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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:08

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (68)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,   14 abr 11.

 

El problema de la “ciencia” pues, para el posmodernismo, no es la verdad, sino la validez; luego esa validación, en el ámbito eminentemente subjetivista, sólo se obtendrá por legitimación; misma cuya característica a su vez, es el ser autodeterminativa.  De ahí que Lyotard diga: “El rasgo más llamativo del saber científico postmoderno es la inmanencia..., del discurso acerca de las reglas que le dan validez”[1]; es decir, donde la “inmanencia” se refiere al hecho de que las reglas de tal legitimación de validez, brota de su propio discurso subjetivista; algo por lo demás, muy próximo al hecho de que el saber se de por revelación, en este caso, el saber desde su propio saber, sin relación a nada.

 

Por su parte, Edgar Morin; a quien la Organización para la Educación, la Ciencia y Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO) le ha dedicado el espacio de una “Cátedra Itinerante <<Edgar Morin>> para el Pensamiento Complejo”; citando éste a otra autora, María Zambrano, dice: “Habla –se refiere a dicha autora– de una metafísica para la experiencia..., experiencia que hoy la educación debe favorecer, en directa relación con la revelación de la multiculturalidad...”[2].  Evidentemente Morin comparte la oscurantista idea de la autora que cita, y con ello, por lo que realmente se pronuncia, es por el conocimiento como acto de revelación, pues la “metafísica de la experiencia”, justamente, no es otra cosa que eso, metafísica, inmanentismo, y con ello mismo, oscurantismo puro, “experiencia que hoy –dice Morin–, la educación debe favorecer”.

 

En este caso, la evaluación en el aula tendrá que apelar necesariamente a los recursos del gurú, para constatar “el conocimiento por iluminación” de la doctrina de San Benito, del s.V.

 

Que el “posmodernismo bueno”, aquel que se resiste a las “malas interpretaciones”, de cualquier manera acabará necesariamente hundiéndose en el oscurantismo, se evidencia con el hecho de que veinte años después de Lyotard, Morin insiste sobre el asunto de la “verdad” identificada pragmáticamente ahora con “lo válido”; pero donde si aquel aun se pronunciaba por la búsqueda de la verdad bajo nuevas reglas (las pragmáticas), veinte años después, éste ve en la verdad sólo fuente de error, y con ello una abierta negación a la búsqueda de la verdad.  “La aparición de la idea de verdad –dice Morin– agrava el problema del error, pues cualquiera que se crea poseedor de la verdad se vuelve insensible a los errores que pueden encontrarse en su sistema de ideas y evidentemente tomará como mentira o error todo lo que contradiga su verdad[3]; condición de necesidad en el ámbito del subjetivismo extremo acerca de la verdad, pues la “verdad subjetiva” –en el caso de que esto tenga algún sentido–, conduce necesariamente al dogmatismo y al error.  Es decir, Morin tiene razón –su razonamiento lógico es correcto–, pero su premisa es falsa, él habla de la “verdad subjetiva”, pero ahora la ha absolutizado como toda verdad, la ha hecho pasar por verdad objetiva, y así, lo que realmente es la verdad, ahora simplemente ha sido omitida, pues si cada cual tuviese su verdad, y esa fuese por razón de la aceptación del “Tercero Excluido”, la verdad como tal no existiría: he ahí un mecanismo de negación de la verdad; y, o bien todo sería simultáneamente verdadero, o bien todo sería simultáneamente, por la misma razón, falso.

 

Más adelante Morin refiere incluso la idea de que <<Cristóbal Colón se equivocó, “porque se fundaba en una teoría verdadera”>>, lo que es a tal punto esquizofrénico y de tal irracionalidad, que no vale la pena en lo mínimo discutirlo, y quede aquí sólo como constancia del absurdo fundamento posmodernista.  Acaso sea que Edgar Morin –no obstante el aval de la UNESCO*– sea un promotor del “posmodernismo malo”, del “posmodernismo mal entendido”.

 

Morin defiende la tesis del “paradigma” del “Pensamiento Complejo”, en el cual –dice él–, “se trata de un espacio mental en el que no se aporta, sino que se revela, se des-oculta la incertidumbre (palabra indeseable para el pensamiento racionalizador)...”[4]; lo cual, en hablando de síntesis en este apartado, nos permite asociar: España... posmodernismo... César Coll... Edgar Morin... Alicia Escribano... Pedagogía Crítica u “Holística”... San Buenaventura... Nietzsche... Pensamiento Complejo... “Cátedra Itinerante”... Educación... San Benito... conocimiento por revelación..., y oscurantismo.

 

Y cuando nos referimos al oscurantismo, no es un “adjetivo descalificador” nuestro (menos aun gratuito), que aluda al avasallamiento a la ignorancia, no es una simple “etiqueta”; es simplemente retomar sus propias palabras: “es preciso partir de la extinción de las falsas claridades –dice Edgar Morin.  No es posible partir metódicamente hacia el conocimiento impulsados por la confianza en lo claro y distinto, sino por el contrario, aprender a caminar en la oscuridad y en la incerteza[5].  Serio problema en este caso, para la evaluación en el aula; ahí, en la oscuridad y en la incerteza, simplemente nuestra propuesta no funcionaría en lo absoluto; la que, por lo contrario, metódicamente avanza impulsada por la confianza en lo iluminado y distinto, como sobre el argumento de certidumbre fundado científicamente en la razón.

 

Dejando para otro lugar la crítica a sus postulados nazi-fascistas, bástenos concluir acerca de E. Morin con su siguiente cita: “La educación planetaria debe propiciar una mundología de la vida cotidiana”[6].  Otra manera de invocar a la “Filosofía de la Vida” de Nietzsche, o los existencialismos ya de Heidegger, de Camus o de Jean Paul Sartre.

 

A todo ello se oponen los argumentos de nuestra tesis, en la cual reivindicamos, por lo contrario a los planteamientos del posmodernismo, la vigencia de todos los elementos de la ciencia positiva (mas no positivista), oponiéndonos al reduccionismo en que el posmodernismo se fundamenta: ya sea por el teorema de la incompletud de Gödel en matemáticas, o por la determinación probabilística de Schrödinger, a su vez, en esta ciencia; o por el principio de incertidumbre o indeterminación de Heisemberg en microfísica; a los que no se puede reducir la explicación o causalidad de los fenómenos sociales por un solo y arbitrario cambio de escala.

 

Nuestra hipótesis, verificada en esta tesis y convertida así en tesis de partida de ulteriores teorizaciones (avanzando pues en lo iluminado y en la certidumbre), nos permite disponer de un instrumento didáctico, y en general, pedagógico, de notable valor en la búsqueda de regularidades, y establecimiento de leyes en el quehacer de la enseñanza en aras de la verdad objetiva.

 

En nosotros, la fuerza del conocimiento metodológico y sistemático de la ciencia, cortó de un tajo la vaga esperanza de la reiteración azarosa de una posible combinación afortunada que algún día nos saltara a la vista.  Mas justo cuando nosotros en esta investigación de tesis llegamos a estos resultados, luego de una década, lo hacemos ya ahora, desafortunadamente, en medio del reino de todo lo contrario cuanto se opone al pensamiento científico racional.

 



[1]       Ibid. p.100.

[2] Morin, Edgar, et al; Educar en la Era Planetaria; Editorial Gedisa, Barcelona,  2002; p.20.

[3]       Ibid. p.29 (subrayado suyo)

* Acaso sea pues a su vez, porque actualmente en la ONU y todas sus dependencias reinan sólo los intereses de los grandes capitales y de las clases sociales poderosas del mundo.

[4]       Ibid. p.65 (subrayados nuestros)

[5]       Ibid. pp.67-68 (subrayado nuestro)

[6]       Ibid. p.123.

 



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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:07

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (67)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,   11 abr 11.

 

A pesar del posmodernismo, defendemos a la ciencia y sus criterios ante ese embate abiertamente anticientífico, en lo menos que podríamos hacerlo teniendo presente los sacrificios que hicieron los iniciadores de la ciencia moderna en pensadores como Rogeiro Bacon (1214-1294), hecho preso 23 años por sus ideas; Galileo (1564-1642), corrido de la Universidad y humillado; Giordano Bruno (1548-1600), perseguido y sacrificado en la hoguera; Giulio Cesare Lucillo Vanini (1585-1619), perseguido por la Inquisición, torturado durante medio año, y que sin retractarse, fue condenado a que se le arrancase la lengua y fuese quemado; atado de sus pies a un caballo, éste lo arrastró por todas las calles del pueblo, y como insistiera en no retractarse, y antes afirmara su ateismo, se le cortó la lengua y se le quemó vivo; o como Servet (1511-1553), encarcelado y hecho morir en la hoguera por Calvino; como a tantos más.

