Overblog
Seguir este blog Administration + Create my blog

Presentación Del Blog

  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
  • Contacto

Buscar

Archivos

20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:08

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

 Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (8).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

"Espacio Geográfico", Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 12 ago 09.


b)    Tema

 

                              Así pues, el tema tratado es el de la evaluación en el aula de la universidad privada.  Esto es, trataremos acerca del problema de la metaevaluación (la evaluación de la evaluación), y en este caso, de un sistema posible de evaluación en el aula universitaria, resumidos en dos grandes campos: la psicopedagogía, y la sociopedagogía; sin especificar que tal evaluación sea en sí del aprendizaje, de la conducta, o de la personalidad u otra, no obstante se considere todo ello.  Encontramos así, que tales sistemas de evaluación podían agruparse en dos grandes teorías: la psicologista, y la sociologista o ético-esteticista, en su forma más elaborada.

 

Más precisamente entonces, nuestro tema se enmarcó en el ámbito de la evaluación sociologista en el aula universitaria, propia del sistema educativo socialista, y en consecuencia, no precisamente la teoría dominante en nuestro medio educativo; y dentro de ese concepto evaluativo, hemos desarrollado la corriente de la evaluación ético-esteticista, cuyo sustento implica ya en sí, una teoría de evaluación filosófico-sociologista.

 

Sólo luego se ha derivado el hecho de que, mientras el sistema de evaluación psicologista en el aula se refiere únicamente a la evaluación del aprendizaje, la evaluación entonces, filosófico-sociologista; o ético-esteticista más en lo particular; se refiere por su parte a la evaluación en la formación de la entereza de la personalidad, que de suyo implica la obtención de un aprendizaje.

 

Por último, se desprendió del análisis, finalmente, el que mientras el sistema de evaluación psicologista del aprendizaje en el aula procedía mediante la medición a través del “test”, para valorar; el sistema de evaluación en el aula filosófico-sociologista de la personalidad, procede, por su parte, mediante la extracción de valores (lo que etimológicamente significa “evaluación”, de ex-valuare, es decir, “con valores”, o acción y efecto de extraer un valor) para, en función de ello, establecer la medida (lo que por lo demás en nuestro concepto sólo tiene sentido y se hace por razón meramente administrativa institucional, pero de la cual, en lo personal, bien podríamos prescindir).  En esa razón, creemos estar rescatando el verdadero sentido del significado de evaluar, no sólo por cuanto el contenido del concepto, sino incluso por cuanto a lo que ha sido en otro momento de la historia, o lo es hoy en otro sistema económico-social (el socialismo), en donde al individuo se le dignifica y trata como persona (no obstante objeto pedagógico, pero cualificado), y no se le manipula en su conciencia y conducta como un cobayo de laboratorio mediante supuestos “test psicométricos para la medición del aprendizaje” (en el capitalismo).

 

 

c)     Justificación

 

La justificación de esta tesis con el tema tratado: la evaluación en el aula universitaria con la propuesta ético-esteticista, se da, pues, no en términos preferenciales en el sentido que sea preferible este sistema evaluativo que otro igualmente válido, sino que justo por su determinación moral, ética, se da concretamente en términos imperativos, por lo cual este sistema evaluativo es el que debe ser y no otro, en tanto la responsabilidad del acto moral involucrado.

 

Esa situación negociadora de la calificación, de la nota final, tanto en el “valor entendido” como en el valor numérico; en que enfáticamente se redunda en la institución de educación privada; juzgamos, es lo que debe ser centralmente sometido a control.  Mas dicho control no se refiere a medidas coactivas que deriven de aplicar cada vez una mayor exigencia; una mayor demanda por derecho o por fuerza por parte del docente –lo  que sólo agudiza la contradicción y el conflicto mismo–; sino, al cambio de modelo evaluativo.  En nuestro caso particular, eso fue lo que hicimos.

 

Se trata de depositar en las manos del estudiante la responsabilidad de su propia evaluación y medida (ello no quiere decir incorrectamente “autoevaluación”, lo que éticamente no corresponde, dado que la Ética enseña que nadie puede juzgar moralmente de sí mismo, que no sea en función de autoestima, pero la cual carece de valor moral); de modo que, con la responsabilidad de su propia evaluación por autocompromiso con un nivel de trabajo académico, se anule, no la “injusticia en sí” (lo cual de antemano, implica reconocer que ella existe); sino el sentido de “injusticia” que por razones de una lógica externa meramente de comercio, y que por razones de una lógica interna de concepción de la verdad; por demás, en esa lógica que prescinde de toda determinación moral, legítimamente se inconforma el estudiante, y por lo cual se suscita el reclamo y se genera el conflicto.

 

La razón por la cual el procedimiento evaluativo aquí presentado no es censurable, es porque la responsabilidad de la propia evaluación ha de ser entonces con respecto a un nivel de compromiso de trabajo académico.  Sólo el cumplimiento satisfactorio del mismo hará la correspondencia preestablecida, o de otro modo dicho, de acuerdo con el trabajo realizado y valorado a la vista de todos, corresponderá a un valor numérico; lo que incluso por su expresión física (asistencia, exposición de tareas, participación) estará a la vista de todos; y sin que ello signifique “calificar por comparación”, sino por el propio desempeño académico personal.

 

Se observará, por otra parte; en la argumentación que ofrecemos en el III Capítulo; que la Matriz de Evaluación que correlaciona “Compromiso de Trabajo” con “Calificación Numérica”, da una determinación absoluta.  A diferencia de la medición en la que se establece una “Lista de Calificaciones” asignando porcentajes al cumplimiento relativo de determinados objetivos.

 

La demostración del cumplimiento del trabajo se corrobora  sistemáticamente mediante el cumplimiento de tareas, consistentes en la recopilación de datos y su descripción mediante la exposición monográfica verbal de los mismos, extraídos de diversas fuentes a través de diversos medios; entre ellos la Internet (pero lo que luego se somete a crítica en cada sesión, haciéndose ver la importancia de la referencia documental y la posibilidad de obtención de los mismos en las bibliotecas virtuales, incluso de universidades extranjeras); y mediante la participación en el esfuerzo del análisis, lo cual destaca con mayor énfasis hacia los estudiantes con estudios superiores al quinto semestre; y hasta ahora -básicamente en el ejercicio de verificación de la hipótesis durante el segundo período de 2005*- el procedimiento didáctico ha implicado un trabajo muy directo con los estudiantes (antes escondidos en el anonimato de la masa), los cuales por su parte deben demostrar iniciativa de participación y no esperar a que les sea requerida la tarea (la diferencia entre el 9 y el 10, se va haciendo precisamente a partir, primero, de la toma de esa iniciativa, y luego, en segundo lugar, por la calidad manifiesta de la misma).  Es allí donde se ha evidenciado el autocompromiso de trabajo, desde la asistencia, hasta la capacidad de análisis, pasando por el cumplimiento mismo de la tarea.

 

En los sondeos estimativos, no de encuesta formal, realizados con los estudiantes acerca de la apreciación de la metodología de trabajo, dos han sido las posiciones extremas: los estudiantes de excelencia han opinado favorablemente, ellos, con tal sistema han recuperado su lugar preeminente que responde a sus reales capacidades, pues es mediante la expresión del pensamiento –y únicamente es mediante la expresión del pensamiento a través del lenguaje– que la estructura y orden de dicho pensamiento puede revelarse; en tanto los estudiantes apáticos e indolentes; o aquellos cuya estructura de pensamiento anda hecho un verdadero caos, se han pronunciado por calificarlo como un método “injusto”, término por el cual debe leerse: “sin opciones para negociar”.

 

Es claro que aquel estudiante que expresa claridad de pensamiento a través del lenguaje, no tendrá problemas –como de hecho no lo tiene– para expresar esas mismas ideas por escrito.  Lenguaje y escritura son entonces los recursos fundamentales para poner de manifiesto la capacidad de abstracción, que no es otra cosa que la capacidad de apropiación de la realidad y expresión viva del conocimiento.  De ahí el aforismo: “quien nada sabe, nada tiene que decir”.  La actual sustitución en el medio educativo, de la palabra tanto hablada como escrita, por el símbolo, particularmente el visual; suple el acto de imaginación que se sigue de la sensación-percepción-representación, producto de la transformación viva de la realidad; por el digesto de lo ya abstraído a manera de una fantasía que aleja al individuo de la realidad, incapacitándolo para transformarla; lo que resulta harto valioso para el capitalismo, y de ahí esa estimulación a sus teóricos para promover la enseñanza simbólica, cosificada y abstracta, simplificada; más que una enseñanza concreta, es decir, a partir de lo complejo.

 



* Durante los cursos de 2004, el recurso didáctico se pretendió mediante lecturas específicas anticipadas, primero muchas y complejas por subjetividad en su asignación de nuestra parte, luego pocas y simplificadas siendo de nuestra parte ya más objetivos, pero sin resultados exitosos en ningún caso.  En 2005 se abandonaron esas lecturas específicas diferidas, y se optó por el ejercicio de lectura monográfica (descripciones verbales con base en datos recopilados) y comprensión de la misma mediante la asociación de dichos datos, realizada directamente en clase.

 



Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:07

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (7)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 09 ago 10.

 

Todo ello está sujeto a leyes: a la ley de la contradicción, cuya lucha de opuestos determina el movimiento de las cosas; es del análisis de una contradicción precisamente, que se desprende todo este estudio: la contradicción entre el condicionamiento mercantil en que se subsume al estudiante, frente a la ética profesional docente.  Es ese condicionamiento mercantil insalvable en la educación privada –apenas atenuado por la figura respetable del “maestro”, apenas vagamente mediado por la sumisión que debe el que aprende a aquel que le enseña–; lo que da lugar a esa relación cosificada o deshumanizada en que el estudiante no sólo no se da en “calidad de plastilina” en manos del docente, sino simplemente, es el estudiante el que pretende atribuirse la apropiación como mercancía (siempre insuficiente por principio de exigencia del “cliente”), del trabajo del que habrá de enseñarle.  Y frente a ello, como polo opuesto de esa deshumanizante contradicción, se debate la moralidad profesional del docente, el que en principio se ve cosificado, luego por mero formulismo necesario, menospreciado en la calidad de la mercancía que ofrece; esto es, su fuerza de trabajo calificada; y que, finalmente, en el proceso productivo es despojado hasta del valor de uso –del satisfactor espiritual– de su producto, y, en realidad, de un valor del que nunca se ha apropiado del todo, pues antes que el producto elaborado, la misma materia prima se ha revelado y vuelto contra sí desde el primer momento, y es ella la que se ha apropiado de él, o por lo menos lucha en ese sentido dando vida a esa contradicción.

 

Luego está la ley de las transformaciones cuantitativas en cualitativas, que nos habla del paso de la cantidad a la calidad, y por la cual definimos que de una masa de estudiantes, habrá un proceso natural en el orden de lo filosófico; nunca un proceso selectivo artificial de carácter elitista; que depura al estudiante desde su calidad de “cliente”, o si acaso en su calidad de instructo los que cuantitativamente serán los más, hasta convertirse a sí mismo en una transformación cualitativa en discípulo, los cuales serán los menos; y en una situación bastante adversa, incluso los nulos, y si acaso, una muy baja probabilidad en un proceso muy largo.

 

La experiencia inmersa en esta tesis al respecto, arroja apenas dos discípulos en cuatro años, en una masa en promedio, de mil doscientos estudiantes con los que en dicho lapso se trabajó.  Ello, antes que mostrar un pobre resultado, revela el estado de cosas: esa profunda enajenación y alienación social.  Por oposición, un docente posmodernista y por ello antihumanista, y peor aun con un fundamento pragmático y utilitarista; sustentado en los principios del individualismo; bien podría apropiarse de los “mil ciento noventa y ocho” estudiantes restantes, de no ser porque, por definición, su sustento teórico mismo lo obliga a desecharlos, cuando antes el real discípulo igualmente pragmático y utilitario; y por lo tanto por las mismas razones; antes, lo ha desechado ya a él.

 

Y, finalmente, la ley de la negación de la negación; precepto rico que nos hace ser conscientes de la necesidad social de formar deliberadamente y con toda intención, al que nos habrá de negar para que, negándonos, a su vez, en el tiempo, nos afirme.  Esa es una importante forma de realización del docente en el tiempo, en la medida de la realización de la “mercancía” (el estudiante formado y egresado en calidad de “fuerza de trabajo cualificada”, que se pone en juego en el mercado laboral, tanto como en el debate de las ideas).

 

Esta es una “mercancía” curiosa, de la cual poco le importa al capital su realización, y paradójicamente, lo que le interesa es su no-realización, por dos razones: primero, no tiene dónde realizarla, y segundo, no-realizada, presiona a la escasa mercancía sí realizada a su depreciación, reduciendo así las inversiones de capital.  Ello explica el que el capital, de manera aparentemente irracional, produzca “vasos perforados”* que a nadie va a interesar.  Visto el proceso productivo desde el ángulo de los intereses del proletariado, desde el ángulo de los productores; evidentemente esa producción es un absurdo (como ciertamente también lo sería para el capital en el caso concreto de que lo producido fuesen “vasos”, mas aquí lo producido no son “vasos”, sino “fuerza de trabajo cualificada”, lo que, visto desde el lado del productor, hace más absurda aun la situación); pero visto el proceso desde el ángulo de los intereses del que sólo administra la producción, de la burguesía, desde el ángulo de los que capitalizan el proceso, evidentemente, aquí sí producir “vasos perforados”, por el contrario, responde a su lógica implacable.  No debe extrañar que el capital produzca irracional y caóticamente; ello es precisamente el fundamento de la teoría económica misma de Keynnes, para quien –digámoslo como ejemplo de la irracionalidad en la producción capitalista– lo importante no es que no se produzcan “vasos horadados”, sino el que, aun produciéndolos, con ello se mantenga la planta de trabajo y la circulación de capital.

 

El método dialéctico materialista en sus aplicaciones al ámbito social (en donde suele denominársele Materialismo Histórico), nos permite explicar las esencialidades de esta tesis en los fundamentos de la economía-política marxista; y de la misma manera, hacer el análisis del sistema educativo inmerso en las determinantes de la lucha de clases sociales, sin encubrimiento de ropaje alguno, y menos aun negando la evidencia de los hechos.

