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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:06

 Para Entender el Origen

de la Geografía Contemporánea en México.

Artículo, 2010 (6/7)

 Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 15 abr 10.

 

 

La crítica escrita al programa, como se establece en el inciso a), de la Convocatoria; ha sido por nosotros plenamente satisfecha; pero todo mi error fue quizá, no atenerme al gaussiano temor al clamor de los boecios; y, así, nos hemos tomado la osadía de cuestionar esa especie de “espacio euclidiano”, metafóricamente hablando, contenido en los siete puntos más arriba enumerados, proponiéndonos un planteamiento, que en lo “novedoso”, pareciera reflejar “conceptos confusos”.  ¿Qué planteamiento es el que subyace en la crítica a lo establecido?: 1) que la Geografía no alcanza aún el rango de ciencia rigurosamente dicho; 2) que la Geografía como ciencia del estudio del espacio terrestre, no puede ser , así, una ciencia social de síntesis de un sistema de ciencias, pues no puede pretender la comprensión de la unidad del mundo en sí misma, sino que tan sólo es una ciencia natural acerca de una faceta de la realidad objetiva: el espacio terrestre; a través de cuya comprensión, contribuye al conocimiento de la unidad del mundo, misma que se da en el estudio especializado de la realidad, por las múltiples ciencias, cada vez mayormente diversificadas, como reflejo de la dialéctica de la unidad en la diversidad.

 

Un bosquejo de la demostración de esto, es precisamente lo que se discute en la primera parte del documento de crítica al programa, al que he de remitir.

 

En consecuencia, con estos argumentos refuto también lo asentado en el punto 2 del dictamen ampliado (o segundo dictamen), pues no existe confusión alguna en los juicios expresados en la cita tantas veces aquí referida.  En todo caso, la confusión no está en mi.

 

Por último –disculpando el abuso en la extensión de estas aclaraciones–, me es necesario decir que pudiera parecer  que las críticas a las “ideas absurdas”, a los “conceptos confusos” o a los “conceptos no-claros”, en el quehacer científico desde la época de Roger Bacon, terminaron a principios de nuestro siglo con Albert Einstein.  Pero, cierto es, que estas críticas no dependen del tiempo, de la época así en abstracto, sino, también, por lo visto, del grado de madurez de una ciencia dada, dicho esto en sentido lato.

 

De ahí que ahora caemos en cuenta en que no debe extrañarnos ese reproche luterano sobre nuestros planteamientos, de querer “volver completamente del revés el arte…”, en este caso, de la geografía respecto de nosotros, o de la astronomía como se enfilaba por Martín Lutero sobre Copérnico.

 

Con estos planteamientos, emulamos ciertamente a un Paracelso que luchaba contra la teoría de la falta de equilibrio entre los humores, como causa de las enfermedades, aconsejando remedios químicos, clamando en el desierto medieval; y al igual que él, se me ha negado un puesto en la Universidad.  Sólo espero que la distancia que media entre el siglo XVI y nuestro tiempo, se suficiente para que no me vea impedido, como él, en publicar mis teorías más adelante.

 

Me pregunto si este dictamen tan simple sea mi Némesis, por poner en tela de juicio lo establecido, tal como Galileo; o como Vesalio lo hizo con la autoridad Galeno.  Y así como Guillermo Harvey o Lamark, que encontraron vigorosa oposición, pretendo responder con lógica, y pido sólo que se observen los hechos, en este caso, de la historia, objetivamente.

 

Me cabe el honor de haber sido el primero, en casi cincuenta años del Colegio de Geografía, de haber de haber presentado la prime tesis profesional sobre la historia y teoría de la Geografía.  Me siento orgulloso, en haber sido el primero en iniciar una reflexión en nuestro tiempo en México, sobre estos tópicos acerca de la filosofía de e historia del pensamiento geográfico, en el foro del IX Congreso nacional de Geografía en 1983, cuando en ninguno de los congresos anteriores desde 1943, se tenía el menor interés por ello; todo lo cual, sin embargo, corriendo la misma suerte que la tesis de Max Plank, o inicialmente los trabajos de Lobachevky o Einstein.

 

No obstante, como miembro de la Sociedad Latinoamericana de la Historia de las Ciencias y de l Tecnología, he expuesto en su I Congreso Internacional, mis ideas al respecto.

