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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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9 febrero 2014 7 09 /02 /febrero /2014 23:01

Nsostros en el Brazo de Orión46º 54’, 13,000 años Después: el cuasi-cristal mineral más grande de Universo  (4/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

05 ene 14.

 

El cristal más grande del Universo.

 

Ante el objeto poliédrico ubicado en AR 16h 19m 35s; d -88º 43’ 10” en la Constelación de Octante, no cabe pensar más que en dos posibles cosas: 1) es, de manera natural, una formación cristalina, por demás gigantesca; o 2) es, de manera artificial, una construcción hecha por una civilización inteligente.  A reserva de que se establezca que es una formación natural, reflexionemos sobre la hipótesis de que pudiese ser un artefacto de otra civilización.

 

Al respecto, lo primero que intriga, es su posición casi directamente sobre el Polo Sur; y para entender la importancia del hecho, se hace necesario explicar lo siguiente: usando el plano ecuatorial de la galaxia como referencia, resulta, en primer lugar, que el plano ecuatorial del Sistema Solar, o Plano de la Eclíptica, está casi perpendicular al plano ecuatorial galáctico; de modo que el Eje de Rotación de la Tierra, queda perpendicular a su vez, al Plano de la Eclíptica, y de este modo, coincidente en general, en forma paralela al plano ecuatorial de la galaxia.  Este hecho nos permite inferir, en segundo lugar, que hay serias razones para no desestimar al objeto de Octante como un artefacto de construcción inteligente.

 

Perpendicularidad-de-Planos-Galactico-y-Ecliptico.JPG

Perpendicularidad de los planos ecuatorial de la galaxia y el Plano de la Eclíptica o del Sistema Solar; por lo que el Eje de Rotación de la Tierra coincidirá aproximadamente en forma paralela con el plano de la galaxia.

[Fuente: sky-map.org, modificada por el autor]

 

 

Esa influencia se basa en el proceso evolutivo de la Galaxia.  En su origen, de una densa masa protoestelar, se forman dos nodos diametralmente opuestos, a partir de los cuales se comienzan a generar los brazos que se extienden en forma de espiral conforme el núcleo de la masa galáctica rota sobre su eje polar.

Nuestra-Galaxia-1-copia-1.JPG Nuestra-Galaxia-2.JPGNuestra-Galaxia-3.JPG

Simulación de la Evolución de la Galaxia

 

 

En consecuencia –y este es el punto clave–, las estrellas en la región extrema de los brazos espirales, hacia las puntas, que es la región de la formación de las primeras estrellas, serán, por lo tanto, las más antiguas.

 

Como se ha observado por el Telescopio Espacial “Kepler”, los sistemas planetarios son comunes, por lo que esas estrellas antiguas en el extremo de los brazos espirales, podrían tener planetas donde la vida ha evolucionado hasta formas inteligentes muy avanzadas, muy superiores al avance de nuestra civilización en un planeta de una estrella, el Sol, ubicada hacia la parte media de uno de los brazos (el llamado Brazo de Orión).  Más aún, como para confirmar las sospechas, el Telescopio “Kepler”, apunta aproximadamente en dirección del Polo Norte Terrestre; esto es, hacia las estrellas próximas aún más jóvenes que la nuestra, donde si algún planeta ha desarrollado vida inteligente, ésta tendría un avance semejante al nuestro, pudiendo ser una civilización comunicativa que podamos entender.

  

El-Sol-en-el-Brazo-de-Orion.JPG

Nuestra Galaxia.  El Sol, y con el el planeta Tierra, al centro en la parte inferior, se encuentra ubicado hacia la parte media del Brazo de Sagitario, mismo que se bifurca en un brazo más exterior denominado Brazo de Orión.  El triángulo en blanco representa el cono de observación del Telescopio Espacial “Kepler”, haciéndose la observación de que es en dirección a las estrellas formadas con posterioridad al Sol.  En sentido opuesto se extiende por más de 400 años-luz el extremo del Brazo de Orión, hacia la región de estrellas que se formaron mucho antes que el Sol, donde se anota: “Vecinos Galácticos”.

[Fuente: National Geographic]

 

 

Pero si el Telescopio Espacial “Kepler” girara 180º, observaría directamente hacia el espacio sobre el Polo Sur terrestre, en donde las estrellas, cada vez menos cuantiosas, son, cuanto más lejanas, más antiguas, y por o tanto, si hubiese algún planeta con vida inteligente en ellos, sería, en las probabilidades, mucho más evolucionada que la nuestra, y, paradójicamente, sería más difícil no sólo entender en su lógica, sino incluso, muy probablemente, ni reconocer en su naturaleza.

 

Basta, pues, esta explicación, para entender la importancia del objeto de Octante ubicado hacia esta región de estrellas primarias más antiguas, y objeto del que no podemos saber, con los datos dados hasta ahora, ni su distancia, ni en qué dirección, sentido y velocidad pueda estarse moviendo, así como tampoco la lógica de su posible construcción, de no ser una gigantesca formación mineral cuasi-cristalina.

 

En todo caso, bien podría pasar en nuestra proximidad, dar cuenta de nuestra existencia, y, cual si nosotros pasáramos al lado de un termitero, seguir su trayectoria sin darnos la mayor importancia; pero bien podría ser todo lo contrario; y ya estará la humanidad viviendo “la vuelta”, 13,000 años después, de los “alienígenas ancestrales”, aquellos de hace 13,000 años (los dos mil de nuestra era, más los diez u once mil años que nos remontan hacia fines del neolítico), al punto de origen.  Sólo que esta vez, somos ya 7000 millones de humanos, y ellos ya no serían (acaso sólo para algunos), los “dioses”, sino otra civilización inteligente; esos otros a los que hemos de ver como  “otros ellos”, o como “otros nosotros”.

 

Y esa es la esencia de la exopolítica; ante la posibilidad del encuentro en los más fantásticos escenarios posibles a imaginar: quiénes somos nosotros; quiénes podrían ser ellos; cuál sería, en su caso, el protocolo a seguir, y cuáles las consecuencias de una u otra situación.

 

Y si este objeto de Octante que bien puede ser natural, despierta esta reflexión, la misma se hace absolutamente necesaria ante otros hechos de evidente y descomunal estructura artificial: unas “donas” simétricamente dispuestas en varillas paralelas de millones de kilómetros de largo; y luego algo más extraordinario aún que ocurre con esas varillas, perceptible en las imágenes expuestas, que pudiera cambiar nuestra noción de la estructura del Universo, o, por lo menos, de nuestra galaxia.

 

 

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