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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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23 agosto 2010 1 23 /08 /agosto /2010 08:04

Cliché Espacio Geográfico, Revista 2010 

Análisis Crítico a los

“Apuntes para la Historia de la Geografía en México”,

de Manuel Orozco y Berra, 1880.

  Ponencia, II Congreso Mexicano de Historia

de las Ciencias y de la Tecnología, 1990 (4/4).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México; 02 sep 10.

 

 

Del pasaje anterior destaca, en primer término, que Orozco y Berra reconoce por trabajo geográfico, esencialmente, la elaboración de mapas, pero, en segundo término, que olvidó esas referencias a los pilotos de las expediciones, personas que claramente, en su misma apreciación, se dedicaron desde los principios del siglo XVI, a trabajos geográficos, uno de los cuales incluso cita.

 

Esas dudas en cuanto a lo que exactamente constituirá el saber geográfico a historiar, se refleja con más nitidez en otro pasaje, al tratar el siglo XVII.  Nos referimos a la omisión que hace desde el “Repertorio de los Tiempos”, de Enrico Martínez (1606), hasta el “Mapa General de Nueva España”, de Carlos de Sigüenza y Góngora (1681-1689), como productos del trabajo geográfico, y, sin embargo, continuando en la historia, pasando al siguiente siglo, exaltará como “único trabajo geográfico durante el siglo XVIII”, precisamente uno al estilo de las Relaciones Geográficas que él omite: el “Teatro Americano”, de Antonio Villaseñor y Sánchez (1746).  Pero ahora, por el contrario, en aras de ello, prescinde del vasto trabajo geográfico con el que, si algo caracteriza al siglo XVIII, es precisamente la abundante actividad exploratoria por la cual Orozco y Berra mismo ha calificado este siglo de brillante, y en el cual se ha dado incluso la producción del primer trabajo de geografía teórica: el “Estado de la Geografía de la Nueva España y modo de Perfeccionarlo”, de 1772, de José Antonio de Alzate y Ramírez.

 

Paradojas extrañas estas, pues, que bien justifican a esta obra aquí analizada, trabajada por su autor como Apuntes para…, y no como la Historia de la Geografía en sí.

 

Hay entonces una rigurosa lógica internalista en la historia de la ciencia de la geografía que explica la aparición de esta obra y de sus características, de Manuel Orozco y Berra, personaje también, producto de su tiempo.

 

El siglo XIX reclamó desde el primer momento el conocimiento del país, y para esto no bastaba el informe de lo existente y su evolución en el tiempo, no era suficiente, pues, el método histórico.  Era preciso poder tener la referencia del lugar en una gráfica, y además, científicamente construida: la Carta Geográfica, que permite evaluar la situación espacial; era necesario, en consecuencia, la paliación sistemática del método geográfico, como antes habían sido ordenados los documentos producto del saber histórico; y justamente ésta es en esencia la importante contribución de Manuel Orozco y Berra a la Geografía.

 

Sin duda, el siglo XIX es quizá el más importante para el desarrollo de la ciencia en México.  En él se forja la moderna institucionalización de la ciencia y con ello su “oficialización” y viabilidad.  Es un siglo que por su propia naturaleza debe precaver a todo historiador de la ciencia de la unilateralidad en el análisis de su siglo en circunstancias complejas.

 

Para la historia de la Geografía en particular, no dejará de representar una compleja contradicción a resolver, el considerar las facultades de esa oficialización de la ciencia y las posibilidades del desarrollo de la Geografía en manos de funcionarios de gobierno de alta investidura, como lo llegaron a ser un Joaquín Velázquez de León, un Francisco Jiménez, un Joaquín de Mier y Terán, un José Salazar Ilarregui y el mismo Manuel Orozco y Berra, éste aún mas, por encima de todos ellos; frente a lo que fueron dichas posibilidades del desarrollo de la Geografía en México, en manos de un Francisco Díaz Covarrubias, de un Blás Balcárcel, o de un Joaquín de Herrera.

 

Y la complejidad de contradicciones como ésta, radica no tanto en problemas de orden interno en la lógica de la ciencia, como en toda una circunstancialidad histórico-social, ante cuyo examen nosotros mismos fijamos nuestra propia concepción del mundo, nuestra identidad ideológica, e incluso militante, y nuestro compromiso científico y social como individuos en la historia.  Tan simple como preguntarnos hoy , cual sería y a qué respondería nuestra actitud ante la permanente y siempre posible amenaza de invasión de los Estados Unidos, como ya en su tiempo, en los mismos términos, los dijera Santiago Ramírez en sus “Notas para la Historia del Colegio de Minería”.

 

Los Apuntes para la Historia de la Geografía en México, de Manuel Orozco y Berra, son una sutil resultante de la composición de todos esos aspectos de la historia de la ciencia.

 

Sin duda, un estudio con propósitos más exhaustivos, habrá de extenderse en el análisis de dichos aspectos, cuyos elementos de juicio hemos dejado asentados aquí.

 


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