Overblog
Seguir este blog Administration + Create my blog

Presentación Del Blog

  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
  • Contacto

Buscar

Archivos

18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:05

De-la-Guerra--Clausewitz--Icono-.JPGGolpes de Estado en México.  Golpe de Estado de Zuluaga-Comonfort.  Artículo, 2011 (5/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra, 1 (jN, lW); 24 oct 11.

 

El 9 de agosto de 1955 sale Antonio López de Santa Anna del país: triunfa la Revolución de Ayutla.  Juan Álvarez asume luego la presidencia, que posteriormente delega a Ignacio Comonfort.

 

Para fines de ese año y principios de 1856, se suscita una crisis ministerial con la renuncia de Lerdo de Tejada y cambios en los puestos de otros, que genera un rumor de golpe de Estado como propósito de Comonfort.

 

Desde mediados de 1856, el conservadurismo, aprovechando las diferencias entre los liberales, principalmente entre los extremismos radicales de Vidaurri y nuevamente las desavenencias entre el Congreso y el Ejecutivo por la discusión del proyecto de la nueva Constitución, los conservadores, a través del periódico El Omnibus, se atreve a sugerir el golpe de Estado a Comonfort.

 

Transcurre ese año en medio de pronunciamientos y acciones filibusteras y guerrilleras de la reacción conservadora, a lo que se sumaba la actividad de gavillas por todo el país, lo que lleva a decir a José Mª Vigil que: “La zozobra era tal, que tres ebrios gritando en la calle eran suficientes para alarmar una ciudad creyéndose víctima de una asonada”1, y para el 5 de febrero de 1857 se jura la Constitución y se decreta una amnistía.  Pocos días después, la insidia reaccionaria comienza a hablar de golpe de Estado al menor pretexto, fraguando; y no como denuncia, sino como propósito de crear desconfianza y división en el partido liberal.

 

Para abril de 1857, se hace una “misterioso” descubrimiento de una conspiración y golpe de Estado fallido de Miguel Miramón y Luis Osollos.  A poco se denunció otra conspiración; y el 3 de mayo, Mejía se levanta en armas en el norte del país.

 

Para mediados de año, ya en junio, conservadores y liberales coinciden en la necesidad de un endurecimiento del Estado; unos en forma de golpe de Estado desestabilizador y vía de derrota de los liberales; y otra como medio para contener la desestabilización.  Para fines de ese mes, Comonfort niega que la dictadura sea la vía y se opone a ello.  Pero para el 22 de agosto de 1857, en el periódico El Monitor Republicano, se hace un pronunciamiento editorial a favor de diferir el régimen constitucional, lo cual equivalió al llamado a un golpe de Estado.  Con ello se sondeaba la opinión pública al respecto, pero, a la vez, se dejaba ver suficiente motivo de alarma en la seriedad de los hechos.

 

El Congreso debía instalarse y empezar a sesionar a partir del 16 de septiembre de 1857, pero dada la inestabilidad política, no lo pudo hacer, y antes al contrario, ya para octubre se conceden facultades extraordinarias al Ejecutivo, del que de por sí se sospechaba, y no sin razón, pues ya habían suficientes pruebas, de pretender un golpe de Estado.

 

Finalmente se instaló y juró el Congreso para el 1º de diciembre, y para el 14 del mismo mes, se acusa al ministro de Hacienda, Manuel Payno, de conspirar contra la Constitución en conjura con Zuloaga, siendo todo ello cierto, volviéndose a denunciar la conjura para el día 16, incluso, dándose constancia de que el pronunciamiento estaba previsto para el día siguiente 17 de diciembre de 1857.

 

Benito Juárez era el Ministro de la Suprema Corte, que funcionaba a su vez, en su caso, como Vicepresidencia, y encargado administrativamente de actuar ante la conjura denunciada.  Juárez conocía perfectamente bien de ella desde antes, incluso invitado por el mismo Comonfort a sumarse a ella en el último momento, pero la dejó transcurrir por cálculo político, y, tal como estaba previsto, el 17 de diciembre de 1857 al amanecer, tiene lugar el pronunciamiento de Félix Zuloaga, haciéndose prisioneros a lo liberales y disolviéndose el Congreso, con lo cual se consumaba el golpe de Estado.

 



1       Vigil, José Mª; La Reforma; en “México a Través de los Siglos”, Tomo IV; Editorial Cumbre; México, 1967; p.215.

Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:04

Eje del Mal, 2001 G. BushGolpes de Estado en México.  Golpe de Estado del Conservadurismo Santaanista, 1852 (4/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra, 1 (jN, lW); 17 oct 11.

 

                              El 27 de febrero de 1852, con un año de anticipación, más lo que la conjura llevase preparándose desde 1851, se dan las primeras muestras de la conspiración contra Mariano Arista: un diputado acusó a Arista de que un asaltante había obrado por órdenes suyas.

 

                               “En tanto, el incansable partido conservador era el único que sabía sacar provecho de aquel desorden, fomentando su aumento…, se propuso quitar al gobierno el apoyo de la mayoría liberal, haciendo que éste desconfiase de aquel; y aprovecharon el debate para hacerse pasar  como órganos de opinión del gabinete y además como su firme apoyo y generoso sostén.  Don Lucas Alamán elogió con entusiasmo al gobierno…”1.

 

                                Para los primeros días de mayo de 1852, Arista solicita al Congreso formado en su mayoría por liberales moderados, al finalizar sus sesiones ordinarias, poderes extraordinarios para hacer frente a la situación, y le es negado; a la par que es nombrado a la Suprema Corte de Justicia el liberal moderado Juan Bautista Ceballos, por cuyo cargo fungía como vicepresidente.

 

                                Se niega también un período de Sesiones Extraordinarias del Congreso, y cunde el rumor de golpe de Estado (que en este caso, era atribuido falsamente a Arista, que solicitaba facultades extraordinarias sin que se le concedieran).

 

                                El 5 de mayo de 1852 se produce un motín financiado por los cónsules extranjeros, con el populacho recorriendo las calles y cometiendo vandalismo e insultando al gobierno.  Y así se fue el año 1852, en medio de la zozobra y la inestabilidad.  Y para el 5 de enero de 1853, Arista renuncia a la presidencia, siendo electo al cargo entonces, Juan Bautista Ceballos a partir del 7 de enero.  Éste, al igual que Arista, solicita ampliación de poderes, y ahora a él si le son otorgados, no obstante continúan los motines en la ciudad con una serie de provocaciones sin sentido.

 

                                Entonces se conoce del levantamiento del Plan de Jalisco (Plan del Hospicio de Pobres, síntesis de diversas proclamas de insurrección por parte de diversos gobernadores, a iniciativa de José Blancarte y Carlos Sánchez Navarro, fraguado ya desde antes para derrocar a Mariano Arista y modificar la Constitución de 1824).

 

                                El 8 de enero de 1853 se pide desde la Cámara de Diputados la explicación al gobierno acerca del levantamiento del Plan de Jalisco, y desde ese momento se comenzó a hablar de golpe de Estado.

 

                                Para el 19 de enero de 1853, Ceballos disuelve las Cámaras, con las mismas facultades que éstas le habían otorgado ampliándole los poderes.  Entre tanto, la ciudad era cruzada por patrullas y la guarnición recorría las calles: se había producido el golpe de Estado.

