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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:08

1994 Hernández Iriberri, Luis Ignacio; Geografía BásicaComentario a,

Geografía Básica,

Lic. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

  Artículo, 2010.

Dr. Luisi Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 09 sep 10.

 

 

Lo primero que destaca en este trabajo, es el ánimo de “ser, sin serlo”, un libro de texto.  Para 1994 habíamos vuelto a incursionar en la educación, y particularmente en el Bachillerato en ese momento, por lo que nos tocó nuestro turno en la elaboración de nuestra propia herramienta de trabajo publicada como parte de las Ediciones Especiales de la Sociedad Mexicana de Teoría e Historia de la Geografía, que definimos como “libro básico de consulta”, a partir de nuestras propias ideas teorizadas desde tres lustros atrás, y que ya el compañero José C. Martínez Nava había experimentado.  De ahí que nuestro libro no lo titulásemos sino simplemente como Geografía Básica, 1994, en rústica, para el Bachillerato, a la que le acompañaría un trabajo que titulábamos “Geografía: Didáctica Concreta”; en la idea de que a ello le seguirían una “Geografía Superior”, para el nivel superior; y luego una “Geografía Avanzada”, como pautas de desarrollo; mismas que ya ni siquiera hubo oportunidad de intentarlas.

 

No caracterizarlo como libro de texto en sí, partía de una crítica al sistema educativo y, decimos ahí, que se identificase con un “anacrónico y obsoleto sistema escolarizado”[1]; y ello tampoco dicho ahí, en el Prefacio a la Primera Edición, sin fundamento, pues referimos la Declaración Mundial de la Crisis de la Educación, hecha en 1967 en la Conferencia Internacional Sobre la Crisis Mundial de la Educación, realizada en Washington, E.U.

 

Una edición ya más formal, la editamos en 1995, obteniendo para dicha obra el ISBN 968-6476-00-8, con un total de 410 páginas.  Ante la situación económica estábamos contra tiempo, y dicha obra no la maduramos del todo, por lo que quedamos inconformes con ella; la hemos calificado incluso de horrenda.

 

Sin embargo, visto quine años después, realmente, por lo menos en cuanto a la concepción de su estructura, planteamos con consecuencia lógica a nuestras ideas teóricas de la geografía, lo que debía de ser una nueva concepción de esta ciencia y de su enseñanza (ahora sí en verdad, no obstante la “obsesión patológica” del caso), y ello lo demuestra la exposición de dicha estructura.

 

El trabajo, como obra de geografía teórica espacista, y como tal, en donde el estudio del espacio es lo central y esencial, se compone de cuatro capítulos: I Teoría e Historia de la Geografía; II El Espacio Bidimensional; III El Espacio Tridimensional; y IV Sistemas de Información Geográfica y Modelos.  Es pues, evidente en ella, el cambio radical en la forma y contenido en la manera de abordar la exposición de esta ciencia.

 

Ya desde el Prefacio a la Primera Edición, hacíamos ver que en este trabajo se abandonaba las caracterizaciones de la Geografía como “ciencia de los fenómenos”, o de la mezcla de todos ellos como “ciencia mixta”; pero, también, dejando de lado la definición de ésta como “ciencia social”.  Y exponemos: si “el espacio es un atributo físico de la realidad [la Geografía] es necesariamente una ciencia natural, físico-matemática[2].

 

Para entonces, decimos ahí, se expone en su esencia la idea del estudio del espacio en geografía, “no obstante los remedos empíricos”; esto es, el cómo esa geografía idealista conservadora finalmente retoma el concepto, pero lo retuerce y vuelve a confundir al estudioso de esta ciencia.

 

En las dos primeras líneas del Capítulo I, sobre la Teoría e Historia de la Geografía, damos la definición de Geografía en función de su objeto de estudio: “La Geografía es la ciencia del estudio del espacio terrestre[3]. Al tratar con el objeto de estudio de esta disciplina de conocimientos: el espacio terrestre, en el Capítulo II, lógica e históricamente, se trata con éste en su forma bidimensional, exponiéndose los temas de: 1) Cosmografía, 2) Cartografía, y 3) Topografía.

 

Lo complejo se da en el Capítulo III, en el que se trata, en consecuencia, con el espacio tridimensional.  El problema que enfrentábamos ahí en función de una aceptación del libro por profesores y estudiantes, sin que éste les fuese absolutamente extraño; y en esa medida algo casi propio de la ciencia-ficción; era lograr mediar entre la idea común del contenido de la geografía (fenomenista, y, por ello, necesariamente descriptivista), y las nuevas nociones con el empleo de otras categorías propias al espacio como objeto de estudio.

 

Ahí, sin que valiera la pena, literalmente dicho, hicimos esas concesiones fenomenistas de las que, finalmente, nos arrepentimos; y parte por lo cual, inconformes, calificamos de horrendo el trabajo.  Quince años después, ahora, nos justificamos a nosotros mismos y concluimos: <<era, pues, apenas una “Geografía Básica”; ello no sólo era aceptable, sino necesario>>.

 

En todo caso, hoy debemos precisar en qué sentido es el necesario estudio de todo ello.  Y, esto es: 1) como la necesaria descripción en el proceso del conocimiento científico; y 2) como el conocimiento de las propiedades y leyes que rigen el comportamiento de los estados discretos de espacio.

 

El libro no sólo se apoya en los mapas para la exposición del conocimiento geográfico, sino, más aún, explica su teoría como elemento metodológico fundamental del estudio e investigación geográfica.

 

Ahora, viendo ya de conjunto toda esa historia contemporánea de la Geografía en México y el papel que en ello nos tocó jugar, creemos –a pesar de lo horrendo y la consternación que nos causa– que es importante transcribirlo en estas electrónicas páginas, y obsequiarlo al mundo y a las nuevas generaciones.

 



[1]      Ibid. p.17.

[2] Hernández Iriberri, Luis Ignacio; Geografía Básica; SMTHG, Ediciones Especiales; México, 1995; p.14.

[3]      Ibid. p.33.

 



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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:07

1995 Martínez Nava, José C; Geografía IntegralComentario a,

Lic. José C. Martínez Nava;

Geografía Científica, 1989.

  Artículo, 2010.

Dr. Luisi Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 06 sep 10.

 

 

Sin  más recursos que la imaginación y los deseos de contribuir a la ciencia de la Geografía en México, el Lic. José C. Martínez Nava, fue el primero en encontrar respaldo a sus inquietudes de desarrollo profesional en la Sociedad Mexicana de Teoría e Historia de la Geografía, sc (SMTHG), y en el mismo año en que la Sociedad se funda, apenas a dos meses de ello, publica en rústica y forma fascicular, como una Edición Especial de ella (en los archivos de la SMTHG se conservaron los dos primeros fascículos), su “Geografía Científica, Un Nuevo Enfoque para la Enseñanza Media Superior”, 1989.  El fascículo Nº 1, de cuatro, apenas pasa de las cincuenta páginas en el formato de medio oficio y todo él está dedicado a los fundamentos teóricos de la Geografía: su definición, objeto de estudio, método e historia; todo ello, con fundamento marxista o dialéctico materialista (por lo que no debe entenderse ingenuamente esa politización de la ciencia a manera de una “geografía radical” o “geografía progresista”); en una interpretación espacista de esta ciencia (el segundo fascículo comprende a su vez cincuenta páginas, y fue dedicado al tema de la Cosmografía).