 

Es de aquí de donde arrancan las explicaciones sobre las relaciones laborales del docente y que determinan su vínculo con el estudiante, por un lado, en un vínculo económicamente productivo, pero por otro, en un vínculo ético-estéticamente de realización humana.

 

Así que tal propuesta no sería posible sin un específico fundamento teórico que se desprende como sendas ramas de la filosofía: los conocimientos éticos, y estéticos; es este el corazón vivo de lo que sustenta esta tesis.  Aquí ha sido dejado de lado, abandonado, rechazado, todo fundamento psicologista, para reemplazarlo por el fundamento ético-esteticista.  La educación así, antes que entenderse como un fenómeno de la “conducta pulsiva” determinada por el acto reflejo o el estímulo-respuesta, debe entenderse como un fenómeno de la conciencia acerca de las costumbres y hábitos que constituyen un bien para la sociedad; en todo caso, como un fenómeno de la conducta, pero siendo esta volitiva, y no, acto reflejo ciego; sino la correspondiente a la responsabilidad del acto moral.

 

El fundamento histórico explícitamente reconocido como tal –y no sólo como el dato formal del antecedente puesto ahí más por razones del dato cultural que metodológico–, es fundamento esencialmente importante que constituye el elemento, por una parte, de refutación a la teoría psicologista de la evaluación en el aula, y por otra, de demostración en sí de nuestra tesis.  A la historia nos remitimos para aportar las pruebas de veracidad acerca de la práctica social históricamente dada, por la que explicamos el ascendente proceso de alienación social y genocidio intelectual, a que han sido sometidas particularmente las dos últimas generaciones (la de los jóvenes profesores de hoy, y el estudiantado universitario actual).

 

Un fundamento particularmente importante, literalmente dicho, es el fundamento pedagógico, el fundamento educativo dado en la línea de la pedagogía marxista, desde el ruso Makarenko hasta los planteamientos ético-estéticos de la formación de la personalidad dados por el polaco Suchodolski, y la teoría didáctica en la educación escolar socialista resumida por el alemán Lothar Klingberg.

 

La evaluación en el aula, misma que se desdobla en la teoría psicologista en la que se mide para valorar, y otra en la teoría ético-esteticista en la que se valora para medir; el más singular de los fundamentos teóricos en que se sustenta esta tesis, radica precisamente en la teoría de la evaluación ético-esteticista en el aula.  En la primera, la preocupación se centra en el aprendizaje, en tanto que en la segunda, la preocupación lo constituye la formación de la entereza de la personalidad.  En aquella la educación se entiende como un acto integral en tanto totaliza o hace una “síntesis holística” del conocimiento fragmentado; en tanto, en la teoría ético-estética, la educación se entiende como un acto integral, en que por tal concepto se entiende la integridad moral o la formación de la entereza del carácter del individuo.

 

Más aun, sucintamente, tan sólo como argumentos destinados a reforzar la demostración y no como algo a demostrar en sí mismo, habremos de exponer, con base en el conjunto de dichos elementos ético-esteticistas, nuestro planteamiento pedagógico particular que hemos denominado “Didáctica Concreta”, explicando en qué difiere de las experiencias didácticas diversas del sistema educativo socialista, de las cuales, allí donde el socialismo sobrevive, la llamada Didáctica del Desarrollo planteada en el sistema educativo cubano, aun se ve limitada en la educación superior por la influencia de los preceptos de la teoría psicologista (particularmente, en función del constructivismo).

 

Expuestos los fundamentos de esta tesis en sus postulados, principios, y leyes, resta referirnos a su categoría fundamental: la Evaluación Ético-Estética; y al conjunto de aquellas que esenciales, forman la dialéctica de este análisis.

 

Entendemos por el concepto esencial: “Evaluación Ético-Estética”, en primer lugar, el acto de extraer un valor moral, cualitativo.  Así, no se trata del acto subjetivo de “aquel que da significado” (en este caso el estudiante), ni de aquel que “atribuye significancia” (en este caso el docente); se trata, por lo contrario, del acto objetivo dado por aquel que determina; en el acto volitivo de la educación, en el acto de la formación de la personalidad; el docente, ante el cual responde en los hechos, aquel que aprende a discernir sobre lo valioso en la formación de su personalidad, el estudiante.

 

Esto es, no se trata de que el estudiante realice un desempeño académico (su “aprendizaje significativo” subjetivamente válido para él, su verdad), y sea el docente el que tenga que demostrar que la verdadera significancia del mismo no corresponde a una objetividad esperada (absurdo, por ejemplo, del psicologismo constructivista); sino de lo que se trata, es que el estudiante sea el que objetivamente –en los hechos, empíricamente, en la práctica– demuestre esa significancia; esto es, que sea él, el estudiante, el que demuestre, con conciencia, sus propios valores en el desempeño académico.  No es el docente el que habrá de extraer subjetivamente éstos, sino será el estudiante el que objetivamente habrá de extraerlos de sí mismo en la práctica de la responsabilidad de su acto moral educativo, ante una determinación objetiva dada del docente.

 

Así, al ser el estudiante causa de sí mismo o sujeto de su propia determinación con plena y libre voluntad, tal evaluación es que se define a su vez como el acto del estudiante de extraer de sí mismo (autoextraer) un valor moral.  Ello ocurre en todos sus actos en todo momento, pero inconscientemente.  Ahora hará conciencia de lo que hace, es decir, sabrá que le mueve una razón determinada para hacer o no hacer algo, y hacerlo o no, dependerá de su comprensión del fenómeno o problema a enfrentar; en este caso, su propia educación en su formación profesional; una vez dada esa comprensión, quedará obligado a definir su compromiso; y ello lo hará con plena libertad, y entendiendo que él, y sólo él, es causa de sí mismo, sujeto de su propia determinación, frente a una escala del acto moral (que en este caso queda dada por la Matriz de Evaluación por Autocompromiso, entre el acto exclusivamente de asistir a clases, hasta el acto de participar con el ejercicio de pensamiento en el análisis de los problemas); respecto de todo lo cual, de acuerdo con lo teorizado a lo largo de la historia en la teoría de la moral, la Ética, en la estructura del acto moral, ya quedará abatido por el error de sus determinaciones, se hará en él necesariamente, el “cargo de conciencia”; o bien saldrá orgulloso y reconocido por sus acertados actos.

 

Por otra parte, el aparato de categorías fundamentales en que se da la dialéctica de este análisis, queda dado por conceptos tales como: lo ético-estético y el psicologismo; valor y medida; verdad y validez; personalidad y aprendizaje; docente y estudiante, maestro y discípulo; profesor y alumno; asesor y autodidacta; instructor e instructo; formación de la personalidad y aprendizaje; y entereza e integridad.  Cuyo contenido y extensión se delimitarán en el contexto, obviando aquí su definición abstracta.



* Ejemplo inteligentemente planteado en las discusiones entre profesores y estudiantes en las informales reuniones (particularmente entre marzo y abril de 2005), que haciendo alusión a la Avenida de San Jerónimo, sede de la Universidad, fue denominada: el “Coloquio de San Jerónimo”.

 



Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:06

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

 Tesis, Maestría en Educación Superior (6)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

"Espacio Geográfico", Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geográfico.over-blog.es/;

México, 05 ago 10.


2      Fundamentos Metodológicos

 

En principio, esta tesis es, en lo fundamental, un análisis cualitativo; es decir, en ella no se pretende medir nada.  Dados sus fundamentos en la Economía Política como ciencia social, es “que fundamentalmente descansa en la capacidad de abstracción, que estudia procesos cambiantes y no situaciones estáticas..."[1].  De ese examen de la contradicción principal en el análisis de lo concreto dado en el apartado anterior, se desprende pues, el planteamiento del problema y su respectiva hipótesis de solución, dada en esos términos del análisis cualitativo, examinado el fenómeno por sus atributos.

 

Y así, el problema de esta tesis se plantea entonces, de una parte, como la fetichización del proceso educativo o alienación dada en la relación mercantil que domina las relaciones educativas, cuyo lado opuesto es entonces el dar lugar a un proceso, con todos sus elementos, de humanización del ser humano.

 

La hipótesis formulada para resolver tal problema, en su forma más simplificada, fue precisamente que:

 

<<Es mediante la evaluación sociologista y ético-esteticista dada por un autocompromiso del estudiante en trabajo académico en el aula universitaria, que se resuelve la contradicción dada por la relación mercantil a que ha sido socialmente condicionado el estudiante, frente a la ética profesional docente>>.

 

La solución de fondo radica en que el estudiante obtiene de sí y para sí, lo que está en su deseo, interés y necesidad, o dicho más categóricamente, lo que está en la responsabilidad moral o deber ser de su conciencia social, y en la madurez de su criterio en su formación como persona.  De ahí el concepto de evaluación, de extracción de un valor moral, o en general, ético-estético, peculiarmente dado en esta tesis.

 

Tal aspecto de fondo tiene otras implicaciones teóricas que nos llevaron a formular la hipótesis de una manera más compleja, pero, evidentemente, en el entendido de su posterior demostración.  Y así, involucrando los elementos teóricos esenciales restantes, la hipótesis quedó enunciada de manera más completa, tal como se verá en el apartado correspondiente más adelante.

 

 

a) Marco Teórico

 

El sistema filosófico respecto del cual se sustentan todas las ideas de esta tesis, es el materialismo dialéctico, creación del pensamiento de Marx y Engels, fundadores de la teoría del comunismo, de tal modo que, materialismo dialéctico, marxismo y comunismo, son uno y lo mismo, y tomar partido por una cosa, es tomar partido por la otra[a].

 

Una forma de explicar la importancia del marco teórico, consiste en reconocer que todo conocimiento es relativo, aceptémoslo así en principio.  Mas, el problema se traduce entonces, al cuestionamiento acerca de qué es lo que habrá de entenderse por “lo relativo”.

 

La respuesta común a tal entredicho, es que “lo relativo”, se refiere en general, ya a la percepción subjetiva o de arbitrio a voluntad, de las cosas por cada cual, ya a “lo cambiante en el tiempo” por no más que la simple obsolescencia de las ideas; y en no pocos casos, por simple moda.

 

Luego, lo que determina el optar por una u otra teoría, puede ser, y de hecho es, la simple noción empírica de que “lo nuevo”, ha de ser necesariamente mejor, en la medida que surge precisamente por rechazo a lo viejo, que por viejo, ha de ser necesariamente obsoleto.  Así, por un acto de moda, finalmente, se configura el subjetivismo y relativismo en el conocimiento.

 

Empero, el conocimiento “relativo” justamente no se refiere tanto a ese simple hecho del cambio en el tiempo por moda o por la “legitimidad” en la arbitrariedad de elección; y mucho menos por la apreciación subjetiva de cada cual.  Eso, precisamente, es lo que no-es el conocimiento relativo.

 

Ese “relativismo” por el cual se da la superación real de la teoría vieja por la nueva, o bien, por refutación de lo erróneo, a la luz de los conocimientos fundados en los adelantos de la ciencia y de la técnica; y, por lo tanto, en lo relativo como lo cambiante respecto de un sistema de referencia (el sistema de ideas de la vieja teoría, respecto del sistema de ideas de la nueva teoría científica, y por lo tanto, objetivamente fundada); ya no será exclusivamente en función del tiempo o la moda, sino por el acto mismo de la referencia a un sistema distinto.

 

Por conocimiento relativo, en nuestro parecer, habremos de entender entonces: el conocimiento “relativo a...”, el conocimiento “en función de...”, “respecto a...”; es decir, el conocimiento en relación con, un sistema de referencia denominado en la ciencia positiva de los métodos y técnicas de investigación: marco teórico.  En donde el aspecto esencial de tal fundamento teórico, es precisamente un sistema filosófico dado, y en particular su fundamento gnoseológico; y luego con base en él, y permeando él mismo todos los planteamientos restantes; las teorías económicas, sociales y políticas, bajo las cuales se interpretan a su vez las teorías pedagógicas –como en el caso de la investigación de esta tesis–, y, posteriormente, dentro de ellas mismas, subordinadas, las teorías sobre evaluación.

 

Aquellas ideas que bajo el argumento de la “relatividad del conocimiento” se enuncian sin relación a nada, cuando se emboza el marco teórico consciente o inconscientemente, acaban siendo por definición, subjetivismos ideológicos de opiniones meramente absolutas (es decir, sin relación a nada).  Aquí no planteamos ningún absoluto de esa naturaleza.  El conocimiento relativo por las razones expuestas, será a la vez absoluto; no por la subjetiva e ideologizada “legitimación de su validez”, como afirman los posmodernistas; sino en la medida de la objetiva demostración de su veracidad, esto es, en función de que dichos conocimientos sean el más fiel reflejo objetivo de la realidad objetiva, constatables empíricamente en la práctica histórico-social, sacando el mayor número de conclusiones acerca del objeto de estudio; así como que su inferencia esté apegada a las estrictas reglas del pensamiento humano, esto es, de la lógica.

 

Luego de cuatro semestres escolares en que cursamos la Maestría en Educación, descubrimos –y si realmente no descubrimos porque en realidad ya lo veíamos así mucho antes, por lo menos nos acabamos de convencer–que tal problema es el esencial en la formación profesional actual.  Los profesores, los intelectuales en general de hoy en el ámbito académico, prejuzgan que la toma de posición tiene por mal desde el ser un “ejercicio de presuntuosidad” (en este caso el presumir de marxista), hasta el temor de que por ello se entienda “adoctrinamiento”; pasando por anular la “neutralidad” (que erróneamente se identifica con objetividad) a que se debe todo intelectual, y más aun en el docente que se debe para todos por igual.  Evidentemente todo ello falso y equívoco a la luz de nuestros argumentos, pues tales intelectuales y docentes en particular, al negar lo explícito de sus marcos teóricos, caen precisamente en ese subjetivismo y relativismo extremos que antes hemos criticado.  Peor aun, cabría preguntarse así, con qué autoridad moral e intelectual un docente, particularmente un Asesor de tesis, podría demandar del tesista que éste explicitase su marco teórico, cuando él no lo hiciese.

 

Al ser nuestro marco teórico la dialéctica materialista, con ello estamos estableciendo que:

 

 

1)    Nada hay sobrenatural; los “saberes” que explican el conocimiento a partir del mundo de los espíritus, nada tienen que ver ni con el pensamiento materialista ni con el conocimiento de certidumbre científica acerca de la realidad; el conocimiento, pues, no habrá de obtenerse por acto de iluminación ni revelación ninguna.