 

Si el posmodernismo y las filosofías de su sustento; como la “Filosofía de la Vida” de Nietzsche, el Existencialismo, el pragmatismo, el Deconstructivismo, o el “Neomarxismo” de la Escuela de Frankfurt; son o no un fundamento anticientífico que por lo tanto promueven el oscurantismo, es algo que realmente tendría que demostrarse, pero lo cual, de momento, cae fuera de los propósitos y ámbito de esta tesis; no obstante lo cual, debe dejarse establecido, el posmodernismo está en la base de las nuevas ideas que fluyen en la Universidad.

 

El individualismo, relativismo y subjetivismo arbitrarios extremos en la afirmación de que “cada cual tiene su verdad”; reflejo al fin, del estado actual de la educación, misma que por definición habrá de agravarse en los próximos años necesariamente, en el hecho de que esa manera de entender el mundo ya está dada en los sujetos así educados en los últimos veinte años (es decir, esa concepción del mundo idealista –incluso de un idealismo objetivo–, por el cual ese saber innato e inmanente del constructivismo, matizado como “conocimiento previo”) y que, por lo tanto, en consecuencia, extraerlo puede ser válido –siendo congruentes– hasta por un acto de revelación y trascendentalidad; nos obliga desde una ética científica, a calificar todo ello de ignorancia, de oscurantismo y anticientificidad*.

 

Y esa anticientificidad es de suyo oscurantismo (difusión de la ignorancia, pues si –hablando del “posmodernismo bueno”–, de las consecuencias de la paradoja de “El Gato de Schrödinger”, del principio de incompletud del teorema de Gödel, del “Principio de Incertidumbre o Indeterminación” de Heisemberg, o del teorema de Fermat, que constituyen los supuestos fundamentos del posmodernismo para el abandono de la “ciencia obsoleta de la modernidad”, se ha de concluir que el “cambio de paradigma” de la ciencia consiste en demostrar que ninguno de estos autores –Schrödinger, Gödel, Heisemberg, Fermat–, ha trabajado mediante la lógica y hipótesis, por ejemplo, y por referir sólo un hecho.  Es decir, que no recurren a los “viejos métodos de la ciencia moderna”, que ahora pretenden desechar.

 

Calificamos de anticientíficos a los planteamientos posmodernistas, tanto más, por cuanto ellos no se están definiendo por sí mismos desde sus propios postulados, es decir, por lo que son; sino que se están definiendo por lo que no son, y lo que no son, aquello de lo que se excluyen, se dice, es “el viejo y obsoleto paradigma” de la “ciencia de la modernidad”, y sin más, se deshacen de la ciencia positiva; esto es, de todo el saber acumulado a lo largo de la historia fundado en sí mismo en correspondencia a la ley de la negación de la negación.  Y en mucho, porque en su ignorancia (en su oscurantismo), confunden “ciencia positiva”, con “cientificismo positivista”.  Y luego se atreven a hablar de una “ciencia” que puede hacerse sin marco teórico riguroso y consistente, sin hipótesis, sin apego a las reglas de la lógica, entendida ésta como viejo y obsoleto aporte, “mero juego de ideas”, aristotélico-escolasticista o “mecanicismo positivista”, y por ese sólo hecho descartada, sin considerar los avances de ella en la lógica dialéctica, ya hegeliana o bien marxista.

 

Aquí está ocurriendo el mismo fenómeno de la “Filosofía de la Vida” de Nietzsche como fundamento del nazismo, en que luego se dijo que se “malentendió” a Nietzsche; cuando lo que ocurrió es que tal filosofía estaba realmente a la medida del pensamiento e intereses nazis.  Así, ahora el posmodernismo está resultando el fundamento del oscurantismo; luego se dirá que se “malentendió” el posmodernismo; lo que no obsta para que algo haya de cierto en ello, como en todos los casos, ya sea el de Nietzsche o el de Marx; cuando que en realidad, este posmodernismo está sirviendo a la medida de los intereses de los poderosos capitales que ven la expectativa de perder sus privilegios y promueven la alienación social como parte de ese oscurantismo.  Pero el costo será, lo está siendo ya, inconmensurablemente elevado para la humanidad.  Esa es la razón suficiente que nos lleva a tal pronunciamiento.

 

Por sólo referir alguno de los aspectos más sobresalientes de los fundamentos dados en un lapso de veinte años, por dos de los principales teóricos del posmodernismo, aportando uno de ellos:  Jean-Francios Lyotard, a solicitud del gobierno canadiense, referencias específicas a la educación en su Condición Posmoderna, 1979; y otro tanto igual promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO): Edgar Morin, en su Educar en la Era Planetaria, 2002; y que al mismo tiempo –en contraposición–, nos obligan a adoptar sistemas de evaluación en el aula que incidan más en la formación de la responsabilidad en el estudiante; dejemos con esta referencia, constancia de la profunda lucha ideológica humanista (del humanismo en su sentido más puro renacentista) que ya ahora está significando la crítica a esas posiciones fomentadoras del nuevo oscurantismo.

 

Lyotard inicia su texto con la siguiente cita: el término “posmoderno”, “designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas del juego de la ciencia”[1], es decir, que es la misma ciencia –dice él–, pero con nuevas reglas.  Y así empieza el doble lenguaje (esto es, la incoherencia entre lo objetivo y lo subjetivo).  Pero apurando nosotros el fin, la pregunta a hacerle a dicho autor sería: cuáles “nuevas reglas”; a lo que el autor responde indirectamente: “La pregunta, explícita o no, planteada por el estudiante profesionista, por el Estado o por la institución de enseñanza superior, ya no es: ¿eso es verdad?, sino ¿para qué sirve?”[2].  Esto es, las reglas ya no son ahora, para el posmodernismo, las de la lógica científica rigurosa y los procedimientos demostrativos que conducen al conocimiento verdadero, sino simplemente un asunto subjetivista de discriminación de la validez, “legitimada” institucionalmente, es decir, por convenio, por interés, y para fines de mera utilidad práctica.  Es decir, la ciencia para el posmodernismo, es sólo por eso que Williams James y su seguidor John Dewey llamaran pragmatismo.  El posmodernismo es pues, una versión del pragmatismo.  Según esto, en consecuencia, la evaluación en el aula habrá de ser dirigida a valorar esas habilidades para ser prácticamente útil.  Así, el pragmatismo posmodernista plantea que si el conocimiento adquirido sirve para algo práctico, será “científico”, si no, carecerá de sentido.

 

Es precisamente ese subjetivismo extremo lo que no le permite ver a Lyotard aquello que demuestra lo verdadero: “lo que yo digo –explica dicho autor–, es verdadero porque yo lo demuestro; pero, ¿qué demuestra que mi demostración es verdadera?”[3].  A lo que hay que explicarle que: 1) lo que demostrará que su demostración es verdadera, será el que tal demostración se apegue al reflejo objetivo de la realidad objetiva, esto es, a los hechos; y así, 2) lo que Lyotard diga, no es verdadero porque él lo demuestre, sino que lo demostrará como verdadero, porque corresponderá a la realidad objetiva, a los hechos.

 



* Y ya sin discutir el principio del “tersio excluso” admitido por el “nuevo paradigma” de la “ciencia” en la posición posmodernista, que resulta el summum del irracionalismo llevado hasta la esquizofrenia.  Tal principio consiste –para decirlo brevemente–, en que de dos juicios objetivos de certidumbre que se contradicen entre sí, uno, y sólo uno, habrá de ser necesariamente verdadero, y no habrá tercer juicio (el “Tercero Excluido”).  Para el posmodernismo, dicho “tercero excluido” sí será posible; lo cual quiere decir que aquellos dos juicios contradictorios pueden ser al mismo tiempo falsos ante la veracidad del tercero (lo cual en cierto sentido puede parecer lógico), pero también, por las mismas razones, que ambos pueden ser, simultáneamente, no obstante contradictorios entre sí, verdaderos frente a ese tercer juicio, y ahí es donde se evidencia el absurdo.

[1] Lyotard, Jean-François; La Condición Posmoderna; Editorial Cátedra, 7ª edición, México, 2000; p.9.

[2]       Ibid. p.94.

[3]       Ibid. p.52.