 

En el Prólogo a la obra, que el compañero nos confirió el honor de redactar, no escapamos, dado el título del trabajo que prologábamos, a la “angustia obsesiva” de todo geógrafo que incursiona en esta problemática, y así, decimos ahí: “…el primero en su género: el de una nueva concepción de la Geografía”, en su esencia, el ser, como su título lo expresa, la exposición de una Geografía científica (cual lo afirmaran antes Schulz, Galindo y Villa, Vivó, Bassols, y Sáenz de la Calzada, cada uno para con sus obras).  La pregunta que nosotros nos hacíamos desde estudiantes, era: <<¿Y qué necesidad?>>, no por que se diga a sí misma que es científica, ya lo habrá de ser; en todo caso, basta que lo sea, y por sí sola hablará de ello.  Pero no es casual esa obsesión; es –habíamos dicho en otro lugar–, la búsqueda insatisfecha, la aproximación constante a ello, de modo que, ciertamente, cada uno de esos autores tuvo razón para afirmar de lo suyo, en su momento histórico, el ser, <<ahora sí, la verdadera geografía científica>>; el compañero no fue ajeno a la misma obsesión, y sin más, titula a su trabajo “Geografía Científica”…; y en ese punto, para el autor de esta Editorial y Revista, y redactor de ese pasaje en el Prólogo del trabajo del compañero José C. Martínez Nava, esa obsesión se revela, de plano, patológica.

 

Mas, ciertamente, como lo decimos en el Prólogo: “ofrece, pues, una nueva alternativa a la visión de un saber geográfico”; y tanto más, que el compañero compartió con nosotros todo este planteamiento de la Geografía.  En efecto, y aquí está la real diferencia histórica.  Mientras los autores de épocas anteriores repetían una y otra vez haber dejado atrás el “descriptivismo”; en el trabajo del compañero José C. Martínez Nava, ésto, real y finalmente, ocurre.  Y la razón es simple: el descriptivismo en los autores antecedentes era inevitable en tanto su preocupación se centraba en los fenómenos, cada uno de los cuales tiene su propio especialista que lo estudia en una investigación causal; así, cuando el geógrafo se involucra en ello, no puede hacerlo sino sólo en términos de la descripción de esos fenómenos (qué tipo de rocas o procesos geomórficos se localizan y distribuyen; de igual manera, qué tipo de redes fluviales o características oceánicas; o qué tipo de fenómenos meteorológicos o climáticos, o de suelos y vegetación, etc).  Y el problema en su esencia no está en esa descripción, en última instancia ella ha sido históricamente necesaria, como una primera etapa del procedimiento de investigación científica.  El problema está en que el geógrafo ha creído que el estudio de los fenómenos y sus relaciones es su objeto de estudio, es decir, que ello lo es todo, su fin; y cuando no puede pasar de su descripción (o bien cuando lo logra y realiza investigación causal en el mismo, es porque ha dejado de ser geógrafo y se convierte en cualquier otra cosa), por ello tiene que repetirse una y otra vez, en cada caso, que por fin ha superado el problema, y sin dejar de ser geógrafo.

 

El trabajo del Lic. José C. Martínez Nava, no empieza por la descripción del Universo (asunto de los astrónomos), ni del origen y evolución de la Tierra (asunto de los geólogos); sino por donde lógica y necesariamente tiene que ser, si el objeto de estudio es el espacio terrestre: el método cosmográfico.

 

Cuando el geógrafo fenomenista se pierde, transforma el estudio cosmográfico en astronómico, transforma el estudio de la posición de las estrellas para el cálculo de las coordenadas de un punto, en el estudio de las estrellas mismas; no busca una estrella para el cálculo de la latitud, sino para resolver los misterios del Diagrama de Herzprung-Russel (no deja de ser fascinante, pero siendo asunto de los astrónomos, no nos queda más que su conocimiento culto, descriptivo; todo lo que sepamos de ello, lo recopilamos de dichos investigadores; y si el conocimiento va por nuestra cuenta y nosotros lo investigamos, nadie dudará en reconocernos como astrónomos).

 

Entrando en materia, define el objeto de estudio de la Geografía: “el espacio terrestre adyacente a la superficie de la Tierra”[1].  Treinta años después no recordábamos el detalle, y esto nos causa gran desconcierto; qué pasó allí, si dos años antes él mismo nos hacía la observación de la limitación de esta definición, y de hecho la aceptábamos por propia convicción con un fundamento teórico ya elaborado por nosotros.  La limitación consiste en que esa definición no es incorrecta, pero se refiere sólo a un concepto relativo del espacio geográfico.

 

Pero no sólo ello, lo que revela que habíamos descubierto algo fundamental pero aún batallábamos para caracterizarlo, el compañero José C. Martínez Nava, llama al método cosmográfico, “método astronómico”.

 

Como quiera que sea, el compañero en ese entonces laboraba en el ámbito de la enseñanza media superior impartiendo cursos de Geografía, de modo que su publicación se convertía así, en su propia herramienta de trabajo, estando en ello su desarrollo profesional.

 



[1] Martínez Nava, José C; Geografía Científica; Ediciones Especiales, SMTHG; México, 1989; p.6.

 



 

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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:06

1977 Sáenz de la Calzada, Carlos; Geografía GeneralComentario a,

Geografía General, 1977;  Dr. Carlos Sáenz de la Calzada.

  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 02 sep 10.

 

 

Desde Schulz (1883) hasta Vivó (1945) y Tamayo (1953), y las reediciones de los libros de texto hasta la fecha, de estos dos últimos, los mismos, elaborados para el Bachillerato, han servido por igual para la educación superior en Geografía.  A partir del libro de texto de Bassols (1970), se nota una diferencia de contenido y exposición, propia, en este caso, al nivel superior.  Pero es con el libro de texto del Dr. Carlos Sáenz de la Calzada (1977), que tal diferencia se expone conscientemente por él, distinguiendo los niveles mismos de la educación secundaria y preparatoria, tanto por la forma de exposición como por su contenido.

 

A diferencia de Vivó y Tamayo, y al igual que Bassols, Sáenz de la Calzada aporta la definición de la Geografía en su texto en función del objeto de estudio de la misma: “La geografía es, por excelencia, la ciencia de las interrelaciones que existen entre todos los fenómenos de superficie”[1]; y quizá debamos sobreentender: “la superficie terrestre”, en tanto que expone al estudiante el aspecto decisivo, dice él, de que: “Humanidad y ciencia que conforman la geografía, especie de Jano con dos caras que miran hacia ambas vertientes del conocimiento”[2], generalizan en otras categorías (y no muy afortunadamente, pues ambos conceptos no son excluyentes) lo social y lo natural; por lo que para él, la Geografía es así, una “ciencia mixta”, entendiendo por ello no “ciencia aplicada a”, sino “mezcla de ciencias por igual”.