 

                                El Plan de Jalisco a poco se modifica en Arrollozarco, radicalizando su carácter reaccionario y con el que, a su vez, se daba un golpe de Estado ahora al mismo Ceballos, aun cuando éste lo ratifica el 6 de febrero de 1853, con lo que se “oficializa” la dictadura, pues el Plan de Jalisco, de origen, consideraba la invitación a ocupar la presidencia a Antonio López de Santa Anna.  Ceballos es reemplazado por Manuel Mª Lombardini, en lo que Santa Anna llegaba a México procedente del exilio.  Con éste al frente de la dictadura, ésta se fue haciendo cada vez más insoportable, volcándose, incluso, sobre sus mismos defensores.

_____

1  Olavarría y Ferrari; La Independencia, 1821-1855; en “México a Través de los Siglos”; Editorial Cumbre,  Tomo V; México, 1966; p.773.  


 

Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:03

De la Guerra, Clausewitz, PortadaGolpes de Estado en México: Lecciones de Historia para una Sospecha.  Golpe de Estado de Anastasio Bustamante, 1829 (3/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica.

http:espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); sep 11.

 

En 1824, Guadalupe Victoria había ocupado la Presidencia de la República, la cual gobernó en su período normal hasta 1828.  En este último año se efectúan las elecciones para el siguiente periodo, y por el nuevo partido de la logia masona Escosesa, de los nuevos conservadores, se propuso a Manuel Gómez Pedraza; en tanto que, por el partido de la logia masona Yorkina, se dio el apoyo a Vicente Guerrero, entre otros candidatos con menor apoyo.

 

El representante de cada Estado votó, y ganó Manuel Gómez Pedraza por 11 votos a 9 en favor de Vicente Guerrero, diluyéndose los 16 votos restantes entre el resto de los candidatos.  A nadie satisfizo tal resultado inesperado, y cundió el desorden provocado por el partido de Gómez Pedraza, que de inmediato, aún no habiendo tomado todavía el cargo, formó causa contra Santa Anna en Veracruz, así como contra José Ma. Tornel, gobernador del Distrito Federal.  Guadalupe Victoria, aún como Presidente, hizo esfuerzos para contener al Ejército inconforme con el nombramiento de Gómez Pedraza, en lo que Lorenzo de Zavala fraguaba la insurrección de la Acordada, en cuyo acontecimiento tuvo lugar a su vez, el saqueo del Parián.

 

Se despliega el aparato militar, y como consecuencia, se da la sublevación de Santa Anna mediante el Plan de jalapa, desconociendo a Manuel Gómez Pedraza.  El Congreso declara fuera de la ley a Santa Anna, se levanta Juan Álvarez en Acapulco adhiriéndose al Plan de Jalapa, y cunde la insurrección

 

Ante los hechos, el Congreso se ve en la necesidad de declarar insubsistente la elección de Manuel Gómez Pedraza, el cual incluso anticipa su renuncia y sale del país, por lo que se nombra finalmente a Vicente Guerrero, compensando la situación con la designación de Anastasio Bustamante (general realista que había intentado capturar a Morelos en el Sitio de Cuautla) en la Vicepresidencia.

 

Se da entonces el hecho curioso de que no sólo Gómez Pedraza renuncia y se va a Guadalajara, sino que Vicente Guerrero a su vez se va de la ciudad, e incluso Filisola, extrañamente, sale rumbo a Puebla; es decir, nadie quería verse comprometido como responsable de los acontecimientos.

 

Finalmente, el 1º de abril de 1829, Vicente Guerrero ocupa la presidencia.  Para el 17 de septiembre, declara una amnistía general, con lo que su acérrimo adversario, Nicolás Bravo, regresa al país, iniciándose los rumores de que “se preparaban cambios en la nación”.

 

Para el 10 de diciembre de 1829, Guerrero requiere del Congreso, sin éxito, medidas para contener la conjura, que para el 23 de diciembre estalla con el Plan de Jalapa fraguado entre el vicepresidente Anastasio Bustamante y Antonio López de Santa Anna, atacando el Palacio Nacional defendido por Pedro Mª Anaya el 23 de diciembre de ese año.  El asalto tiene una solución pacífica con la salida de Guerrero, con lo que de hecho, se consuma el golpe de Estado.

 

Al empezar el siguiente año, el 4 de febrero de 1830, Vicente Guerrero, que había salido hacia Acapulco, es destituido formalmente en el Congreso.

 

Al respecto, Olavarría y Ferrrari cita a Lorenzo de Zavala, quien caracteriza comparativamente los hechos dados entre el golpe de Estado de Iturbide, y el golpe de Estado de Bustamante: “…muy grande es la diferencia entre las dos épocas…  El gobierno de Iturbide sólo amenazaba, el de Bustamante ejecutaba; Iturbide quería intimidar, , el gobierno de Bustamante infundía terror; Iturbide creía que la gloria de su nombre y el recuerdo de sus grandes servicios serían suficientes para sostenerle, el gobierno de Bustamante debía desconfiar de su propio mérito, por decirlo así, y tenía necesidad de buscar apoyo en las mismas fuerzas y medidas a que debía  su elevación; Iturbide se había propuesto  dejar la memoria de sus pasadas atrocidades y temblaba con la sola idea de derramar sangre; el ministerio de Bustamante venía con el ánimo de ensayar un nuevo resorte, un resorte aún no puesto en práctica  después de hecha la independencia, el de presentar espectáculos de destierros  y de sangre para hacerse temible”[7].

 



[7]        Olavarría y Ferrari, Enrique; México Independiente, 1821-1855; en “México a Través de los Siglos”; Editorial Cumbre, Tomo IV; México, 1967; p.240

Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:03

Ícono Filosofía-copia-1Una Curiosa Demostración de la Existencia de Dios, pero, al Final, la Objetivamente Verdadera.  Ensayo (3/3).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); 03 oct 11.

 

El infierno, medida para intimidar a los dioses, no es un asunto para cualquiera a pesar de todo, debiéndolo ser.  Ser acusado de soberbia y atemorizados con el infierno, y los posibles dioses comienzan a descartarse desde el momento en que no se cuestionan sobre la soberbia, no pudiendo entender que nadie escapa de la soberbia, como nadie escapa a la gravitación universal, a ese sentimiento de arrogancia en la superioridad para desde ahí, con ello, enfrentar el mundo.

 

Quien más vano en lo omnisupremo que aquella deidad que no quiere ver en su creación su propia perfección. Sino el más indigno vasallaje de súbdito del Reino de los Cielos.  Acaso sólo Satanás.  Y Satanás como un Dios caído confundiendo las cosas; porque en su soberbia malentendida, ha querido ver su perfección en sí mismo, y no mediada en la otredad en la que ha de reconocerse.

 

Pero Dios, en la humildad más absoluta, ubicándose como negación ante su creación para que sea ésta la que se afirme, sin que más nadie lo pueda hacer como Él, ¿no es acaso una presunción de supremacía en esa condición?

 

La única aparente manera de no incurrir en soberbia, es no desear nada y omitir la voluntad propia; dejarlo todo en la contemplación de la gracia de Dios.  Pero es sólo aparente manera, porque esa supuesta no-soberbia, no es mas que una forma más de la misma: la presunción de estar despojado de ella, en el privilegio del éxtasis, de la unión realizada en Dios.  Quizá, en consecuencia, la mayor soberbia de todas.

