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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
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16 septiembre 2012 7 16 /09 /septiembre /2012 22:01

¡¡De la Tragedia a la Farsa!!

 

En todo caso, para todo efecto práctico, luego de treinta años de reformismo de “izquierda” que derivó en una mayordomía de sátrapas, ha sido el más estrepitoso fracaso histórico de esa “izquierda” en México; y no en los hechos de este 2012 que sólo son confirmantes, sino dado desde el 2006.

 

Ahora, al igual que los sicilianos en la “Caravana del Este” yendo a suplicar a Washington, esta “izquierda” liberal a modo de a left glove upside down, se va a las “Cortes de Europa”…; buen viaje!..., aun cuando el asunto ahora es al revés, pero, no dejéis de visitar Miramar.

 

Finalmente, ha sido no sólo el fracaso histórico del reformismo de la “izquierda” mexicana, sino el fracaso histórico de la misma democracia liberal burguesa aquí, y con ello, del último hálito en el sentido progresivo de la sociedad capitalista.  La involución no puede ser más que al fascismo más o menos disfrazado.

 

Terminaron así, contrariados con las masas proletarias demandando la revolución, quienes no fueron los primero en ofrecer y dar su sangre por la defensa de la voluntad popular; que en el 2006 antes que responder por la ira del pueblo, la atenuaron en la simulación de la protesta; y que en el 2012, de los que se esperaban los estadistas que ante el despojo a la voluntad popular, ni en 1988, como tampoco en 2006, respondieron consecuentemente en su defensa; hoy, a ese pueblo, en vez de levantarle y enseñarle a no ponerse de rodillas, del que se esperaba el estadista diez siglos lejos de Canossa, de Enrique IV y Gregorio VII, fue y se arrodilló ahí, ante Benedicto XVI, donde se envilece la ignominia.  Lejos, muy lejos todos de un Vicente Guerrero, de un Juan Álvarez, incluso de un Ignacio Comonfort; ya no se diga de un Juárez o unos hermanos Flores Magón; pero ni siquiera de un Madero o de un Carranza.  De esa tragedia del 2006, se pasó a la farsa del 2012.  Y la historia no perdona.  Bien dijo Marx acerca de la repetición de la historia, que cuando lo primero ocurre como tragedia (2006), lo segundo ocurre como farsa (2012).

 

Finalmente, una Plaza Mayor llena, proporcionalmente representó la respuesta a la convocatoria del 17 millones de mexicanos (17 millones de votantes, 1 millón de ellos en forma de analistas).  Allí nos congregamos para dos expectativas: 1) la vana esperanza del llamamiento a la revolución; o, 2) el punto final a la alternativa reformista.  En cualquier caso, un adiós a una época.

 

A tercios, si bien no iguales sino proporcionales, electoralmente en el juego democrático burgués, por simple aritmética, la izquierda, como izquierda, no arribará nunca al poder (acaso en forma de una “izquierda moderna”, tanto, como convertida en derecha); dos tercios de conservadores que cerrarán filas siempre en su contra, prácticamente le duplican la votación (19 millones de votos del PRI, más 13 millones de votos del PAN).  Por simple aritmética, ya no se diga ideológica y programáticamente, la “izquierda” reformista y  ha perdido sentido, ya no representa ninguna táctica ni estrategia del proletariado; pero, con ello, a su vez, también toda la democracia burguesa fraudulenta, por la que –dijo, tomado entre líneas, acertadamente Javier Jiménez Espriú– “hemos sido sentenciados por el Tribunal Federal Electoral sin derecho a fianza, a seis años de regresión, opresión, corrupción y trabajos forzados… (en) una democracia que se desmorona, un patrimonio que desaparece, una soberanía que se remata al mejor postor y una dignidad nacional que se avasalla…”; sólo que, el que esto último sea, está en la naturaleza del hacer de ese enemigo histórico, pero ante lo cual no hay la respuesta correspondiente: la revolución, sino sólo eso, “una dignidad nacional que se avasalla…”, porque se deja avasallar, porque una mayordomía de sátrapas la hace vasalla.  A lo que la “izquierda” reformista llama, es a la “resistencia civil”…, a la resistencia, a aguantar, a soportar, a conformarse…, a resignarse (¡luego, ya Dios dirá!).

 

En Morelos, el gobernador electo de “izquierda”, aún no toma posesión, aún no tiene los problemas encima, y en el de la educación, ya resolvió mal: ha hecho la declaración de que en la Secretaría de Educación Pública local, nombrará como secretario a un prestigiado Rector de una Universidad…, privada!  Ni la menor idea del problema educativo.  Anunció, no la prioridad de generar fuetes de trabajo productivo, sino que, en vez de construir prisiones, construirá escuelas y dará becas a todos (para que transfieran el presupuesto del Estado al capital privado), y eso si hay quién pueda estudiar, pues lo hace sin entender que para estudiar, primero hay que comer, y para poder comer, primero hay que trabajar…, y del trabajo no ha dicho una palabra.

