La Evaluación Ético-Esteticista en el Aula Universitaria Durante un Curso. Tesis Maestría en Educación Superior, 2007 (68)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica
de Geografía Teórica.
http//:espacio-geografíco.over-blog.es/;
México, 14 abr 11.
El problema de la “ciencia” pues, para el posmodernismo, no es la verdad, sino la validez; luego esa validación, en el ámbito eminentemente subjetivista, sólo se obtendrá por legitimación; misma cuya característica a su vez, es el ser autodeterminativa. De ahí que Lyotard diga: “El rasgo más llamativo del saber científico postmoderno es la inmanencia..., del discurso acerca de las reglas que le dan validez”[1]; es decir, donde la “inmanencia” se refiere al hecho de que las reglas de tal legitimación de validez, brota de su propio discurso subjetivista; algo por lo demás, muy próximo al hecho de que el saber se de por revelación, en este caso, el saber desde su propio saber, sin relación a nada.
Por su parte, Edgar Morin; a quien la Organización para la Educación, la Ciencia y Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO) le ha dedicado el espacio de una “Cátedra Itinerante <<Edgar Morin>> para el Pensamiento Complejo”; citando éste a otra autora, María Zambrano, dice: “Habla –se refiere a dicha autora– de una metafísica para la experiencia..., experiencia que hoy la educación debe favorecer, en directa relación con la revelación de la multiculturalidad...”[2]. Evidentemente Morin comparte la oscurantista idea de la autora que cita, y con ello, por lo que realmente se pronuncia, es por el conocimiento como acto de revelación, pues la “metafísica de la experiencia”, justamente, no es otra cosa que eso, metafísica, inmanentismo, y con ello mismo, oscurantismo puro, “experiencia que hoy –dice Morin–, la educación debe favorecer”.
En este caso, la evaluación en el aula tendrá que apelar necesariamente a los recursos del gurú, para constatar “el conocimiento por iluminación” de la doctrina de San Benito, del s.V.
Que el “posmodernismo bueno”, aquel que se resiste a las “malas interpretaciones”, de cualquier manera acabará necesariamente hundiéndose en el oscurantismo, se evidencia con el hecho de que veinte años después de Lyotard, Morin insiste sobre el asunto de la “verdad” identificada pragmáticamente ahora con “lo válido”; pero donde si aquel aun se pronunciaba por la búsqueda de la verdad bajo nuevas reglas (las pragmáticas), veinte años después, éste ve en la verdad sólo fuente de error, y con ello una abierta negación a la búsqueda de la verdad. “La aparición de la idea de verdad –dice Morin– agrava el problema del error, pues cualquiera que se crea poseedor de la verdad se vuelve insensible a los errores que pueden encontrarse en su sistema de ideas y evidentemente tomará como mentira o error todo lo que contradiga su verdad”[3]; condición de necesidad en el ámbito del subjetivismo extremo acerca de la verdad, pues la “verdad subjetiva” –en el caso de que esto tenga algún sentido–, conduce necesariamente al dogmatismo y al error. Es decir, Morin tiene razón –su razonamiento lógico es correcto–, pero su premisa es falsa, él habla de la “verdad subjetiva”, pero ahora la ha absolutizado como toda verdad, la ha hecho pasar por verdad objetiva, y así, lo que realmente es la verdad, ahora simplemente ha sido omitida, pues si cada cual tuviese su verdad, y esa fuese por razón de la aceptación del “Tercero Excluido”, la verdad como tal no existiría: he ahí un mecanismo de negación de la verdad; y, o bien todo sería simultáneamente verdadero, o bien todo sería simultáneamente, por la misma razón, falso.
Más adelante Morin refiere incluso la idea de que <<Cristóbal Colón se equivocó, “porque se fundaba en una teoría verdadera”>>, lo que es a tal punto esquizofrénico y de tal irracionalidad, que no vale la pena en lo mínimo discutirlo, y quede aquí sólo como constancia del absurdo fundamento posmodernista. Acaso sea que Edgar Morin –no obstante el aval de la UNESCO*– sea un promotor del “posmodernismo malo”, del “posmodernismo mal entendido”.
