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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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12 abril 2015 7 12 /04 /abril /2015 22:03

1927 G.N. Katterfeld (1927-2013)Comentario a, La Faz de la Tierra  su Origen, 1962; de Genadi Nicolaevich Katterfeld.  (6/)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

13 mar 13.

 

Del Capítulo 3: Homologías Geográficas.

 

Una homología geográfica es aquello que se dice igual a algo prefijado (de, homo, igual; y leguis, decir).  Este método de observación se complementa al de simetría, esto es, a aquello por lo cual hay armónicamente una correspondencia entre las cosas por sus mismas medidas.

 

Cuando Katterfeld echa mano de la observación de las simetrías de la Tierra y sus manifestaciones en ciertas homologías geográficas, bien dice estar rescatando la metodología geográfica científica más antigua, utilizada ya profusamente por los geógrafos griegos como una de las primeras formas para tratar de entender las regularidades o leyes que rigen la superficie terrestre (hasta los tiempos mismos de Katterfeld, tenida esa superficie terrestre por espacio geográfico).  Y, otra vez, los geógrafos griegos no andaban errados en el camino propio de una ciencia panóptica y mesoscópica como lo es la geografía.

 

Katterfeld va a explicar la importancia de las homologías geográficas, diciendo que, “describir la Tierra y dibujarla en un mapa, es sólo la mitad del asunto.  Es necesario, además, para explicar cómo apareció la superficie terrestre y los océanos, por qué están distribuidos como están en vez de en alguna otra forma, responder a una serie de muy difíciles cuestiones que no pueden dejar  de ser requeridas por cualquier persona con curiosidad.  La clave para entender la distribución de los continentes y océanos se encontrará en esas llamadas “homologías geográficas”…”.

 

Y cual si estuviésemos leyendo los trabajos de Crates de Malos de la Grecia heleno-romana, Katterfeld comienza a exponer la descripción de tales homologías prácticamente con el mismo lenguaje de aquel: “…la Antártida –dice Katterfeld–, es equilibrada por el Océano Ártico (subrayado nuestro); Europa y África por el Gran Océano, los continentes del norte por el océano del sur, y América del Norte por el Océano Índico.  Es sólo América del Sur la que no encaja en este esquema; su antípoda son las tierras del sureste de Asia”.  Y si ese “equilibrio” en calidad de “contrapeso” fue en Crates recurso explicativo real, no figurativo, si bien especulativo; en Katterfeld es recurso explicativo igualmente real, pero ya con pleno fundamento científico, en hechos que los geógrafos tuvimos en la punta de la nariz por siglos.

 

Hasta este punto, no había sido necesario que nos refiriésemos a ninguna de las figuras que Katterfeld inserta en su trabajo, alusivas todas ellas ya a las condiciones geológicas de la Tierra, o bien a su figura geodésica.  Pero es a partir de la figura N° 17 en que es posible comentar lo geográfico.

 

En la figura N° 17, Katterfeld muestra el siguiente mapmundi con el título: “Distribución Antípoda de Continentes y Océanos”.

 

 

Como puede verse en él, está ahí en el mapa lo que antes nos ha explicado al más puro estilo de Crates de Malos acerca de las “masas de contrapeso” para el “equilibrio” de la Tierra, que ahora se convierte en un hecho gravitatorio real.

 

En esta simetría; o como el llama: “distribución asimétrica”; se va a referir en particular a las regiones polares.  El Ártico está ocupado por un círculo casi cerrado de una cuenca marina circumpolar de una profundidad de unos 4,300 m.  Por lo contrario, la Antártida está ocupada por un continente circular, cuya altitud es de 2,800 m, y cerca del Polo Sur alcanzando los 3,700 m.  De lo cual, explica Katterfeld, la región de la superficie de la litósfera en el Polo Norte, está a casi 8.5 km más cerca del centro de la Tierra que la región del Polo Sur.

 

Katterfeld, geodésicamente, observa que la figura de la Tierra adquiere forma “cardioide”.  Luego, en la figura N° 18, en un cartograma titulado “Asimetría de la Distribución Zonal de Tierras y Mares en la Superficie de la Tierra”, Katterfeld muestra la distribución proporcional de tierra y mares.  Destaca que los paralelos de 62°j, determinan la regularidad de condiciones de la distribución de la litósfera o del océano, de manera inversa entre el norte y el sur; de modo que el paralelo 62°jN es epirogenético (ascendente), en tanto que el de 62°jS es talasogenético (descendente), mientras que las regiones polares tienen el comportamiento inverso; el Polo Norte tiene un comportamiento talasogenético, y el Polo Sur epirogenético.

 

Esta relación antípoda en un espacio de 13’100,000 km2, “es resultado de movimientos compensatorios de material que se produjo en las regiones polares…”

 

Katterfeld, aún más, menciona que esa distribución de tierra firme y de mar, afecta a su vez a la distribución asimétrica respecto del ecuador geomagnético, en la intensidad del campo magnético de la Tierra, donde la intensidad es mayor en los paralelos de tierra firme, que en los mismos paralelos del océano.  De la misma manera, hace ver otras sorprendentes correspondencias de los meridianos de simetría gravimétrica, con el campo magnético.

 

Luego Katterfeld pasa al análisis del “planeta doble Tierra-Luna”, descartando las hipótesis catastrofistas de que la Luna hubiese sido un desprendimiento de la Tierra precisamente dejando formado el Océano Pacífico, o que hubiese sido capturada por el campo de gravedad e la Tierra luego de un impacto que provocara la depresión de dicho océano.

 

Más bien, Katterfeld muestra en un par de gráficas, el proceso de formación de la Tierra, e inmediatamente después, el de la formación de la Luna.  En ese proceso, se formaron la litósfera y la hidrósfera bajo la ley de la actividad de los “círculos activos” formadores del relieve, como es el caso del círculo con centro en los 0°j, 10°lE; circunscrito al Meridiano Epirogenético de los 70°lW, 105°lW; o de su lado oriental, que rodea la actividad epirogenética de África, y su antípoda en el círculo de actividad talasogenética en el centro del Océano Pacífico, con centro en los 0°j, 165°lW, circunscrito al mismo Meridiano Epirogenético del lado occidental.

 

Hasta la actualidad, la Tierra ha tendido a eliminar su asimetría triaxial, que se hace particularmente evidente en la Proyección Cilíndrica Interrumpida, que muestra la distribución de los continentes con respecto al Meridiano del Eje Ecuatorial Menor (que pudiera decirse, a su vez, diámetro del Meridiano Epirogenético).

 

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