 

En el arte de hacer de la revolución un revoltijo, esa “izquierda” ahora vuelve al reacomodo, pero en ninguna variante ni responde, ni puede responder ya, a objetivos tácticos de lucha proletaria, eso se agotó, ese ya no es el camino del proletariado, si es que en algún momento lo fue alentando esperanzas vanas.  Ha quedado convertida ahora en una filantropía apiadada de los pobres sin interesarle realmente resolver la pobreza y las necesidades del proletariado, con la que sólo medra por mezquinos intereses.

 

Ante la demanda popular del llamamiento a la revolución, la respuesta fue: ¡Sí, revolución pacífica!; y ahí quedó (por tercera vez de igual manera, 1988, 2006, 2012), uno, el pueblo, la masa proletaria; y otro, una “izquierda” reformista en no más que en calidad de mayordomía del capital; nada que ver ya lo uno con lo otro.

 

Ciertamente es triste, ahí quedan comprometidos amigos, compañeros de lucha y de ideología, familiares…, y todo lo que conlleva en sueños y anhelos.  Élpiz ya no bate sus alas, es una imperceptible y tenue ráfaga de viento seco lo que las hace tremular.  La falta de legitimidad ahora, es ya en todo.

 

El espurio se va, dejando al país en el desastre total, pero ello está en la naturaleza de la reacción conservadora burguesa a la que no le preocupa en lo mínimo la sociedad; pero lo que está en la naturaleza de la acción y carácter progresista del proletariado, es algo moralmente supremo, y estéticamente sublime: la revolución.

 

Este obsceno Estado “ni-ni”, que ni garantiza el derecho al trabajo, ni ofrece una educación pública real, es ya, de antemano, pura y exclusiva demagogia.  La salida ya es única, y la burguesía virreinal y sus modernos encomenderos la obstruyen; luego, la opción es única.

 

Quedada de lado la insulsa mayordomía, detrás, a lo lejos, se ha puesto en marcha el proletariado; como dijera Engels, el proletariado, por lo que el proletariado históricamente es.  Apenas tenues ráfagas de viento hacen llegar las disonantes notas  y compases de una banda musical; sus platillos, su tambora, la tuba, el trombón, el tambor y demás instrumentos ejecutados en movimiento, con los cuales, en la más profunda introspección, con los puños cerrados, decidido, los harapientos, los hambrientos, los deshumanizados por la opresión y explotación, el proletariado, marcha a paso lento, de frente, a su inevitable encuentro con la historia; no sólo hombres, sino mujeres, sus hijos, ancianos (quizá por ello el paso lento); entonando el canto de “La Internacional” al flamear de las tintas banderas con la sangre de las pasadas luchas y el ondular que dificulta la lectura de las demandas al Estado en las pancartas, que de cualquier modo todos y el mismo enemigo histórico, saben: ¡Trabajo!, ¡Salario Justo y Digno!, ¡Educación Científica y Popular!, ¡Respeto a los Derechos Laborales!, ¡Salud!, ¡Seguridad Social en la Vejez!, ¡Vivienda!, ¡Alto a la Carestía!

 

Nada de eso está ya en posibilidad de satisfacer el Estado, ¡ha sido el primero en renunciar a esa responsabilidad!  Y la descubierta de ese contingente de protesta proletaria lo sabe, y marcha; sabe que va a su encuentro, con el más profundo honor y dignidad, con la muerte; pero sabe también, plenamente consciente de ello, que la pura existencia en el oprobio, la ausencia del menor atisbo de la plenitud de la vida, es enteramente equivalente a esa muerte segura bajo la metralla, y ante ella permanecerán a pie firme.

 

Con su sangre se entintarán las nuevas banderas de los viejos ideales, que empuñan ingentes columnas de obreros, campesinos y todo tipo de trabajadores asalariados que componen al proletariado, hasta que, moralmente exhausto, el capital deje de estar presente para siempre.  La grandeza de su más amplia y profunda integridad y entereza moral, hace, en forma inversamente proporcional, la miseria de espíritu, la vileza, la ruindad y la derrota histórica de su enemigo histórico, que, como lo dijera Benito Juárez, “está de antemano moralmente derrotado”, en este caso ahora: el capital y quien lo encarna, la burguesía.

 

Surgirá entonces un nuevo orden de cosas, un nuevo Estado eminentemente social y una nueva manera de organizar la producción de los bienes materiales la sociedad.  Ello ya se puede adelantar, nos lo dejaron no sólo en teoría, sino en una diversidad de experiencias prácticas durante el siglo XX, Marx, Engels, Lenin y sus seguidores.