 

Dada así mi conciencia sobre los problemas cásicos de la historia de la ciencia, estimo en alto grado un dictamen así, firmado por los más notables profesores e investigadores que actualmente existen en el Instituto, Posgrado, y Colegio de Geografía, pues, por paradójico que parezca, con él se me ha otorgado mi “Doctorado”, ya que se me ha calificado en mi tiempo, como en la Antigüedad lo fue el más grande de todos los pensadores de la historia de la ciencia: Heráclito, el llamado “Oscuro de Éfeso”, para quien “todo era y no era y a la vez no era”, y de quien Sócrates dijo: “Las partes que entendí inmejorables, y creo que también las que no comprendí…”; se me ha calificado como a Heráclito, por cuya expresión de conocimientos se pudiera entender “facilidad de palabra”, y por cuya dialéctica se pudiera entender, a su vez: “conceptos confusos” o “no-claros”, o, dicho de otra forma, “oscuros”; y de ahí el sobrenombre para él, y la mayor satisfacción profesional para mi.

 

Por su única y exclusiva atención que de antemano he esperado para con este documento, doy la más afectivas gracias.

 

Atentamente.

Lic. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

(rúbrica)

 



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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:05

 Para Entender el Origen

de la Geografía Contemporánea en México.

Artículo, 2010 (5/7)

 Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 12 abr 10.

 

 Paso ahora al segundo dictamen, sobre la crítica al programa.

 

La Comisión, en su dictamen ampliado del 16 de octubre, consideró que “la crítica escrita del programa también es ocnfuso en sus juicios…”, citando un pasaje de mi documento.

 

Permítaseme, con el ánimo de ser más explicativo en mi argumentación, recoger antes una anécdota sobre Albert Einstein.

 

Como todos sabemos, la teoría de la relatividad de Einstein, prescinde de una noción absoluta del teimpo y del espacio, y con ello, de alguna referencia newtoniana para los cuerpos en movimiento.

 

Alguna vez, estando Einstein en el Metropólitan Opera House de New York, le pasaron una nota bromista en que se le decía: “no hay, pues, poste amarre en el Universo”…  Einstein tomó la nota y escribió a su vez: “Correcto”; así es, no hay poste de amarre en el Universo, es lo que agregaba de hecho Einstein a la nota.

 

Ahora retomo la cita que la Comisión Dictaminadora considera confusa en sus juicis: “Este curso (se sobreentiende el curso bajo el programa “Historia de las Ciencias Geográficas”) que evidentemente se ve dirigido a una idea, encuentra aquí la culminación del proceso de desvirtuación delpensamiento geográfico objetivo; es decir, del pensamiento geográfico deducido de la historia sin “prejuicios” o ideas “preestablecidas”, en el sentido de forzar mecánicamente los hehcos de la realidad objetiva” (Anexo; p.24).

 

Al igual que Einstein, no me queda más que agregar: correcto; y repetir la cita tal cual.

 

La cosa es más grave que la acusación sobre la “confusión de sus juicios” en esa cita.  Es que la Comisión Dictaminadora recoge dicha cita –contra todos los cánones de la crítica reponsable y seria– fuera de todo contexto.

 

Primero, se me pide un tema para el cual, dependiendo de la concepción del mundo de exponente del mismo, habrá variadas respuestas, de las cuales, alguna refeljará más acertadamente la realidad.

 

Segundo, se me pide un tema específico de un programa hecho a criterio de él o los titulares de la materia (concretamente el Tema 8: “Teoría Geográfica y Sistema Social”).

 

Tercero, independientemente de lo anterior, el tema no supone unicedad, ni uniformidad ni homogeneidad de teorías, como de condiciones en sistema sociales diversos.

 

Por lo tanto, es con esta última idea que se inicia el docuemnto a que nos referimos (la crítica escrita al programa); y así, la diversidad de teorías sobre el saber geográfico en su forma mas general y esencial, se discute a partir de allí hasta la p.15; última de la primera parte del documento en dos partes, con  un total de 29 cuartillas.

 

La segunda parte, se refiere, de acuerdo a su subtitulación, a: “Observaciones Específicas al Programa Vigente”, mismo del cual se extrajo el tema de evaluación didáctica.

 

En esta parte, se hacen breves observaciones tema por tema del programa, desde la Introducción; y se va desentrañando la secuencia lógica del programa en sí, hasta llegar al Tema 8: “Teoría Geográfica y Sistema Social”, el cual, por cierto, se trata en dos y media cuartillas, cuando los temas restantes se tratan en no más de una cuartilla, a excepción del Tema 5, que a su vez se analiza en casi tres cuartillas (es decir, se analizan ocho temas del programa vigente, en once cuartillas).