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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:06

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (66)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,   07 abr 11.

 

En consecuencia, esta ha sido una tesis demostrada con la comprobación o verificación de la hipótesis; tanto por los procedimientos, primero, teóricos o racionales de la lógica, como, segundo, por los procedimientos prácticos o empíricos, entre los cuales estuvo, tercero, una verificación por predicción; luego, en cuarto lugar, hemos ofrecido con la verificación de nuestra hipótesis un mayor panorama explicativo del conjunto de los fenómenos educativos (no sólo de las relaciones docente-estudiante y la evaluación, sino del papel general de la didáctica, de los fundamentos e implicaciones de las teorías pedagógicas, de los criterios en la dosificación de Planes de Estudio y Programas de Cursos, del concepto de Escuela, de los conceptos de conocimiento en función de sus teorías, y a partir de ello de los conceptos de enseñanza y aprendizaje); y a todo lo cual, hemos agregado en el Anexo de esta tesis, en quinto lugar, el “Protocolo de Comprobación”, es decir, el procedimiento para que esta tesis pueda ser verificada por terceros.  Por una parte hemos estructurado el trabajo con apego a las reglas de la lógica así como aportado las pruebas de veracidad de las premisas, como, por otra parte, hemos recurrido a la observación directa y al experimento.

 

Partimos de la realidad objetiva y concreta viva dada en nuestra práctica docente, incluso, decíamos, experimental, y no de ningún modelo subjetivo, teórico, abstracto y preestablecido.  En ese sentido ha sido una investigación de primer orden.

 

Básicamente no hemos tenido que pedirle nada a nadie; la revisión documental que se hizo, nos permitió constatar la originalidad de la solución al problema planteado*, particularmente en el ámbito de la pedagogía del mundo occidental o capitalista, pero incluso, criticando la influencia del cognoscitivismo psicoinstruccional del cosntructivismo, dado en la Didáctica del Desarrollo del sistema educativo socialista cubano, al que contraponemos nuestro planteamiento de la “Didáctica Concreta”.

 

El problema de la evaluación, hemos demostrado, constituyó el eslabón fundamental de la comprensión del proceso educativo en la Universidad privada, pues de su solución derivó no sólo una explicación más completa de la realidad educativa, sino una explicación de muchos otros aspectos dados en esa conexión universal de los fenómenos.

 

Todo el problema de la tesis se ha traducido en revertir el proceso de alienación y enajenación del trabajo concreto del docente, a través del proceso de la transformación cuantitativa en cualitativa del estudiante; de su condición alienada de “cliente” de la institución, a su condición humanizada como discípulo del maestro, como expresión de continuidad del desarrollo moral y científico de la sociedad.

 

Se ha fundado esta tesis sobre evaluación, en los  criterios ético-estéticos; teniendo como fuente invaluable esos criterios trabajados en la educación socialista en la que, hemos dicho, se valora cualitativamente la formación de la personalidad en su entereza moral y de carácter en el proceso de obtención del conocimiento científico; en oposición a los tradicionales criterios psicologistas propios de la educación capitalista, en que se mide el aprendizaje para valorarlo cuantitativamente, en términos de desarrollo utilitarista de “habilidades” y “capacidades” con fines laborales.

 

Dado ese fundamento ético-estético, la Evaluación, no es autoevaluación, sino autocompromiso, con un nivel de trabajo académico que de suyo tiende a formar la responsabilidad; lo cual, por razones meramente administrativas, queda correlacionado a un valor numérico.

 

Pero, toda vez que históricamente se ha inducido la idea de que lo importante, finalmente, es ese valor numérico, la calificación cuantitativa, esa correlación se dio mediante una Matriz de Evaluación, la cual se ha convertido en elemento esencial, aporte particularmente propio, de la “Didáctica Concreta”.

 



* Cantidad de referencias sobre nuestra temática (en cifras redondeadas): “La Evaluación Ético-Estética en el Aula Universitaria”, obtenidas mediante un buscador por la Internet, al 1° de septiembre de 2006:

 

Evaluación

       40,000,000

Evaluación Educativa

         5,000,000

Evaluación Educativa Ética

         1,350,000

Evaluación Educativa Estética

            300,000

Evaluación Educativa Ético Estética                                      

                     22

Evaluación Educativa Ético Estética en el Aula                    

                     13

Evaluación Educativa Ético Estética en el Aula Universitaria

                       8

 

Y esos 8 registros finales, se reducen a cero, dado que dos se refieren a “Libros en la Web”; 1 al tema de la ecología; y los 5 restantes, son documentos que en sus textos mencionan los términos involucrados de manera inconexa (y que el buscador integra en tanto palabras clave), dado que en su mayoría son proyectos educativos institucionales de diversas universidades.  En suma, respecto de este medio de documentación mundial, nuestra tesis es del todo original.

En la Biblioteca del Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU), por ejemplo, se registran 737 documentos (a septiembre de 2006 en que hicimos una última revisión), ninguno, referido a una evaluación en el aula universitaria, y menos aun, a una evaluación ética o estética.

 



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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:05

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (65)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,   04 abr 11.

 

 

V  Cap.  La Evaluación Ético-Estética,

y la Reapropiación del Trabajo Concreto

 

 

 

 

1  Generalidades de la síntesis


 

                         Queremos, en el apartado de este capítulo, referirnos a algunas generalidades que, veremos, son finalmente elementos de relevante importancia, que redondean en forma de síntesis todo lo antes dicho, por cuanto tiene que ver con ese segmento riguroso del pensamiento general, que ya en toda su vastedad y formas cosmovisibas, integraría una ideología: el marco teórico.

 

El relativismo y subjetivismo posmodernista, la validación (ya sea que por ello se entienda “legitimidad institucional o de poder”, o bien, que los argumentos del documento en su conjunto no entren en contradicción consigo mismos), como forma de legitimación de la verdad subjetiva, más que la veracidad entendida como la verdad objetiva; esto es, la pleitesía a la “verdad subjetiva” y por lo mismo el subjetivismo, la “realidad virtual” y el simbolismo; más que la lógica, la verdad objetiva y la objetividad del pensamiento; y todo ello en nombre del utilitarismo, del pragmatismo, de la inmediatez, todo ello en nombre de una supuesta funcionalidad, eficiencia y efectividad, es ahora el reino en la discursividad actual; todo ello en nombre del “nuevo paradigma de la ciencia”, que no es otro que un viejo paradigma que se creía ya bien olvidado: el paradigma medieval de los “Estados del Arte”*.

 

Tales “Estados del Arte”, de antiguo, las “Siete Artes Liberales” (el Trivium más el Cuadrivium); la Summa escolástica; hoy, en la New Age, en la nueva Edad Oscurantista, ciertamente, una larga lista de lo que bien pudiéramos llamar por sus determinaciones: “Artes Neoliberales” (“ciencia” utilitarista).

 

Pareciera que esta propuesta de la Evaluación Ético-Estética; síntesis de toda una teorización acerca de las relaciones educativas en lo bello creativo y el deber ser moral, que a la vez incide en la solución de una contradicción económico-política que permite recuperar el trabajo concreto y cristalizar así el progreso moral y científico en la relación Maestro-Discípulo, pudiera ser independiente de cualesquier paradigmas de la ciencia, y sin embargo, es precisamente todo lo contrario.  De ahí que, de manera semejante, la cultura posmodernista, que es un determinante esencial en la manera de ser y de pensar del estudiante universitario actual, se refleje en el problema de la evaluación.

 

Detrás de ese relativismo posmodernista arbitrario, se encuentra la validación de cualquier “saber”, que tienen que ver incluso con la llamada “ciencia oculta”, el esoterismo que hoy se infiltra en la sede de la ciencia, la Universidad; concepto de “validación”, que suple sutilmente al concepto de “veracidad” o “verificación”, mismo que tiene que ver, por su parte, con el rigor lógico demostrativo inherente precisamente a la ciencia.

 

La evaluación ético-estética en el aula universitaria por autocompromiso, formadora de la personalidad y con ello de la realización social humana, niega todo ese subjetivismo y esa anticientificidad, en tanto que dicho subjetivismo promueve la difusión del oscurantismo (de la ignorancia, de la indiferencia ante el verdadero proceder científico).