 

El Dr. Carlos Sáenz de la Calzada distingue a la Geografía como ciencia de la Tierra, entre un conjunto de cuatro de ellas entendibles como tales: la Geología, la Geofísica, y la Geodesia; pero donde la Geografía: “estudia el hogar del hombre y es, en consecuencia, una disciplina eminentemente humanística”[3].  En cualquier caso –dice el Dr. Sáenz de la Calzada más adelante–, “la geografía tiene un protagonista: el hombre”[4], y frente a la Geografía por tal hecho humanista, las otras tres restantes ciencias de la Tierra son, dice él por oposición, “deshumanizadas”; en el sentido, precisa él, “de que el hombre, con sus problemas vitales, les es totalmente ajeno”[5].  Es decir, que esas ciencias, en tanto naturales, son ajenas a la problemática social.

 

Este tipo de consideraciones teóricas no pasaron a la década de los años ochenta; en un análisis marxista, se cuestionó: ¿no serán acaso, quizá, las ciencias más sociales, en tanto son capaces de resolver precisamente sus problemas más vitales: la obtención de los recursos naturales minerales y energéticos?  Había pues, ahí, un falso problema; la Geografía no podría definirse como una ciencia social (o humanista), dada esa consideración.

 

El pensamiento geográfico del Dr. Sáenz de la Calzada (biólogo de origen, y desarrollador de la llamada “Geografía Médica” en México), era, en el campo de la “Geografía Biológica”, plenamente coincidente con el Dr. Jorge A. Vivó; esto es, hartshorniano-vidaleano, que se expresaba más por el lado de Emannuel de Martonne al criticar explícitamente los postulados hettnerianos: “La vieja geografía exclusivamente localizadora, descriptiva (corográfica) ha dado paso a una ciencia coordinadora de todas las demás, e íntimamente ligada a la historia”[6], y de ahí que exponga en una mezcla de categorías: “Se considera hoy a la geografía como una ciencia de la superficie terrestre, sobre la cual habita el hombre y es por ello, básicamente, una ciencia de localización.  Estudia también la distribución de todas las clases de fenómenos (físicos, sociales, botánicos, zoológicos…) sobre nuestro planeta, las causas de dicha distribución y los nexos que los relacionan.  También se asigna como campo de trabajo de la geografía el estudio del paisaje, en su doble aspecto, físico y humano”[8].

 

Aquí la “superficie” terrestre no es un espacio bidimensional, sino, incluso tetradimensional, espacio-temporal.  Así, es esta obra del Dr. Carlos Sáenz de la Calzada –hasta donde conocemos– el primer libro de texto de Geografía que incluye las nociones de la teoría de la relatividad; sustentando su exposición en más de treinta mapas.

 



[1] Sáenz de la Calzada, Carlos; Geografía General; Esfinge; México, 1977; p.8.

[2]      Ibid. p.11.

[3]      Ibid. p.11.

[4]      Ibid. p.11.

[5]      Ibid. p.11.

[6]      Ibid. p.13.

[8]      Ibid. p.11.

 



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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:05

1970 Bassols Batalla, Ángel; Geografía Económica de MéxComentario a,

Geografía Económica de México, primera edición, 1970;

Dr. Ángel Bassols Batalla.  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 30 ago 10.

 

A nuestro juicio, la Geografía Económica de México, 1970, del Dr. Ángel Bassols Batalla, es no sólo la primera, sino la más importante obra de la geografía contemporánea en México.

 

El Dr. Ángel Bassols Batalla (1925-…), quien llega a la Geografía haciendo su Doctorado en ella en Francia, comienza a impartir la clase de Geografía Económica –como él mismo lo expone en la Introducción a su Libro de Texto–, en 1957, y a partir de 1959, explica el autor, comienza la preparación del mismo, que finalmente editará una década después, en 1970.

 

No sólo son importantes esos diez años de preparación de su obra, sino, más aún lo es, el momento histórico en que ello está ocurriendo: la década de los años sesenta.  Especial, porque en ella se está generando ya una nueva época histórica en general.

 

En su Introducción, como un asunto obsesivo del geógrafo, expone: “…el libro de texto…, debe ser distinto de los viejos manuales en que la geografía se concebía –y se concibe aún– como una rama de conocimientos que trata enumerar los fenómenos del medio físico y las actividades económicas o, cuando más, de describir el mundo en forma más o menos estática”[1].  Asunto repetido una y otra vez desde fines del siglo XIX a nuestros días, debido a que en cuyo fondo se encierra precisamente el problema fundamental de la geografía moderna y contemporánea: el problema de su objeto de estudio y unidad como ciencia.

 

La obra del Dr. Bassols, es la primera exposición del conocimiento geográfico en México, desde una posición marxista (independientemente de los matices de su variante)[a].  Y esa idea de tratar la “realidad natural y social, ya no sólo para entenderlas, sino para poder transformar esa realidad mediante el uso creciente y apropiado de los recursos”[2], fue la idea fundamental que nos permitió esa decisión[b].

 

Pero, en la ley de la unidad y lucha de contrarios, en ello iba contenido tanto esa afirmación de las ideas del Dr. Bassols en nosotros, como lo que lo negaría: “los fenómenos, explicando la causa de su formación”[3].  En el entendido dialéctico de que en los opuestos en una contradicción, uno no es más que despliegue del otro, mismo que se ve en ese opuesto, transformado.

 

La Geografía Económica de México, 1970, del Dr. Ángel Bassols Batalla, decíamos, es no sólo la primera, sino la más importante obra de la geografía contemporánea en México, esencialmente por lo siguiente: en ella “se ofrece a los estudiantes…, una introducción de tipo teórico acerca de la geografía en general…”[4].

 

La obra de Miguel E. Schulz de 1883 había recibido un diploma, “por tratar la Geografía por su lado filosófico”, no habiendo en ello más que el hecho de ofrecer una escueta definición del objeto de estudio y método de la Geografía.  Pero si algo merecería esa mención con mayor propiedad, eso sería, casi un siglo después, la obra de Geografía Económica de México, de Ángel Bassols Batalla, en la cual éste dedica los dos primeros capítulos, por casi treinta páginas, a la discusión teórico-histórica de la Geografía.

 

La preocupación constante, obsesiva, del geógrafo, ha sido el plantear los libros de texto, como lo dijo Schultz en 1883 respecto a su siglo humboldtiano-ritteriano que desemboca en la Antropogeografía de Ratzel, y lo repite el autor que ahora comentamos casi un siglo después a Schultz, lapso eminentemente vidaleano-hettneraiano: con un “carácter netamente científico”.  Esto es, entonces, que ni Schultz, según lo dicho por Bassols, finalmente lo logró, como lo afirmaba; pero que tampoco Bassols, según lo dicho por nosotros, como el mismo Bassols lo asienta en su libro.  Lo que si hay en ese sentido, es una constante aproximación.