 2)    Que todo cuanto forma la realidad que se constituye como fuente del conocimiento, está en permanente movimiento, en constante cambio y transformación, de modo que la educación; que en nuestro caso habrá de ser algo más que la mera adquisición de conocimientos siendo en lo más general y esencial la formación misma de la entereza de la personalidad del individuo socialmente determinado; define un todo permanentemente cambiante, jamás un objeto estático, de donde se desprende el principio de historicidad por el cual el fenómeno estudiado es resultado de un proceso históricamente dado, sin el cual no se puede entender; y es así que le hemos prestado principal atención a la evolución del concepto de “evaluación en el aula” y al desarrollo histórico de las teorías de la misma tanto en el mundo capitalista como en el mundo socialista.

3)    Que dicha realidad no es ningún ente misterioso inasible, sino el mundo de los objetos materiales (es decir, el mundo de los objetos que a su vez excluye a lo pretendidamente sobrenatural o metafísico), exterior a nuestro pensamiento, a lo subjetivo; y en ese sentido, el hecho de que fuera del pensamiento o subjetividad del docente el mundo de los objetos materiales lo conforma todo, incluyendo a los estudiantes mismos constituidos así en objeto pedagógico; pero que, a la vez, se es capaz de reconocer las diferencias cualitativas entre dichos objetos materiales de tal modo que es posible distinguir el objeto “piedra”, del objeto “humano”; de tal modo que la relación que se establece entre el docente y el estudiante, es una relación de Sujeto-Objeto, en donde tal objeto (el estudiante), incluso es producto del trabajo del sujeto (el docente); y relación en la cual, respecto del estudiante que piensa, el docente, junto con todo lo demás fuera del pensamiento de dicho estudiante, se convierte a su vez en objeto.  Es en esta condición, del estudiante que piensa y aprende, que se dice que el estudiante es a la vez sujeto pedagógico.

4)    Que dicho mundo de los objetos materiales está en estrecho vínculo y relación entre todos sus fenómenos, de tal modo que la teoría del reflejo como base de la teoría del conocimiento, ha de darnos una síntesis de la diversidad; en la cual, restringido nuestro ámbito de conocimiento al campo de la educación, los conocimientos filosóficos, las determinaciones económicas, el contexto histórico y político-social, el fenómeno pedagógico de la educación en el marco del capitalismo, así como el debate de las teorías acerca de la evaluación dadas en él, nos han de aportar un conocimiento de certidumbre acerca de esta faceta de la realidad así delimitada; y,

5)    Que existe en esa conexión universal de los fenómenos, una necesaria relación causal, cuyo desentrañamiento nos permitirá la predictibilidad científica; esto es, que dadas las determinantes filosóficas desde la categorización dialéctico materialista, económico-políticas y sociales de un país como México y una Entidad Federativa como el Estado de Morelos y de Cuernavaca su Ciudad Capital; así como la caracterización teórica del sistema educativo en las condiciones de una Universidad privada, y las teorías particulares de evaluación en el aula de dicho sistema educativo; algo es causa, y algo efecto necesario y en ese orden; y entendido así, podemos predecir, en general, las posibilidades de los acontecimientos, y por lo mismo, regular nuestro desarrollo racional conscientemente.

 

 

Todo ello está sujeto a leyes: a la ley de la contradicción, cuya lucha de opuestos determina el movimiento de las cosas; es del análisis de una contradicción precisamente, que se desprende todo este estudio: la contradicción entre el condicionamiento mercantil en que se subsume al estudiante, frente a la ética profesional docente.  Es ese condicionamiento mercantil insalvable en la educación privada –apenas atenuado por la figura respetable del “maestro”, apenas vagamente mediado por la sumisión que debe el que aprende a aquel que le enseña–; lo que da lugar a esa relación cosificada o deshumanizada en que el estudiante no sólo no se da en “calidad de plastilina” en manos del docente, sino simplemente, es el estudiante el que pretende atribuirse la apropiación como mercancía (siempre insuficiente por principio de exigencia del “cliente”), del trabajo del que habrá de enseñarle.  Y frente a ello, como polo opuesto de esa deshumanizante contradicción, se debate la moralidad profesional del docente, el que en principio se ve cosificado, luego por mero formulismo necesario, menospreciado en la calidad de la mercancía que ofrece; esto es, su fuerza de trabajo calificada; y que, finalmente, en el proceso productivo es despojado hasta del valor de uso –del satisfactor espiritual– de su producto, y, en realidad, de un valor del que nunca se ha apropiado del todo, pues antes que el producto elaborado, la misma materia prima se ha revelado y vuelto contra sí desde el primer momento, y es ella la que se ha apropiado de él, o por lo menos lucha en ese sentido dando vida a esa contradicción.

 

Luego está la ley de las transformaciones cuantitativas en cualitativas, que nos habla del paso de la cantidad a la calidad, y por la cual definimos que de una masa de estudiantes, habrá un proceso natural en el orden de lo filosófico; nunca un proceso selectivo artificial de carácter elitista; que depura al estudiante desde su calidad de “cliente”, o si acaso en su calidad de instructo los que cuantitativamente serán los más, hasta convertirse a sí mismo en una transformación cualitativa en discípulo, los cuales serán los menos; y en una situación bastante adversa, incluso los nulos, y si acaso, una muy baja probabilidad en un proceso muy largo.

 

La experiencia inmersa en esta tesis al respecto, arroja apenas dos discípulos en cuatro años, en una masa en promedio, de mil doscientos estudiantes con los que en dicho lapso se trabajó.  Ello, antes que mostrar un pobre resultado, revela el estado de cosas: esa profunda enajenación y alienación social.  Por oposición, un docente posmodernista y por ello antihumanista, y peor aun con un fundamento pragmático y utilitarista; sustentado en los principios del individualismo; bien podría apropiarse de los “mil ciento noventa y ocho” estudiantes restantes, de no ser porque, por definición, su sustento teórico mismo lo obliga a desecharlos, cuando antes el real discípulo igualmente pragmático y utilitario; y por lo tanto por las mismas razones; antes, lo ha desechado ya a él.

 

Y, finalmente, la ley de la negación de la negación; precepto rico que nos hace ser conscientes de la necesidad social de formar deliberadamente y con toda intención, al que nos habrá de negar para que, negándonos, a su vez, en el tiempo, nos afirme.  Esa es una importante forma de realización del docente en el tiempo, en la medida de la realización de la “mercancía” (el estudiante formado y egresado en calidad de “fuerza de trabajo cualificada”, que se pone en juego en el mercado laboral, tanto como en el debate de las ideas).

 

Esta es una “mercancía” curiosa, de la cual poco le importa al capital su realización, y paradójicamente, lo que le interesa es su no-realización, por dos razones: primero, no tiene dónde realizarla, y segundo, no-realizada, presiona a la escasa mercancía sí realizada a su depreciación, reduciendo así las inversiones de capital.  Ello explica el que el capital, de manera aparentemente irracional, produzca “vasos perforados”[b] que a nadie va a interesar.  Visto el proceso productivo desde el ángulo de los intereses del proletariado, desde el ángulo de los productores; evidentemente esa producción es un absurdo (como ciertamente también lo sería para el capital en el caso concreto de que lo producido fuesen “vasos”, mas aquí lo producido no son “vasos”, sino “fuerza de trabajo cualificada”, lo que, visto desde el lado del productor, hace más absurda aun la situación); pero visto el proceso desde el ángulo de los intereses del que sólo administra la producción, de la burguesía, desde el ángulo de los que capitalizan el proceso, evidentemente, aquí sí producir “vasos perforados”, por el contrario, responde a su lógica implacable.  No debe extrañar que el capital produzca irracional y caóticamente; ello es precisamente el fundamento de la teoría económica misma de Keynnes, para quien –digámoslo como ejemplo de la irracionalidad en la producción capitalista– lo importante no es que no se produzcan “vasos horadados”, sino el que, aun produciéndolos, con ello se mantenga la planta de trabajo y la circulación de capital.

 

El método dialéctico materialista en sus aplicaciones al ámbito social (en donde suele denominársele Materialismo Histórico), nos permite explicar las esencialidades de esta tesis en los fundamentos de la economía-política marxista; y de la misma manera, hacer el análisis del sistema educativo inmerso en las determinantes de la lucha de clases sociales, sin encubrimiento de ropaje alguno, y menos aun negando la evidencia de los hechos.

 

Es de aquí de donde arrancan las explicaciones sobre las relaciones laborales del docente y que determinan su vínculo con el estudiante, por un lado, en un vínculo económicamente productivo, pero por otro, en un vínculo ético-estéticamente de realización humana.

 

Así que tal propuesta no sería posible sin un específico fundamento teórico que se desprende como sendas ramas de la filosofía: los conocimientos éticos, y estéticos; es este el corazón vivo de lo que sustenta esta tesis.  Aquí ha sido dejado de lado, abandonado, rechazado, todo fundamento psicologista, para reemplazarlo por el fundamento ético-esteticista.  La educación así, antes que entenderse como un fenómeno de la “conducta pulsiva” determinada por el acto reflejo o el estímulo-respuesta, debe entenderse como un fenómeno de la conciencia acerca de las costumbres y hábitos que constituyen un bien para la sociedad; en todo caso, como un fenómeno de la conducta, pero siendo esta volitiva, y no, acto reflejo ciego; sino la correspondiente a la responsabilidad del acto moral.

 

El fundamento histórico explícitamente reconocido como tal –y no sólo como el dato formal del antecedente puesto ahí más por razones del dato cultural que metodológico–, es fundamento esencialmente importante que constituye el elemento, por una parte, de refutación a la teoría psicologista de la evaluación en el aula, y por otra, de demostración en sí de nuestra tesis.  A la historia nos remitimos para aportar las pruebas de veracidad acerca de la práctica social históricamente dada, por la que explicamos el ascendente proceso de alienación social y genocidio intelectual, a que han sido sometidas particularmente las dos últimas generaciones (la de los jóvenes profesores de hoy, y el estudiantado universitario actual).

 

Un fundamento particularmente importante, literalmente dicho, es el fundamento pedagógico, el fundamento educativo dado en la línea de la pedagogía marxista, desde el ruso Makarenko hasta los planteamientos ético-estéticos de la formación de la personalidad dados por el polaco Suchodolski, y la teoría didáctica en la educación escolar socialista resumida por el alemán Lothar Klingberg.

 

La evaluación en el aula, misma que se desdobla en la teoría psicologista en la que se mide para valorar, y otra en la teoría ético-esteticista en la que se valora para medir; el más singular de los fundamentos teóricos en que se sustenta esta tesis, radica precisamente en la teoría de la evaluación ético-esteticista en el aula.  En la primera, la preocupación se centra en el aprendizaje, en tanto que en la segunda, la preocupación lo constituye la formación de la entereza de la personalidad.  En aquella la educación se entiende como un acto integral en tanto totaliza o hace una “síntesis holística” del conocimiento fragmentado; en tanto, en la teoría ético-estética, la educación se entiende como un acto integral, en que por tal concepto se entiende la integridad moral o la formación de la entereza del carácter del individuo.

 

Más aun, sucintamente, tan sólo como argumentos destinados a reforzar la demostración y no como algo a demostrar en sí mismo, habremos de exponer, con base en el conjunto de dichos elementos ético-esteticistas, nuestro planteamiento pedagógico particular que hemos denominado “Didáctica Concreta”, explicando en qué difiere de las experiencias didácticas diversas del sistema educativo socialista, de las cuales, allí donde el socialismo sobrevive, la llamada Didáctica del Desarrollo planteada en el sistema educativo cubano, aun se ve limitada en la educación superior por la influencia de los preceptos de la teoría psicologista (particularmente, en función del constructivismo).

 

Expuestos los fundamentos de esta tesis en sus postulados, principios, y leyes, resta referirnos a su categoría fundamental: la Evaluación Ético-Estética; y al conjunto de aquellas que esenciales, forman la dialéctica de este análisis.

 

Entendemos por el concepto esencial: “Evaluación Ético-Estética”, en primer lugar, el acto de extraer un valor moral, cualitativo.  Así, no se trata del acto subjetivo de “aquel que da significado” (en este caso el estudiante), ni de aquel que “atribuye significancia” (en este caso el docente); se trata, por lo contrario, del acto objetivo dado por aquel que determina; en el acto volitivo de la educación, en el acto de la formación de la personalidad; el docente, ante el cual responde en los hechos, aquel que aprende a discernir sobre lo valioso en la formación de su personalidad, el estudiante.

 

Esto es, no se trata de que el estudiante realice un desempeño académico (su “aprendizaje significativo” subjetivamente válido para él, su verdad), y sea el docente el que tenga que demostrar que la verdadera significancia del mismo no corresponde a una objetividad esperada (absurdo, por ejemplo, del psicologismo constructivista); sino de lo que se trata, es que el estudiante sea el que objetivamente –en los hechos, empíricamente, en la práctica– demuestre esa significancia; esto es, que sea él, el estudiante, el que demuestre, con conciencia, sus propios valores en el desempeño académico.  No es el docente el que habrá de extraer subjetivamente éstos, sino será el estudiante el que objetivamente habrá de extraerlos de sí mismo en la práctica de la responsabilidad de su acto moral educativo, ante una determinación objetiva dada del docente.

 

Así, al ser el estudiante causa de sí mismo o sujeto de su propia determinación con plena y libre voluntad, tal evaluación es que se define a su vez como el acto del estudiante de extraer de sí mismo (autoextraer) un valor moral.  Ello ocurre en todos sus actos en todo momento, pero inconscientemente.  Ahora hará conciencia de lo que hace, es decir, sabrá que le mueve una razón determinada para hacer o no hacer algo, y hacerlo o no, dependerá de su comprensión del fenómeno o problema a enfrentar; en este caso, su propia educación en su formación profesional; una vez dada esa comprensión, quedará obligado a definir su compromiso; y ello lo hará con plena libertad, y entendiendo que él, y sólo él, es causa de sí mismo, sujeto de su propia determinación, frente a una escala del acto moral (que en este caso queda dada por la Matriz de Evaluación por Autocompromiso, entre el acto exclusivamente de asistir a clases, hasta el acto de participar con el ejercicio de pensamiento en el análisis de los problemas); respecto de todo lo cual, de acuerdo con lo teorizado a lo largo de la historia en la teoría de la moral, la Ética, en la estructura del acto moral, ya quedará abatido por el error de sus determinaciones, se hará en él necesariamente, el “cargo de conciencia”; o bien saldrá orgulloso y reconocido por sus acertados actos.

