20 jun 13.
México, D.F; a 17 de junio de 2013.
Carta al Compañero Alberto Patisthán
Sesenta y tres veces más el tiempo que nosotros vivimos, y el nuestro, en la injusticia más abyecta sufrida en la persona física de mi hijo Marduk Chimalli Hernández Castro, fue una eternidad. Sesenta y tres eternidades es por lo que se ha de multiplicar la entereza de la dignidad del compañero Alberto Patishtán.
La lucha de clases sociales, nuestra lucha como proletrios contra una despótica satrapía al servicio de la burguesía, es una lucha continua, permanente, de infintas Pequeñas Narrativas que una a una están construyendo no sólo el futuro de una nueva sociedad, sino esencialmente su moralidad, los valores de la sociedad futura.
Las Pequeñas Narrativas, como ésta de 13 años del compañero Alberto Patishtán, son las que forman esa Gran Narrativa de lucha libertaria del proletariado, y nadie lo ponga en duda: la fuerza moral acumulada del proletariado habrá de derribar ya, los muros de esa prisión “de adentro”, para liberar a los luchadores ejemplares como él, con los cuales derribar los muros de esta prisión “de afuera”. Empecemos por declarar abolidas las fronteras, las ideas patrioteras, nosotros, el proletariado, no tenemos patria, y si 13 años de injusticia (como para nosotros en el límite lo fueron 75 días), nos hacen ver que esta ley burguesa para nada sirve que no sea para nuestra represión fascista, entonces vayamos haciendo una, dos, tres, mil piras en toda esta tierra, alimentadas con la “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, y vayámosle poniendo fin a todo esto, que será empezar a construir lo otro, lo nuestro.
Con un saludo fraterno y solidario sumando a la fuerza moral por la libertad del comapñero Aberto Patishtán, Luis Ignacio Hernández Iriberri.
¡Venceremos! Caricatura de Marduk Chimalli Hernández Castro, en el Reclusorio Norte, tras su arrbitraria detención con la inmoral fabricación de un delito (detenido el 15 de marzo de 2013, y liberado el 28 de mayo de 2013).
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