Morin defiende la tesis del “paradigma” del “Pensamiento Complejo”, en el cual –dice él–, “se trata de un espacio mental en el que no se aporta, sino que se revela, se des-oculta la incertidumbre (palabra indeseable para el pensamiento racionalizador)...”[4]; lo cual, en hablando de síntesis en este apartado, nos permite asociar: España... posmodernismo... César Coll... Edgar Morin... Alicia Escribano... Pedagogía Crítica u “Holística”... San Buenaventura... Nietzsche... Pensamiento Complejo... “Cátedra Itinerante”... Educación... San Benito... conocimiento por revelación..., y oscurantismo.
Y cuando nos referimos al oscurantismo, no es un “adjetivo descalificador” nuestro (menos aun gratuito), que aluda al avasallamiento a la ignorancia, no es una simple “etiqueta”; es simplemente retomar sus propias palabras: “es preciso partir de la extinción de las falsas claridades –dice Edgar Morin. No es posible partir metódicamente hacia el conocimiento impulsados por la confianza en lo claro y distinto, sino por el contrario, aprender a caminar en la oscuridad y en la incerteza”[5]. Serio problema en este caso, para la evaluación en el aula; ahí, en la oscuridad y en la incerteza, simplemente nuestra propuesta no funcionaría en lo absoluto; la que, por lo contrario, metódicamente avanza impulsada por la confianza en lo iluminado y distinto, como sobre el argumento de certidumbre fundado científicamente en la razón.
Dejando para otro lugar la crítica a sus postulados nazi-fascistas, bástenos concluir acerca de E. Morin con su siguiente cita: “La educación planetaria debe propiciar una mundología de la vida cotidiana”[6]. Otra manera de invocar a la “Filosofía de la Vida” de Nietzsche, o los existencialismos ya de Heidegger, de Camus o de Jean Paul Sartre.
A todo ello se oponen los argumentos de nuestra tesis, en la cual reivindicamos, por lo contrario a los planteamientos del posmodernismo, la vigencia de todos los elementos de la ciencia positiva (mas no positivista), oponiéndonos al reduccionismo en que el posmodernismo se fundamenta: ya sea por el teorema de la incompletud de Gödel en matemáticas, o por la determinación probabilística de Schrödinger, a su vez, en esta ciencia; o por el principio de incertidumbre o indeterminación de Heisemberg en microfísica; a los que no se puede reducir la explicación o causalidad de los fenómenos sociales por un solo y arbitrario cambio de escala.
Nuestra hipótesis, verificada en esta tesis y convertida así en tesis de partida de ulteriores teorizaciones (avanzando pues en lo iluminado y en la certidumbre), nos permite disponer de un instrumento didáctico, y en general, pedagógico, de notable valor en la búsqueda de regularidades, y establecimiento de leyes en el quehacer de la enseñanza en aras de la verdad objetiva.
En nosotros, la fuerza del conocimiento metodológico y sistemático de la ciencia, cortó de un tajo la vaga esperanza de la reiteración azarosa de una posible combinación afortunada que algún día nos saltara a la vista. Mas justo cuando nosotros en esta investigación de tesis llegamos a estos resultados, luego de una década, lo hacemos ya ahora, desafortunadamente, en medio del reino de todo lo contrario cuanto se opone al pensamiento científico racional.
[1] Ibid. p.100.
[2] Morin, Edgar, et al; Educar en la Era Planetaria; Editorial Gedisa, Barcelona, 2002; p.20.
[3] Ibid. p.29 (subrayado suyo)
* Acaso sea pues a su vez, porque actualmente en la ONU y todas sus dependencias reinan sólo los intereses de los grandes capitales y de las clases sociales poderosas del mundo.
[4] Ibid. p.65 (subrayados nuestros)
[5] Ibid. pp.67-68 (subrayado nuestro)