 

Por otra parte, el aparato de categorías fundamentales en que se da la dialéctica de este análisis, queda dado por conceptos tales como: lo ético-estético y el psicologismo; valor y medida; verdad y validez; personalidad y aprendizaje; docente y estudiante, maestro y discípulo; profesor y alumno; asesor y autodidácta; instructor e instructo; formación de la personalidad y aprendizaje; y entereza e integridad.  Cuyo contenido y extensión se delimitarán en el contexto, obviando aquí su definición abstracta.


[1] Zurawicki, Seweryn; Problemas Metodológicos de las Ciencias Económicas; Editorial Nuestro Tiempo, Col. Teoría e Historia, 3ª edición, 1980; (pp.2-3)

[a]  Desde este punto de vista, en el marxismo o materialismo dialéctico, no habría objeción a que un marco teórico fuese considerado ideología.  Si nosotros negamos esto, es por el sentido peyorativo y subjetivista en que se trata por la misma ideología burguesa.  El problema real no es que sea ideología o no, sino el cómo ese sistema de ideas de una cosmovisión, refleja objetivamente una armonía científica, sujeta a leyes rigurosas, del mundo.  En todo caso, el sistema filosófico y su fundamento gnoseológico, es ese segmento de la ideología en el marco teórico, que tomado por separado y por su propia naturaleza, es ajeno al subjetivismo ideológico.

[b] Ejemplo inteligentemente planteado en las discusiones entre profesores y estudiantes en las informales reuniones (particularmente entre marzo y abril de 2005), que haciendo alusión a la Avenida de San Jerónimo, sede de la Universidad, fue denominada: el “Coloquio de San Jerónimo”.



Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:05

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (5)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografico.over.blog.es/;

México, 02 ago, 2010.

 

 

I  Cap Fundamentos Teóricos

 

1      El Análisis de lo Concreto.


                              Empecemos, pues, por lo más simple, pero a la vez, lo más general, esencial, y concreto de esta tesis: las relaciones “cosificadas” y mercantilizadas en la vida propia de la Universidad privada, esencialmente consideradas éstas, entre el estudiante y el docente.

 

                              Un individuo, el futuro estudiante, adquiere mercantilmente un servicio, en este caso, educativo, en la institución oficial (en función de autorizada) destinada económico-socialmente para ese fin.  Por ese solo hecho, bajo este sistema económico-social, se convierte automáticamente en cliente de dicha institución de servicios educativos.  En tanto tal, en la medida de su poder adquisitivo, en su mente reinará –por demás con plena legitimidad y congruencia lógica en el orden de cosas del sistema– la idea de que, a cambio de su pago, todo cuanto está en las funciones de dicha institución, le ha de ser dado en calidad del servicio que adquiere.  Con ello, las relaciones educativas humanas, en su esencia inmersas en un acto de nobleza del todo desinteresado, se convierten en relaciones mercantiles fetichizadas; es decir, en relaciones de transacción mercantil que han sustituido las relaciones educativas reales, ocultando éstas.

 

De ese modo, si la educación bajo el proceso de alienación en el cual el ser humano es enajenado y en esa condición, desfigurado como tal; por educación real habrá de entenderse entonces aquella en la cual el ser humano se hace un ser humano real, aquella en la cual, la humanización del ser humano, es realizada por el ser humano mismo.

 

Así, la infraestructura, las instalaciones, butacas, aulas, sanitarios, Centro de Cómputo, cafetería y áreas de esparcimiento, son cosas, por demás hasta ahí tangibles, que adquiere para su servicio en su formación educativa.  Pero esas no son las únicas cosas que su sentido de capacidad adquisitiva le dice que se apropia, sino que a su vez, de manera intuitiva cosifica y se apropia de los servicios administrativos; y, de ellos, no sólo de los “papeles” o documentos aun tangiblesque tramita, sino –y aquí comienza deshumanización que se da impensadamente por la sola naturaleza de las relaciones económicas–, convierte en cosas al mismo personal administrativo que ha de tramitarle o darle tal o cual servicio (una persona está ahí para servirle, para darle algo, que para eso ha pagado, y ahí mismo despersonaliza a quien le atiende, como pudiera atenderle la máquina de servir, o de dar café, luego, por supuesto, de depositarle unas monedas), y ello ocurre independientemente de su voluntad; el hecho sólo se hace un tanto más agudo, cuanto menor es su conciencia social y su cultura.

 

Pero si ya ahí encontramos una deshumanizada, en tanto cosificada, relación, tanto mayor es esa pérdida de la condición humana, y por ambas partes, cuando ese joven cliente de la institución, consumidor de servicios educativos, cosificaal docente.  Pero ahora, para ese joven consumidor de servicios dados hasta aquí de manera tangible, el docente ha de darle algo que por intangible, le confunde: conocimientos; y más complejo aun, conocimientos transmitidos, dados, en alguna medida no-vía simple de la información o datos que como quiera que sea le podrían ser dados en libros o notas, o en última instancia recogidos por él mismo con cierto carácter tangible por aquí o por allá; sino, más complejo aun, conocimientos transmitidos, dados, pero a través del proceso de inferencia, que aun más, es el estudiante mismo el que ha de realizar.  Esto es, que aquí, lo dado, se lo ha de dar a sí mismo con el consumo de algún esfuerzo de su parte, y esto choca con todo el proceso anterior de su vida práctica cotidiana.

 

El choque consiste en que ese joven cliente no está entrando en el aula para ahí despojarse de tal investidura de consumidor de servicios educativos, y convertirse en estudiante para, como tal, adquirir conocimientos por su propio esfuerzo, por su propia capacidad de abstracción y generalización; sino que –en la misma lógica de todo el proceso mercantilizado y de cosificaciónde las relaciones en que socialmente ha sido condicionado–, entra al aula para que los conocimientos, “esa cosa” –lo que sea–, “le sea dada”.

 

Por su mente, de la manera más inconsciente e involuntaria, la idea que pasa acerca de un docente del cual “siente” o “cree” que no ha recibido “nada” cuanto más ese docente le ha pedido que piense, que haga él el esfuerzo de abstracción teórica; en vez de que sea el docente el que “le de algo” y cuanto más tangiblemejor; es que ese “no haber recibido nada”, fue entonces por responsabilidad del docente, calificado en ese momento de “mal docente”.  Él, aun como estudiante, se conceptúa que está ahí para recibir, para que le sea dado, pues en su lógica, no pagó para –a su criterio– hacer él el trabajo del docente, y que sea él el que se tenga que dar a sí mismo, e implicando, además, un esfuerzo de su parte; y peor aun cuando el docente se lo exige, es decir, cuando el docente se lo reclama ya por derecho –porque él es el docente–, o bien por la fuerza –es decir, mediante la amenaza de una sanción.

 

Si por lo contrario, el docente le da apuntes, le proporciona copias, e incluso le proyecta imágenes en cualquier forma en una pantalla, algo tangible o casi tangible, por lo menos simbólicamente tangible, vía percepción sensorial de la vista, el estudiante considerará que algo le habrá sido dado, y se juzgará, en mayor o en menor medida, satisfecho; habrá recibido algo sustancial por lo que pagó, y sin que –como debe esperar todo cliente– ello haya significado esfuerzo alguno de su parte.

 

Y llegado el momento de la evaluación, tema esencial de este trabajo, con ello ocurre ese hecho extraño que ha motivado precisamente esta tesis: sea como fuere, el estudiante regateará su calificación; y a su entender, no habrá en ello un asunto moral de honestidad o dignidad, sino simplemente un lógico y legítimo asunto de comercio.  Es claro, no sólo está adquiriendo una mercancía en forma de “servicio educativo”, de educación dadaen conocimientos (lo que esa cosa intangible sea), sino que, además, por ello está recibiendo una constancia o certificado de adquisición, una especie de factura que hace constar, no sólo que posee esa “cosa intangible”, sino, además, que la posee con una cierta calidad, con una especie de “etiqueta de marca” dada por el valor numérico de su calificación.

 

El problema de fondo es más complejo que una pura transacción mercantil.  Tiene que ver ahora con toda una filosofía, con toda una concepción particular del mundo que le ha sido sistemática y socialmente inculcada de manera imperceptible: la concepción posmodernista del mundo.  No abordaremos aquí toda esa problemática, sino sólo lo que parece ser lo esencial, a saber: la negación misma del conocimiento científico.

 

El conocimiento científico se cifra en el conocimiento riguroso de la verdad.  A lo largo de la historia de la ciencia positiva así ha sido; y cuando la humanidad se adentró en el orden económico-social feudal y el teológico Medioevo oscurantista, tal proceso fue interrumpido (así, en ese orden de causa-efecto, que parece reproducirse con el capitalismo neoliberal y su “contracultura” posmodernista).  Hoy, esa nueva negación del conocimiento científico está dada esencialmente en la subjetivización de la verdad, por la que, cada cual tiene su verdad.  En el estudiante universitario actual, en su mayoría –como incluso en buena parte de su profesorado–, prevalece tal idea, de modo que cuando regatea una calificación, no lo hace por una simple costumbre de transacción comercial, sino concibiendo que, en su verdad –por el esfuerzo que juzga de sí mismo–, no está la nota que dice merecer; y si no la obtiene, no será porque no la merezca, sino por un acto de autoridad del docente en su ejercicio de poder, el cual está en su necesario interés, dada la necesidad económica de conservar su posición.

 

Es decir, en el fondo, a la vista del universitario actual en general, lo que hace la calidad del docente no es su fundamento científico; cuando no sólo la veracidad objetiva, sino la validez de la ciencia misma, está negada; sino lo que hace su calidad es el ser figura de autoridad y de poder.  En esa lógica, es pues el docente el que, “en su verdad”, valora en menos la adquisición que el estudiante hace de su propia educación, cuando ese estudiante, “en su propia verdad”, bien se puede dar por satisfecho con la nota que dice merecer; haya adquirido o no conocimientos; lo que eso sea, al final, ello le ha sido dado a él como cliente-estudiante ya en notas, reproducciones o libros, ya en libre acceso a la Internet, en donde en ésta, a su juicio –y en cierto modo no incorrecto–, “está todo” para cuando lo necesite; sin comprender que, para cuando lo necesite, si no tiene los elementos teóricos de fundamento para interpretar, de nada le servirá ese “todo” allí contenido.

 

De todo ello se sigue pues, la contradicción fundamental a discutir en esta tesis: el condicionamiento mercantil a que ha sido sometido el estudiante, frente a la ética profesional docente (particularmente aguda cuando el docente pertenece a la generación que viene de mediados del siglo pasado).

 

El estudiante es fuerza de trabajo cualificada encarnada en él durante el proceso productivo de su educación, en el cual se dan tanto la forma abstracta como concreta del trabajo; es decir, el trabajo productivo del docente independientemente de lo que produce, dando lugar a un valor de cambio, y el trabajo específico como docente formando un valor de uso, respectivamente; es decir, donde el estudiante en la formación de su persona por el docente, representa esa forma concreta del trabajo; poseyendo a la vez ese doble valor de toda mercancía (en este caso, hemos dicho, materializada en la fuerza de trabajo cualificada); valores económicos por los cuales, tomado aquel en su categoría de valor de uso y, por tanto, satisfactor de una necesidad, en este caso ético-estética del docente, ese condicionamiento mercantil a que ha sido sometido y que constituye precisamente el proceso de alienación del mismo, debe ser revertido en función de su formación moral y su conciencia social.

 

Por otra parte, la satisfacción ético-estética del docente, consiste tanto en la satisfacción de la formación moral del individuo en los más altos valores contribuyendo en la preparación de las condiciones subjetivas del progreso moral de la sociedad; como en el acto creativo de la formación del ser humano por el ser humano mismo, por el cual tiene lugar la realización social humana del docente.  La satisfacción ético-estética del docente radica, finalmente, en su identidad con el estudiante, en el reconocimiento de sí mismo en aquello en que ha puesto su trabajo productivo y creativo, razón por la cual se realiza en él; es decir, que el docente es enel estudiante, en la medida que lo humaniza, en donde él mismo como docente, se hace un ser humano real.

 

Se entenderá ahora el por qué de “la evaluación ético esteticista en el aula universitaria”, evaluación en la cual la propuesta consiste en el procedimiento de “evaluación por autocompromiso”.  Esto es, que es precisamente el autocompromiso lo que connota esa valoración ética, y es la relación ético-estética la que finalmente ha determinado, en consecuencia, esa idea de “evaluación por autocompromiso”.

 

Para nosotros en esta tesis, el concepto evaluación se toma, a partir de su sentido etimológico, de “extraer un valor”, mas, entendiendo por ello, el aspecto cualitativo de un valor moral, y de ahí pues, el concepto de evaluación ético-estética.  En ese sentido, se contrapone al concepto de evaluación cuantitativa dada por la medida en un valor numérico tomado de un “test” psicométrico que pretende medir el aprendizaje.

 

En la evaluación ético-estética por autocompromiso, no se pone en duda la obtención de un aprendizaje ni se busca cuantificarlo, simplemente se centra en la verificación cualitativa de la formación de la personalidad del estudiante, a partir del cumplimiento o no con el compromiso académico asumido para sí mismo.  Ahora que, como quiera que el sistema educativo reclame de la traducción de todo ello en el valor de una medida, la propuesta de evaluación ético-esteticista va acompañada; así sea efímeramente en el paso inicial del proceso, tanto del instrumento de “evaluación por autocompromiso”; misma que finalmente, sin reservas, puede fijarse en el valor más alto, desafiando al estudiante a que en los hechos se sostenga en ello, y como consecuencia, ello de lugar a la elevación del nivel académico; como de una “Matriz de Evaluación”, en la cual se correlacionan precisamente los compromisos a asumir por el estudiante, con su equivalente numérico.