 

Así se llega a la p.24, en donde parcialmente se concluye con la cita recogida en el dictamen ampliado.

 

Lo que se ha venido desentrañando hasta aquí, en la lógica intrínseca del programa vigente, es que se afirma que: 1) la Geografía es una ciencia, rigurosamente dicho; 2) la Geografía como ciencia es una ciencia eminentemente social; 3) la Geografia como ciencia social, se refiere a una síntesis de la realidad objetiva reflejada en las ciencias especiales, ubicadas como “ramas” de la Geografía; 4) la geografía, en consecuencia, cifra su objeto de estudio en la relación naturaleza-sociaedad, en una pretendida “unidad del mundo”; 5) la Geografía como ciencia social de síntesis, constituye así, un sistema de cienicas reflejo del mundo, de las cuales representa su unidad; 6) la Geografía, como ciencia social de síntesis de un sistema de ciencias, tiene, por lo tanto, como toda ciencia que, en tanto tal, estácompuesta de torías; sus propias teorías, que no pueden estar mas que referidas necesariamente a la problemática social respecto ala naturaleza; y 7) las teorías que en tanto geográficas habrán de ser eminentemente sociales, tienen su expresión más general en los aspectos de población, agrario-rurales, urbano-industriales, y estudios geopolíticos; por lo menos, esencialmente.  Y estos mismos puntos se exponen entre las pp.25-26, a manera de explícita conclusión.

 

Ese es el contexto en que está la cita referida en el dictamen ampliado, y que se usa “como muestra” o ejemplo para demostrar, pretendidamente, que la crítica escrita es confusa en sus juicios, cuando en realidad, no es mas que un párrafo que explica la naturaleza del curso de Historia de la Geografía, bajo ese programa; que, como tal, no es mas que una interpretación de la naturaleza de esa ciencia y de su historia.

 

Los siete puntos enumerados, constituyen una desvirtuación del pensamiento geográfico verdaderamente objetivo; es decir, objetivo, en tanto deducido de la historia sin ideas preestablecidas (como el que la Geografía es ciencia, que ésta es ciencia social, que como ciencia social lo es a la vez de una síntesis de un sistema de ciencias; lo cual no se ha demostrado aún ni filosófica, ni históricamente, en ninguna parte del mundo, como así lo hacen ver Daus, Capel, Reynaud, Ortega, Lacoste, etc), forzando así, mecánicamente, los hechos; siendo el Tema 8 donde encuentra su culminación, tal proceso de desvirtuación.  Así es como el curso –bajo este programa– se ve dirigido a una idea, por demás preestablecida, de ser ésta una ciencia social de síntesis de un sistema de ciencias, y que, por lo tanto, sus teorías serán eminentemente sociales, acerca de la unidad del mundo.

 



 

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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:04

 Para Entender el Origen

de la Geografía Contemporánea en México.

Artículo, 2010 (4/7)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 08 abr 10.

 

 

La Comisión Dictaminadora necesariamente estaría deseosa de haber dicho la última palabra y que terminara el proceso.  Otro tanto deseábamos nosotros, pero en vez de verse una razonable conclusión, la ignorancia propia a su oscurantismo inquisitorial enredaba más las cosas.  Había ya, para ese momento, una sóla cosa clara: el jurado en pleno demostraba, ya una ignorancia descomunal, o bien un dolo inefable.  Y decidimos forzar el final del proceso para no tener que seguir en ese proceso ocioso y evidenciando en su conjunto la ignorancia de tales profesores, evidentemente positivistas, e incosncientes de ello, incapaces de distingir entre objetividad y subjetividad en el análisis de la historia.  Y redactamos el documento en 12 cuartillas que a continuación transcribimos en un primer fragmento, dirigido al Matro. Arturo Azuela, Director de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM; con atención para el Dr. Cesáreo Morales, Director del Consejo Técnico, con fecha 12 de enero de 1987.

 

 

Por medio de la presente me estoy dirigiendo a usted para, de acuerdo con el Estatuto del Personal Académico en su Artículo 106, interponer el recurso de apelación que el mismo establece, a fin de que sea revisado el proceso en el procedimiento y contenido en el concurso de opoosición abierto para ocupar la plaza de profesor de asignatura categoría “A” definitivo, enla materia de “Historia de las Ciencias Geográficas”, según convocatoria del 19 de junio de º986, en el que se consideró dejar desierta la plaza.