 

Así, frete al éxtasis como la supuesta ausencia de soberbia en la unión con Dios, se acusa de la mayor soberbia , en consecuencia, a la negación de Dios; a esa actitud del Ángel caído  que no sólo desea todo para sí, sino que aplica en ello toda su propia voluntad.  Satanás, Lucifer, ¿hace ello por vana presunción, o por necesidad?  Exactamente lo mismo se puede plantear para el sujeto arrobado en el éxtasis: ¿ello es presunción vana, o necesidad?  Es evidente que el sujeto en éxtasis, sólo hace conciencia de su realidad en Dios; se afirma en éste negándose a sí mismo.  Es decir, es exactamente lo opuesto al que, negando a Dios, por lo contrario, se afirma a sí mismo.  El problema es, pues, identificar la existencia o no de la necesidad.

 

El problema de esa soberbia no es, pues, la soberbia misma, al fin, una manera positiva o virtuosa de ser con todo y el dejo de lo arrogante que pudiera haber en ello, sino, en consecuencia, una actitud moral, algo que sólo se da frente al otro en tanto juzgado por éste.  Y así, es la relación de un deseo para sí, respecto del deseo en el otro en función de aspirar a más, a un progreso; adquiriendo su carácter negativo, de pecado, como presunción vana, vacua, que no responde  ala necesidad.

 

A menos que Dios sea inmanencia que no necesita conciencia de sí mismo, el sujeto arrobado en el la inconciencia misma de éxtasis, y así en unión con Dios, tendría razón de ser.

 

Pero si Dios es el Gran Hacedor, si el ser humano es el producto del trabajo del Demiurgo artesano, Dios, en la conciencia de sí mismo, necesita  de la afirmación de sí en el ser humano; y particularmente en la conciencia de éste como su negación; así, no ha de ser el ser humano el que se juzgue indigno de Dios, o se de en la inconciencia del éxtasis, lo cual no cumple el propósito, pues ello sigue siendo encimismamiento de Dios.  De este modo, la afirmación de Dios ha de ser en la afirmación del ser humano en sí mismo; tanto como el ser humano necesita, en consecuencia, para la afirmación de sí, de la negación de Dios como lo inverso del éxtasis.

 

La conciencia de Dios en la solución de esa necesidad, es lo que lo emancipa, es decir, lo que lo hace ser lo que es; exactamente igual que la conciencia de esa necesidad en el ser humano, es la solución que lo libera, haciéndolo un ser humano real.

 

Puede decirse, así, que la soberbia de Dios, se niega como tal en la mediación por su necesidad del ser humano como afirmación; e, inversamente, la soberbia humana (esa satisfecha afirmación con orgullo de sí), se niega como tal, en la mediación por su necesidad de Dios como negación.  Hay razón para ser soberbio: es la satisfecha afirmación con orgullo de sí.

 

Así, no se trata de no ser soberbio, sino de serlo, pero no en una presunción vana, sino en su forma mediada por la necesidad.  La arrogancia, el orgullo, el honor, no ha de estar en uno, sino en aquello que lo expresa a uno.  No en lo que vanamente diga uno de sí, sino en lo que, mediadamente, los actos o los hechos digan de uno; y ellos habrían de ser lo mismo que hacemos en el alter ego, idéntico a la creación en la otredad, así sea ésta la creación misma del concepto de Dios, para reconocer en ello el reflejo de nuestra objetivamente verdaera existancia como dioses, y de la humanidad misma como el verdadero y único Dios realmente existente.

 


Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:02

De la Guerra, Clausewitz, PortadaGolpes de Estado en México: Lecciones de Historia para una Sospecha.  Golpe de Estado de Agustín de Iturbide, 1822 (2/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica.

http:espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); sep 11.

 

La Junta gubernativa se asume soberana, y entra en conflicto con las ambiciones de Agustín de Iturbide, que, “ya desde que el generalísimo había entrado a Puebla, en los primeros días de agosto [1821], de entre la multitud del pueblo que lo aplaudía escuchábase algunas voces que lo aclamaban gritando ¡Viva Agustín I!...!...”[1]; que, por supuesto, Iturbide “mando callar”.

 

Esa sospechosa situación, siendo “ya demasiado ostensible”, como escribe Olavarría y Ferrari, que motivó una proclama dirigida a los habitantes de México: una partida del ejército español ya capitulado pero que aún permanecía en Toluca, estuvo cometiendo agresiones y tropelías (¿motu proprio, o acaso inducidas?, da el pretexto a esa proclama y el envío de tropas a reducirlas al orden; y dice Olavarría: “Por grave que fuese el hecho denunciado y por justificadas que aparecieran las medidas dictadas por Iturbide para restablecer el orden y de la quietud de Toluca, era evidente que, aún los españoles adictos de la mayor buena fe a la causa de la independencia, no podían ver sin enojo la severidad desplegada contra sus compatriotas…”[2], lo que concito odio contra Iturbide por parte de dichos españoles.

 

Era ya febrero de 1822, lo que Iturbide buscaba con esa provocación, era ganar legitimidad, “porque –dice Olavarría–, siendo la primera manifestación de la autonomía nacional y de la libertad prometida, traía consigo la esperanza del pueblo…”[3].  Ante la “inestabilidad”, se genera la corriente de opinión y partidarios defensores de ella en el Congreso, reductio ad absurdum, proponiendo la Corona Imperial al extranjero, como para concitar la idea de que, <<en todo caso, mejor esa Corona, que sea para un mexicano: Agustín I>>.

 

Para marzo de 1822, Iturbide reclamaba más presupuesto para el Ejército, y el aumento de éste a 35,900 hombres.  A ello acompañó la amenaza de levantamiento de las tropas españolas que quedaban en Texcoco, expuesta de manera alarmada por Iturbide en Sesión del Congreso (Olavarría y Ferrari, p.69), y desesperado, exclamó, “que había traidores en la Regiduría y el Congreso”, tratando de demostrarlo con unos documentos, a lo que se le replicó con la acusación de que el traidor era él, y finalmente dijo rehusar la Corona y retirarse a la vida privada (Olavarría, p.70).

 

Pero todo continuó y más bien el Ejército se redujo a 20,000 hombres.  Para mayo, el Plan de Iguala ya era insubsistente, y en Sesión del Congreso, en la lectura de una felicitación, se habló de adoptar la forma republicana (al parecer, inducido a ello por Nicolás Bravo, miembro de la Regencia).  Al mismo tiempo España declaraba nulo el Tratado de Córdoba, con todo lo cual el terreno quedó allanado para la confrontación entre liberales republicanos y conservadores monárquicos.  Entre los liberales, Guadalupe Victoria, Pedro C. Negrete, Nicolás Bravo y Vicente Guerrero; y entre los conservadores: Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna y Vicente Filisola.

 

“Todo parecía estar prevenido para un gran acontecimiento…”[4]; y el 15 de mayo de 1822, “de súbito se vieron aparecer diversas partidas de soldados que vociferaban, vitoreaban y ponían en alarma a la ciudad”[5], y que, armados, proclamaban a Iturbide como “Agustín I”.  E Iturbide consumaba su golpe de Estado; un autogolpe que lo hacía emperador.  Y todo ello bajo un procedimiento muy “legal”: teniendo a su favor la correlación de fuerzas, el Congreso votó, 67 a 15 a favor del nuevo emperador de la primera monarquía constitucional de México.  Pero como asienta Olavarría, se hizo la votación con poco más de 80 miembros del Congreso, cuando por reglamento del mismo se requerían 101 diputados.  El procedimiento legal era sólo un embuste, lo ocurrido era un golpe de Estado.

