Denuncia 003 (25 mar 14): La Denuncia del Nazi-Fascismo.
El concepto de nazi-fascismo que hemos empleado, no es un adjetivo para descalificar, sino un sustantivo para identificar la naturaleza esencial de aquello a lo que se aplica: el Jefe de Gobierno del D.F, Miguel Ángel Mancera, y su “Röhm”, su comandante de las “Secciones de Asalto” (“SA”), policía a cargo del Procurador de “Injusticia”, Rodolfo Ríos Garza, que estando absolutamente consciente de la fabricación de un delito por sus subordinados; y cuyas pruebas constan en el expediente de la CDHDF (CDHDF/I/121/Azcap/13/2020); no se desistió de la injusta acción penal sobre el inculpado, y, en consecuencia, protegiendo a su “Sección de Asalto”, ello lo convierte en cómplice del delito mismo. Más aún, es un doble delincuente si nos atenemos al precepto de los Derechos Humanos, por el cual, “Reprimir –y reprimir particularmente las ideas de protesta políticas– es un Delito”. Nuestra acusación (mía y de la sociedad, de esa parte que lo comparta), de nazi-fascismo, no es un enunciado, sino una denuncia formal acerca de una realidad.
La CDH, cuyo deber es defender los intereses de las víctimas de las tropelías del Estado, rescató las pruebas que de otro modo no hubiera sido posible, y evitó una tragedia como único recurso de protesta ante la descomunal injusticia. En su momento hicimos nuestro público reconocimiento y agradecimiento, en Conferencia de Prensa y por escrito ante los medios, a su valiosa intervención, que aquí reiteramos; pero, al final, no emitió la Recomendación del caso a favor de la sociedad, y ello la convirtió en su contrario: un organismo de prevaricación; en conflicto de intereses defendiendo a la víctima de los abusos del Estado, pero mismo al que, a su vez, se debe. Y al no emitir tal documento, ello se convirtió en su contrario, otorgando licencia a las “SA” para la continuación impune de sus delitos, y a las injusticias de la Procuraduría de “Injusticia” del D.F. a cargo de Rodolfo Ríos Garza; comprobándose con ello la acción de una consigna de represión política, de la que ahora (hasta en tanto no se demuestre lo contrario), la misma CDH es cómplice en los hechos.
Todo ello es parte del proceso de descomposición social acelerado que estamos viviendo, en medio de una polarización extrema de la sociedad, como puede verse en la gráfica siguiente, en la que, a pesar de indicadores positivos como del PIB y del TLCAN que sólo beneficia a unos cuantos, ahí está el desempleo y una precepción negativa del estado de cosas:
[Y Sr. Rodolfo Ríos Garza, digamos que sea “una común acción rateril a la vuelta de la esquina”, y un tiro en el corazón basta; al final, hasta por mera venganza del Estado, así será; así es que…]