recorrido, estaría en las Molucas. De las exploraciones entre 1522 y 1542, se obtiene todo ese conocimiento empírico que permitirá comprender lo dicho por Vespucio. La versión completa del mapa portulano titulado Mundo Nuovo e Oceano Pacifico, de 1542 de Battista Agnese (que no obstante mapa portulano muestra una graduación de longitudes sobre el ecuador, muy probablemente agregadas en tiempos recientes), muestra por fin aquella afirmación, pues extiende el espacio geográfico del Océano Pacífico, aproximadamente, y ese el infortunio de que sea un portulano, por 105º, 11,000 km.
Finalmente, en ese mismo año de 1542, el mismo Battista Agnese elabora una carta planisférica en proyección oval con un canevá cada 15º. No obstante, aparentemente ya un mapa proyectivo, Agnese no configura de acuerdo al canevá, sino monta directamente en él su portulano anterior, con evidente error; pero ahora entre América y Asia se extiende un ángulo de 75º de longitud, dando poco más de 8,000 km de distancia. Como quiera, la cuarta parte faltante había quedado también, empíricamente demostrada. Pero por los poco más de cuatro siglos y medio siguientes, quedó un problema...; nunca nadie entendió, sin ideas preestablecidas, las afirmaciones de Vespucio; y, por lo tanto, no se entendió lo que realmente éste había descubierto, hasta su explicación, ahora, aquí.
[1] Varela Bueno, Consuelo; Amerigo Vespucci, un Nombre para el Nuevo Mundo; Ediciones rei, Colección Biblioteca Hispanoamericana; México, 1991; pp.112-115.
[2] Ibid. p.116.
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