 

Estamos ahora, pues, al borde del desastre: el derrumbe del capitalismo.  Que la izquierda, aún con su estrategia reformista, arribara al poder, era de suma importancia, no para evitar el caos, sino para minimizarlo, para garantizarle ciertas salidas; un gobierno sin legitimidad, nos conducirá, inevitablemente, al fascismo.

 

Tres millones de votos o más, son la expresión del desprecio a quien ha traicionado una y otra vez.  Si esta opción de “izquierda” ya no es la opción, si ya no es el camino del proletariado, quizá se está contra el tiempo.  Pero si en lo cual es ahora la forma natural del movimiento social, o el tiempo se consumirá en ello, o es un futuro que ya escapa a nuestra comprensión, tanto como a las leyes económico-políticas del desarrollos social previsto por Marx.  De modo que, en general, o ya no hay más teoría, o ésta está por realizarse plena.

 

 

Son nuevos tiempos, quizá la vieja teoría político-social de la revolución ha caducado.  Ciertamente, hoy la tecnología militar de represión está ya en el ámbito de la ciencia-ficción hecha realidad; y en correspondencia, otros tienen que ser ya los nuevos métodos de lucha, los cuales ya escapan a nuestra comprensión.  Habrá que estudiar de nuevo la práctica político-social a la luz creativa de la dialéctica materialista, y hacer las nuevas abstracciones y generalizaciones teóricas que guíen las nuevas formas de lucha.  No obstante, hay ciertos principios universales que no son asunto de forma, de táctica, sino de contenido, estratégicos, como todo lo que tiene que ver con la dignidad humana (de ahí nuestra crítica, aun cuando a su vez, nuestro paso a atrás).

 

Leíamos por ahí una frase del "Che" Guevara : "La lucha se pierde sólo cuando se abandona", y nosotros como proletarios, no podemos agregar sino: Y cómo se podría abandonar la lucha que se da históricamente por nuestra sola existencia, aún abandonándola en una forma, sólo se da en otra, estemos conscientes de ello o no, y dada en infinitas formas y trincheras; si bien de lo que se trata es de ir más allá de ser como en su propia condición "denuncia de la miseria real".  Todavía más, ese aparente abandono reduciendo la política concreta a la moral, en una aparente impotencia que renuncia a la acción, sea quizá ahora, no sólo la forma más elevada de laucha, sino la más esencial y efectiva, sobre la base del pensamiento juarista de que ese enemigo histórico está, de antemano, moralmente derrotado.  Luchar desde la moral incide en lo más general y esencial: la entrega de la vida por todos los demás y el futuro.  No la entrega gandhiana de la vida dejándose apalear, sino con las armas en la mano, desde una piedra, una herramienta de trabajo, o un fusil, dando la vida con entera dignidad a pie firme, con honor e integridad, dispuesto a morir: el cargo de conciencia en el soldado raso que volteará -como en tantos casos de la historia- sus armas a los asesinos, dará el triunfo.  En la lucha moral, es marchar a la muerte sin miedo alguno, y con el más absoluto decoro; es cambiar la inanición por la dignidad humana.  ¡Marchemos, pues, los viejos por delante, es nuestro atributo!, así sea a paso lento.  Los grupos de poder del capital monopólico mundial, está por poner en acción la fase decisiva de su plan para establecer el “Nuevo Orden Mundial”: no van a hacer nada, no están ya haciendo nada, para tratar de contener el desastre; paradójicamente, al contrario, van a hundir a la sociedad en un terror mayor en la barbarie, de modo que su clamor sea ya no por un orden de cosas proletario, sino por el mismo “Nuevo Orden Mundial” capitalista.

 

El recurso para ello, es una poderosa tecnología de geoingeniería, que en manos demenciales está convertida en arma geoterrorista.  Opera en ciertas condiciones planetarias y de la situación del campo geomagnético, entre otros factores, como la energía solar.  Un momento crucial de esos factores se observan en el próximo momento del Equinoccio de Otoño.  Nada tiene que ver con esoterías de “profecías mayas”  o pamplinería semejante.  Los entendidos en el asunto, han hecho un llamado a denunciarlo para tratar de contener su acción, que no obstante, al parecer, un primer caso de este período, se ha dado en el sismo de 7.6ºR del 5 de septiembre en Costa Rica; no es porque esos grupos de poder hagan demostración de su armamento para someternos, sino impelidos por la necesidad de conservar el orden económico social en que impone su poder.

 

México, sede de esas esotéricas “profecías mayas”, está convertido en el campo propicio para que ese geoterrorismo pase a una siguiente etapa…; y al buen entendedor, omisión de lo innecesario.

 

Y pongamos, pues, por último, el grafo más racional e importante de todos: .

 

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