 

Bajo tal propuesta, desaparece el “pase de lista de asistencia” y a partir de ello, todo tipo de sanción y el gasto inútil e improductivo de energías en su pormenorizada vigilancia.  Se apela a que prevalezcan las normas del deber ser moral en nuestras relaciones educativas, por encima de toda norma del deber ser reglamentado de derecho.  Ello no hace al anárquico planteamiento de la abolición de toda norma de derecho, por lo contrario, sólo dice que dado el orden establecido por normas coercitivas del derecho, se vaya más allá de ellas, hasta prescindir de las mismas, haciendo valer en nuestras relaciones educativas más aun, las normas de conciencia.

 

Centrada la propuesta de esta tesis en el tema de la evaluación, el aspecto principal es la desaparición misma del clásico “examen”, en su concepción psicologista de “prueba de aprendizaje”, reemplazado precisamente por la sociologista y ético-esteticista evaluación moral con el cumplimiento de un compromiso de trabajo; cuyo objetivo no es el aprendizaje por el aprendizaje mismo, sino el subordinante de éste: la formación de la personalidad moralmente íntegra de la persona; y cuya explicación y resultados se ofrecen en la argumentación de esta tesis.

 


Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:04

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (4)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 29 jul 10.

 

Así, cuando inicialmente pensábamos en nuestra tesis en el campo educativo, pensábamos hacer algo simple, muy esquemático y formal tanto por su forma como por su contenido; y de ahí que se enfatizara y evidenciara el necesario procedimiento silogístico.  Si bien por la estructura y composición, esto es, por la forma, así se desarrolló finalmente este trabajo agregando en beneficio de la claridad tanto del método de investigación como de exposición, por cuanto a su contenido fue más allá de las expectativas iniciales.

 

Refutar por el método de contrarios en el nivel de contrariedad, implica una condición apenas básica: es aquella en la que no se niega hasta provocar la transformación del opuesto, como lo sería en el caso de la contradicción plena.  Hay pues aquí, apenas una negación de la teoría psicologista de la evaluación en el aula universitaria, pero no hasta el grado de rechazarla y descartarla total y absolutamente, decíamos, pretendiendo hacer ver su falsedad.  Dicha refutación se estableció de acuerdo con el modo BAROCO de la Segunda Figura de los Silogismos.  En el juicio universal afirmativo dado en la premisa antecedente –luego de una paulatina simplificación en lo más general y esencial–, quedó enunciada la afirmación de la teoría psicologista de la evaluación en el hecho de que: “Toda evaluación en el aula es evaluación psicologista y mide el aprendizaje”; esto es lo que consta a lo largo de toda la historia de la teoría psicologista de la evaluación.  De la misma manera, en el juicio particular negativo de la premisa en que se fundamenta la refutación por contrariedad, quedó enunciado el hecho de que: “Alguna evaluación, como la ético-esteticista, no mide el aprendizaje”; esto es, en general ni siquiera mide, sino valora desde el punto de vista de la justificación de juicio moral, es decir, del juicio de valor acerca del acto moral en el deber ser (que el estudiante debe estudiar), en la formación de la personalidad; por el cual, desde la teoría de la moral, desde la Ética, “S, debe ser P”; luego entonces, “Alguna evaluación, como la ético-esteticista, no es evaluación psicologista en el aula universitaria que mida el aprendizaje”.

 

Es así que dicho planteamiento psicologista en el mundo occidental, si bien es cierto que desde los años setenta del siglo pasado ha venido derivando a la evaluación con un reconocimiento en el orden de lo moral, lo que por lo demás, justifica nuestra propuesta, ello ha estado presente desde el primer momento en el sistema educativo socialista.

 

En esta nuestra tesis, por lo que toca a la demostración, siendo para nosotros la hipótesis el enunciado de un juicio categórico universal afirmativo, el modo del silogismo de la primer figura en que se descompuso, fue el modo BARBARA.

 

Todavía más, afirmamos, no puede haber investigación científica sin hipótesis.  De acuerdo con ello, si la hipótesis de nuestra investigación se enunció en el juicio: “Toda evaluación ético-estética en el aula universitaria contribuye a resolver la contradicción <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>> mediante la recuperación del valor de uso, en la “cualificación de la fuerza de trabajo” formando la personalidad”, al verificarse, primero teóricamente en el IV Capítulo, y luego empíricamente incluso mediante una predicción, como se expone en el V Capítulo, ha quedado como tesis establecida; probando lo prometido en la hipótesis, mediante la reiteración objetiva del número, dado ya no por una supuesta “medida de aprendizaje”, sino por un compromiso moral, del deber ser, del estudiante; quod erat demostrandum[*].

 

En cuanto a la hipótesis, al descomponerla en sus premisas tanto antecedente como fundamentadora, que dan contenido al III y IV Capítulos respectivamente; quedaron enunciados a su vez los juicios cuya veracidad había a su vez previamente que demostrar, lo cual se desarrolla precisamente en los mismos, particularmente respecto de la premisa fundamentadora en la cual se vierten nuestros propios argumentos demostrativos.

 

Respecto de la estructura del silogismo que implica la argumentación demostrativa de este tema de nuestra tesis, debe decirse que el III Capítulo, constituye la premisa antecedente de la inferencia del juicio establecido en la hipótesis, cuya discusión se desarrolla en tres apartados en los cuales se analiza: en el primero, los fundamentos filosóficos y los fundamentos económico-políticos de la evaluación en el aula; en el segundo, la Universidad privada actual y la formación moral de la personalidad; y en el tercero, los fundamentos ético-estéticos de la evaluación en el aula universitaria (a partir de la experiencia en la educación socialista), y la formación de la entereza moral.  Naturalmente, de acuerdo con la lógica, todo lo analizado en este III Capítulo se postula y se da por verdadero, en tanto conocimiento antecedente abrevado en otras fuentes autorizadas, y demostrado y probado histórico-socialmente.  No quiere decir que ello exima de falsedad a la premisa, pero tal posible falsedad, sólo habrá de establecerse por refutación, o de otro modo tendríamos que caer en el error de la infinita demostración del argumento antecedente.

 

Notoriamente, teniendo presente el procedimiento de la inferencia, el IV Capítulo, representa un papel fundamental, es de hecho la tesis misma; pues en él desarrollamos los argumentos demostrativos esenciales de nuestra tesis con base en el proceso observacional realizado a lo largo de nueve años, hemos dicho, bajo “ensayo-error”, y el último año, completando diez años de observaciones acumuladas, en un proceso experimental.  Este capítulo, en consecuencia, se refiere propiamente a la premisa fundamentadora de la inferencia que da lugar al juicio de la hipótesis.  La premisa antecedente se postula y da por verdadera en términos generales; pero si la premisa fundamentadora desarrollada en este capítulo, finalmente se ha demostrado como verdadera, como así lo haremos ver, la verificación de la hipótesis se ha dado a su vez, necesariamente.

 

Así, mediante la inferencia mediata dada, este IV Capítulo se desarrolla a través de tres apartados en los cuales se discute: en el primero, toda la experiencia antecedente del problema desarrollada mediante el ejercicio del “ensayo-error” y sus resultados, lo cual recoge datos de nueve años atrás; luego, en un segundo apartado, se muestra el análisis observacional del sistema de evaluación propuesto, desarrollado durante un semestre escolar; y en el tercer apartado y último, se expone el proceso experimental para encontrar la causa del fenómeno, dado a su vez en un semestre escolar más; con lo que se completan diez años de trabajo.

 

Mas el V Capítulo, tiene por contenido, finalmente, la verificación teórico-práctica de la hipótesis.  Esto es, exponemos en éste los resultados estadísticos del trabajo durante cuatro Semestres académicos: dos de ellos observacionales y de corroboración, uno de verificación teórica de la hipótesis, y uno más de verificación empírica, incluso mediante una predicción.  Se narran los resultados y, en su caso, se justifican mediante una explicación breve; luego se muestran directamente las gráficas de cada una de las evaluaciones parciales de cada Semestre escolar observándose ya las primeras regularidades de la aplicación del sistema de Evaluación Ético-Estética por autocompromiso.  Acto seguido, se muestra en cada caso por Semestre, una tabla resumen de dichos datos, que nos permiten corroborar esa generalización de las primeras regularidades del funcionamiento del sistema de evaluación.

 

Esta tesis se ha dado, en principio, como una necesidad personal a resolver; pero susceptible de generalizarse; como ha quedado planteado en la contradicción enunciada al principio de esta introducción: <<la situación mercantil (por lo tanto, en una parte enajenada y en otra bajo fetichización de las relaciones educativas) que condiciona la relación del estudiante frente a la ética profesional docente no realizada>>, siendo una situación que nos abrumaba, y nos abruma aun, con la diferencia de que hoy le tenemos una respuesta claramente fundada.

 

No hay en esta tesis, de principio, una propuesta general aplicable para todos los casos de la práctica docente, no ha sido ese nuestro propósito.  Investigamos sólo a partir de nuestro caso y para resolverlo, sólo da, eso sí en general, explicación a un problema crucial: la evaluación, entendiendo por ello simplemente la valoración del estudiante; hemos resuelto aquí tan sólo un caso muy singular dado en nuestra propia práctica docente, que en ningún modo se preestableciócomo generalizable; independientemente de que lo pueda ser (que más allá de la satisfacción propia, únicamente adquiriría sentido en la medida, precisamente, de su amplia generalización, para lo cual insertamos al final el Anexo: “Protocolo de Comprobación”, para que todo esto, en su caso y momento, pueda ser verificado por terceros).

 

Toda la argumentación, pues, gira en torno al final y fundamental aspecto, inevitablemente, el centro de toda la problemática educativa actual particularmente referida a nuestra experiencia en el ámbito universitario de la institución privada, sin lugar a dudas: el momento de la evaluación, como veremos, reducida a “medida”; punto de negociación velada en un “valor entendido” como contradicción insalvable de la educación privada, y objetivo, no principal del estudiante actual, sino objetivo único, pues un real interés por el conocimiento no existe (aun cuando ello no sea motivo de demostración aquí), por más que esté en sus labios expresarlo; salvo, como siempre, las contadas y notables excepciones.

 

El desconcierto de los estudiantes ante el sistema de evaluación propuesto, es un hecho que se ha dado invariablemente; desconcierto dado en que, ante la naturaleza realmente objetiva y concreta del procedimiento que parte primero de la evaluación (la valoración del trabajo a la vista de todos en un juicio moral social), para luego dar la medida (preestablecida en la Matriz de Evaluación), cuando hasta ahora las cosas habían sido al revés, no pueden verse sino resignados a su real calificación sin elemento ninguno para “negociar” la “injusticia” (que no sea el cinismo y la desfachatez absoluta del que cae en el rango de mero “cliente” sin merecimiento de nuestra consideración ninguna).

 

Los estudiantes son conscientes de ello, y en el proceso cada uno va ocupando su lugar real motu propio.  Obtener un resultado positivo de este problema en adelante, por nuestra parte, esperamos lograrlo mediante la adecuación de la Matriz de Evaluación; la otra parte estará en la decisión real del estudiante por estudiar.  Si la solución final generalizable a esa contradicción por la cual se fetichizan las relaciones educativas está –y ello será responsabilidad de la institución–, por una parte en insertar al estudiante en un ámbito de libertad y responsabilidad para que éste asuma la conciencia de su responsabilidad en su desempeño académico; esto es, de conciencia social cada vez mayor, en este caso, mediante un instrumento de investigación, que sirvió como mecanismo: la Evaluación por Autocompromiso; por otra parte, dicha solución final a esa contradicción esencial, estará en que el estudiante comprenda que el conocimiento viene, y sólo puede venir, de su propio esfuerzo por obtenerlo, mediante el ejercicio del pensamiento y no como una cosa, que puede ser por demás, desechable.

 

Un principio objetivista; es decir, del estudio de la realidad objetiva tal cual, independientemente de nuestros deseos o voluntad; se evidencia en las relaciones educativas de la institución privada, por un proceso mercantil; y esto no significa maniqueísmo alguno, ni descalificarla por ese solo hecho, sino significa exclusivamente, el que las cosas son así, así están dadas, y lo que se genera en el proceso educativo a partir de ello, es lo que tenemos que contribuir a resolver.

 

Invariablemente ello queda expresado en un objeto de estudio y sólo un objeto de estudio: la evaluación ético-esteticista en el aula universitaria, mediante el efímero instrumento de “Evaluación por Autocompromiso” (lo cual no quiere decir autoevaluación); donde esa evaluación, esto es, esa extracción de valores o valoración en un proceso de realización social humana, y por lo tanto un juicio de valor, es puesta a prueba y demostrada por el estudiante mismo en su desempeño académico; es decir, donde el estudiante somete su desempeño académico a un juicio de valor (en consecuencia moral, y en tanto reflexionado, juicio de valor ético y estético) socialmente dado, según su compromiso asumido libre y responsablemente.

 

Sistematizamos la argumentación, por demás, inherente a un análisis cualitativo, a partir de una contradicción que expresa un proceso de enajenación y alienación; eso se da conforme lo ha demostrado Marx y así lo retomamos, sin pretender “medir” y establecer cuánta enajenación o alienación; el fenómeno se da, simplemente, como lo demostró Marx ya desde sus Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, por la naturaleza de las relaciones económico-políticas en que estamos inmersos; y lo que nos interesa es crear las condiciones materiales (un sistema de evaluación), y espirituales (unas relaciones educativas), para revertir el proceso de alienación, recuperando el valor de uso dado en la persona del estudiante.



[*] Quod erat demostrandum(“lo que queríamos demostrar”); esto es, no que el número nos de la “medida” del valor moral del estudiante, pues no sólo no pretendemos medir eso, sino que no pretendemos aquí, medir nada; el número (la calificación), es tan sólo el equivalente numérico administrativamente obligado, afín a un compromiso de trabajo académico que el estudiante ha asumido libremente y bajo su entera responsabilidad, y finalmente, de si lo ha cumplido o no.  Lo demostrado, es que el sistema de evaluación en el aula universitaria que denominamos ético-estético y realizado por autocompromiso (lo que no debe confundirse con autoevaluación), suple ventajosamente –particularmente ad hoc a la escuela privada–, a la evaluación psicologista, no sólo por su forma (el test psicométricofrente a la valoración ético-esteticista), sino por su contenido (una simple “medida del aprendizaje”, frente a una formación de la personalidad)

 



Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:03

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (3)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografíco.over-blog.es/;

México, 26 jul 10.