 

Iturbide “creyó que la represión rigurosa y el terror, más bien que otros medios suaves y políticos, le servirían para mantener ilesa su autoridad y afirmar su imperio”[6], y se detuvo a diputados como José Joaquín de Herrera, Mier y Terán, entre otros, y a partir del 26 de agosto de ese año, 1822, se produjo la disolución del Congreso.

 

_____ 

[1]        Olavarría y Ferrari, Enrique; México Independiente, 1821-1855; en “México a Través de los Siglos”; Editorial Cumbre, Tomo IV; México, 1967; p.50.

[2]        Ibid. p.52.

[3]        Ibid. p.52.

[4]        Ibid. p.74.

[5]        Ibid. p.74-

[6]        Ibid. p.82.


Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:02

Ícono Filosofía-copia-1Una Curiosa Demostración de la Existencia de Dios, pero, al Final, la Objetivamente Verdadera.  Ensayo, 2011 (2/3).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); 26 sep 11.

 

Así, desde el punto de vista del marxismo, si hubiese que reconocer de algún modo la existencia de Dios, esto sólo sería por cuanto el ser humano mismo es Dios.  Más aún, Dios hecho real en el ser humano, no lo es en el ser humano como individuo, sino lo es en cuanto al ser humano como una realización social, como un ser humano socialmente real.  No es Dios el creador del ser humano; sino es el ser humano el creador de Dios.  No es el ser humano a imagen y semejanza de la perfección de Dios, sino Dios a imagen y semejanza de la imperfección del ser humano.  No es, pues, el ser humano en Dios, y así, Dios hacedor humano; sino Dios en el ser humano y el ser humano hacedor de Dios.  No es la humanización de Dios, sino la divinización del ser humano.

 

Dios, causa y fin de la libertad humana, es el ser humano socialmente real con sus plenas capacidades para decidir el proceso de construcción de su futuro.  Dios, el Bien, es la plenitud moral del ser humano  socialmente real.  Luego, en la medida de lo anterior, Dios existe; su prueba de existencia ha de ser la plenitud del ser humano socialmente real.

 

Marx habla de la enajenación del trabajo, por la cual el trabajador es despojado del producto, y, en consecuencia, éste no sólo no se ve realizado en él, sino lo acaba aborreciendo, en la medida que ese producto de su trabajo es expresión de su propia explotación, y, en ese sentido, antes que su afirmación, en su realización, es su negación.  El Demiurgo que no se ve a sí mismo en su creación; allí donde su creación no es él mismo, incluso perfeccionado, esa hechura será, más bien, su propia negación.

 

Eso explica las bíblicas destrucciones, por ejemplo, del Diluvio Universal o de Sodoma; eso explica la ira de Dios contra lo que él mismo ha creado esperando que fuera, primero, a su imagen y semejanza, y luego, él mismo perfeccionado; aquello por lo cual se reconoce a sí mismo, por lo cual hace conciencia de sí, y que expresa un poco más, en todo caso, no obstante su omnisciencia, lo que él mismo reconoce ya de sí.

 

De ahí que una de las paradojas más desconcertantes en esta “prueba de la existencia de Dios”, está en que aquel ser humano que a sí mismo se juzga indigno de Dios y que en tal forma pretende afirmarlo, él es, en realidad, la más profunda negación de su creador.  Habría qué preguntarse si acaso Dios en el más absoluto egoísmo, ha creado al ser humano sólo para tener quien le rinda pleitesía; y en esa circunstancia, entonces, para qué la libertad, para qué el goce de un albedrío.

 

Esto, visto incluso desde el punto de vista fideísta, el protogeómetra nos ha hecho básicamente para algo sorprendente: para que lo neguemos.  Dios no está conforme con ser sólo Dios, y al crear al ser humano con los atributos que le da (no de una piedra insensible, no las de un mineral irracional conforme con su existencia, sino con conciencia de sí, y capacidad de elección y decisión para ser libre), Dios se ubica como negación, y prepara las condiciones para, a su vez, ser negado; porque Él sabe, necesariamente en su omnisciencia, que, matemáticamente, al multiplicar menos por menos, da más; que, filosóficamente, de esa negación de la negación, obtendrá su propia y real afirmación trascendente.

 

Así, el Demiurgo no puede sino aborrecer a su propio producto que se obstina en ser indigno de Él; Dios no puede verse en él realizado.  Paradójicamente, Dios ha esperado en el humano el surgimiento del ateo, su negador.

 

El ser humano que se humilla en la inconsciencia de ser la contraparte de Dios que está para afirmarlo, que se hace sumiso sólo por la conveniencia de asirse al ser benefactor y por el temor a su omnipotencia; y no por la real convicción de que él, con su sola existencia lo niega, y ello lo ha de atenuar demostración de amor, no obstante negándolo con su ser mismo, contribuye a afirmarlo, satisfaciendo con ello el propósito mismo de Dios al crearlo, y creándolo, Dios, necesariamente, se ha de dar en el hombre, como lo que se humilla, como lo que ahora es la parte sumisa, y haciendo ello, se ubica como negación que ha de ser negada, en la afirmación misma del ser humano; ese ser humano en esa condición de miseria de espíritu, ha de ser desechado por Dios.

 

Contrario al sentido común, Dios apreciará al ateo, al que lo niega, pues con ello lo afirma; para eso lo creó.  Mientras que el humano que se siente indigno de Dios y espera todo de Él; el ser humano ateo que se desprende de Idos y de Él no espera nada, sino sólo de sí mismo, de su fuerza y de sus capacidades, con ello, justo, se está poniendo en el lugar de Dios mismo; él es Dios, y ahí es donde Dios se reconoce a sí mismo.  Y siendo así, cumple el propósito divino de su creación por la cual, Dios mismo así, y no de otro modo, podría y querría verse en él.  Dios no podrá reconocerse a sí mismo jamás, en el que se asume indigno de Él; sino por lo contrario, justo en el que está dispuesto a ocupar su lugar, en el que es como Él, y en él se ve reflejado de manera perfeccionada.  Es ahí donde aparece el Dios real; todo lo demás, ha sido fantasía pasa que el ser humano hiciera conciencia de sí mismo como Dios.

 

Cuando de siete mil millones de seres humanos, menos de la séptima parte satisface ese propósito, el camino del ser humano a su real emancipación no puede verse sino aún muy lejos; y más aún, de momento, pareciendo ello alejarse todavía más.


 

 

 

Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:01

Geopolítica del Eje del MalGolpes de Estado en México: Lecciones de Historia para una Sospecha  Introducción (1/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica.

http:espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); sep 11.

 

Introducción.