 



* “Estados del Arte”, calificativo genérico con esa tendencia mediavelaista, dado a las Memorias de los Congresos Nacionales de Investigación Educativa (1983, 1993, 2003), que explícitamente refieren los  “Estados de Conocimiento” sobre una serie de temáticas en ese campo de investigación, uno de los cuales sería el que es objeto de estudio en esta tesis: la evaluación.  Al respecto, como lo más próximo a nuestro tema, encontramos sólo dos trabajos: uno, titulado “Evaluación del Aprendizaje” (en Estados de Conocimiento, Cuaderno Nº8, 2º Congreso Nacional de Investigación Educativa, 1992); y otro, titulado sencillamente “Evaluación de la Educación” (Idem, Cuadernos Nº17).  Ambos, es evidente, ajenos a las particularidades de nuestra temática, uno por por su filiación psicologista, y otro, por su generalidad.  Los siguientes Congresos no trataron la temática en específico.


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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:04

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (64)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

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México,   31 mar 11.

 

Un hecho importante a destacar, fue el que las primeras clases, unas cuatro a seis entre los seis grupos manejados, fueron dedicadas a impartir el curso en sus resúmenes; un resumen general (dos sesiones), y la explicación particular de los temas concernientes a la primera de tres unidades (unas cuatro sesiones), sometiendo al estudiante al proceso de trabajo de acopio de datos y consulta de sus descripciones; de modo que toda esa filosofía educativa o teoría de la didáctica del curso que en la práctica se estaba llevando a cabo, no fue expuesta sino a mitad de camino rumbo a la primera evaluación parcial.

 

El dato resulta interesante, porque muestra cómo la explicación de la didáctica del curso no quedó en abstracto al inicio, sino que dicha explicación, luego de varias clases, fue ya a manera de generalización de una práctica dada, en la cual, en los hechos, había ya dejado en evidencia las virtudes del trabajo de cada cual.  No obstante, a tiempo de rectificar para su primera evaluación, haciéndose ello al mismo tiempo muy notorio.

 

El resultado final del proceso: la desalienación real del trabajo concreto allí donde fue posible, en consecuencia, la formación de la personalidad en dirección del humanismo, se verificó en el trabajo cuasi discipular de un grupo reducido de estudiantes en cada curso.  Cuasi discipular, ya no porque hubiese algo que perturbase la relación magisterio-discipular, sino en tanto que el trabajo verdadero o plenamente discipular, implica un proceso más largo y continuado incluso extraaula, todo lo cual quedó ya fuera de los márgenes temporales de este trabajo de investigación.

 

El desarrollo del pensamiento, del reflejo objetivo de la realidad objetiva en el ejercicio del lenguaje en sus diversas formas (oral, escrito, gráfico, e incluso no-verbal); el desarrollo del pensamiento aplicado en la adecuación del proceso de investigación previo al desarrollo de la hipótesis, e incluso la sensibilidad emocional (particularmente dada en el curso de “Desarrollo Humano” en el tema del estudio de la Estética); se ha establecido como base de la formación de la personalidad, esto es, de las cualidades intelectuales, axiológicas y de socialización; sin pretender ni esperar que el autoperfeccionamiento espiritual de la personalidad sea lo más importante y mucho menos lo único, frente a la necesidad primera de cambiar el mundo, es decir, de transformar primero nuestra sociedad, para que la efectiva realización de la personalidad humana sea.


Tabla-de-Concordancias--2005.jpg

Referencias-Tabla-de-Concordancias--2005.jpg



 La anterior Tabla de Concordancias (Fig.15), para la observación del período del primer semestre lectivo del año 2005, corroboró que las variables básicas: a) Afectividad, b) Disimulo, c) Evaluación a Confianza Plena, d) Evaluación Ético-Estética por Autocompromiso, y e) Matriz de Evaluación por Autocmpromiso Adecuada; sintetizan todo el proceso trágico y sublime a la vez, de la larga experiencia de una década de nuestra práctica docente que culmina exitosamente, más aun, coincidiendo justo el cumplimiento de la década, con la terminación de la Maestría en Educación, como queda sustentado en esta tesis.  El resultado final esperado: “Bueno (institucionalmente)”, “Satisfactorio (Profesionalmente)”, ya no supuso ninguna condición relativa, simplemente fue así, en términos absolutos.

 

 


 

 

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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:03

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (63)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,  28 mar 11.

 

Para la tercera fase experimental (2005), más depurada la teoría y el manejo de variables que subieron en número de 12 a 16, se pudo realizar un nuevo proceso observacional controlado mediante el Método de Concordancias, de lo cual ya formó parte a su vez como variable la Matriz de Evaluación de acuerdo con su contenido dado por los compromisos de trabajo, y misma que se muestra en la penúltima Matriz de Evaluación practicada en el lapso de investigación de esta tesis, y ya suficiente como elemento comprobatorio (Fig.14).

 

En dicha Matriz de Evaluación seguimos sin sustraernos al criterio de la Asistencia como condición mínima, significando el carácter presencial escolar, por la cual los conocimientos se adquieran, por el solo hecho de estar presentes, incluso “en contra de su voluntad”, no obstante este criterio de la asistencia nunca ha sido un factor realmente controlado sino muy relativa y subjetivamente.

 

Matriz de Evaluación por Autocompromiso                            Enero-Mayo, 2005

 

Calificación

Compromiso de Trabajo

10

Capacidad de Interpretación General

9

Capacidad de Acopio de Datos y Descripción del Problema

10

8

Expresión de Pensamiento (participación)

9

7

Asistencia

8

NA

 

7

           

Fig.14.  Luis Ignacio Hernández Iriberri.

 

 

El autocompromiso con el solo hecho de Asistir, siguió correspondiendo a ”7” de calificación.  Aquí debemos insertar una aclaración más argumentada acerca de la justificación de esta calificación con la asistencia como mínimo.  La justificación más completa nos vino a la mente, más por el orden de lo cuantitativo, que en el lógico y consecuente orden cualitativo en que había quedado.

 

Así, para ello, basta realizar el siguiente razonamiento: si un docente es apenas un séptimo del conjunto de docentes que un estudiante tiene en un semestre académico (sin necesidad de tanta precisión, redondeemos ello al 15% de los docentes), de ello se sigue que ese 15% otorga el 7 de calificación con la condición mínima de que el estudiante esté presente (y bajo su entera responsabilidad y conciencia en el deber ser), en tanto que el 85% restante otorga dicha calificación, básicamente, como resultado de una prueba psicométrica de aprendizaje.

 

Pero si el 15% ha calificado con 7, dada la sola asistencia del estudiante como mínimo aceptable, y ese 85% ha calificado con 8, 9, o 10 a ese mismo estudiante; sólo cabe pensar, puestos en aquel que ve el proceso externamente, que, o bien el estudiante en ese curso particular ha sido inhábil,  bien, que ese docente del 15% ha sido aceptablemente riguroso; pero a su vez, que aquel 85%, ha sido de cursos de especial interés por el estudiante; o bien, que esos docentes han sido demasiado laxos en esa calificación.

 

Pero si ahora el 85% es el que califica con 7 a ese estudiante y el 15% con el mismo 7 bajo esa condición mínima, ya se evidencia que esta última calificación, en mucho, o bien guarda plena correspondencia,  o bien empieza a verse como un verdadero obsequio irresponsable.  Y la irresponsabilidad quedará totalmente evidenciada, cuando el 85% no promueva a ese estudiante, mientras el 15% sí lo haga con ese mínimo, pero sólo hasta entonces.

 

El reclamo que se pueda hacer a ese docente que representa el 15% de estar promoviendo a un “mal estudiante” con todas las consecuencias sociales y de prestigio institucional, queda así, anulado, si los seis docentes restantes que representan el 85%, resulta que son los que lo acreditan (psicométricamente) con 7 o más de calificación.  Esto es, evidentemente, ello querría decir que dicho joven no es ningún “mal estudiante”, y justificadamente hace lo mínimo para acreditar el curso del docente que le otorga el 7 sólo por asistir.  Esa acausación a ese docente de promover a un “mal estudiante” sólo podría ser válida, precisamente cuando seis profesores (o por lo menos la mayoría de ellos) no lo acrediten, y ese docente del 15% sí lo haga.  Si por encima de todo se sostuviese que un joven dado es “mal estudiante”, pero acredita con 7 o más con más de cuatro docentes, entonces será a éstos, a ese 60% a 85%, a los que deberá reclamársele el promover a un”mal estudiante”, e incluso con un obsequio mayor a 7, y no reclamar o poner en duda lo que hace ese único docente que representa el 15%, de ser él, el que promueve al “mal estudiante”.

