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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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4 mayo 2014 7 04 /05 /mayo /2014 22:04

Qué es la Geografía; el Debate de la Naturaleza de la Geografía en el Siglo XX en el Mundo.  (8)  (46/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

31 dic 13.

 

La Geografía como ciencia del estudio del espacio (y éste como las propiedades de sí  mismo), podía definirse ya por lo homogéneo en una abstracción y generalización científicamente dada.

 

Queda en ello definir lo que se entiende por espacio, y por las propiedades esenciales de éste, lo hemos enunciado como: “la dimensionalidad material de la dialéctica continuo-discreta”.  El espacio es eso, la dimensionalidad de un “algo” material, dado en la dialéctica o relaciones entre los estados de espacio en sus propiedades de sustancia o campo.

 

Finalmente, responder a qué es la Geografía, es exponer que ésta es la ciencia del estudio de la dimensionalidad material de la dialéctica o relaciones entre los estados de espacio en su forma continua o discreta, como de campo o sustancia.  El siguiente punto, será responder en qué consiste ello, y esencialmente, sin referir nunca más a los fenómenos como tales; pero, por el momento, la respuesta a la pregunta planteada ha sido dada.

 

El debate acerca de la naturaleza de la geografía en el siglo XX fue, en primer lugar, y en general, porque a esta ciencia le había llegado su momento histórico de ponerse en claro en el concierto de las ciencias, su propia identidad con la determinación y definición de su objeto de estudio, pero, del cual derivar su método, y con él, la integridad de su cuerpo de teoría científica acerca de una faceta dada de la realidad; y, en segundo lugar, porque con el alto nivel de especialización de las ciencias y un conocimiento cada vez más avanzado reclamando por su propio desarrollo el esclarecimiento de la faceta de la realidad propia al conocimiento en esta ciencia, la contradicción histórica esencial del pensamiento geográfico llegó a su punto de agudización más extrema.

 

Si el debate se prolongó por todo un siglo, básicamente fue por una sola razón: del concepto de espacio como reflejo de una faceta de la realidad objetiva, aún no sólo no estaba claro en su naturaleza, sino incluso en su realidad misma.  La noción del espacio más avanzada, hemos visto, estaba dada en la física de Einstein en su idea del continuum, no del espacio como un “algo”, sino tan sólo como “la espacialidad”, es decir, tan sólo como un conjunto de propiedades espaciales, y en el pensamiento filosófico más avanzado dado en la dialéctica materialista, no sólo se tomó posición por la definición einsteniana, sino se condenó  como metafísica toda otra opción que atribuyese al espacio una condición de un “algo” independiente del continuum (es decir, en el sentido no sólo del espacio como el vacío recipiente, sino incluso del espacio como un “algo natural” relativo, esto es, no únicamente coexistente con los movimientos de la materia y sus sustratos portadores, sino con las formas de existencia, que no fuese el continuum mismo), sorprendentemente, identificando el vacío con “la nada”, ciertamente este último concepto, una noción metafísica.

 

Sólo los adelantos tanto en física como en filosofía dados en las últimos años del siglo XX, como, principalmente en los inicios del siglo XXI, permitieron darle al vacío categoría de realidad material objetiva, de donde el concepto de espacio tuvo que reelaborarse, y con él, la definición del objeto de estudio real del conocimiento geográfico.

 

La solución al debate, en consecuencia, fue, al mismo tiempo, la solución a la contradicción histórica esencial  del pensamiento geográfico, su culminación.  El desarrollo dialéctico históricamente dado  de dicha contradicción, hizo que en la síntesis de la identidad del conocimiento geográfico dado por Eratóstenes (la espacialidad de la Tierra por su forma y dimensiones, con el registro cartográfico de todo lo existente en él), Posidonio observara que había una diferencia: la preeminencia de una filosofía de la naturaleza; y su discípulo Estrabón, llevó entonces esa diferencia al grado de tajante contrariedad en el pensamiento geográfico, en donde se negó que la geografía fuese sólo el aspecto eratosténico enunciado y principalmente él, aun cuando sin negarlo como tal.

 

En el renacer de la ciencia y su determinación en su forma moderna durante el período de la Ilustración, esa contrariedad escaló al grado de contradicción plena, es decir, de negación excluyente mutua entre el fenomeniosmo estraboniano y el espacismo eratosténico; y si en el siglo XVIII dominó el criterio espacista, en el siglo XIX las cosas se invirtieron y dominó el criterio fenomenista.

 

No siendo, al final, una contradicción antagónica, sino habiendo un carácter indisoluble entre sus opuestos, el debate de la naturaleza de la geografía en el siglo XX se planteó como la necesidad de la subsunción lógico-dialéctica de un opuesto en otro.  Y eso es lo que está en el fondo como proceso de abstracción y generalización en las definiciones del objeto de estudio en su expresión como relación funcional, no bastando el subsumir un opuesto en el otro en forma de dependencia.  El pensamiento abstracto y la generalización tenían que superar esa relación de lo concreto real, para darnos, en lo concreto pensado, un conocimiento más profundo y exacto de la verdadera naturaleza de la geografía.

 

 

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