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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:36

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (36)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 25 nov 10.

 

 

Al respecto, en esa exigencia de la formación de la personalidad, ya Makarenko –citado por Shishkin– apuntaba: “las exigencias morales hacia el hombre deberían ser superiores al nivel medio de la conducta humana.  La moral exige una equiparación general con el comportamiento más perfecto...”[1], y es este comportamiento; a manera de “costumbre” (que como significado de “moral”, etimológicamente quedaría más precisamente dicho); la que siendo hábito, se hace virtud.  Sin duda, en el concepto de “conducta” aquí mencionado por Makarenko, el fundamento psicologista puede colarse, y por ello, nos parece pertinente introducir la cita de Titarenko en la cual éste expresa: “La educación del individuo en los principios de la moral comunista no se reduce al entrenamiento de la conducta sin vínculo alguno con la personalidad del educando, ni con sus necesidades e intereses”[2], donde en ese vínculo de la conducta a la personalidad va la lucha por la realización social humana y no el simple entrenamiento acerca del “modo de portarse” o el “buen actuar” en abstracto.

 

Luego entonces, la formación de la personalidad en la cual se expresa la realización social humana (la humanización del ser humano) es la esencia de la relación ético-estética docente-estudiante.

 

Una educación verdaderamente progresiva en lo moral y en el pensamiento científico, no podrá entenderse en consecuencia sin una teoría del Humanismo, tal cual el Humanismo es en su esencia una teoría científicamente fundada; es decir, tal cual el Humanismo renacentista.

 

Así, el Humanismo como filosofía renacentista, tiene sus primeras expresiones ya desde el mismo s.IX en el pensamiento de Juan Escoto Eriugena, que, cuestionando no sólo el planteamiento neoplatónico-escolasta de Gottschalk, de Maure e Hincmaro, del acto creativo de Dios en el cual no hay explicación al origen del mal, sino, cuestionando aun la solución misma que Plotino daba a dicho problema sustituyendo la “creación” por la “emanación de Dios mismo”; pero por lo cual por su parte, dejaba predestinados necesariamente a los seres humanos; Juan Escoto propuso la “ateísta” identidad Ser Humano-Dios, y como tal bajo condición de libertad.  Fue el primer planteamiento panteísta, por el cual Dios mismo desaparece y el ser humano ocupa su lugar*.

 

El ser humano “predestinado” por sí mismo, libre, traza su destino con arreglo a sus propias capacidades y posibilidades.  Se rompe, con ello, con el misticismo, y la ciencia ocupa su lugar.  Se iniciaba así, ya en la Baja Edad Media, la transición al período ilustrado del régimen capitalista.

 

Un cambio radical en lo moral, en las condiciones subjetivas de la sociedad capitalista misma, requerirá de un cambio drástico en las condiciones económico-sociales, en las condiciones objetivas; implicará la revolución social.  De ahí que, como dijera Fidel Castro Ruz: “La revolución, con su inmensa carga de humanidad, igualdad, fraternidad, moral y belleza, es la más extraordinaria de las proezas del hombre.  Ella nos hace a todos elevarnos hasta llegar a ser superiores a nosotros mismos...”[3].   No estando pues, en una situación revolucionaria, los planteamientos de esta tesis enfilan hacia la potenciación de las condiciones subjetivas que habrán de realizarse dados los cambios en las condiciones objetivas que le determinan.

 

Ello se pone en juego en cuanto se opera la lucha por el progreso moral de la sociedad ya desde el seno del capitalismo, precisamente entre aquellos cuadros educados de manera especial que habrán de ser, de alguna manera, continuadores, guías y contribuidores a la edificación futura de una nueva sociedad.  Así, si bien lo dicho por Fidel Castro o Ernesto “El Ché” Guevara, se dice desde la palestra de la revolución socialista, nos toca a aquellos que estamos conscientes de la necesidad en los procesos revolucionarios, el echar las bases de la futura realización social.