 

Puede verse pues, que el argumento del 7 de calificación con sólo asistir, es plenamente válido y justificado; y será muy difícil que un estudiante que bajo condiciones psicométricas no está siendo promovido en cuatro o más materias, sea un estudiante que pueda incluso cumplir con el tortuoso recurso de sólo asistir a clase; tortuoso para él, paradójicamente, tanto más que no está siendo coaccionado cual corresponde a un “mal estudiante”.

 

Así, continuando con la argumentación previa a esta inserción, aclarando las condiciones bajo las cuales se da cada calificación, decíamos, omitido el proceso de investigación documental como base del aprendizaje y más bien adecuado éste a sus preliminares en forma de compilación de datos y descripciones monográficas (de adaequantus; equiparado, correspondiente, equivalente); la enseñanza se centró ahora en el propósito de la extracción de valores exteriorizando el autocompromiso, demostrando la capacidad de expresión de pensamiento mediante el lenguaje meramente descriptivo, tanto hablado como escrito y gráfico-simbólico, reflejo de la personalidad, evaluando constantemente en formas de preguntas y debate, así como en la elaboración cartográfica para el caso de las materias de Geografía.  Esta capacidad de expresión del pensamiento, correspondió al compromiso, como puede verse en la Matriz de Evaluación, de “8” de calificación.

 

La extracción de valores exteriorizando el autocompromiso con alcanzar la capacidad de análisis (mostrando los vínculos y relaciones posibles entre los elementos componentes de un todo), correspondiente al “9” de calificación, quedaría evaluada en la expresión tanto verbal como escrita y del lenguaje gráfico-simbólico en la representación cartográfica.

 

Y la extracción de valores exteriorizando el autocompromiso final con la más alta calificación, implicaría el empleo de los materiales trabajados, para una exposición de tema a manera de capacidad de síntesis; sujeta a parámetros de forma y contenido, que en general, de acuerdo con la teoría del conocimiento dialéctico materialista, en la objetividad de esa adecuación, se buscaría la correspondencia; es decir, la exactitud, plenitud y profundidad del reflejo del objeto; en el conocimiento del fenómeno descrito.  Ello, al final, resultó un propósito excedido.

 

En la verificación de la hipótesis; durante el curso del primer semestre lectivo del año 2005; se explicó al estudiante la filosofía educativa, lo cual dio mayor sentido al sistema de evaluación, y explicados los alcances de cada nivel de compromiso a demostrarse ya no de manera impersonal a través de algún trabajo, sino plenamente de manera personal en su intervención en clase, con la expresión de su pensamiento, con no más que la descripción de los fenómenos propios de los temas de clase, marcó notablemente y de inmediato, la diferencia entre el compromiso real, o por forma.

 


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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:02

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (62)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

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México, 17  mar 11.

 

Sometida a crítica por nuestra parte esa historia burguesa de la cultura en que en un desarrollo unilineal a un movimiento cultural único sigue otro movimiento cultural que surge por oposición al anterior, casi diríamos “por hartazgo” en el peor de los casos, o “por la crítica de las nuevas generaciones” en lo mejor de ello; nosotros hemos visto la historia de la cultura como parte de la lucha de las clases sociales.

 

Así, los movimientos culturales dados en el Renacimiento (ss.XVI-XVIII), en los llamados movimientos culturales Clasicista y Neoclasicista, no serían “otros momentos culturales antecedentes” al Barroco o Manierismo, sino todo ello la expresión simultánea, en lo general, de la cultura, de los intereses de la burguesía progresista y el proletariado emergente de una parte (Clasicismo), frente a los intereses de la burguesía conservadora y la vieja nobleza monárquica feudal (Barroco y Manierismo).

 

Entendido así, es más fácil ahora comprender el complejo período siguiente, el del Romanticismo (ss.XVIII-XIX), en donde no vemos al Realismo como algo “opuesto” al Romanticismo, sino como una extremización o polarización de una mayor definición del Romanticismo, frente a la versión Naturalista de éste.  De una parte estará entonces el Romanticismo Realista de la burguesía progresista y el proletariado del s.XIX ya con conciencia de clase no sólo en sí, sino incluso para sí, expresa claramente la denuncia social y sus afanes emancipadores; frente al Romanticismo Naturalista de la burguesía conservadora negada a reconocer el movimiento de la historia.

 

Entre fines del s.XIX y principios del s.XX, surge el movimiento cultural del Modernismo (1870-1930); esto es, que este movimiento cultural surge entre las represiones a la clase proletaria dadas desde la insurrección de la Comuna de París con su intenso repliegue, hasta las insurrecciones y revoluciones de 1905 en Europa y América Latina, y luego el estallido de la I Guerra Mundial y la Revolución Socialista en Rusia, hasta la crisis económica de 1929; todo ello, dando lugar, a la vista de la burguesía, a un desesperanzador panorama social.  Mas a la vista del proletariado mundial, por el contrario, se veía destellar el principio del surgimiento de una nueva sociedad más justa e igualitaria.  Y mientras el Modernismo como tal expresó el pesimismo y las visiones fatalistas de la burguesía; el movimiento cultural surgido al calor de la revolución socialista en Rusia, el Realismo Socialista, ofrecía la expresión opuesta, el optimismo por el futuro y la esperanza de una vida mejor con la liberación del proletariado.

 

El Modernismo era incapaz de ofrecer resistencia a las expresiones del Realismo Socialista, y apareció entonces el llamado movimiento cultural Posmodernista (1930-in presenti)  Surgió en los mismos Estados Unidos, a manera, como dijera Marx respecto al cristianismo, de denuncia de la miseria real, en este caso cultural, del capitalismo. Pero así como el cristianismo de inmediato se convirtió en el fundamento del sistema feudal, así el posmodernismo pasó a ser la expresión más acabada de la cultura burguesa del capitalismo de libre competencia y consumismo.

 

Bajo la influencia del Realismo Socialista, digámoslo principalmente en México, con la obra de Siqueiros, de Rivera o de Orozco, como ejemplo, la influencia del Posmodernismo se mantuvo relegada.  Fue necesaria la caída del socialismo entre fines de los años ochenta y principios de los noventa, para que la influencia de este movimiento cultural se desplegara con toda su fuerza en México en forma de una protesta impostada contra el orden establecido, en una cultura de la “contracultura”.  Y así, los jóvenes entre 18 y 28 años de edad formados en las universidades en esta década de los años noventa; los que habían nacido con la década de los años setenta y abrevaron su educación social ya de la abierta decadencia que significó principalmente la década de los años ochenta; fueron los principales depositarios de esta influencia acerca de la manera de ser y pensar propuesta por tal influencia cultural.

 

Mientras el Realismo Romanticista del s.XIX tuvo su continuidad en el Realismo Socialista del s.XX, y en consecuencia las principales características del mismo pueden enunciarse como el carácter revolucionario, el colectivismo y la solidaridad, el sacrificio por los demás, un espíritu de ideales en rebeldía con el orden social y contra Dios; y con ello un racionalismo científico iluminista; de lucha por la libertad absoluta, de sueño o anhelo en una sociedad futura mejor; haciendo de la verdad belleza, fundando su conocimiento en el objetivismo; en suma un carácter prometéico-heraclesiano; para el Posmodernismo del s.XX, continuidad y desarrollo cualitativo del Modernismo que venía a su vez desde el s.XIX, las principales características, por lo contrario, son el desencanto y desesperanza, el interés sólo por el bienestar propio, el egoísmo o “Yo” ante todo, y el intimismo; un espíritu sin ideales con pronunciamientos nihilistas, en donde Dios regresa como solucionador de todo, y por lo tanto, de un irracionalismo que hace renacer lo oscurantista (lo ignorante), el esoterismo y el pensamiento mágico-religioso; que es conformista con una libertad formal o limitada, posmodernismo que es negación del futuro para vivir exclusivamente el presente, inexistencia de la certeza o relativismo extremo de la verdad, subjetivismo, y en suma, el carácter de un Sísifo que desvergonzadamente se niega a cumplir su condición de necesidad.