 

 

Si podemos decir que resolvimos finalmente el problema que nos aquejó durante tanto tiempo, ahora hay otras dificultades secundarias, pero claramente decantadas.  Antes se sumaban caóticamente a un mismo fenómeno enturbiando la práctica docente; ahora son interesantes problemas cuya solución tiende a mejorar paulatina y sistemáticamente nuestra didáctica.

 

O bien, podemos decir que si fue exitoso el resultado, ello fue por cuanto a la parte metodológica: tener presente el análisis de relaciones generales abstractas determinantes, es lo teórico, lo abstracto y simple, a partir de donde el pensamiento se eleva a lo concreto complejo como síntesis.  Este es el resultado, dice Marx, no el punto de partida..., “aunque sea el efectivo punto de partida, a su vez de la intuición y representación”[1], dice el mismo Marx.  Es decir, hay un círculo –más propiamente dicho, una espiral, se parte de lo concreto, de lo empírico real vivo y complejo, como reflejo objetivo de la realidad objetiva; para, mediante el análisis, simplificar y hacer lo teórico, la abstracción de las relaciones generales determinantes.  Pero ello no es lo esencial, lo esencial es luego elevarse –pasando a la siguiente espira de lo simple a lo complejo, de lo abstracto a lo concreto sintetizado.

 

Fue así como hemos procedido más allá de la apariencia que ha dejado ver sólo unilateralmente una fase del movimiento del pensamiento: esa primera que es el efectivo punto de partida, a su vez de la intuición y representación, dada por la experiencia directa de nuestra propia práctica docente.  Mas lo que hemos hecho a partir de allí, ha sido precisamente esa generalización teórica concreta, de síntesis, a partir del análisis de momentos singulares abstractos.

 

Inicialmente, tenemos de nueve años atrás (de 1995 a 2003), en un insuficiente y equívoco procedimiento mediante el “ensayo-error”[*], pero dado por condiciones obligadas, una experiencia acopiada de esos momentos singulares que durante el 2004 al 2005, finalmente, generalizamos en lo teórico bajo el riguroso método científico; no sólo por cuanto a lo que hemos citado anteriormente de Marx, sino, además, a partir de la aplicación de los métodos lógicos (o de la Lógica Formal), de la relación causal de los fenómenos, primero observacionalmente mediante el método de concordancias, y luego experimentalmente bajo el método mixto de concordancias y diferencias.  Mediante ello, determinamos las causas del fenómeno que nos preocupaba.  Luego procedimos a su verificación tanto teórica como empírica, comprobando la hipótesis acerca de la solución a esa causa.

 

Aun más, en cuanto a la metodología de la teoría del conocimiento, nos fundamos en la dialéctica materialista, el marco teórico marxista; y en cuanto a la metodología de la sistematización del conocimiento, trabajamos conforme a los Métodos de la Relación Causal de los Fenómenos aplicando en un principio el Método de Concordancias para la observación de 12 casos, hasta con 12 variables, dados empíricamente, en el lapso de un Semestre escolar (el primer semestre de 2004); luego, ante la duda de una de dos posibles variables como parte del conjunto de las causas reales, hubimos de aplicar entonces el Método Mixto por Concordancias y Diferencias en un nuevo lapso por otro Semestre escolar (segundo semestre de 2004).  Comprobado el supuesto causal, pasamos a la verificación empírica de la hipótesis durante el Semestre escolar siguiente, ya en el año 2005 (enero-mayo); verificación empírica que en cierto modo incluso, determinamos, finalmente, mediante una predicción para el segundo semestre del año 2005 (agosto-diciembre); con lo que concluimos esta tesis (no obstante, un prolongado lapso de trámite de revisión y titulación, nos permitió aun, por los períodos semestrales de 2006, hacer observaciones y comprobaciones reiterativas arrojándonos nuevos datos que nos permitieron comprobar la tesis, como en su lugar comentaremos).

 

Todo el proceso en el que, dialécticamente a la observación empírica, ha acompañado la generalización teórica, ésta ha guiado las subsiguientes observaciones empíricas.  Dirigiéndonos en este texto no al lector pragmático, sino al lector crítico que gusta de disponer de una vasta conexión de las cosas, aportamos los siguientes datos.  En 1996, estas primeras generalizaciones teóricas dieron lugar a la presentación de la ponencia: La Lección de Oersted: Didáctica Concreta, presentada en el Primer Congreso de Experiencias Didácticas del Estado de Morelos, y en esas fechas, a la redacción y presentación de un primer ensayo[**] sobre la teorización de nuestra Didáctica Concreta, en el Primer Concurso Nacional de Pedagogía convocado por Editorial Océano (1996).  Después así continuamos con la presentación de ponencias en los Congresos Nacionales de Profesores en Ciencias Naturales que iban resumiendo esta experiencia.

 

Esto dio lugar a la estructura de exposición del presente trabajo que resume esa experiencia, planteada en cinco capítulos: en el I  Capítulo, en una primera parte, se expone el análisis de lo concreto del fenómeno estudiado en esta tesis; y en una segunda parte, se establecen los elementos formales del marco teórico: la metodología de la teoría del conocimiento o sistema filosófico de sustento; tema, justificación y objetivos; problema, hipótesis, método y procedimientos observacional y experimental; así como, en una tercera parte, los planteamientos generales de esa teoría de la enseñanza particular propia que hemos denominado “Didáctica Concreta”, la cual tiene por finalidad aquí, expresar la parte viva del sistema de evaluación propuesto en esta tesis. 

 

Ahora, en cuanto al II Capítulo, a éste le conferimos un lugar aparte y especial.  Para una tesis de grado –a nuestro juicio– se requiere no sólo de la demostración, sino de la veracidad rigurosa de la misma; pero asimismo, dado el método dialéctico que supone no sólo la tesis, sino la antítesis, se requiere de la refutación de la contraparte; dicho Capítulo se refiere entonces, a la refutación de la teoría de la evaluación en el aula en la corriente psicologista que influye en la educación superior; refutación que hacemos no por la contradicciónplenamente desplegada, sino sólo por contrariedad, es decir, por la cual se reconoce la diferencia, pero no se demuestra necesariamente la falsedad de la tesis contraria: el psicologismo en la educación superior; quedando sólo a manera de una crítica por el método de contrarios, en tanto contrapuesta a la corriente filosófico-sociologista o, en particular, ético-esteticista, de dicha evaluación en el aula.  En este capítulo, en un primer apartado, se dan los antecedentes históricos y teóricos desde el surgimiento del concepto de la evaluación, hasta las formas que ésta adopta en las soluciones al problema de la evaluación en el aula particularmente bajo la corriente psicologista en los países capitalistas del mundo occidental; luego, en un segundo apartado, se analizan las implicaciones, las más indirectas, del psicologismo, bajo la influencia cultural de la “contracultura” posmodernista y las sombras del oscurantismo, para, finalmente, en un tercer apartado, hacer ver el valor de lo opuesto: la evaluación ético-esteticista desde sus antecedentes históricos y teóricos, dados en el campo socialista, hasta su aplicación en el proceso de nuestra investigación de tesis.

 

Mas tenemos así que, en cuanto a la parte formal de la demostración de la hipótesis a verificar; luego de las formalidades del I Capítulo y la refutación por contrariedad de la antítesis o contraparte a la teoría aquí sustentada, dada en el II Capítulo; nos adentramos en el III Capítulo, el cual constituye la primer premisa, o premisa antecedente, del silogismo de donde se infiere la hipótesis.



[1] Marx, Karl; Contribución a la Crítica de la Economía Política; s.XXI Editores; 7ª edición, México, 2003; p.301 (subrayado nuestro)

[*] En el fondo, una combinación de real de desidia y ausencia de condiciones estables para efectuar las observaciones para aplicar y ahondar más en el conocimiento del método científico, más allá de definirlo conceptualmente de memoria, método que, más que complejo, reclama de rigurosa sistematicidad en prolongadas observaciones controladas y en verificación mediante experimentos.

[**] Libro de más de ciento cincuenta páginas integrado por dieciocho prácticas de didáctica concreta a manera de divulgación de la ciencia, propuestas antes a la Casa de la Ciencia de la UAEM.

 



 

 

Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:02

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (2).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 22 jul 2010.

 

 

Introducción.

 

Gracias a esta investigación, pudimos, finalmente, sistematizar el tema general sobre evaluación en el aula universitaria que tanto nos había atormentado por mucho tiempo; elegir el tema, pues, no ha sido en lo absoluto arbitrario o resultado de un formalismo o una curiosidad, sino consecuencia directa de un problema vivo en nuestra propia práctica docente.  Ello estaba en el fondo de un primer intento de tema más general: la situación oscurantista en que está inmersa la educación actual, una educación que al darse como una situación mercantil, en nuestro caso particular, ahonda las posibilidades de dicha característica bajo el proceso de fetichización o alienación en que queda inmerso el estudiante, y de ahí que, invariablemente a su vez, hubimos de abordar el tema acerca del proceso oscurantista en esta tesis.

 

Realmente la dimensión del oscurantismo no es sino el fenómeno, el efecto, la forma, debajo de lo cual como su esencia, como la causa y contenido, vislumbramos como problema a resolver, una contradicción determinante localizada muy particularmente en el ámbito de la educación privada: <<la situación mercantil que condiciona la relación alienada del estudiante, frente a la ética profesional docente>>.  No debe entenderse por ello, más con prejuicio ideológico maniqueo que con cabal comprensión, que se afirme que “la educación privada no sirve”.  En esta tesis no hay una línea en donde se afirme tal absurdo.  Esta tesis no trata de ello, tal punto ni se afirma ni se niega, porque ello simplemente no es objeto de discusión.  Pero para despejar toda duda al respecto, baste la siguiente explicación: la contradicción antes enunciada no podía expresarse en toda su plenitud, sino en la práctica docente del ámbito de la educación privada, jamás lo podría haber sido en el ámbito de la Universidad pública; es un problema inherente pues, a la Universidad privada, y, en consecuencia, la propuesta de esta tesis, no tiene más fin que proponer una solución a ello.  Luego entonces, busca el bien de la misma, partiendo del principio implícito de que la Universidad privada, por lo tanto, no sólo efectivamente sirve, sino, de satisfacerse lo planteado en esta tesis –ese es el planteamiento teórico de este ejercicio–, puede ofrecer un real desarrollo a los jóvenes de esta sociedad, comprometidos para con la sociedad misma.  Acaso al final, sin que para este momento histórico, conscientes de la necesidad, se niegue lo antes dicho –permítasenos soñar–, nos pronunciamos por el gran anhelo de una sociedad más justa e igualitaria, por la Gran Narrativa prometéica decimonónica: por el humanista principio educativo ilustrado de, “Enseñar a Todos de Todo”; la gran utopía de una educación sostenida socialmente, que queremos creer, algún día será.

 

Así, esencialmente, dicho fenómeno se refiere, primero, al proceso de enajenación en que se encuentra el producto del trabajo del docente (la fuerza de trabajo cualificada que es apropiada por otro y se revierte socialmente al propósito educativo); mas luego a su vez, tal fenómeno de mercantilización frente a la ética profesional docente, también se refiere, y más esencialmente aun, al proceso de fetichización de las relaciones educativas humanas, morales, confundidas e impensada e involuntariamente, sustituidas por relaciones mercantiles, lo que a su vez se conoce como alienación social.

 

Con ello, lo que el docente produce –dicho en los rigurosos términos marxistas de la economía-política dialéctico materialista en que se sustenta esta tesis, es “fuerza de trabajo cualificada”, que se encarna en el estudiante.  No sólo económico-políticamente, sino por razones esencialmente ético-estéticas, dicho producto, en tanto inmerso en las más nobles relaciones humanas, como es la labor educativa, y en tanto actividad socialmente creativa, ha de ser realización social humana del docente; tal cual define Marx precisamente la actividad humana creadora al referirse al papel del arte, es decir, ahí donde se crea lo bello; de donde, dice Marx, mientras el animal produce exclusivamente con arreglo a la necesidad “el hombre sabe producir..., siempre a la medida inherente al objeto; el hombre, por tanto, crea también con arreglo a la belleza”[1]; y en ese sentido, ese producto encarnado en el estudiante y el estudiante mismo que es educado, que se contribuye a crear como persona, y por tanto, producto al final de todo, que es un ser humano al que se humaniza, representa un valor de uso; esto es, un satisfactor, en este caso, del intelecto y de la ética y estética, o dicho en general, de la espiritualidad humana, del docente.  Es en ese sentido que se da el esencial pasaje de Marx en donde éste, refiriéndose al docente, dice: “Si se nos permite poner un ejemplo ajeno a la órbita de la producción material, diremos que un maestro de escuela es obrero productivo si, además de moldear la cabeza de los niños, moldea su propio trabajo...”[2]; es decir, que está presente en ello el doble carácter del valor.  Respecto del valor de cambio nada podemos hacer, su enajenación es condición de necesidad; mas, respecto del valor de uso, de su calidad como satisfactor espiritual –así lo sostenemos esencialmente en esta tesis, estamos obligados a incidir en el rompimiento del proceso alienante de ese producto encarnado.

 

Invariablemente, con el proceso de producción de esa fuerza de trabajo cualificada, se enajena dicho producto necesariamente, convertido en valor de cambio.  Pero frente a ello, el docente no puede tener la misma actitud del obrero fabril igualmente despojado, que, como dijera Marx, acaba aborreciendo no sólo el producto de su trabajo, sino su trabajo mismo, y “huye del trabajo como de la peste”[3].  Lo que está en juego no sólo no son productos materiales como piezas desechables, sino seres humanos; y más aun, lo que está en juego no es sólo la posibilidad del trabajo real, la producción creativa; sino la conciencia social de ese “obrero del intelecto”, de ese “obrero productivo que moldea las cabezas” altamente cualificado, que es el docente.

 

A dicho “obrero del intelecto”, el docente que realiza lo que en economía-política se denomina trabajo complejo en tanto altamente cualificado; a diferencia del obrero fabril que realiza el llamado trabajo simple; le es condición de necesidad el recuperar la parte ético-estética; la parte de la relación moral y la actividad creativa depositada en el producto de su trabajo como valor de uso, desfetichizar en la conciencia del estudiante las relaciones educativas particularmente entre él y el docente, revertir pues, en lo más posible, el proceso de alienación, en el acto en que el docente se lo apropia enfáticamente como suyo; cuando el poseedor del capital sólo lo transferirá en calidad de valor de cambio, como mercancía.  Para contribuir a lograr en lo más posible tal recuperación en el orden de lo espiritual, de lo moral y creativo, he ahí la hipótesis: la evaluación ético-estética en el aula universitaria por el autocompromiso de trabajo académico del estudiante, de tal modo que, valorado objetiva y concretamente por ello, el docente asuma su responsabilidad ética de hacer la equivalencia a una medida, la cual queda preestablecida mediante lo que denominamos como “Matriz de Evaluación por Autocompromiso”.