 

Desde el punto de vista de la geografía teórica, el que la Geografía Económica de México se haya preparado en el curso de la década de los años sesenta, implica dos cosas: 1) la posibilidad de introducir el pensamiento marxista en geografía; y, 2) el que ello ocurra necesaria e ineludiblemente, bajo las influencias teóricas del momento de la polémica Hartshorne-Schaefer de los años cincuenta y sus consecuencias.

 

De ahí los fundamentos teóricos de la misma obra: a diferencia del trabajo de Schulz que contó con un solo mapa, y de la obra de Galindo y Villa que contó con ocho mapas; tres de ellos Cartas Temáticas desplegables, una a escala 1:6’500,000, otra 1:4’000,000, y una tercera en 1:10’000,000 (al parecer éstas, en la Proyección Cónica Conforme de Lambert sobre dos paralelos base); el trabajo de Bassols contó ya con cuarenta mapas; y, a más de ello, exponiendo la preocupación por el señalar siempre “las peculiaridades regionales, los aspectos de distribución en el espacio y su comparación de lugar a lugar…, (en una) cada vez mayor diferenciación regional…, (pues) la República está exigiendo ya la redacción de verdaderas geografías regionales que traten de los fenómenos…, sobre todo en materia de planeación económica y social”[5]; pasaje en el que resuenan lo mismo Hettner tamizado a través de Hartshorne, que De la Blache mediado a través de Emmanuel de Martonne, y la influencia de los logros del socialismo.

 

No aparece, no obstante, por ningún lado, Carl Schaefer.  Y no quiere decir que no lo estuviera en lo absoluto, ello no podría ser; sino que, a la sombra del Dr. Jorge A. Vivó, Schaefer en la geografía del Dr. Ángel Bassols, no podía estar sino “bajo las piedras”.  Y ello hizo del momento histórico del Dr. Bassols, un momento “trágico”.

 

La consecuencia de la crítica de Schaefer a Hartshorne (1953), fue la aparición de la llamada “geografía cuantitativa”, primero en Estados Unidos en el curso de los años cincuenta, y luego propagada al mundo durante los años sesenta; pero de lo que la geografía mexicana se mantuvo “casi al margen”.  Lo que más se aproximó a ello, fue precisamente la geografía del Dr. Bassols Batalla.

 

Hasta 1975 tuvo lugar en el Instituto de Geografía, el “Seminario sobre Regionalización”, en el cual empezó a discutirse, muy tarde, precisamente la “geografía cuantitativa”; en que, entre otros autores (Christaller, Thünen, Losch, Isard), se analizó el planteamiento del Dr. Bassols.  Ese año nosotros llegábamos a los estudios profesionales de Geografía, y asistimos a dicho Seminario; y entonces pudimos percibir, sin entender nada en ese momento, sólo almacenando datos, dos mundos: el hartshorniano del Colegio de Geografía y División de Estudios de Posgrado, y el intento schaeferiano “cuantitativista” del Instituto de Geografía.  La “tragedia” consistió justo en lo tardío y tímido en retomar los avances, pues para cuando ello ocurría, nosotros comenzábamos someter a crítica todo ello de conjunto.

 

En su Geografía Económica de México, en el Capítulo 1, “Aspectos Teóricos de la Geografía Económica”, el Dr. Bassols no deja de reconocer el problema de la importancia de la clasificación de las ciencia y el lugar de la Geografía, de modo que ello permita “evitar que pueda confundirse en sus propósitos con los que son inherentes a otras ciencias”[6].  Y al respecto, hace una clasificación “sociológica” de las ciencias en dos grandes grupos: 1) el de una utilidad intrínseca que cultiva un “reducido círculo de la sociedad”; y, 2) el de los problemas que afectan a las grandes mayorías del mundo; precisando que la Geografía es una de estas últimas.

 

Pero agrega una caracterización más a este grupo de las ciencias de los problemas de las grandes mayorías, y con ello, da una caracterización teórica de la Geografía con muchas implicaciones de orden científico moderno: son, dice, “aquellas que no se concretan a manejar teorías o lucubraciones sin contacto con la realidad…”[7].  Con ello, contradictoriamente a su disertación teórica, hace de la Geografía una ciencia eminentemente pragmática, o en la que, por lo menos, no distingue los campos de investigación teórica, aplicada y operativa; reflejando en ello una de las grandes causas del atraso de esta ciencia.  Ello lo lleva a decir, más adelante, que la Geografía: “No analiza problemas hipotéticos…”[8].  Y, luego entonces, por lo menos en términos del concepto de la ciencia de la modernidad, esa geografía no puede ser, por definición, científica, puesto que la ciencia moderna es, esencialmente, hipotético-deductiva[c].

 

Aceptábamos sus planteamientos con esas primeras diferencias críticas.  Llegamos a creer sinceramente que, en consecuencia, la Geografía era una ciencia de planificación por excelencia.  Cuatro años después; y aún antes aun cuando sin que tuviésemos un proyecto alternativo; para nosotros, todo eso definitivamente estaba mal.  Mientras que para el Dr. Bassols la historia de la Geografía es en ese texto de 1976, “la historia de la conquista del mundo por el hombre, consumada con fines netamente económicos”[9]; para nosotros, luego de 1981, no es otra cosa que la historia del conocimiento del espacio terrestre (independientemente de todo utilitarismo; pero a su vez, sin dejar de reconocerlo).  Para él, Humboldt es el verdadero “descubridor científico de México” (no obstante antes ha dicho que “quien acepta que los europeos nos descubrieron, está negando el pasado histórico…”[10]); para nosotros, el verdadero descubridor científico de México, no puede ser mas que otro mexicano; y ahí están todos los ilustrados novohispanos anteriores a Humboldt, esos que le dieron a conocer a Humboldt lo que era México, y entre ellos, geográfica y lejanamente, Carlos de Sigüenza y Góngora, y, cercanamente José Antonio de Alzate y Ramírez; para nosotros el más eminente, y del que el prusiano Humboldt se expresó un tanto despectivamente.

 



[1] Bassols Batalla, Ángel; Geografía Económica de México; Trillas, primera edición, 1970; tercera edición 1975; primera reimpresión, México, 1976; p. 16.

[a] Y aquí no podemos dejar de narrar al margen, que nosotros llegamos a los estudios de Geografía, a partir de que alguna vez (“un buen día del Año del Señor” de 1973 en que definíamos qué estudiar profesionalmente), encontramos su libro Geografía para el México de Hoy y Mañana (1971), en la estantería de la pequeña librería del Instituto de Relaciones Culturales México-URSS, y ello definió nuestra decisión.