 

Diríamos que “la historia es la historia”, como “las clases sociales” son “las clases sociales”, y “la condición humana, es “la condición humana”.  Es decir, que mientras subsistan los elementos dados en la historia, tales como la existencia de las clases sociales, habrá una condición humana inherente a ello, que hace de la historia una serie de ciclos repetitivos de los que nada parece aprenderse, que no sea el hecho mismo de repetirlos cada vez con mayor  elaboración.  El burgués conservador Anastasio Bustamante, mediante el Plan de Jalapa y la intervención extranjera de Inglaterra y España, repitió al burgués conservador Agustín de Iturbide que había actuado motu proprio, llevándolo al extremo; los conspiradores del muy elaborado y escalado Plan de Jalisco-Arrollozarco con la intervención extranjera que instalara la Dictadura de Santa Anna, produjeron en éste la repetición extrema de Bustamante; el burgués conservador Félix Zuloaga, encubierto de liberal burgués progresista, reprodujo puntualmente en el Plan de Tacubaya, la conspiración santaannista del Plan de Jalisco, e hizo del moderado Ignacio Comonfort, la réplica más fina y elaborada de Juan Bautista de Ceballos; finalmente, el Pacto de la Embajada con la intervención extranjera de los Estados Unidos, replicó los planes de los conjurados conservadores anteriores, y con el mayor cinismo, imprimió en Victoriano Huerta la sanguinaria aberración dictatorial de Bustamante, Santa Anna y del inmoral infiltrado Zuloaga, juntos.

 

Hoy, ¿es otra la historia?, ¿hoy son otras las clases sociales o de plano ésta ya no existen?, ¿hoy puede ser otra la condición humana que haya superado aquellas ruindades y vilezas?..., no.  Luego entonces, la historia, el retorcido conservadurismo burgués, la miseria de la condición humana generada por esos mezquinos intereses, habrá, necesariamente, de repetirse.

 

Nuevamente, hace ya una década, la burguesía conservadora arribó al poder, y nuevamente, estando en su naturaleza una condición retrógrada y delirios imperiales omnímodos y una ideología suprematista cuasi divina, su gobierno se contraviene una y otra vez con el progreso y las necesidades ideológicas, económicas y políticas del desarrollo social.

 

La ferocidad y crueldad habrán de ser mayores, por el tipo de armamento de hoy, por la numerosidad de población, porque una vez más, y al parecer, posiblemente para siempre, a esa burguesía se escapa todo lo que está en su interés.

 

En la estructura formal de un ensayo en el método científico de la modernidad, en función de las premisas dadas por los antecedentes en los cinco momentos históricos de golpes de Estado en México, que condensan un siglo de historia, planteamos la tesis de que, en tanto las condiciones históricas sigan siendo semejantes y se repitan hoy ciertos acontecimientos concordantes con aquellos momentos históricos, un nuevo golpe de Estado fraguado por el conservadurismo actual habrá de ocurrir necesariamente, por un fatalismo cuasi necesario.  La hipótesis a demostrar para corroborar tal hecho, está precisamente en las condiciones históricas con la situación ideológica, económica, social y política actual.

 

En otros tiempos, los hechos han ocurrido con la intervención extranjera más o menos directa, en el proceso de legalización y legitimación de un nuevo orden, o como reacción ante ello.  Hoy habrá de acontecer de manera ya directa, como respuesta a los intereses dados en el orden internacional, en el proceso de legalidad electoral, que no le es favorable.

 

El PRI, dada su naturaleza y las circunstancias del actual momento histórico, se enfila a un nuevo “Abrazo de Acatempan”, a ser, en la figura de un Juan Bautista Ceballos o un Ignacio Comonfort, el “efímero útil”.  Y los verdaderos demócratas de lo que se da en llamar “las izquierdas”, si han de hacer historia, habrán de repetir en la síntesis de un nuevo pronunciamiento el Plan de Codallos, el Plan de Jalapa, el Plan de Ayutla, y el Plan de Guadalupe.

 

A continuación, revisaremos cinco lecciones de historia dadas por los otros tantos golpes de Estado en México: 1) de Agustín de Iturbide, 1822; 2) de Anastasio Bustamante, 1829; 3) del santaanismo, 1853; 4) de Félix Zuloaga-Comonfort, 1857; y 5) de Victoriano Huerta, 1913; todos los cuales tienen una serie de puntos en común, el principal de ellos, el ser, todos, ejecutados por las fuerzas del conservadurismo.

 

El conservadurismo en México no había vuelto al poder, y no lo logró nuevamente sino hasta el año 2000, y desde el primer momento han destacado políticas concordantes con las acciones golpistas de esas cinco lecciones de la historia, que en el gobierno de 2006 a 2012, se han hecho particularmente notables y preocupantes.


Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:01

Ícono Filosofía-copia-1Una Curiosa Demostración de la Existencia de Dios, pero, al Final, la Objetivamente Verdadera.  Ensayo, 2011 (1/3).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); 19 sep 11.

 

Ya nos vamos, es la hora, de otro modo, difícilmente se explicaría este tema.  Reflexionábamos hace unos días en que la vida es una maravilla, todo lo bello; pero que su contraparte dialéctica, todo lo feo, es el mundo en que la vida se da; pero no el mundo natural, por definición, a su vez, bello, sino el mundo de lo social como lo otro respecto de ella misma; el mundo social de la condición humana.  Como sociedad, lejos de la utopía, y como individuo, grotesca caricatura del ser humano que aún se cree indigno de Dios.

 

De ese modo, la vida, el perfecto círculo, la perfecta esfera al trazo continuo y firme del compás; pero el mundo es ese medio que produce las discontinuidades, que mella el trazo hasta, incluso, el rompimiento en discretos.  Tal es ese portento incomprensible, que incluso es Dios el protogeómetra que echa mano al compás y difícilmente no sólo destina bajo el libre albedrío de su creación, sino predestina, en esa imagen fantástica de un ser sobrenatural, es decir, más allá del mundo natural, por fuera de él, y Todopoderoso, y en su omnipotencia, omnisciente y omnipresente, creador de todo cuanto existe, del tiempo y  del espacio mismos.

 

En filosofía, el tratado de Dios se hace en tres aspectos: 1) sobre su realidad; 2) sobre su naturaleza; y 3) sobre las pruebas de su existencia.  En cuanto a lo primero, nos dice el filósofo José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía, es la discusión del problema de la idea de Dios, dada ya en la filosofía; ya en la religión; o bien en el sentir del vulgo como el Padre ya en la constante de la vida, o bien como su accidente.

 

En cuanto a lo segundo, se discute la naturaleza de Dios respecto a si su omnipotencia niega o no el libre albedrío, la libertad humana de elegir y decidir; lo que ello, aunado a su omnisciencia, significa para el ser humano, entonces, desde el fetiche, hasta su inombrabilidad.

 

Y en cuanto a lo tercero, sobre las pruebas de su existencia, que es a lo que aquí nos referiremos, históricamente se tiene: 1) la llamada “prueba ontológica” (Aristóteles, Kant, Descartes, Malebranch, Leibniz, Hegel); 2) la llamada “prueba a posteriori” (Santo Tomás); y 3) la llamada “prueba a priori” (representada por Juan Duns Escoto).

 

No trataremos aquí, por no hacer excesiva e innecesariamente filosófico este artículo, el contenido de tales pruebas; sólo diremos que la “curiosa demostración de la prueba de la existencia de Dios” que comentamos, no tenemos reserva en que fuese clasificada como ontológica, aun cuando, ciertamente, por los principios de nuestros fundamentos filosóficos (la dialéctica materialista), bien denominaremos “gnoseológico-ontológica, es decir, donde el ser, no se da independiente del conocer.

