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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
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3 agosto 2009 1 03 /08 /agosto /2009 08:02

 Dialéctica en la Poesía Mística;
Teresa de Ávila: la Poesía (2)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
http://espacio-geografico.over-blog.es/, México, 2009.

 

 

 
“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”
.

 

El planteamiento principal es morir, para poder vivir en Dios; “muere de ganas” por morir para poder estar con Dios..., pero Dios, quien designa su destino, no la llama a su lado, no designa su muerte; sino, por todo lo contrario, le concede la plenitud de la vida.

 

“Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí”

 

                                                  Pero esa plenitud de la vida, ella, por amor, la vive fuera de sí, viviéndola en el Señor; esto es, entregada plenamente a él, que la quiso para sí, en tanto guiada a su vida mística monacal.

 

“Cuando el Corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero”

 

                                                   Parte difícil.  ¿Por qué Dios hace tal cosa?  Dios, en una masculinidad “llevada hasta el machismo”, parece decir con tal acto: <<Estás que te derrites por mí>>.  Pero siendo ella quien lo dice atribuyéndolo a Dios, con tal cosa confiesa su sensualidad por Él.

 

                                                   Y luego viene la estrofa más exquisita de todo el poema, donde se expresa toda esa dialéctica, que más allá de ser en la mística de ella hacia Dios, en su lectura por un lego, en una secularidad casi pagana, es de la relación más mundana entre los sexos.

 

“Aquesta divina unión, del amor en que yo vivo”

 

                                                     Simple, el amor es unión...

 

“hace a Dios ser mi cautivo, y libre mi Corazón”

 

                                                 Y por fin, la expresión hegeliana más pura; o quizá ahora tendríamos que decir de Hegel, que fue él el que expresó el pensamiento dialéctico teresiano más puro, si hemos de ser justos.  A esa expresión de Teresa Sánchez de Cepeda y Aahumada, tres siglos después se conoció como “la alegoría del amo y el esclavo”.

 

                                                  La dialéctica, sea idealista o materialista, es unidad de contrarios; en ese sentido, ella no puede entenderse sin Él, y, con un profundo significado, Él no puede ser sin ella, o ello por lo menos, carece de sentido.  Por esa necesaria unidad de contrarios fundada e el amor, Dios se hace su cautivo, su prisionero, su esclavo; Él queda sujeto a la plena voluntad de ella; y he ahí una parte de ese profundo significado.

 

                                                   Por supuesto, al ser Dios el esclavo, ella, que lo mantiene cautivo, es el ama y señora, y por lo tanto, la que es libre (y desde luego, libre en su corazón).

 

“y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero”

 

                                                   Y cuando decíamos que es en la mujer en donde se expresa de manera natural la más elevada ética y esteticidad, ello es justo lo que queda expuesto en estos versos.  Ella es el ama, Dios el esclavo, pero ella no puede soportar eso, le causa tal pasión, que su mayor deseo se convierte en morir, para invertir la contradicción, y sometida ella a la voluntad de Él, a su designio, ser ella la esclava.

 

“¡Ay, qué larga es esta vida!  ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida!  Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero”

 

                                                    Según la consideración católica, nuestras almas han sido expulsadas del Paraíso y como castigo penan en el cuerpo humano.  A eso se refiere Teresa Sánchez de Cepeda con el “duro destierro” y esa “cárcel y hierros en que el alma está metida”.  Luego todo es refrendar su deseo. Su “morir de ganas” por morir.

 

¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor!  Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero...”

 

                                                     Aquí profundiza su reflexión y como consecuencia hace una súplica a Dios para satisfacer su deseo.

 

                                                     Y esa reflexión aunada a la actitud de Dios, una manera de su respuesta, expresa todo el acto de fe cristiana en la resignación; como veremos en la siguiente entrega.

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