[2]      Ibid. p.16.

[b] Nuestra decisión final por la elección de una carrera profesional, estaba en ese momento en el límite: optábamos por la Filosofía; pero, leyendo sobre el marxismo, en un breviario de aquellos años nos encontramos con una cita que un autor hacía del Marx puesto en la misma condición, y en la que éste reflexionaba en que la peor elección de un joven al elegir su profesión, era la Filosofía, que lo alejaría de los problemas reales y de la producción; y entonces dudamos y buscamos algo que abarcara un conocimiento tan vasto como el de la Filosofía, pero, a la vez, que nos vinculara con la producción económico-social misma.  Nos bastó, por una parte, ver el plan de estudios de la carrera de Geografía, pero por la otra, encontrarnos con la Geografía para el México de Hoy y Mañana, del Dr. Ángel Bassols Batalla.

[3]      Ibid. p.16.

[4]      Ibid. p.16 (subrayado nuestro).

[5]      Ibid. p.17.

[6]      Ibid. p.19.

[7]      Ibid. p.19.

[8]      Ibid. p.22.

[c] En las apostillas de nuestro ejemplar, tenemos aquí un gran asterisco a su lectura, que debió ser en el mismo año de la edición, 1976: ahí comenzó nuestra crítica al Dr. Ángel Bassols.

[9]      Ibid. p.24.

[10]      Ibid. p.23

 



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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:04

1953 Tamayo, Jorge L; Geografía Moderna de MéxicoComentario a,

Ing. Jorge L. Tamayo,

Geografía Moderna de México, 1953.

  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica,

http://espacio-geografico.over.blog.es/;

México, 26 ago, 2010.

 

Un aspecto de la mayor importancia en la organización del proceso del conocimiento geográfico y de la ciencia misma de la Geografía –lo hemos dicho ya en alguna otra parte– es la precisión de sus campos de trabajo e investigación: 1) el de la geografía teórica, 2) el de la geografía aplicada, y 3) el de la geografía operativa, o de ingeniería geográfica.

 

La ciencia en el mundo capitalista es especialmente limitada, entorpecida, de dificil despliegue fuera de los laboratorios de los grandes monoplios realmente intereados y capaces de financiar no sólo esa investigación operativa utilitaria, sino incluso la investigación teórica, no por nada nombrada con el sinónimo de “investigación de punta” o “investigación básica”, pues sin ella no habría dirección de investigación, y nuevos planteamientos a resolver en lo práctico.  De ahí que el concepto mismo de “investigación teórica”, sea enredado y confundido, traduciéndose como “ciencia pura”, ajena a aspectos prácticos utilitarios; otro tanto igual, pero en sentido opuesto, pasa con respecto a la “investigación aplicada”, que incapaz de desplegarse, se enuncia como “ciencia aplicada”, contrapuesta y separada, o desconectada de la “ciencia pura”.

 

Cada uno de esos niveles de investigación reclama del geógrafo cierta especialización dada en sus capacidades; ya de la alta abstracción filosófica en el primer caso; ya de la capacidad de traducción de esas abstracciones en la elaboración de modelos que tiendan a la posibilidad de aplicarse y resolver problemas; o bien, en el último caso, ya del compromiso directo en la solución práctica, real y concreta, de algún problema.  No es, por lo tanto, uno u otro aspecto, como en la historia de esta ciencia se ha planteado, sino la expresión de todo ello en el mismo cuerpo de teoría de una sola ciencia, a manera de una división social del trabajo.

 

No es menos el geógrafo teórico (aparentemente “siempre en las nubes” hablando de “cosas raras”), por no asumir el compromiso directo de resolver algún problema práctico; pero tampoco es menos el geógrafo operativo (aparentemente “cuadrado a soluciones prácticas” sin tener la “menor noción del fundamento de lo que hace”), por su hacer, tal cual las abejas acumulan miel, sin expectativas del desarrollo positivo de la ciencia; como tampoco será menos el geógrafo aplicado (aparentemente “ecléctico” y por ello “centrado en el justo medio”), que ni teoriza ni resuelve en la práctica.  Justo por las virtudes de unos en relación con las limitaciones de los otros, es que la ciencia en su conjunto se estructura de tal modo en dichos tres campos de trabajo e investigación.  La madurez de una ciencia se refleja en esta organización interna, que no es producto de ningún decreto, sino del trabajo mismo de los geógrafos, el que, en todo caso, habría que organizar.

 

Así es como reflexionamos a la luz de nuestra experiencia respecto, en esta ocasión, por ejemplo, al Ing. Jorge L. Tamayo (1912-1978); figura de la mayor importancia en el conocimiento geográfico en México, y del que, aparte de saber que fue Ingeniero (sin que sepamos en qué), y que entre otros trabajos geográficos nos dejó el Libro de Texto que ahora insertamos en esta portada, sólo sabemos eso; en mucho, creemos, por ser un geógrafo, no en vano ingeniero, vinculado a la geografía operativa; y de ahí, seguramente, que no lo conociésemos en la aulas o en las disertaciones universitarias.

 


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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:03

1945 Vivó Escoto, Jorge A; Geografía Física, 1975Comentario a,

Dr. Jorge A. Vivó; Geografía Física, 1945.

  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 23 ago 10.

 

Los libros de texto revelan perfectamente bien el estado de la ciencia en un momento dado de su historia, y ello no sólo en lo que muestran al exterior para el que está estudiando la disciplina de conocimientos de que trata, sino también el estado de la ciencia en lo que se muestra al interior, descifrable ya sólo por el especialista en ello; y ciertamente, de muy pocos observadores.

 

Por los azares de la fortuna nos hicimos del libro de texto de Miguel E. Schulz en su segunda edición de 1896, y por él descubrimos el estado de la Geografía en México a fines del siglo XIX, mostrándose al exterior una geografía exclusivamente fenomenista, y dejándonos ver al interior las influencias geológico-geomorfológicas y fisiográficas del pensamiento geográfico de Richtofen, antecedente o transición al pensamiento hettneriano; pero al mismo tiempo, el abandono de las pretensiones humboldtiano-ritterianas.

 

Pero, infortunadamente, no poseemos textos para la enseñanza de la geografía de la primera mitad del siglo XX, a excepción, y parcialmente, de la Geografía de la República Mexicana, de Jesús Galindo y Villa; que entre las partes de su Geografía Biológica y Geografía Histórica, las cuales poseemos, la obra de Galindo y Villa contó ya con ocho mapas; tres de ellos Cartas Temáticas desplegables, una a escala 1:6’500,000, otra 1:4’000,000, y una tercera en 1:10’000,000 (al parecer éstas, en la Proyección Cónica Conforme de Lambert sobre dos paralelos base). Los textos para la enseñanza de la geografía de la primera mitad del siglo XX nos los podemos imaginar apenas en ese énfasis geológico-geomorfológico por la continuidad de la propuesta de Schulz en su discípulo Ezequiel A. Chávez, inmerso en los estudios geológicos; como lo pudieran ser, de igual manera, ya en una interpretación hettneriana, de Salvador Toscano, Ramón Alcorta Guerrero, o Ramiro Robles Ramos.  Sólo con Pedro C. Sánchez pudiera darse otra interpretación a las pretensiones del conocimiento geográfico en México; pero, de momento, especularíamos en ello.