 

La prueba la calificamos de “curiosa”, porque ésta no se ofrece desde la filosofía idealista y su dualismo, como sería el caso natural, ni desde la metafísica ni posiciones filosóficas teístas, panteístas, o deístas; ni mucho menos desde un orden religioso alguno.

 

Es “curioso”, porque se forma desde el análisis materialista dialéctico, monista y ateísta; y, atención, no como negación de ello, por metafísico o contradictorio que de momento lo parezca.

 

Dios, en su esencia filosófica es, en tanto ente supremo y por cuanto a su relación moral con el ser humano, hemos dicho antes: 1) Causa y Fin, y 2) Bien.

 

Dios, en su carácter absoluto, ha de ser de tal naturaleza, que no debe ni puede ser conceptuado.  El sólo nombrar a Dios, ya empobrece su ser, de modo que el proceso histórico que lleva del teísmo medieval al ateísmo ya abierto del siglo XIX, pasa por una paulatina negación de Dios como Causa y Fin, primero velada en el panteísmo (Dios está en todo; Dios no es un ente “fuera del mundo” y creador de éste, son Dios es idéntico al mundo y el mundo mismo), luego separado en el deísmo (Dios es como “causa primera” y ente sólo de metafísica; pero es atributo humano la investigación de la “causa eficiente” o causalidad científica).  Pero la negación de Dios como causa y fin, será de esencial importancia para entender el significado de lo creador.  Se pasa así, de un Dios creador absoluto omnipotente y omnisciente, a un Demiurgo, a un relativo artífice poderoso e inteligente, como diría Voltaire.  Finalmente, lo que no debía ser ni nombrado para no empobrecer su naturaleza, se hace el Demiurgo protogeómetra en el ser humano mismo, como veremos.

 

Así, ya sea que Dios sea inmanencia o revelación, en cualquier caso será Dios hecho realidad, realización de Dios, como así se entendió ya desde Schelling en el siglo XIX.  Y ya sea que nosotros brotemos en sus orillas y quedemos predestinados a expresar la manifestación de Dios, o que éste se revele ante su creatura; el destino de esta última será poner de manifiesto el ser social de Dios; o dicho inversamente, que Dios sólo adquirirá conciencia de sí, haciéndose real en la proporción de su ser-otro, de cómo se vea realizado en su alteridad, tal cual lo expresa ya Hegel.

 

“Dios es Dios sólo en cuanto se conoce a sí mismo; sin saber de sí mismo es, por lo demás, su conciencia de sí en el hombre y el saber que el hombre tiene de Idos…”, dice Nicola Abbagnano.

 

De ahí el Demiurgo, el artesano hacedor que sólo es real en la medida y proporción de su obra; razón por la cual ésta no puede ser sino a su imagen y semejanza: el cantante es lo que los sonidos melódicos de su canción; el danzante lo que su ritmo corporal; el músico lo que sus armonías; el pintor lo que su cuadro; el escultor lo que su estatuilla de barro…, “la realidad plena de Dios –nos dice Nicola Abbagnano en su Diccionario de Filosofía– consiste en reconocerse realizado en el mundo y a través del mundo”.

 

Más aún, dice Abbagnano: “En todo caso, el panteísmo contemporáneo ha invertido el punto de vista tradicional: no es Dios el que da cuerpo, sustancia o realidad al mundo, sino el mundo el que da cuerpo, sustancia o realidad a Dios”; y de ahí que la conciencia de sí de Dios en el hombre, “…progresa hasta el punto de saberse el hombre en Dios” (Abbagnano, subrayado nuestro).

 

Pero este “saberse el hombre en Dios”, es idealismo hegeliano, hasta la primera mitad del siglo XIX.  Posteriormente a la segunda mitad de ese mismo siglo, está lo dicho por Marx y Engeles.  En éstes es el ateísmo pleno, por el cual no es el hombre el que “se sabe en Dios”, sino saber por el cual, “Dios, como negación, es en el hombre como afirmación”.

 


 

 

Compartir este post
Repost0
18 septiembre 2011 7 18 /09 /septiembre /2011 23:01

Ícono Filosofía-copia-1Una Interesante Anécdota.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

19 sep 11.

 

Cuando entre 2003 y 2005… (bueno, no se debe empezar una redacción con algo que suena a gerundio, pero las anécdotas empiezan a platicarse así), hicimos una Maestría en Educación Superior que en ese momento se abría en una Universidad privada en la que a su vez laborábamos, en una ocasión, durante un receso, una profesora, externa y recién contratada, quizá de nuestra edad, que nos impartía algún curso y que en la Universidad pública pasaba por “democrática” y quizá hasta “revolucionaria” por su participación “sindicalista” y por ello de “pensamiento avanzado”, nos hizo una pregunta un tanto a discreción…, bueno, el “nos”, por costumbre de redacción, pero es un “me” a mi en lo personal…, y conste, por lo tanto, una pregunta dirigida a un geógrafo, y a mí como teórico del espacio, incluso como ningún otro geógrafo especialista en ello; y la pregunta fue:

 

_ “Oye, y ¿aquí los profesores tienen algún espacio de discusión para la crítica?”

 

De eso hace ya siete años, y cada vez que me acuerdo, como ahora, no puedo sino echarme a reír cual idiota.  Sin pensar en la pregunta, con la mente ocupada en algo que hacía, con la más absoluta ingenuidad (manera elegante de decir idiotez), le respondí:

 

_ Sí, no hay una Sala para Profesores, pero en los jardines hay distribuidas suficientes mesas con sombrillas, o están las cafeterías (había dos, la de los ricos y la de los menos ricos…, es broma).

 

Pero entonces percibí una conjugación gestual entre su mirada un tanto sorprendida y sus labios que tendían a emular a la Giconda, a la vez que me cambiaba el tema abruptamente.  Transcurrieron varios minutos –ni modo, uno es de lento aprendizaje, qué le vamos a hacer–, y entonces me di cuenta de la estupidez de mi respuesta (y a reír, y desde entonces no para cada vez que me acuerdo).

 

Como “teórico del espacio”, como “hombre de ciencia al respecto de un concepto rigurosamente categorizado”, donde ese espacio es E = f(x,y,z,t) como el vacuum cuadridimensional (¡glup!); esa profesora me preguntaba si había “espacios para la crítica”, y yo no podía responder sino haciéndole referencia a los lugares, a los sitios en esa condición de las coordenadas x,y,z, como espacios, en un momento dado, vacíos, que los profesores podían llenar, ya fuese para la “crítica”, o simplemente para calificar exámenes.

 

Pero la giocondina sonrisa y la indulgente mirada condescendiente, me permitió descubrir, “un poco después”, que esa profesora, como buena intelectual pequeñoburguesa, “revolucionaria” sindicalista de la Universidad pública, estaba usando un lenguaje  intelectualoide, engolado (una especie de caló burgués), en el que por “espacio”, en realidad usaba la metáfora de “libertad”: <<Y, ¿en esta Universidad privada, tienen los profesores libertad para la crítica?>> (¡diablos!; todo por haberle hecho caso a mi mamá e ir a la escuela; si me hubiera dedicado a vago, no me hubiera visto jamás en estos enredos de engolados tropos intelectualoides).