 

Si el resultado de este trabajo, sintetizado básicamente a lo largo del año 2004, ha sido trascendental, ello ha sido debido a que nuestra práctica docente hasta entonces depauperada bajo el empirismo del “ensayo-error” de varios años atrás, la reemplazamos por una investigación científica formal; la cual verificamos en términos teóricos durante el primer Semestre de 2005, y en términos prácticos, incluso mediante el intento de una predicción, durante el segundo Semestre del mismo año, con un resultado exitoso, como en su lugar habremos de demostrar.



[1] Marx, Karl; Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844; Editorial Grijalbo, Col. Enlace Iniciación, Nº29; México, 1968; (pp.81-82).

[2] Marx, Karl; El Capital, Crítica de la Economía Política; Fondo de Cultura Económica, Tomo I, vigésima reimpresión, México, 1987; p.426.

[3] Marx, Karl; Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844; Editorial Grijalbo, Col. Enlace Iniciación, Nº29; México, 1968; p.78.

 



Compartir este post
Repost0
20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:01

La Evaluación Ético-Esteticista

en el Aula Universitaria Durante un Curso.

  Tesis, Maestría en Educación Superior, 2007 (1)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 19 jul 2010.

 

Agradecimientos

A mi compañero de labores, y más aun de ideas, y amigo que fungió como revisor de calidad de este documento, al Dr. Daniel Leones Reyes, primer crítico de este trabajo; y junto con él, mi agradecimiento al Lic. Leopoldo Ferreiro Morlett, agudo observador en la crítica marxista, lo mismo que al Lic. Víctor Manuel Romero Medina, pieza fundamental en el severo juicio de estilo; todos ellos, en su momento, participantes vivos del “franciscano” “Coloquio de San Jerónimo”. Sus observaciones y comentarios han sido invaluables, mas lo que haya quedado dicho en este documento a pesar suyo, no debe atribuirse sino a mi necedad y obcecamiento.

 

A quienes no puedo sino deber todo cuanto haga, a mis hijos: Gea, Nut, y Mar y a sus abuelos y tíos, entre ellos, a mi hermana Irma, pedagoga: bien dicho a nombre de todos lo que pongo en su pensamiento: cierto, vuestro hermano ha perdido la razón.  Sea también, por definición, a mis otros hijos, los académicos: mis estudiantes.  Y entre éstos, de manera particular a los protagonistas de esta historia: a mis discípulos Marlyn Vázquez Aceves y Gustavo Salgado Delgado; y con ellos, a mis alumnos del ya legendario Comité del “Círculo  Cultural Leyendista”: Iliana López Eguiza, Keila Judith Andrade Sernas, y Adriana Gutiérrez Díaz, personajes vivos de la narrativa; y a mis instructos todos (hasta a los que con razón me odiaron; y con ellos, una disculpa a todas aquellas “almas torcidas” que ahora vagan por la vida luego de pasar por el laboratorio de mi ignorancia)

 

Por último, a las más altas autoridades de esta Universidad Internacional: al Ing. Javier Espinosa Romero; respetuosamente, a la Sra. María Eugenia Olalde Fajardo, lo mismo que al Arq. José Manuel Muñoz Gómez.  Y complacido in miríficus, al Ing. Jorge Iván Díaz Aguilar; y con él a los profesores, Lic. Rodolfo Ricaño Uribe, Lic. José Adalberto.Gama Arrollo, y Lic. Santiago Castillo Jiménez, satisfecho de compartir con profesionales del más alto nivel.   Al amplio Consejo de siete Revisores, a todos los cuales vaya mi agradecimiento por sus observaciones y cuestionamientos, frente a los cuales se puso en evidencia la solidez de esta tesis; en particular, a la Dra. Alicia Batllori Guerrero, mi reconocimiento a su ética profesional; a la Mtra. Margarita Villanueva Nava, cuyos cuestionamientos en clase dieron lugar a muchos de los puntos esenciales de esta tesis; y a la Dra. Alicia Valencia Reyes, quien antes que contradecir obligándonos a la posible refutación, sencillamente preguntó, “por qué se había hecho así”, siendo suficiente la aclaración.


En especial, para terminar, a Fidel Castro Ruz, al pueblo cubano, y a su Sistema Educativo –última llama de la ilustración y la utopía hecha realidad–, en sus cuarenta y cinco años de heroica resistencia al imperialismo, en nombre de la humanidad.

 

Finalmente, sea mi más infinito, eterno, y profundo agradecimiento; encadenado con los aherrojos de Hefesto y abrazado cual Peritoo en las llamas del Infierno; a la bellaza de la mujer, dada lo mismo en Era que en Perséfone, ambas en sus reinos validadas de sí mismas, maravillosos espíritus, el de aquella en su propio ser, el de ésta, abismal, en el oscuro y mítico Inframundo.  Sea, desde el destino de un Teseo.

 

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Septiembre de 2006.

 

 

“El tránsito de una moral

fundada en la costumbre y la tradición

a una moral reflexiva;

o también, de una moral heterónoma, suprahumana,

a otra, autónoma, humanista,

se pone de manifiesto en la necesidad

cada vez mayor

de una justificación racional

de las normas y los actos morales”

 

Adolfo Sánchez Vázquez.

 

 

Contenido General

 

 

Prólogo

Introducción

 

I   Cap.            Fundamentos Teóricos           

 

1  Análisis de lo concreto

2  Fundamentos metodológicos

3  “Didáctica Concreta”

 

II  Cap. Crítica al Fundamento Psicologista de la Evaluación           

 

1  Formas de la evaluación educativa y la pedagogía científica.

2  La evaluación psicologista en el aula: del “cientificismo” al oscurantismo.

3  El fundamento filosófico-sociologista de la educación y la evaluación, frente al fundamento psicologista.

 

III Cap. Fundamentos de la Evaluación Ético-Estética.           

 

1  La humanización del ser humano: la formación ético-estética, en la realización progreso moral y científico del vinculo Maestro-Discípulo.

2  La formación de la personalidad y la educación ético-estética.

3  La formación de la personalidad en la cual se expresa la realización social humana, resuelve la contradicción <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>>.

 

 

IV Cap. La Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.

 

1  La evaluación ético-estética es evaluación cualitativa formadora de la personalidad.

2  La evaluación ético-estética en la solución de la contradicción <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>>, contribuye a la desalienación del trabajo concreto.

3 La extracción de virtudes del educando por propia exteriorización, y la realización social humana.

 

 

V  Cap.  La Evaluación Ético-Estética, y la Reapropiación del Trabajo Concreto.

 

1  Generalidades de la Síntesis

2  Síntesis de la comprobación teórica; verificación de la hipótesis: el desarrollo científico y moral.

3  Síntesis de la comprobación empírica; verificación de la hipótesis: elevación del nivel académico.

 

Conclusión.

Apéndice: Protocolo de Comprobación.

Bibliografía.

Índice de Ilustraciones.

Índice de Nombres.

Índice de Conceptos.

 

 

 

Prólogo

 

“Una sociedad es tanto más rica moralmente cuanto más posibilidades ofrece a sus miembros para que asuman la responsabilidad personal o colectiva de sus actos...  En este sentido, el progreso moral es inseparable del desarrollo de la libre personalidad...  Índice y criterio del progreso moral es..., el grado de articulación y concordancia de los intereses personales y colectivos”.

 

Adolfo Sánchez Vázquez.

 

 

 

 

Al respecto de la riqueza moral, dice Titarenko, <<un importante indicador del progreso moral es el aumento de las posibilidades de la moral para influir favorablemente en el proceso de liberación social y el perfeccionamiento espiritual del individuo>>.  Qué tanto todo lo anteriormente dicho es así en el lugar y tiempo que constituyó el escenario de esta investigación, es pues, una respuesta necesaria: y aquí, en esta institución educativa como en ningún otro lugar, una moral positiva dada en una mayor libertad, pero que a la vez se enriquece al imponernos mayores responsabilidades, influye favorablemente en el proceso de liberación social y perfeccionamiento espiritual del individuo.  Normas en otras partes reguladas externamente, adquieren aquí carácter plenamente moral en tanto aceptadas por convicciones propias y cumplidas en lo íntimo.  No casualmente nuestra propia práctica docente nos ha permitido generalizar teóricamente esa experiencia en este escrito.  La magia ha sido precisamente, dada la fuerza misteriosa de artes ocultas a la vista del seglar, por la cual se realiza ese progreso moral inseparable del desarrollo de la libre personalidad.

 

Ciertamente, ese desarrollo no ha de ser sino emancipación, sino libertad; mas nada de ello ha de ocurrir sino con apego a la conciencia de la necesidad.  La utopía, el mayor anhelo, amalgamado con una realidad humana enajenada, desfigurada en el proceso de alienación, es el resultado de esta tesis; esto es, precisamente, donde esa mezcla da como resultado: la conciencia de la necesidad; como aquello que dialécticamente media entre la mutua confianza plena entre estudiante y docente, como sólo lo puede ser en sus calidades de discípulo y maestro; esto es, como aquello que dialécticamente media entre la realización social humana, o su negación.

 

La lucha de las ideas entre la oscuridad y la luz, entre la fantasía y la verdad, entre la ignorancia y la ciencia, ha sido fuerza de la razón para revelar lo oculto.  Se perdió la ilusión y el encanto de la magia, pero con ello, a su vez, se disipó la inconciencia acerca del necesario desarrollo moral de la personalidad, el cual ahora es, con un poder heraclesiano.

 

 

Luis Ignacio Hernández Iriberri

Cuernavaca, Mor; 26 julio 2006.

 


Compartir este post
Repost0
19 julio 2010 1 19 /07 /julio /2010 08:42

Los Métodos

de la Teoría del Conocimiento en Geografía.

  Curso, Universidad de Guadalajara, 1985 (42/42).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 16 dic 10.

 

 

d)    El carácter de la predictibilidad en la geografía.

 

Es sólo hasta aquí que podíamos llegar a abordar uno de los puntos de mayor importancia en el hacer científico, precisamente: el carácter predictivo de la ciencia.

 

La ciencia, en sentido lato, es conocimiento; pero a la vez, la finalidad de éste, cobra sentido y razón de ser, en tanto permite preveer las líneas y tendencias de los acontecimientos, y de esa manera, el futuro.

 

En su forma más generalizada, el conocimiento tiene por finalidad orientar y dirigir la acciones de la sociedad en la búsqueda de un mayor bienestar humano.

 

Sólo puede reconocerse la posibilidad de la previsión científica, sobre la base: 1) de la universalidad de la ciencia dada como un conocimiento objetivo y concreto; 2) de la posibilidad de penetrar en la esencia de los fenómenos; y 3) del desenvolvimiento tanto de la naturaleza como de la sociedad, sujetas a leyes.

 

Ello conlleva la concepción materialista del mundo y la aplicación del método dialéctico, que ve el conocimiento precisamente como un reflejo de la realidad objetiva; pero como conocimiento científico, no un reflejo simple, especular, sino que presupone la iniciativa misma del hombre en la indagación de la realidad objetiva penetrando del fenómeno a la esencia, mediante los recursos metodológicos-cognoscitivos (como el análisis de las contradicciones, las transiciones de la cantidad en calidad, la observación y experimentación, así como las teorías hipotético-deductivas).  La ciencia acumula hechos, pero no se reduce a ello, sino que los sintetiza y deduce de ello nuevos conocimientos, incluso, sobre hechos que aún no se han dado, y de esa manera, los predice.

 

De ahí que bien podemos generalizar el pasaje en que Máximo Gorki se refiere a Lenin, aplicándolo a todo hombre de cienica: “saber preveer, y saber y poder hacer esto…, porque se vive en el futuro con la mitad del alma…”[1], lo cual contiene necesariamente, el anhelo de una vida mejor.

 

Ahora, “la previsión científica puede ser de dos géneros: 1) respecto a los fenómenos desconocidos; y 2) respecto a los fenómenos que aún deben surgir en el futuro si se dan determinadas condiciones”[2].

 

Así, en tanto la previsión científica se constituye como una extensión de las leyes conocidas hacia los fenómenos desconocidos o que aún no han surgido, la previsión científica en geografía supondrá previamente el manejo de un sistema de leyes objetivas.

 

Pero hemos visto a lo largo de este trabajo, que tales leyes no se podrán establecer, sino en la medida de una definición e indagación de un objeto de estudio bien determinado.

 

La geografía de este último quinto del siglo XX, ha iniciado ya ese camino; por ahora sólo habré de referirme al nivel de previsión científica que es posible en geografía, en el terreno de esa definición e indagación misma de su objeto de estudio; y ésta se da en los términos de predecir que en los próximos años, espera a esta disciplina de conocimientos, una revolución científica, en tanto habrá de replantearse en 180º su quehacer científico.  De la vieja geografía de los profesores, sólo quedará el recuerdo de su candor e “inocencia” metodológica.  La Geografía pasará de ser un saber culto, a ser un saber riguroso a la altura de cualquier ciencia natural, al servicio de las necesidades sociales concretas del desarrollo de la producción material[i].

 

Esta predicción se finca en el análisis dialéctico del desenvolvimiento de sus contradicciones fundamentales, a saber, que planteándose hasta ahora el ser una ciencia de las relaciones naturaleza-sociedad, y de ahí su carácter de ciencia de síntesis en tanto un sistema de ciencias; dicha unidad de contrarios no constituye el verdadero motor de su objeto de conocimiento.  Ampliar dicha unidad de contrarios a la fórmula: naturaleza/sociedad-espacio, se aproxima a una solución real, pero que no la alcanza, en tanto en ella se subordina el espacio a las relaciones naturaleza-sociedad como objeto último de estudio.

 

En tanto en esta contradicción se inviertan los opuestos y se interpenetren mutuamente en una solución semejante donde sea el concepto de espacio el que domine como objeto último de conocimiento, la Geografía hallará su saber rigurosamente científico.