 

Mi inconformidad se finca, en lo más general, en que en este proceso se reproduce la situación baconiana en que por su crítica a los métodos, Ascoli le condenó y reprobó por ser portador de novedades sospechosas; pues de otro modo no puede explicarse la ligereza y poca seriedad con qe se emitió el dictamen inicial en no más de n renglón, aduciendo que el concursante: “en la prueba didáctica manejó conceptos no claros”.

 

En una posición por demás obvia, el Consejo Técnico solicitó ampliación del dictamen del 22 de agosto de 1986; lo cual fue respondido hasta el 16 de octubre del mismo año, sólo para no poder argumentar cuáles conceptos no fueron claros en la prueba didáctica, pues sólo se agregó al dictamen que, “el sustentante…, mostró facilidad de palabra para emitir conceptos confusos… (¡sólo se agregó al dictamen mi capacidad de elocuencia!).  Y tras ello, de hecho, se cambió el dictamen inicial, ya que se agregó: “así mismo no manejó una secuencia cronológica en la exposición del tema, requisito imndispensable para esta materia”;  aunando a ello ahora observaciones sobre la crítica escrita, a la que me referiré más adelante después de opinar de mi parte aquí, respecto al tema expuesto y el problema de la secuencia cronológica (pregunta: ¿puede la Comisión Dictaminadora estar buscando indefinidamente supuestas fallas; es decir, puede cambiar tan sólo una vez un dictamen que se suponía final?).

 

El desahogo de la prueba didáctica se realizó bajo el tema: “Teoría Geográfia y Sistema Social”.

 

El guión que me elaboré para exponer este tema fue el sigiente:

 

I Parte.  Cuestionamientos sobre el tema.

 

1 Cómo se define la Geografia y su lugar entre las ciencias (punto importante para definir qué es una teoría geográfica, toda vez que se define qué es la Geografía y sus relaciones con las ciencias).

2 Qué es una teoría científica (mediante lo cual se tendría un marco general para evaluar el carácter de una teoría geográfica dada).

3 Qué es una teoría geográfica.

4 Qué se entiende por sistema social.

 

Nota: a estas cuestionantes no se dio una respuesta amplia, sólo se plantearon por razones didácticas presuponiendo su discusión.

 

II Parte.  Desarrollo del Tema.

 

1 Desarrollo de las dos corrientes fundamentales del pensamiento geográfico, sus teorías y autores principales.

2 Teoría geográfica y sistema social (marco teórico en relación con las cuestionantes.  Resumen del punto anterior en general).

3 Teorías científicas, teorás geográficas y sistema social (en el sistema capitalista y aspectos conclusivos sobre el tema).

 

Por lo antes expuesto, lamento la gravedad de este punto en que queda en entredicho la palabra de una u otra parte, al contradecir enfáticamente el dictamen ampliado, allí donde se asienta que no se manejó una secuencia cronológica (quizá no se hizo así, en el sentido positivista que el jurado lo esperaba), pero el grupo de estudiantes asistentes podrán testimoniar el manejo estrictamente en secuencia histórica y cronológica de las corrientes y teorías del pensamiento geográfico y la enunciación de sus exponentes principales, que de acuerdo a sus filiaciones filosóficas propias a cada sistema social, determinaron las formas en que se expresó el saber geográfico en cada época enunciada, mostrando así la relación de la teoría geográfica y los sistemas sociales.

 

Debo agregar incluso, que antre los 20 y 25 minutos de exposición, fui interrumpido por uno de los sinodales[*], indicándome que era suficiente, ¡porque se tenía que ir!, lo cual hizo, retirándose del salón, acto seguido; y aquí también, no me dejará mentir ninguno de los asistentes.  Ante este hecho, reclamé que me faltaban por lo menos cinco minutos de exposición, y pedí que se me permitiese terminar.  El jurado consultó, y determinaron que continuara, sólo porque se vieron presionados por los estudiantes que reclamaban que terminara mis ideas, las cuales, evidentemente, les había captado su atención e interés.

 

El burdo procedimiento obligó incluso a los estudiantes a interponer una carta de inconformidad ante el Consejo Académico, el cual ruego sea consultado, lo mismo que a los estdiantes particiapantes en este examen, a fin de esclarecer situaciones en este punto que, repito, parecen poner en entredicho la palabra de una u otra parte.

 

Paso ahora al segundo dictamen, sobre la crítica al programa…



[*]      El Dr. Luis Fuentes Aguilar.