 

Sin duda –porque, para más, ella, por aquello de las apariencias, me tomaba por “muy inteligente”; tanto, que precisamente por eso a discreción me hacía esa pregunta–, dicha profesora debió asumir por mi respuesta, que yo , “astuta e inteligentemente”, eludía el compromiso de responder, o que en esa respuesta iba el mensaje de que los “espacios para la crítica” eran nulos (¡diablos, y rediablos!).

 

Había transcurrido tanto tiempo entre lo que me preguntó, respondí y luego entendí, que, estando ya en otra cosa, se me hizo ridículo tratar de componer la idiotez, y así quedó aquello, ya como una ingenua idiotez, o bien como un “muy astuto e inteligente mensaje” para que ella se condujera en ese “hostil” ambiente…; es decir, en ese “espacio”.

 

Pero este anécdota ha venido a cuento, justo porque lo mismo nos ocurrió (y aquí el “nos” es correcto para todos los geógrafos), en aquellos años ochenta a noventa del siglo pasado, en que yo defendía la tesis de la Geografía como ciencia del estudio del espacio, por oposición a la históricamente dominante tesis de la Geografía como ciencia de las relaciones entre los fenómenos.

 

Por el lapso de una década, justos los años ochenta, toda discusión se centró en afirmar esta tesis, al mismo tiempo que nosotros mismos tratábamos de entenderla en todas sus dimensiones e implicaciones; es decir, en todas sus propiedades.

 

Y como una definición se hace precisamente por la máxima generalización y esencialidad de las propiedades de lo que se quiere definir, la década de los ochenta se fue, conforme comprendíamos el enunciado de todas esas propiedades generales y esenciales de lo que se quería definir: el espacio geográfico; pero sin que ofreciéramos entonces, el enunciado mismo de su categórica definición, la cual ya teníamos hacia el final de esa década.

 

Luego, en el curso del primer lustro de los noventa, vino el deterioro en todo, hasta la consumación del desastre que anuló la actividad profesional que veníamos desarrollando.  Quedamos al margen, de hecho, desaparecimos del escenario por quince años.  Y –como el asiduo lector de esta revista ya sabrá–, esa fue la ocasión para los plagiarios de ideas, dándose la usurpación de nuestra teoría entre dos profesoras normalistas de Educación Básica, y su vocero, a su vez, un profesor normalista de Educación Básica, que dirigió los Cursos de Capacitación para Profesores en las nuevas ideas*; prestándose así, a lo Eróstrato, para que la institucionalidad pudiera salir de su viejo embrollo teórico de la relación entre los fenómenos.

 

En esos profesores fue la estupidez, misma que fue en nosotros en la anécdota narrada.  En su caso, por sus ignorantes y oscurantista oídos.  Escucharon “espacio geográfico”, y por ello entendieron: “el ámbito” de lo geográfico, “el lugar” de lo geográfico a manera de diorama de un museo de ciencias, y el diorama mismo; sus vulgares oídos escucharon “espacio geográfico”, y por ello entendieron esa intelectualoide metáfora de una especie de “escaparate” de lo geográfico.  Y como en esa “geografía de los profesores” de Educación Básica la Geografía era aún la ciencia de las relaciones de los fenómenos de los viejos libros, pues las nuevas ideas aún no se mostraban en los Libros de Texto dado que ello había sido negado oscurantistamente hasta la proscripción, pudiendo saber de didáctica y de teorías pedagógicas, qué podrían saber acerca de las disquisiciones teóricas de los geógrafos elaboradas quince años atrás, más allá, que no fuera, precisamente, lo dado en el plagio de las ideas de nuestro documento de tesis, mismo que precisamente obsequiamos hacía esos tres lustros atrás, a ese “Instructor de los Cursos de Capacitación para Profesores”, en amistad.  Así, el “espacio geográfico”, resultó sólo la forma intelectualoide para referirse al adornado fundamento del “escenario” o “escaparate” de los fenómenos.

 

Hoy hemos expuesto ya no sólo la definición de “espacio geográfico”: la dialéctica de la dimensionalidad material continuo-discreta o el vacuum determinado por le campo terrestre; sino incluso ciertos desarrollo de ello, que aquellos plagiarios de ideas  y usurpadores de teorías, por supuesto, no supieron ni pudieron elaborar, simplemente porque esas ideas ni venían de ninguna otra fuente, ni mucho menos eran elaboración suya.  No dieron los créditos correctos, en honesta ética profesional, y se condenaron históricamente.

 

Resultó, pues, que el “espacio geográfico” o terrestre, no es ningún “diorama de las curiosidades  del mundo”, sino como un objeto concreto de estudio, es algo altamente complejo, tanto, que ha consumido toda la historia del pensamiento humano por más de veinticinco siglos, para llegar a nosotros en un desarrollo tal, en donde, antes que entenderlo como algo ya acabado, es apenas que su estudio en sí mismo comienza.

 

Esto, desde luego, con todo, no habrá de ser para todos los geógrafos, sino sólo para aquellos de las nuevas generaciones, que más que hacer sus conocimientos exclusivamente en el tedio de lo ya dado de los fenómenos, los habrá de hacer en la investigación hipotético-deductiva de lo que está por descubrirse del espacio terrestre.  Ese geógrafo que requerirá, entonces, de su verdadera formación en el método científico  de la modernidad (el método galileano-kepleriano, y baconiano-cartesiano), de una sólida formación en el aparto teórico físico-matemático, y del conocimiento bien fundamentado en la dialéctica materialista.

 

Sea, pues, este anécdota, como antecedente de la exposición de esos trabajos de la investigación hipotético-deductiva del espacio geográfico, hecha por nuestra parte.  Aún en medio de las dificultades, trataremos de exponer dos documentos necesarios, obligados, para entender la investigación: 1) La Teoría del Espacio Geográfico: su Desarrollo Histórico; y 2) Sobre la Naturaleza del Espacio, y su Interpretación como Espacio Geográfico o Terrestre.  Y ¡bienvenida la nueva generación de geógrafos!

 



*       En un verdadero acto de magia, intentaron hacer pasar nuestros planteamientos como extraídos de otras fuentes documentales (unas de difícil adquisición con un vago título que haría suponer las cosas, y otras, en las que, por supuesto, no había nada de ello); omitiendo así la real fuete de referencia y única en la que hasta entonces, en el mundo, se exponían esas ideas en el tratamiento del concepto de espacio geográfico, despojándonos de los créditos verdaderos.


Compartir este post
Repost0
4 septiembre 2011 7 04 /09 /septiembre /2011 23:02

Brújula GnomónicaEl Vacuum, y la Dialéctica de los Estados de Espacio; la Geografía del Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri, 1983.  Artículo, 2011.  Artículo, 2011.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri,

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

La Tierra; 1 (jN, lW); 05 sep 11.

 

Una noción empírica del espacio es la distancia.  Si en una distancia dada entre dos puntos, de algún modo extraemos todo, ¿qué queda entre esos puntos?; o, dicho en otras palabras, ¿en qué consiste, en esas condiciones, la materialidad de esa distancia?  Porque si el argumento es aún, como lo ha sido desde el siglo XVIII, que lo que hay en esa distancia, es “la nada”, la “nada” tendría que ser “algo”, o de otro modo ambos puntos no podrían estar separados, sino unidos en una sola continuidad.  Y si la geometría de la longitud de la distancia es aún una noción empírica del espacio, una forma equivalente de preguntar lo mismo, sería entonces: ¿cuál es la realidad material del espacio?, ¿cuál es su naturaleza?