 

“En cada época histórica concreta –dice Shishkin–, la moral suprema era la que hacía avanzar a la sociedad, la que abría camino hacia un futuro mejor –y a continuación insertando una cita de Lenin agrega de éste–, <<la moral sirve para que la sociedad humana se eleve, se emancipe de la explotación del trabajo>>”[4]; explotación que ocurre como condición necesaria en la producción mercantil y generación de valores de cambio con la enajenación del trabajo abstracto y que sólo es emancipable mediante la revolución social; mas una condición para que la humanidad se eleve y emancipe de la explotación, es decir, para que la revolución social se realice, es la desalienación del valor de uso, la desfetichización o descosificación de las relaciones humanas; o, dicho de otra forma, por la reapropiación ético-estética de lo humano dado en el trabajo concreto.  Con la particularidad de que mientras ello no es posible para el obrero, para esa vanguardia del proletariado o clase asalariada que realiza el trabajo simple (manual), que no siente suyo el producto de su trabajo y no reconoce en él su contenido humano y por lo tanto no se reconoce a sí mismo en éste.  En él, “la desvinculación respecto del trabajo se manifiesta claramente en que tan pronto cesa la obligación física o de otro tipo de realizar un trabajo se huye de éste como de la peste”[5] (Marx); mas por el contrario, sí lo es posible no obstante, para el docente, que realizador del trabajo complejo (intelectual), es consciente y capaz, en un momento dado, no sólo de reconocer como suyo el producto de su trabajo dado su contenido humano, sino de reconocerse a sí mismo en éste; y con ello, dar lugar al progreso moral de la sociedad.  Así, “la transformación moral de las relaciones y conciencia de los hombres provocada por el tránsito del capitalismo al comunismo, es la más fundamental”[6], dice Titarenko

 

El progreso moral de la sociedad expresado en el concepto del desarrollo ético-estético, significa a su vez el reconocimiento de lo bello, y lo bello en el caso de los individuos; a fin de valorar más directamente la relación Maestro-Discípulo; se da no por lo físico externo de la persona, sino por lo humano de la misma, esto es, por su espiritualidad (mas no en su sentido místico, sino humanista), por la heroicidad, por la capacidad de sacrificio, por el dsprendimiento de sí y la entrega incondicional y desinteresada sustentada en el verdadero amor.

 

Ello supone una gran conciencia social –ajeno ello totalmente al individualismo y egoísmo actual–, supone pues, el profundo reconocimiento del individuo como una determinación social.  La formación de la personalidad no es así la formación del individuo aislado de lo social, sino la formación del individuo en tanto ser social; de ahí que Marx dijera acerca de la propia personalidad, que ella es “un conjunto de relaciones sociales”: “La concepción científica de la personalidad, se apoya en la concepción marxista del hombre como ser biosocial, cuya esencia es el conjunto de las relaciones sociales”[7]

 

En esta tesis ciframos, sobre la base ejemplar de la relación Maestro-Discípulo, el ejemplo del real progreso científico y moral de la sociedad; y de ahí que retomemos de Suchodolski, casi cual apotegma, el que: “la ciencia existe no sólo fuera de los hombres en tanto que sistema de conocimientos, sino también dentro de los hombres en tanto que educación”[8]; respondiendo ello al principio de que la ciencia existe fuera del pensamiento en tanto que sistema de conocimientos, dado el reflejo de la realidad objetiva como un todo ordenado y armónicamente integrado, esto es, como sistema; apropiado éste, el conocimiento científico se constituye en educación.  Pero si bien ello es en cuanto al progreso científico, en cuanto al progreso moral, a su vez retomamos al mismo Suchodolski: “el esfuerzo pedagógico no tiene como finalidad la formación de unos conocimientos morales y el promover la obediencia a las normas obligatorias, sino la formación de los educandos con miras a que la solicitud hacia los hombres, la predisposición a las acciones socialmente valiosas y la dignidad personal sean el natural y necesario reflejo de su <<modo de ser>>...  Así arraigada, la moralidad no requiere ninguna fundamentación ni justificación: el hombre debe vivir así”[9]

 



[1] Idem. p.13

[2] Titarenko, A.I; Ética Marxista; Ediciones ENSPES, La Habana, Cuba, 1983, p. 6 (subrayado nuestro)

* Ruggiero, Guido de; Sumario de Historia de la Filosofía; Editorial Claridad, Buenos Aires, 1948; pp.127-128.

[3] Titarenko, A.I; Ética Marxista; Ediciones ENSPES, La Habana, Cuba, 1983, p. 3 (tomada de “Fidel Castro: Discurso en la Sesión Solemne de la Asamblea Nacional del Poder Popular”; Ed. Política, La Habana, 1979, p.28”)

[4] Shishkin, A.F; Ética Marxista; Editorial Grijalbo, México 1966, p.73

[5] Ibid. p.115 (citado por Shishkin de Marx; Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844)

[6] Titarenko, A.I; Ética Marxista; Ediciones ENSPES, La Habana, Cuba, 1983, p.59.

[7] Foroba, NT, Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso, Moscú, 1984. (v. Pesonalidad).

[8] Suchodolski, Bogdan; Tratado de Pedagogía; Editorial Península, Barcelona, p. 260

[9] Ibid. p.261

 



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