 

El posmodernismo llega al punto en que, medieval y oscurantistamente, afirma que “el saber científico trae mal”; es decir, juzga que, en tanto el capitalismo trajo el desarrollo científico-técnico y con ello la Revolución Industrial, que luego ello es la modernidad, y que la modernidad (dejando de lado ahora al capitalismo como causa) ha traído la destrucción ecológica del mundo y la enajenación social, por lo tanto, lo que es causa de todo ello, es la ciencia y la técnica que se han vuelto contra la sociedad; luego entonces, el posmodernista –confundiendo efectos con causas– no se pronuncia contra el capitalismo, origen causal de todo, sino desubicando y descentrando el problema, empezando su crítica al capitalismo, acaba lanzándose contra la ciencia y la técnica, a su paradojal juicio, como causa de todos los males.  Es de ahí de donde viene el discurso esquizofrénico, incoherente, del posmodernismo, en donde la mitad de lo que se dice es correcto, pero acaba concluyéndose todo lo contrario.  Con ello termina profesando el oscurantismo en donde reclama la validez de “los saberes”, entre ellos, como uno más, el saber científico mismo, haciendo pasar lo válido por lo verdadero, y lo verdadero sólo como la verdad subjetiva, en ese relativismo extremo y subjetivismo en que “cada cual tiene su verdad”.  Evidentemente, en el mejor de los casos, no entiende lo que es la ciencia ni el método científico, porque en lo peor de ello, deliberadamente trabaja en contra de la ciencia.

 

Esta es la caracterización de la generación de los años noventa, es decir, la caracterización –en general–, del profesorado joven de hoy.  A la generación de la primera década del s.XXI, los universitarios de ahora, le ha sido dada, por los manipuladores del poder al servicio de los intereses del sistema, a través de los medios y los “hacedores de la moda”, su “Carta de Destino”, ahora, como la “Generación light” (en su acepción de “ligera”), cuya caracterización se reduce a dos aspectos básicos: 1) el nihilismo absoluto, y 2) la frivolidad absoluta.

 

Esta caracterización se hace plena entre los jóvenes de la Universidad privada (ámbito en que se centra esta tesis), los cuales son capaces de negar incluso de palabra esas caracterizaciones del posmodernismo hacia su generación, pero en los hechos las reproducen con fiel resignación; forman en su mayoría, parte de familias con ingresos por encima de la media, y gozan de una capacidad adquisitiva que choca con la realidad de depauperación generalizada y les confunde; de nada les sirve su posición social, al final, individualmente se ven reducidos a la condición de proletarización, y socialmente está anulada cualquier expectativa.

 

Hoy, en lo medular, a la “Generación light”, le imparte clases la “Generación X”, y esta es otra forma de explicar la situación del ámbito educativo al iniciar el s.XXI.  La Universidad Ilustrada ha dejado de existir, le suple una nueva “Universidad Palatina escolasta”; y con ello, una Nueva Edad Oscurantista ha iniciado y está en proceso.

 


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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:01

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (61)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

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México,  14 mar 11.

 

Así, en lo práctico de lo antes dicho, para el segundo semestre de 2004, tuvimos ocasión de aplicar ya el Método Lógico de la Relación Causal de los Fenómenos por Diferencias.  Al aplicar ahora una Tabla por Diferencias (Fig.13), extrajimos la variable “Exigencia”; ese demandar al estudiante, decíamos, “por derecho o por fuerza”; y con ello, por oposición, se hizo evidente el carácter eminentemente afectivo y de buena fe que supone el método de Evaluación Ético-Estética como reflejo de la relación fraterna y de confianza plena que supone a su vez el acto educativo ético-esteticista dado en la relación docente-estudiante; que será tanto mayor, cuanto más se escale de la relación Asesor-Autodidacta, a Profesor-Alumno, o a Maestro-Discípulo, en el quehacer intelectivo por el conocimiento científico.

 


Tabla-de-Diferencias--2004-copia-1.jpg   
Fig. 13.  Luis Ignacio Hernández Iriberri

 

 

Esta humanización real, con conciencia de clase social, dada sobre el principio del colectivismo; en la formación del principio de que “Ahí donde haya un ser humano, no debe haber otro ser humano que sufra o que padezca”; y la denuncia de todo cuanto implica la propiedad privada de lo que produce socialmente; se materializa en el desarrollo verdaderamente integral, con entereza moral, de la personalidad, una personalidad tolerante, no bajo la idea del relativismo extremo en que todo vale por igual, sino de la tolerancia en tanto comprensión real del otro, y que lo que el otro sostiene, no atentando contra la dignidad humana, en alguna forma enriquece la cultura.

 

Más aun, esta humanización real que hace de este planteamiento de Evaluación Ético-Estética un real humanismo; cuyo antecedente teórico arranca –apoyándonos en Abbagnano– desde los tiempos del escéptico Marco Tulio Cicerón (106-43 ane), y su contemporáneo Marco Terencio Varrón (116-27 ane), en quienes la palabra humanitas significaba la educación del hombre como tal (si bien no la teoría de lo humano propiamente dicho), equivalente a lo que los griegos denominaban paideia.  Así, incidir en el carácter esencialmente humanista de la formación de la personalidad, enfatiza el carácter esencial de la educación.

 

La Evaluación Ético-Estética da una valoración cualitativa en lo bueno socialmente reconocido, y en lo bello y creativo.  La conjunción de ambos conceptos, lo ético y lo estético, significa en su esencia; ya que en lo estético se expresa en el arte como reflejo del ser social y lo ético en el deber ser de la expresión de la naturaleza humana; que la fuente de nuestra propia creación humana dada en la educación, está en el trabajo educativo mismo.

 

Con el arte se satisfacen las necesidades estéticas, es decir, de percepción sensible de la realidad con arreglo a la belleza, distinguiendo de ella lo feo, como de lo sublime lo trágico o de lo cómico lo grotesco o de lo gracioso lo monstruoso; y por cuanto a la ciencia, el arte significa en ella creatividad.  Si bien Platón las identificaba, con justicia Aristóteles las disociaba en tanto la ciencia quedaba referida a lo necesario objetivamente dado.

 

La valoración cualitativa ético-estética, es pues, en una parte, valoración con arreglo a lo bello, lo sublime, lo cómico o lo gracioso, por sólo referir estas categorías; es decir, de todo cuanto hermoso da vida en los jóvenes.

 

Que tal valoración en su otra parte, lo ético, esté atribuida al deber ser de la naturaleza humana, en la responsabilidad del acto moral, en la conciencia misma que es comprensión de las cosas y compromiso con lo correcto de las cosas en la valoración moral más elevada, que es alcanzar la felicidad de la sociedad; hace de la valoración ético-estética una valoración de lo mejor de la condición humana en el optimismo por el futuro de la sociedad.

 

Decíamos en un apartado anterior, que las generaciones de jóvenes de los años noventa, ya no eran para nada, las mismas que las generaciones de jóvenes de los años anteriores.  Por estas generaciones de jóvenes deberemos entender aquí a la plenitud del vigor y lozanía, de arrojo irracional y juicio maduro, que se dan entre los 18 y 28 años de edad, en que se ha salido en términos generales de la adolescencia y se está por asumir las responsabilidades propias del matrimonio y una vida estable.  Jóvenes en ese rango de edad en la década de los años ochenta, fueron los nacidos en el curso de los años sesenta.  Se marcó a estas nuevas generaciones de los años ochenta con el dejo de la “Generación Perdida”, mote original dado por el hecho de que el Estado, ante el nulo crecimiento o desarrollo económico por una economía deficitaria de esa década, daba por pedida esa generación al no tenerles garantizada la creación de empleos.  Mas los jóvenes asumieron el término en otro sentido: el de una generación de jóvenes ajenos a este mundo, y se les condicionó impensadamente a ser la <<generación sin proyecto de vida ni individual ni mucho menos social>>, un corolario de la situación económica dada.

 

Pero aquellos nacidos en los años setenta, luego los universitarios entre 18 y 28 años de edad en los años noventa, en los cuales la situación económico-social no sólo no se recuperó, sino empeoró, fueron prácticamente predestinados y ofendidos, ahora ya de manera enteramente pensada de antemano, con el mote de la “Generación X”: los sin identidad, los ignorados, los irrelevantes, los omitidos..., los “jóvenes de desecho”.  Y esta generación, como con la experiencia de la anterior, asumió su condición de ser una juventud “sin identidad”, sin una definición acerca de sí mismos.