 

El filósofo dialéctico materialista G. Kursánov, en su obra: Problemas Fundamentales de Materialismo Dialéctico, 1966, hizo una aproximación a la solución de tal problema: “El progreso de la física, el surgimiento de la teoría de la relatividad y, en particular el desarrollo de la teoría de la teoría cuántica, han llevado a la conclusión de que el llamado vacío no es tal “vacío en el viejo sentido de la palabra.  Se puede extraer del espacio los electrones, los protones, positrones, fotones y demás partículas de la sustancia.  Pero incluso después de ser extraído todo eso, quedará “algo” que posee determinadas propiedades físicas.  Ese “algo” o vacío actúa sobre las partículas de sustancia y es, objeto de su influencia”[1].

 

El llamado vacío –agrega Kursánov–, no es tal “vacío” en el viejo sentido de la palabra; es decir, no es “la nada”.  Aquello existente entre  dos puntos, es ese “algo” llamado vacío, que posee determinadas propiedades físicas.  Luego entonces, esa es la materialidad de las distancia; esa es la realidad material del espacio, esa es su naturaleza: el vacío.

 

Pero esta es ya otra solución al problema del espacio.  Si el espacio es el vacío, la idea de espacio ya no es la del concepto idealista que criticaba Engels, de “una forma de existencia de la materia sin materia”; es decir, ya no es una forma de existencia de “la nada”.  El concepto de espacio con esa identidad material del vacío, ya no es la vana representación o abstracción existente sólo en nuestra cabeza, sino el reflejo objetivo de una faceta de la realidad objetiva, que, por lo demás, no se reduce al conjunto de “propiedades espaciales” o geometría de los cuerpos, en una noción plenista del espacio, sino que, a su vez, también se reconoce en la ausencia misma de todo cuerpo, en la noción del vacío, el cual ha de entenderse a su vez, necesariamente, como una forma más de las infinitas formas de movimiento de la materia.

 

De ello se seguirá, entonces, que el espacio será lo mismo forma de existencia, que forma de movimiento de la materia, en una dialéctica más compleja de su naturaleza, en la cual irá, por supuesto, no sólo la noción teórica  del vacío como una realidad material objetiva  en ausencia de todo cuerpo, sino la realidad práctica de estados completamente determinados de los campos físicos y los procesos materiales; tanto como éstos lo serán, a su vez, del vacío; y eso, precisamente, es lo que nosotros hemos denominado el vacuum.

 

La relatividad misma de la física del espacio es una expresión de la dialéctica del mismo.  El vacío newtoniano, finalmente, si existía, sólo que éste no es absoluto en la forma en que él lo planteaba.  El éter, el quinto Elemento o la quintaesencia, finalmente ahí estaba; ahora son formas distintas de llamarle a lo mismo: el vacío, un estado relativista y continuo, como la naturaleza del espacio.

 

Aquello que nos parecía que había de inconsistente en la dialéctica materialista del espacio, estaba en este punto que, no obstante –claramente expuesto por Kursánov –, contradictoriamente él mismo ha enunciado esta noción del espacio, sólo como la especialidad de los cuerpos.  Y eso que en Kursánov aparece como una contradicción de pensamiento, es en realidad una contradicción dialéctica de la naturaleza, una indisoluble unidad de contrarios en la que , de una parte está el estado de espacio plenista o discreto, y de otra parte , un estado de espacio vacuista o continuo.

 

Esto es lo que, justamente, planteábamos ya desde el inicio de los años ochenta, sólo que entonces en la conjetura filosófica; pero que ahora, al volver a estos asuntos al finalizar la primera década del siglo XXI, nos encontr4amos con que todo aquello que nos planteábamos teóricamente, ha tenido ya verificación práctica; por lo que ahora , todo lo dicho, constituye ya afirmaciones categóricas comprobadas; lo suficiente y consistentemente sólidas, como para avanzar sobre su base a la siguiente etapa.

 

Ahora sabemos ya, lo afirmamos de esa manera categórica, que la Geografía es la ciencia del estudio del espacio, y, en consecuencia, como tal, del vacío.  Se nos presenta entonces, de manera práctica, lo mismo que a los geógrafos de la Ilustración se les presentó de manera teórica, aun cuando a ellos de manera vaga, ambigua y confusa: tratar con el concepto de espacio entendido como el vacío.  Ya no se nos presenta como a aquellos, en calidad de “la nada”, sino como una forma material concreta.

 

Sólo que tampoco somos físicos, y ese vacío no nos interesa en su calidad dialéctica como una forma de movimiento de la materia, sino, geográficamente, en tanto su dialéctica como el vacuum; es decir, como su relación espacial entre los estados de espacio discretos y continuos (una generalización aún mayor a la de los Elementos de Riábchikov, del Dr. Sáenz de la Calzada, o del compañero José C. Martínez Nava); como la <<dialéctica de la dimensionalidad material continuo-discreta>>, que es precisamente como hemos definido al espacio geográfico, en tanto su dialéctica como forma de existencia de la materia.

 

El vacuum o espacio geográfico material concreto, es esa unidad dada en el vínculo necesario y completamente determinado del vacío y los campos (o simplemente de los campos, y entre ellos, el vacío), sujetos a las leyes de tonalidad, sectorialidad, simetría y asimetría, etc., a manera de la unidad dialéctica entre los estados de espacio, hemos dicho antes, una generalización aún mayor a la de los históricos Elementos, que nos permite eludir, en geografía, las falsas veredas del fenomenismo.

 

Quedamos ahora, así, puestos a las puertas de una nueva etapa en los estudios de la geografía; cuya principal característica será  ya la propia de la identidad consigo misma (ya no una geografía que parece otra cosa, sino que sólo se parece a sí misma).

 

Eso no está dado; como en el caso en que la geografía se parece a otra cosa y de esa otra cosa viene todo; habrá que desarrollarlo desde lo que ahora tenemos; que en su máxima síntesis es: 1) el análisis cualitativo (de las relaciones estables), que derivan de las llamadas Relaciones Geográficas (las modernas Síntesis Geográficas, o las muy automatizadas Bases de Datos), 2) los modelos cuantitativos (de las relaciones inestables o variables), dados en las geometrías proyectivas y analíticas, económico-estadísticas de la llamada “geografía económica regional”, o en general “geografía regional” dada sobre la base de cualquier otro parámetro, de conjuntos, topológicas o fractales; 3) las leyes de la zonalidad y sectorialidad, así como de la simetría y asimetría planetaria; 4) la dialéctica de la generalización de los Elementos en las transiciones de los estados de espacio; y 5) la generalización de los estados de espacio mimos (continuos y discretos), sobre lo que ahora habrá que teorizar.

 

Como quiera que sea, los dos primeros aspectos han sido amplia y profundamente trabajados por la comunidad de geógrafos; los siguientes tres aspectos más, son incluso aún desconocidos, de modo que, en los trabajos de los dos primeros, habrá que ir insertando los tres siguientes, teorizando en ellos de consuno.



[1]         Kursánov, G; Problemas Fundamentales de Materialismo Dialéctico; Ediciones Palomar, Moscú, 1966; p.83.


Compartir este post
Repost0