 

De lo que sí disponemos, es de los libros de texto en geografía con los que nos formamos, de la pluma del Dr. Jorge A. Vivó, principalmente, su Geografía Física, cuya primera edición data de 1945 (poseyendo nosotros la decimaquinta edición, de 1975), a partir del cual se formaron todos nuestros maestros en la materia, y, por lo tanto, que bien caracteriza todo el estado de la Geografía en México en la segunda mitad del siglo XX, e incluso, ya de una manera muy limitada, lo que va del siglo XXI.

 

Muestra al exterior la geografía fenomenista enciclopédica, “paisajista” (neopositivista), que ya retoma la cartografía como parte suya, según lo hacen ver tanto Manuel Maldonado Koerdell (Secretario del Comité Panamericano de Ciencias Geofísicas), como Pedro Carrasco, catedrático del Colegio de Geografía de la UNAM, quienes, al explicar en su Prólogo la secuencia de su contenido, luego de referir el capítulo sobre astronomía, asientan: trata en seguida del “problema fundamental para todo geógrafo de su representación en cartas…”.  Es, si duda, el mejor libro de texto en Geografía, en México, modelo de todos cuantos se hayan hecho en el lapso de la segunda mitad del siglo XX; su exposición cuenta ya incluso con poco más de treinta mapas; con un solo gran error: no define qué es la Geografía, y por lo tanto tampoco cuál es su objeto de estudio.

 

No obstante, por una parte el Dr. Vivó cita con profusión sus fuentes, y entre ellas, refiere a Emmanuel de Martonne; si bien para los aspectos del clima, sin duda recibiendo la influencia de la concepción de la Geografía como “ciencia de los fenómenos y sus relaciones”, así como de Carl O. Sauer y su “diferenciación de áreas de la superficie terrestre”; estando ahí ya presente Hettner, aun cuando tamizado a través de Hartshorne y su “corografía de las secciones espaciales”; pero, por otra parte, en el último capítulo de su texto, trata, como Maximilian Sorre, sobre los Paisajes Naturales, como “la asociación de hechos geográficos…, característicos de una región en la superficie terrestre”[1], siendo éste, al parecer, para él, el propósito del conocimiento geográfico; lo que vagamente le captamos cuando nos dio clases.

 

Rechazó, y muy seguramente por razones ideológicas muy propias de su tiempo, el directo pensamiento geográfico hettneraino alemán (había terminado la II Guerra Mundial, y uno de sus hijos había permanecido en el Sitio de Leningrado). Y de ahí que haya en todo ello la geografía hettneriana, pero tamizada ya por el pensamiento de Richard Hartshorne (más coincidente con Emmanuel de Martonne), del que, bien recordamos, tanto nos refería el Dr. Vivó como fuente teórica.

 

Hartshorne (1899-1992), siguiendo a Hettner y al igual que De la Blache, reacciona ante la necesidad de replantear la teoría geográfica, y, por su parte, en su trabajo: La Geografía.  Su Historia, su Naturaleza y sus Métodos (particularmente en el Cap. II, Naturaleza y los Cometidos del Geografía), 1927; reconoce el inicio de la definición del objeto de estudio de la Geografía, y plantea a ésta como la ciencia del estudio del espacio, en tanto la diferenciación en la distribución de las regiones en éste (siguiendo la idea de Kant).

 

Lo que Hartshorne no vio, y justo lo que Karl Schaefer le va a criticar enfáticamente, es que el planteamiento de Hettner no se reduce a una "Geografía Física", ni es tampoco una "Geografía General" o una "Geografía Regional", todo ello en el sentido del estudio de los fenómenos concretos en general o en lo particular; es, por lo contrario, el intento de aportar el fundamento de la Geografía como ciencia abstracta a partir de la definición consistente de su objeto de estudio, como una "Geografía corológica", esto es, del espacio como tal (del griego coreos, choreos, región, distribución, espacio); y como De la Blache; Hettner en su "corología" y su concepto de "región como orden de coexistencias", se centró sólo en el espacio relativo.

 

El concepto de espacio absoluto que Hettner retomaba de Kant, siguió siendo inmanejable aún por Schaefer y sus seguidores los llamados “geógrafos cuantitativistas”; y no sólo por el carácter metafísico con que Kant lo planteaba, sino por lo complejo de la realidad y naturaleza objetiva misma del espacio.

 

Pero esa Geografía hartshorniana es la que está en el libro de texto de Geografía Física del Dr. Jorge A. Vivó, que aquí comentamos, y que fue en la que nos formamos los geógrafos de la segunda mitad del siglo XX en México.  Incluso la visión “cuantitativista” de los años cincuenta-sesenta, no comenzó a impactar aquí, y de una manera tímida y sui generis, sino hasta los años setenta.

 

Sin embargo, final y simultáneamente a ello, en el análisis marxista de nuestra generación, se fraguó y abrió una nueva expectativa, de mayor esencialidad, de los fundamentos científicos de la Geografía…; y no casualmente, paralelo a ello, como acto de poder, se desencadenó una reacción oscurantista que dura ya los últimos veinte a veinticinco años (1985-2010); con lo inherente a esos momentos histórico-sociales: la persecución, la proscripción como variante no menos funesta que las mazmorras y calabozos inquisitoriales; la “requisa de libros” que en su versión actual es algo quizá aún peor, como el “boletinar la negación a publicar” (es realidad, no fantasía); y la “quema de los herejes” en la ominosa versión el despojo de las ideas; en una descomposición moral aterradora…; pero que enfrentamos entonces, y volvemos a enfrentar ahora, gracias a que los alcances del “Santo Oficio” de la “geografía oficial institucional” no llegan a en este medio de comunicación (o que por lo menos, no lo ha sido hasta ahora).

 



[1] Vivó Escoto, Jorge A; Geografía Física; Editorial Herrero; primera edición, 1945; decimoquinta edición, México, 1975; p.347.

 



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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:02

1927 Galindo y Villa Jesús; Geografía BiológicaComentario a, Jesús Galindo y Villa;

Geografía de la República Mexicana, 1927.

  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 19 ago 10.

 

De la primera mitad del siglo XX, en Libros de Texto, sólo poseemos la obra, y parcialmente, de Jesús Galindo y Villa (1867-1973), y de ella, la reflexión esencial que nos hacemos ante la esplendidez de su exposición, es, hoy, luego de aclarada la definición del objeto de estudio de la Geografía como el espacio terrestre, precisamente la reflexión esencial de la teoría geográfica, no sólo por el problema de la unidad de la Geografía, sino por cuanto a la construcción del conocimiento científico geográfico; esto es, que, esa geografía fenomenista expuesta por Jesús Galindo y Villa en 1927: es la “geografía necesaria”, la geografía de las “Descripciones” de la Antigüedad, de las “Maravillas” de la Edad Media, de las “Relaciones Geográficas” de la Época Moderna, o de las “Síntesis Geográficas” de la Época Contemporánea.  Pero, con todo ello, no la “geografía suficiente”.