 

Aquí ocurrió un fenómeno importante a considerar: desde siempre, el calificativo dado a una generación, había sido pos facto, por los hechos realizados por ella y que le caracterizaba.  Pero una vez experimentados los efectos de la llamada “Generación Perdida” que se asumió a sí misma “perdida” en el sentido de su desubicación moral y falta de conciencia social, cuando el concepto del Estado era otro (el de una generación para la que no se había logrado generar empleo); a la siguiente generación ya se le condicionó deliberadamente su manera de ser y de pensar, por los detentadores del poder a través de los medios de comunicación, y los fomentadores de las modas; y se les bautizó al nacer (al formar parte de la sociedad entre los 18 y 28 años de edad, los universitarios de los años noventa), como la que habría de ser la “Generación X”.  Se diseñó un conjunto de características para esta generación, tales que les permitiera adoptar una actitud indiferente, conformista, y adaptarse a las condiciones económico-políticas del momento, es decir, del capitalismo decadente, y los jóvenes asumieron impensadamente, a-críticamente, el papel asignado; con resignación, con impotencia, con la filosofía de adaptarse a las circunstancias; y adoptaron el calificativo de “Generación X” con todas sus características, como su “Carta de Destino”.

 

Ese proceso de alienación social que fue objeto de nuestra observación en esa década tratando de entender el fenómeno que determinaba a los jóvenes universitarios en el aula, lo entendimos finalmente hacia los años 2000-2001, en que recapacitamos en que todo ello se da por un proceso deliberado en la llamada “aculturación”; esto es, la destrucción de una forma de la cultura para imponer otras formas de la misma; y entonces nuestra atención se dirigió a las determinaciones, materialista históricas –para nada ligada esta idea a la teoría de los ciclos culturales de Spengler–, dadas por los movimientos culturales de la historia.

 


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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 09:00

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (60)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

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México,  10 mar 11.

 

 

3 La extracción de virtudes del educando por propia exteriorización, y la realización social humana.

 

 

Marx, frente a esa contradicción hermésico-heraclesiana generadora del proceso de fetichización social, de “cosificación” de las relaciones humanas, contrapone la humanización, la realización social humana, donde el ser humano, decíamos, se hace un ser humano real.

 

Resolver tal contradicción implica como hemos visto, incidir en la formación de la personalidad, y en la medida de ello, dar lugar al logro del ser humano real.  Sin embargo, dejar el enunciado ahí, nos ubicaría de manera semejante en el planteamiento hegeliano, “para el cual todo el mundo objetivo es el espíritu enajenado.  Según Hegel, la tarea del desarrollo consiste en eliminar esta enajenación en el proceso del conocimiento”[1]; esto es, que si Hegel tuviese razón, la educación privada, no obstante ser privada, resolvería la contradicción hermésico-heraclesiana, resolvería el condicionamiento mercantil frente a la ética profesional docente por el sólo proceso educativo mismo, así fuese todo en el mundo del espíritu.  Con ello, Hegel hacía del trabajo educativo puro trabajo concreto.  Se le contrapuso ya en su momento el mismo Feuerbach, para quien, invirtiendo las cosas, decía: “la religión era enajenación de la esencia humana, y el idealismo enajenación de la razón”[2]; y siguiendo a Feuerbach para refutar a Hegel, diríamos: el proceso del conocimiento en la educación capitalista, mercantilizada, es enajenación de la esencia humana, como su sustento teórico, el idealismo, enajenación de la razón.

 

En suma, no será con el proceso del conocimiento en la educación con lo que se resolverá la enajenación, cuando la educación misma es un sistema enajenado; acaso esa desenajenación, hemos dicho, sea apenas lograda por la desfetichización, mediante la cual se opere la reapropiación, por el docente, de su propio trabajo concreto (inevitablemente enajenado en su parte relativa al trabajo abstracto); y afirmamos, ello será posible, tanto más, en la medida de la consumación de la realización discipular.

 

Para Marx, mediante el proceso de fetichización, el ser humano se convierte en cosa, y es “proceso por el cual el hombre resulta extraño a sí mismo hasta el punto de no reconocerse”[3].  Y no reconocerse a sí mismo es no reconocerse ni en lo que produce, ni en su alteridad; por lo que resulta de suma gravedad el papel del docente enajenado; y no sólo en el sentido de ser desposeído y sometido, sino despojado de su libertad en las relaciones humanas, alienado a tal punto, que no ve en su producto, el estudiante, creación de fuerza de trabajo cualificada que debe ser superior a la suya propia, y menos aun se reconoce a sí mismo en ese alter ego que es su educando.  En la sociedad donde rige la propiedad privada, la enajenación se expresa como la sustracción al trabajador del producto de su trabajo, que pasa a ser del capitalista, convirtiéndose en trabajo no sólo abstracto, sino concreto externo que no pertenece a su personalidad, y, en consecuencia, antes que verse realizado en su trabajo, éste le niega.

 

En esencia, la contradicción que estamos resolviendo en esta tesis, es esa forma secundaria en que vemos que al docente, si bien le es inevitable la enajenación en su trabajo abstracto en donde se ve desfigurado totalmente; no obstante le es posible revertir, desfetichizando, por lo menos en casos excepcionales discipulares, la enajenación o despojo del trabajo concreto.  Y no podría ser de otra manera, si el progreso moral de la sociedad, si bien no en cantidad, sí ha de tener necesariamente, de esta manera, transformaciones cualitativas.

 

Por ello decíamos más arriba que la lucha del docente por la humanización de la otredad, de su alter ego, no es menos que la lucha por su propia humanización; y en la medida en que algo de ello se consuma, hemos dicho en la relación discipular concreta, en esa medida se consuma la realización social humana tanto del Maestro, como del Discípulo.

 

Mas tal propósito no es posible de realizarse plenamente en el sistema económico capitalista, no es posible de realizarse plenamente, menos aun, a partir del ámbito superestructural educativo, y todavía menos aun, de la educación privada, que es su absoluta negación.  Es claro que la formación de la personalidad no será posible de manera generalizada en nuestra sociedad capitalista, si acaso de manera excepcional, justamente en la relación Maestro-Discípulo en que hemos insistido.  Pero esta realización de la formación de la personalidad en la relación individual magisterio-discipular, no es lo importante, si acaso sólo en nuestra relación individual en ese sentido; lo importante habrá de ser el cambio estructural del sistema económico-social que determinará realmente la formación amplia, social, de la personalidad, a través de la educación.

 

Para ello, en oposición a la opinión de Hegel, no será la educación la que rompa con la enajenación, sino el rompimiento con la enajenación lo que permitirá la verdadera educación.

 

Es por ello que socialmente dicha contradicción no tiene solución sino a condición de un cambio sustancial del sistema económico-social mismo, en lo particular, al lograr reapropiarse el docente del producto de su trabajo concreto, con ello se gesta entonces lo que habrá de ser la educación en esa nueva sociedad.

 

Lo que domina en nuestra sociedad actual bajo el modo de producción capitalista, y de un capitalismo en su fase más elevada que al mismo tiempo significa de mayor descomposición moral, no puede ser el proceso de humanización, sino es, de manera real, su contrario, el proceso de enajenación y alienación social más extremo.  En este proceso de enajenación, tanto los productos de la actividad humana, como las propiedades y capacidades humanas, son transformadas en algo no sólo independiente de los individuos, sino en algo ajeno de lo que los individuos dependen y que los domina.  La sociedad, así, queda al servicio de todo cuanto se supone, debería servirle.  El ser humano, lo que queda de él, es tan sólo un dispositivo al servicio de las máquinas, y no las máquinas un instrumento al servicio de su emancipación.

 

Finalmente, generalizando, despojada la sociedad no sólo de su trabajo concreto, ha sido despojada también de la ciencia y del saber científico, la Universidad Ilustrada de los últimos cinco siglos llegó a su fin, particularmente visto, como no podría ser sino así, en la Universidad privada; y le reemplaza ahora nuevamente la Universidad Escolasta, verdaderamente Palatina por la elite de los que logran acceder (y sin duda sirve, es útil, pero en esas condiciones, sirve al individuo mas no a la sociedad, y eso es precisamente lo que aquí deseamos cambiar); donde la cusana denuncia a la docta ignorantia que repite conceptos “de moda”; juzgados como válidos y por válidos, verdaderos, sólo por ser lo más recientemente dicho por los “Padres de la Nueva Doctrina”, y porque “evidentemente funciona”, sin reflexionar en que todo método funciona, pero que lo importante no es que lo haga o no, sino lo importante es lo que se pretende con ello, el para qué funciona y las consecuencias de su aplicación; y que sin preocuparse ni saber ni el origen del concepto ni su fundamento teórico, dicha docta ignorantia escolasta está hoy nuevamente presente.