 



[1]

[2]

[i] Revisado este trabajo veinticinco años después, se hace obligada una consideración respecto a esta previsión hecha en 1985: en general, ha sido exacta; no hemos tenido que desdecirnos en nada, hace no sólo veinticinco años, sino incluso hace treinta años, ya teníamos la razón; tal viraje, obligado por la fuerza de la verdad objetiva, se puso en marcha “oficial” e institucionalmente desde 1989, luego de los resolutivos del I Seminario sobre las “Tendencias y Perspectivas de la Problemática Profesional y Académica de la Geografía”, efectuado en el Instituto de Geografía, UNAM, en septiembre de este último año.  Hoy es ya de un verdadero candor la metodología ejemplificada en la obra de Leo Waibel, o de los estudios regionalistas al estilo romanticista humboltiano.  Pero, ciertamente, el proceso no está completado; hacia mediados de los años noventa, este planteamiento teórico fue usurpado en el ámbito de la educación normalista al cobijo de la Secretaría de Educación Pública (se omite la fuente verdadera de las ideas, y, embusteramente se hacen pasar a otras fuentes como el origen de dichos planteamientos), y de esta manera, capacitando en ello a los docentes, se mediatiza, distorsionándolo (con perversidad deliberada e ignorancia oscurantista) con un espacio geográfico identificado con el medio geográfico, y de un espacio geográfico conceptuado subjetiva y filosófico-idealistamente, como el “espacio socialmente construido”, o el “espacio humanizado”; como conceptos que hasta 2010 parecen ser los que dominan en la enseñanza de la geografía.  No se ha avanzado, pues, en una teoría científica del espacio geográfico, y esto ha detenido el viraje a medio camino; no se ha completado la inversión de los opuestos (con una idea clara del estudio del espacio terrestre), y más lejos está aún la subsunción del opuesto negado en la contradicción, para alcanzar una Geografía rigurosamente científica y única; pero –reafirmando la predicción, verificada parte de ella ya en la práctica histórico social– el proceso es ineluctable, y sin duda las nuevas generaciones completaran la revolución.

 



Compartir este post
Repost0
19 julio 2010 1 19 /07 /julio /2010 08:41

Los Métodos

de la Teoría del Conocimiento en Geografía.

  Curso, Universidad de Guadalajara, 1985 (41).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica,

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 13 dic 10.

 

 

c)  La investigación geográfica,

     a través del materialismo dialéctico.

 

El carácter universal de la ciencia, es lo que da lugar al carácter universal del método científico general, dado en la unidad del método de la teoría del conocimiento y de los métodos (empíricos y racionales) de la sistematización del conocimiento.

 

La investigación geográfica fundad en la teoría del conocimiento dialéctico materialista; en sus propios postulados, principios, leyes, categorías y teorías; obliga a una definición en el conocimiento geográfico, a su vez, de dichos elementos cognoscitivos, los cuales han de guiar la metodología de la sistematización del conocimiento (la observación, la medición, y la experimentación; así como el desarrollo de hipótesis, leyes y teorías geográficas).

 

Y así como hemos visto que los postulados, no obstante ser evidentes y de demostración innecesaria, no son una definición arbitraria y meramente subjetiva, sino el resultado de la repetición cotidiana millones de veces, de una práctica concreta; así mismo, los conceptos fundamentales, las categorías, surgen de la objetividad misma, y, entre todas ellas, hay una que delimita el saber de una sola ciencia, y en torno a la cual operan las demás.

 

La investigación geográfica a través del materialismo dialéctico, nos impone, además de la definición de todo un sistema cognoscitivo, primero, la determinación de una categoría fundamental; a partir de la cual, en segunda instancia, habrán de encontrarse o descubrirse las contradicciones que ponen en marcha su automovimiento.

 

Cada ciencia tiene su propia categoría fundamental, que define su objeto de estudio; así la Física, en el concepto de campo; la Matemática, en el concepto de número; la Química, en el concepto de elemento; la Biología, en el concepto de vida; lo mismo que las ciencias sociales deponen su objeto de estudio en una categoría fundamental; la historia en el concepto de temporalidad; la Economía en el concepto de relaciones sociales de producción; la Sociología en el concepto de sociedad; y, finalmente, la Política, en el concepto de Estado u organización del poder.

 

La Geografía no puede ser ajena a esta determinación, y así, su categoría fundamental, se expresa en el concepto de espacio terrestre (o especialidad el medio geográfico[a]).  La investigación geográfica fundada en la dialéctica materialista, habrá de empezar por aquí, y continuar por el camino del desentrañamiento de las contradicciones esenciales y secundarias del espacio geográfico y de sus propiedades.

 

Una caricatura de una geografía marxista, es aquella en que se pretende sustituir la geografía por el materialismo dialéctico.  O más propiamente dicho, en que se pretende identificar materialismo dialéctico y geografía marxista.  Los geógrafos no necesitamos enseñarle al mundo que la realidad objetiva se mueve, que está en conexión y desarrollo, etc; eso ya lo hace la dialéctica materialista.  Los geógrafos tenemos que exponer tan sólo, por qué y cómo se mueve una faceta de la realidad objetiva; por qué y cómo dicha faceta, en nuestro caso el espacio geográfico terrestre, está en conexión y desarrollo.  Es decir, por qué y cómo refleja o es conforme a las leyes de la dialéctica materialista (y no la dialéctica materialista misma).

 

Ciertamente, nuestro trabajo es mucho muy modesto, mucho más de lo que ningún geógrafo se imagina.  A esto último se auna nuevamente la crítica de Heráclito a Hecateo, válida aún para nuestro tiempo: “La mucha erudición no enseña la sabiduría.  De otro modo se la habría enseñado a (…) Hecateo…  Pues una sola cosa es la sabiduría, conocer la ley que gobierna todas las cosas por medio de todas las cosas”[1].  Los geógrafos pasamos por ser, en la expresión de Nicolás de Cusa, “los doctos ignorantes”, que pretendemos una docta erudición, pero no sabemos exactamente nada propio.

 

Hemos creído ver la unidad del mundo, en la suma mecánica de sus partes; en donde la geografía es ese saber acerca de la unidad del mundo.  Hasta ahora, con el análisis dialéctico materialista, hemos podido ver que el conocimiento acerca de la unidad del mundo, radica en el conocimiento tanto más amplio como más profundo cada vez, de las leyes que le rigen, y que no se necesita una “ciencia” aglutinante que se proponga recoger la “dispersión” de las investigaciones especializadas y superespecializadas, en la búsqueda de esa “unidad el mundo”, pues tal se está dando, precisamente, en la medida de un conocimiento cada vez más exhaustivo de la realidad objetiva; ya que, de acuerdo con la dialéctica materialista, la unidad del mundo está en su propia diversidad y en el conocimiento de la esencialidad de ésta.  “La ley que gobierna todas las cosas por medio de todas las cosas”.  Las leyes de la unidad en su diversidad.

 

Y así, mientras que los geógrafos herederos del parmenideano Hecateo, han creído estudiar la unidad del mundo en las relaciones naturaleza-sociedad, ha sucedido exactamente lo contrario, y lo que menos han comprendido los geógrafos hecateanos de todos los tiempos, has sido, precisamente, las relaciones naturaleza-sociedad; pues la unidad de éstas, no está en su agregado mecánico, sino en su diversidad, en donde todo es, y a la vez, no es.

 

Retomemos aquí, finalmente, el otro aspecto que quedó pendiente en aquellos renglones en que nos referíamos a la “geografía pura” y a la “geografía aplicada”[b].

 

Tal aspecto, hemos dicho, esconde además de una incapacidad del capitalismo dependiente para el despliegue de la ciencia; de tal modo que aquello que no se aplica por su incapacidad, lo ubica como “ciencia pura”; una tentativa de calificación de la ciencia en los países del “Tercer Mundo”, en donde pareciera no haber, en realidad, “ciencia pura”, sino sólo “ciencia aplicada”.

 

Por tal razón, esta calificación de la ciencia en “pura” y “aplicada”, desde el punto de vista del marxismo, es inadmisible[c].  La dialéctica materialita comparte en su lugar, la opinión de que la ciencia es una, y toda ella es aplicable en un momento dado, en consonancia Con la tecnología.

 

Más bien, dicho concepto se refiere a tres grandes tipos de investigación: 1) la investigación fundamental o básica; 2) la investigación teórica[d] o dirigida; y 3) la investigación aplicada[e].

 

La investigación fundamental o básica consiste en la generación de nuevas ideas, en el replanteamiento de los problemas, en la continuidad de la ciencia a la luz de nuevas interpretaciones y en el aporte de nuevas soluciones posibles a problemas esenciales de la teoría de una ciencia.  Requiere, en consecuencia, de una gran capacidad de abstracción, del manejo tanto más profundo, cuanto mejor se desee la investigación, de la filosofía, y de una clara metodología en la historia de la ciencia.

 

La investigación dirigida[f], trata por su parte sobre la demostración de algunas de las hipótesis o teorías planteadas en la investigación fundamental; sobre la comprobación de algunas ideas;  y de ahí su denominación como investigación dirigida, la cual ya no requiere, de manera esencial, del dominio filosófico e histórico, pero que tampoco puede prescindir de ello, a fin de entender en qué dirección debe desarrollarse la verificación de un concepto o teoría.

 

Por otro lado, la investigación aplicada[g], se traza exclusivamente el objetivo de llevar un conocimiento dado a la realidad.  Su pregunta fundamental es: para qué sirve, en qué mejora el bienestar social.  No se cuestiona –si acaso sólo como antecedente– sobre las determinaciones filosóficas e históricas, y, a menos que enfatice acerca de su fundamento metodológico.

 

Así, en tanto que la investigación fundamental y dirigida se centran en los métodos de la teoría del conocimiento, la investigación aplicada lo hace respecto a los métodos de la sistematización del conocimiento[h]

 



[a] “Espacio”, y “espacialidad”, ciertamente, son dos categorías distintas que expresan relaciones semejantes.  Por la categoría de “espacio”, en general, se entiende algo en sí mismo; pero por la categoría de “espacialidad”, lo que se entiende, es algo con esas propiedades, algo entendido mediante los atributos del espacio.  Este par de conceptos no se hacen exactamente equivalentes en la marxología del siglo XX, y de ahí que nos refiramos a ambos simultáneamente, y a uno con ciertas reservas entre paréntesis.  En las consideraciones dialéctico materialistas del siglo XX, no podía aceptarse el concepto de espacio, mas que como reflejo objetivo de ciertas propiedades de la forma de existir de los objetos (tridimensionales, en distribución, en relaciones de coexistencia, etc); pero el espacio como concepto, no reflejaba un “algo” independientemente de los mismos objetos; esto es, que el espacio como tal, como un “algo”, no existía.  El concepto de espacio era, pues, sólo una abstracción y generalización de ciertos atributos de la forma de existir de los objetos (como el concepto “árbol”, es una abstracción y generalización de los atributos de los objetos pino, fresno, oyamel, etc; que existen en esa forma).  El espacio como un “algo”, lo identificaba con el vacío, y a éste con la “nada”, de donde resultaba que el espacio entendido como un “algo”, parecía responder a un principio metafísico (a manera de una “idea” realmente existente, un Universal, el Espíritu, o un ente objetivo).  Einstein, aun cuando con un fundamento positivista, se daba cuenta de esa contrariedad, de donde negó la existencia del vacío y estableció el concepto del continuum.  En 1985, pues, hablar del espacio más allá de entenderlo como la espacialidad de las cosas, en el contexto del fundamento dialéctico materialista, resultaba una herejía; lo que en la marxología se denominaba “revisionismo”.

Así, si a esas fuentes de nuestro fundamento gnoseológico sumamos la opinión misma de Einstein, y a ello añadimos nuestro propio desconocimiento de algo que apenas empezábamos a estudiar, se entenderá, entonces, nuestra duda y los dos enunciados simultáneos; aun cuando uno, con reservas entre paréntesis, ya decía mucho desde entonces, pues veinticinco años después, evolucionado aquel contexto histórico filosófico-físico, ya podemos afirmar con más fundamentos: el espacio es un “algo”, es vacío, y éste, una forma de movimiento de la materia altamente complejo, aún apenas empezado a estudiar por la ciencia.

[1]

[b] Esta discusión, en el contexto de los años setenta a ochenta del siglo pasado, formaba un muy amplio y difundido debate, que motivó incluso uno de los coloquios internacionales de la Sociedad Latinoamericana de la Historia de la Ciencia y de la Tecnología en proceso de formación, a partir de una sutileza que hoy, en el 2010, pudiera parecer irrelevante: la muy fina identidad y diferencia entre “ciencia” e “investigación científica”.  Es decir, que en un momento dado, en lo abstracto, son lo mismo, pero en otro momento dado, en lo concreto, hay razón para ver una diferencia, pues la categoría de “ciencia pura”, pareciera negar el que la ciencia, toda, tiene finalmente un carácter aplicado hasta lo más utilitario, en beneficio de la sociedad.  No obstante, otra cosa es el hecho bajo el concepto de “investigación”, y más que “investigación pura” con dejos idealistas filosóficos, “investigación teórica, fundamental, básica, de punta, o de frontera”.

[c] Nótese, en este caso, que se habla de “ciencia” (no de “investigación”), y en ese sentido, tales afirmaciones siguen siendo válidas.

[d] Aquí se aprecia una debilidad aún, en la clasificación de los conceptos.

[e] Tan complejo y sutil era el problema en un debate que venía de tiempo atrás, que, por “investigación dirigida”, debe entenderse lo que hoy denominamos “investigación aplicada” (del desarrollo de modelos); y por “investigación aplicada” en aquel entonces, lo que luego denominamos “investigación operativa” (de lo que pudiera entenderse como la “ingeniería de la ciencia”).

[f] Léase “aplicada”, en su comprensión actual.

[g] Léase, “operativa”, de “ingeniería”, eminentemente práctica, de solución concreta de problemas.

[h] Ahora precisaríamos la idea, en el sentido de que la investigación fundamental o teórica, se hace, preeminentemente, en relación con los métodos de la teoría del conocimiento; la investigación dirigida o aplicada, se hace desplegando los métodos de la sistematización del conocimiento; y la investigación operativa, se hace reproduciendo en cada caso concreto la misma sistematización del conocimiento, pero desarrollando preeminentemente soluciones técnicas.

 



Compartir este post
Repost0