 

Por primera vez exponemos esto así, no sólo lo hemos eludido siempre por el grado de su complejidad que es fuente de toda la confusión en el hacer geográfico, sino hemos insistido en el abandono de esa geografía fenomenista, pero no más que por razones didácticas.  Y la razón de ello es justo lo que se verá continuación.

 

El problema esencial –y dicho en un análisis dialéctico materialista– radica en que ese conocimiento, en tanto necesario, es un conocimiento geográfico obligado, pero que, no por ello, constituye el propósito mismo de la Geografía y mucho menos la Geografía misma como tal –y esta es la dificultad dialéctica–, no obstante en su momento así se entendiera y, más aún, de hecho lo fuera…, por necesidad, en correspondencia a su momento histórico.  El principio fundamental para entender tal hecho, consiste en no ver el conocimiento geográfico de manera estática, ni como uno y el mismo a lo largo de la historia; sino en un proceso en el que éste es complejamente cambiante, no en su contenido, pero sí en la forma que envuelve ese contenido, como lo hemos hecho ver en el párrafo anterior (de modo que, diríamos con Heráclito, <<lo que fue, aún es, y no es, al mismo tiempo>>, dependiendo de su momento histórico).

 

Esa geografía ha sido, y es, necesaria, pero, no suficiente.  Ello tiene que ver con el enunciado como ley por Leibniz en su Monadología, de la “Ley de Razón Suficiente” (a decir de Leibniz correctamente, junto con la Ley de Contradicción, los dos principios en que se basa el razonamiento); esto es, por la cual, una tesis (una afirmación demostrable; por ejemplo, el que <<la Geografía es una ciencia>>; en tanto lo es de las relaciones entre los fenómenos en el espacio de la superficie terrestre), se ha de deducir de una proposición antecedente en la que se fundamenta (en este caso el de la geografía fenomenista)[a].  Esto es, que la tesis de la Geografía como ciencia, en tanto lo es de las relaciones entre los fenómenos en el espacio de la superficie terrestre, no se deduce completamente de la proposición antecedente dada en lo que es la geografía fenomenista, no es suficiente para ello, pues no sólo esas relaciones entre los fenómenos son estudiadas esencial y causalmente por otras ciencias, sino el espacio terrestre es entendido, primero, de manera exclusiva como la superficie de la Tierra, y, segundo, visto puramente como un marco de referencia o ámbito de los fenómenos.

 

Y aquí, lo que dificulta, y de hecho hace ya imposible la demostración de la Geografía como ciencia de los fenómenos, es, principalmente, la demostración dada de la tesis contrapuesta: <<la Geografía es ciencia>>; en tanto lo es del estudio del espacio terrestre[b].  Donde la proposición antecedente en la que esta otra tesis se fundamenta, es la geografía espacista.

 

Esta obra de Galindo y Villa, se publicó en el mismo año en que lo fue el trabajo teórico de Alfred Hettner, 1927; es decir, que no pudo haber recibido su influencia, y, por lo tanto, dicho autor –y no tenemos muchos elementos para demostrarlo, más allá de considerar su momento histórico–, se mueve, muy seguramente, en las influencias del pensamiento geográfico de Vidal de la Blache expuesto desde 1908, principalmente mediadas a través de su discípulo, Emmanuel de Martonne, o de Jean Brunhes.

 

Al principio del artículo decíamos que la reflexión esencial actual de la teoría geográfica, no sólo es por el problema de la unidad de la Geografía; parte de lo cual hemos discutido líneas arriba en torno al papel de la geografía necesaria pero no suficiente; sino lo comentaremos ahora brevemente por cuanto a la construcción del conocimiento científico geográfico.

 

La geografía fenomenista de Jesús Galindo y Villa es necesaria, tanto como la geografía fenomenista de las Descripciones de Hecateo; o las Maravillas, de las cuales es ejemplo clásico la obra de Marco Polo; o las Relaciones Geográficas del siglo XVI sobre el inicial conocimiento de América, o bien las Relaciones Geográficas levantadas a mediados del siglo XVIII bajo la coordinación de José Antonio Villaseñor y Sánchez, y que tan ásperamente le reclamaba unas tres décadas después José Antonio de Alzate y Ramírez; o las Síntesis Geográficas actuales levantadas, en este caso en México, por la Dirección de Geografía del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.

 

En algunos momentos dados de la historia, el levantamiento de todo ello fue de tal necesidad y se hizo en tal abundancia (ya Varenio se inconformaba precisamente de ello), que su tarea se tomó como la ciencia misma de la Geografía.

 

Pero todo ello, por exquisito que sea, no es en lo absoluto suficiente para el conocimiento geográfico científico.  Es, por lo contrario, apenas eso: una condición de necesidad, con expectativas ulteriores.  Y en ello consiste precisamente el aspecto enunciado de la construcción del conocimiento geográfico.  Hacer esa geografía es parte del proceso: es, dicho en términos de la teoría del espacio, el conocimiento de las propiedades de los estados de espacio, que determinan los atributos del mismo; discusión de todo lo cual, es propia ya de otro lugar.

 



[a] Esto fue lo que inicialmente tratamos de demostrar en nuestra tesis de Licenciatura: Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento (1983), encontrando precisamente la insuficiencia, en el concepto de espacio, que descubrimos que operaría como categoría fundamental, y de donde surgió la tesis contrapuesta.

[b]      Siendo esta la tesis contrapuesta.

 



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16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 08:01

1893 Schulz, Miguel E; Apuntes para el Curso de GeografíaComentario a,

Apuntes para el Curso de Geografía,

primera edición, 1893; segunda edición, 1896;

de Miguel Enrique Schulz.  Artículo, 2010.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica,

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 16 ago 10.

 

1893 Schulz, Miguel E; Apuntes para el Curso de GeografíaAlguna vez, en una librería de viejo, encontramos uno de los primeros libros de texto de Geografía en México: Apuntes para el Curso de Geografía, primera edición, 1893; segunda edición, 1896; de Miguel Enrique Schulz, para el curso de Geografía en la Escuela Nacional Preparatoria, siendo catedrático en ésta, como en la Normal para Profesores.  Obra presentada por su autor en la “Exposición Universal Colombina”, en Chicago, 1893, en la cual obtuvo un Premio, cuyo Diploma a la <<…presentación cuidadosa y científica de la verdad geográfica…  Tratando a la Geografía por su lado filosófico, buscando los principios sin descuidar los hechos…>>, está fechado el 26 de abril de 1894.