 

Las relaciones afectivas, de buena fe, la fraternidad y la confianza, la objetividad, la lógica, el conocimiento dialéctico absoluto-relativo, la verdad objetiva, el colectivismo; base todo ello de la creatividad científica; han sido totalmente trastocadas en su contrario; el egoísmo, el individualismo, el subjetivismo, el irracionalismo, el relativismo extremo, la verdad entendida como la verdad subjetiva, la verosimilitud de lo mágico, el convenio mercantil, los intereses mezquinos, el abuso y la desconfianza.  Con el método de Evaluación Ético-Estética aplicado en la Universidad Internacional hemos podido recuperar en parte lo opuesto a todo lo antes dicho, es decir, hemos recuperado –decíamos por lo menos en la parte que es posible–, nuestro trabajo concreto, desfetichizando las relaciones educativas y desenajenando el producto mismo.

 



[1] Foroba, N.T.; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso, Moscú 1980 (v. Enajenación)

[2] Ibid. (v. Enajenación)

[3] Abbagnano, Nicola; Diccionario de Filosofía; Fondo de Cultura Económica, México, Segunda Edición 1966 (v. Enajenación; subrayado en el original)

 



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20 julio 2010 2 20 /07 /julio /2010 08:59

Ícono EducaciónLa Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso.  Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (59)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;

México,  07 mar 11.

 

El docente, laboralmente, está vendiendo a la institución de servicios educativos su fuerza de trabajo, esto es, un tiempo de trabajo socialmente necesario.  Su salario, independientemente de dónde obtenga la institución los fondos para solventarlo, le es remunerado por la institución misma para la que realiza lo que Marx llama su trabajo abstracto.  Mas su trabajo concreto, el cualificar la fuerza de trabajo al impartirle conocimientos, el formar la personalidad del humano, el crear al ser humano humanizado, lo hace gratuitamente, porque lo hace para su regocijo, para apropiarse así espiritualmente del producto de su trabajo y verse socialmente realizado en el discípulo.  Si realmente cobrara por ello, el docente ciertamente sería el asalariado mejor remunerado del mundo, nada hay más valioso que el conocimiento, que la información; pero convertiría al producto de su trabajo en mercancía, y como tal, la haría sujeta de despojo, de pérdida de identidad, de enajenación.

 

En el doble carácter de la aplicación de su fuerza de trabajo, por una parte satisface la necesidad humana de su propia humanización, y ello es lo determinante, muy por encima, por la otra parte, del valor económico portado por esa actividad; y no obstante, como dijera Marx, el satisfactor de la necesidad constituye “el contenido material de la riqueza”.  En su más profunda espiritualidad humanista, al docente, más aun al docente en calidad de Maestro, no se le ha de considerar por el estudiante por cuanto a su plutónico trabajo abstracto o por cuanto a su hermésico interés mercantil; y “hermésico”, de Hermes, el Dios de los mercaderes y encadenador, junto con Efesto, de Prometeo por órdenes de Plutón en el suplicio por dar la luz del conocimiento a los mortales; sino al Maestro se le ha de considerar por cuanto a la figura de un Heracles, enamorado lo mismo de Hebe que de La Virtud, cumpliendo su trabajo concreto para liberarse, y con ello liberador de Prometeo y de la ciencia representada en Ascálafo torturado por la interesada reina del Inframundo, Perséfone, la “destructora de la luz”; o por cuanto a un Peritoo encadenado ad etern en el Infierno por su osadía de enamorarse precisamente de quien no debía, la reina del Inframundo, entendiendo al Maestro como un mortal; o por cuanto a un Teseo usando el Hilo de Ariadna como se usa el método científico para satisfacer con su trabajo concreto la necesidad concreta de acabar con el Minotauro, ese ser monstruoso y oscuro que devoraba a los jóvenes.

 

Esto es, al docente se le paga por un tiempo de trabajo, independientemente del contenido concreto de ese trabajo.  Pero el contenido concreto de ese trabajo, es, finalmente, no sólo la impartición de conocimientos, a manera de los trabajos de Heracles para hacerse inmortal; sino más aun, la cualificación de la fuerza de trabajo para la formación y liberación de los seres por sí mismos cual un Teseo, la humanización del ser humano, hemos dicho más arriba.  Y esto lo hace a plenitud de la prometéica fuerza de la capacidad creadora y cognoscitiva.  Por lo menos debiera hacerlo, como condición de conciencia de la necesidad para expresar a su vez no sólo la libertad de sus capacidades, sino la libertad de la sociedad en sí.

 

La contradicción: <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>>; mitológicamente la contradicción “Hermésico-Heraclesiana”; sólo puede ser salvada, en el marco de las relaciones laborales en que dicha contradicción se da, cuando el “cliente” de la institución, se eleva en calidad de estudiante de los conocimientos de docente, y más aun, cuando plásticamente se da discipularmente al moldeamiento de la formación de su personalidad por el Maestro.  Esto es, cuando el docente es valorado por el propio educando no por lo rutinario de su trabajo abstracto por el cual es explotado, sino sublimemente por su trabajo concreto, por el cual el educando mismo es formado.  Todo lo cual empieza por la responsabilidad que el estudiante asume frente a los trabajos académicos dados en la Matriz de Evaluación por Autocompromiso.

 

Cuando el docente emplea el sistema de evaluación psicologista del “test psicométrico”, lo que en realidad está haciendo, es poniendo a prueba esa valoración externa que se hace de él: está poniendo a prueba el qué tanto será, ético-profesionalmente, respetado su trabajo concreto (lo heraclesiano), o qué tanto mercantilizadamente será reducido a la condición de su rutinario trabajo abstracto “dando al cliente lo que pida, porque el cliente siempre tiene la razón” (lo hermésico), en donde, ciertamente, su trabajo se prostituye.

 

El sistema de Evaluación por Autocompromiso por lo contrario, permite valorar al docente en aquella condición heraclesiana, de ser evaluado en lo sublime por su trabajo concreto.  Es decir, en suma, se ha trasladado el elemento de conflicto: la calificación, de la supuesta responsabilidad del docente (que nunca estrictamente es así, pero que en el simple lenguaje común así se maneja), a la responsabilidad real del estudiante.  Lo que ahora media entre el docente y el estudiante, ya no es la cuantificación de su desempeño supuestamente cognitivo, sino el desempeño cognitivo mismo cualitativamente estimado por el educando mismo, apenas transferible a una cifra convencional como equivalencia al reconocimiento moral de su desempeño concreto.

 

El breve lapso de observación del fenómeno dado por la contradicción “hermésico-heraclesiana”: <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>>, bajo el Método Lógico de la Relación Causal por Concordancias, fue suficiente y nos permitió establecer con todo rigor, que dicha contradicción sólo puede ser salvada, y en parte, por lo que toca al trabajo concreto, bajo las condiciones que implica la Evaluación por Autocompromiso, esto es: la valoración cualitativa ético-esteticista.

 

Finalmente, la Evaluación por Autocompromiso, un procedimiento plenamente objetivista en cuanto a la definición didáctica, pero a su vez, porque elimina cualquier supuesto de arbitrariedad por parte del docente; esencialmente anula la situación de negociación de calificaciones; rompe así con el proceso de simulación, natural al estudiante; en general, de la Universidad privada, de la Universidad Internacional “condenada” por este estudio; estudiante que no está aquí ya “perséfonamente” porque lo que le mueve es sólo el vicio del interés meritocrático, y de simulación a que se ve forzado el docente abrumado “por el poder de Plutón” y la “influencia de Hermes”; sino por el interés prometéico en Ascálafo, el conocimiento, ya no se diga culto, sino científico.

 

Se anula el recurso del examen evidenciándolo como innecesario, mas ello contribuye a elevar el nivel académico fundamentado en la expresión de los más altos valores en la responsabilidad del acto moral del estudiante, cuando estudia.  A su vez, anula la situación de incertidumbre en este al no ser ya evaluado en una fase terminal, sino en la fase inicial y por autocompromiso.  Lo que a su vez redunda en la generación de confianza en la relación docente-estudiante, dando lugar a una relación más afable, de colaboración en el conocimiento, y no de enfrentamiento y superación de obstáculos.  Y decimos esto, no en función de una estimación teórica proyectiva, no como lo que teorizamos que deberá ser, sino como resultado de la experiencia concreta, y, por lo tanto, donde nuestro dicho es lo que ha sido y de lo que está siendo ya en nuestra viva práctica docente.

 

Así, finalmente, la extracción de virtudes del educando por propia exteriorización como formación de la personalidad (como individuo socialmente determinado), resuelve la contradicción: <<condicionamiento mercantil-ética profesional docente>> en la desalienación del trabajo concreto.

 


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