 

Schulz--Premio-copia-1.jpg

 

 

Schulz--Apostilla-copia-1.jpgEn dicho tratado, Schulz define a la Geografía como: “ciencia de carácter descriptivo que se ocupa del estudio de la superficie terrestre en su estado actual, tanto en sí misma, físicamente considerada, como en los cambios que sobre ella ha realizado la presencia del hombre” (énfasis y cursivas del autor).  Mas tal definición, en su tiempo, no podía escapar a la observación crítica.  El ejemplar que poseemos, perteneció antes a la persona de Francisco Agea (según su nombre manuscrito en la primera página), muy probablemente profesor ya en la misma Escuela Nacional Preparatoria o Normal para Profesores, el cual hace una apostilla al pie de la definición de Geografía de Schulz, que, luego de un “tache” como marca de observación crítica –como en otras partes del texto–, a lápiz, a la letra dice agregando a la definición: “además: Representaciones gráficas de la superficie terrestre para la geog. y met. graf. para su <<consult.>>… (ilegible)”.  Esto es, donde esas “representaciones gráficas”, son los mapas, la cartografía; misma de la que Schulz ha prescindido para explicar la geografía (ciertamente, quizá más por las dificultades de impresión en aquel entonces en México, que por error de omisión; dada la dificultad de elaboración de las planchas que suponen los mapas), a excepción de la Fig. 5 en la p.56 (de un total de cinco; tres cortes transversales para explicar los tipos de vertientes, y la litografía de un arrecife), de un pequeño mapa en viñeta para mostrar los elementos de un red hidrográfica; y, además, haciendo ver Francisco Agea en esa apostilla, que esos mapas, sobreentendido, no sólo son método “para la geografía”, sino también, dicho explícitamente, “método gráfico para su consulta <<por otros autores>>” (como al parecer dice la parte final del texto ilegible).Schulz, Mapa


Es así como un trabajo destinado a servir como Libro de Texto en calidad de “apuntes para un curso”, lo cual se suele menospreciar, trasciende y se transforma en un documento histórico de enorme importancia, no sólo histórica, sino teóricamente; más allá del premio obtenido.

 

La institucionalización de la Geografía en México tenía apenas unos cuarenta años, atravesando por la Guerra de Intervención norteamericana, por el ir y venir del santaanismo, por la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma, y la Intervención Francesa.  Pero los Apuntes para el Curso de Geografía, 1893, de Miguel Enrique Schulz, aparecen justo cuando inicia el proceso de estabilidad de la República bajo la pax porfiriana.  La misma Escuela Nacional Preparatoria tenía apenas tres lustros de haberse fundado; de modo que este tratado de geografía se convierte en un documento de fundamental importancia para comprender aspectos esenciales del estado de esta ciencia entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

 

Lo esencial en él es la definición de la Geografía, como antes lo hemos citado: una ciencia descriptiva de los cambios físicos (geomórficos), en la superficie terrestre, principalmente en cuanto a los cambios propiciados por el hombre.

 

Hay en ella, sin duda, la influencia del pensamiento geográfico venido como análisis fisiográfico en la geología, de Ferdinand von Richthofen (1833.1905), que apenas diez años atrás había publicado su trabajo titulado: Tareas y Métodos de la Geografía General, 1883, y para quien la Geografía era una ciencia Corográfica, esto es, relativa al espacio; General (entendiendo por ello el estudio de los fenómenos), y Corológica, y con ello referida al estudio de la superficie terrestre.

 

En su Advertencia a la Segunda Edición, de 1896, Schulz menciona que en su dedicación a la enseñanza de la Geografía, "he venido procurando constantemente que el estudio de la Geografía se despoje del árido y estéril carácter que se le había dado de consistir en una inútil compilación recitativa de nombres propios y datos aislados, que nada enseñan a la inteligencia, fatigando absurdamente la memoria"[1].  He ahí la manera de expresar la preocupación esencial de la teoría geográfica en ese momento histórico de una Geografía inmediatamente previa a las influencias de Vidal de la Blache o de Alfred Hettner, pero inmediatamente posterior a las influencias de Humboldt y Ritter; es decir, de un momento histórico en que la Geografía aún no se despoja de la consideración antropocentrista del estudio de los fenómenos enun escenario que no podía ser otro que la superficie terrestre, pero que aún tampoco ha llegado a las definiciones esenciales de De la Blache o de Hettner, que entrarán en escena hasta el curso del primer tercio del siglo XX.

 

En inmediatamente Schulz explica en qué consiste su innovación: "...plantear la enseñanza sobre una nueva base, metódica y estrictamente fisiográfica, en la exposición y descripciones, buscando siempre la relación que existe entre el hecho geográfico percibido y las causas que lo producen; fundando, en suma, con esa forma, la única verdaderamente científica en el estudio de la Geografía"[2].  Y muy probablemente, por oposición, Schulz alude aquí a la teoría antropogeográfica de Ratzel, planteada diez años atrás.

 

La obra de Miguel E. Schulz en consideración, se estructura en siete partes:

 

I    Advertencia.

     Observación preliminar y definición.

     Distribución general de las tierra y aguas.

     La atmósfera.

II   Las Aguas Marítimas.

III  Las Tierras y las Aguas Continentales.

IV  Los Pueblos y las Instituciones.

V   Las Partes del Mundo en General.

VI  Las Naciones Principales.

VII La República Mexicana.

 

 

 Schulz; Índice

Dos de las tres páginas del Índice 

 de los Apuntes para el Curso de Geografía,

 de Miguel E. Schulz, 1893.

 

 

 

                             Destacando el hecho de que sólo en lo que clasificamos como la primera parte, Schulz inserta cinco ilustraciones, de las cuales sólo una es un mapa.  No hay en dicho Libro de texto para la enseñanza preparatoria, lo que daba en llamarse "Geografía Matemática"; esto es, el estudio de la parte de la cartografía.  Más aún, el ambiente respecto a la marginación de la cartografía era tal, que un año antes a la publicación de esta segunda edición, en 1895, tuvo lugar la celebración del VI Congreso Internacional de Geografía, en cuyo seno se tomó el acuerdo de considerar a la cartografía como una ciencia aparte, que como tal, se integraba al sistema de ciencias que formaba los conocimientos geográficos; e incluso se hizo la propuesta de crear la "Asociación Cartográfica Internacional".

 

                              Durante diez años se batalló con es propuesta, y a su consumación en el IX Congreso Internacional de Geografía de 1908, Vidal de la Blache reaccionó con su enfática definición de la Geografía como "ciencia de los lugares y no de los hombres"; y ello mismo llevaría a una reelaboración teórica que sedaría con Hettner en 1927. 



[1]     Schulz, Miguel E; Apuntes para el Curso de Geografía; José Joaquín Terrazas e Hijas, Impresora; primera edición, 1893; segunda edición, México, 1896; p.VI.

 

[2]     Ibid. p.VI (subrayados suyos)        



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