 



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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:03

 Para Entender el Origen

de la Geografía Contemporánea en México.

Artículo, 2010 (3/7)

 Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 05 abr 10.

 

 

Transcribimos ahora, el documento de inconformidad ante las anomalías dadas en el proceso del Concurso de Opsición para las cátedras de “Historia de las Ciencias Geográficas” y “Análisis e Interpretación de Mapas”.

 

Se había dado el dictamen (fechado 22 de agosto de 1986), con la resolución del jurado, de “No otorgar la plaza”, con la fundamentación del dictamen siguiente:

 

“Después de haberse efectuado las pruebas de concurso a que hace referencia el Art. 74 del Estatito de Personal Académico se considera declarar desierta la plaza.  El concursante Luis Ignacio Hernández Iriberri en la prueba didáctica manejó conceptos no claros”.

 

El cual, en sesión del H. Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras del 24 de septiembre de 1986, se acordó: “ratificarlo”.  Dictamen final firmado por el Dr. Cesareo Morales García, Secretario del Consejo Técnico, el 1º de octubre de 1986, el cual en los días inmediatamente posteriores se nos dio a conocer.

 

En el tema de teoría e historia de la Geografía, en ese momento, no había quién supiese más que el autor de estas líneas; por lo tanto, nos olvidamos de la otra materia, y nos inconformamos ante un dictamen tan ambiguo en esta: pues, qué debía entenderse por “conceptos no claros”; eran los conceptos los no claros, o acaso era su interpretación de la Geografía la no clara, y la que les llevaba, prejuiciadamente, a descalificar nuestros planteamientos.

 

Se hizo entonces el procedimiento de ampliación del dictamen, y la Comisión Dictaminadora, integrada por el mismo jurado, en oficio del 16 de octubre de 1986 al Dr. Cesareo Morales, emitió la siguiente opinión:

 

“1.- El sustentante en la prueba didáctica mostró facilidad de palabra para emitir conceptos confusos; así mismo no manejó una secuencia cronológica en la exosición del tema, requisito indispensable para esta materia.

 

“2.- En la crítica escrita del programa también es confuso en sus juicios.  Como ejemplo de esto se cita textualmente uno de los párrafos de dicha crítica: “Este curso que evidentemente se ve dirigido a una idea, encuentra aquí la culminación del proceso de desvirtuación del pensamiento geográfico objetivo, es decir, del pensamiento geográfico deducido de la historia sin “prejuicios” o ideas “preestablecidas”, en el sentido de forzar mecánicamente los hechos de la realidad objetiva” (pag.24, último párrafo, Hernández).

 

Y se elaboró un nuevo documento de dictamen, con fecha 14 de noviembre de 1986, exactamente en los mismos términos que el anterior.

 

¿Quién habrá redactado semejante objeción?, ¿quién me equiparaba con el “Oscuro de Éfeso”, al decir que mis ideas eran “confusas”?  No se necesitaría, para el buen entendedor, para el que sí sabe, mayor explicación; como dijimos en ese momento y lo volvemos a decir veinticinco años después: ¿Y…?, cuál es el problema.  La estricta secuencia cronológica, será “requisito indispensable”, en la exposicioón positivista, pero no en el análisis dialéctico materialista.   Que el curso planteado como se nos dio en el programa a criticar, “evidentemente se ve dirigido a un fin”, estaba dicho reiteradamente párrafos anteriores: dirigido a entender la Geografía en el concepto fenomenista, como un sistema de ciencias.  Siendo la materia lo fundamental que era y es, necesariamente era y es, a su vez, “la culminación del proceso de desvirtuación del pensamiento geográfico objetivo…”, planrteada así; no como Historia de la Geografía, sino como “Historia de las Ciencias Geográficas”; y luego se explica qué se ha de entender por ese pensamiento objetivo, dando a entender que en el programa de “Historia de las Ciencias Geográficas”, habían esos prejuicios e ideas preestablecidas, “forzando mecánicamente los hechos”, como consecuencia de la subjetividad en la interpretación de la historia.

 

Como ya se habrá apreciado, en esto, las cosas en el va-y-viene, son lentas, y no respondimos a tal segundo dictamen ampliado, sino hasta el 12 de enero de 1987, con un documento que hoy es de una descomunal importancia histórica…, por lo menos, en la historia de nuestra biografía…; ya la actual y futuras generaciones elaborarán su opinión.

 



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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:02

 Para Entender el Origen
de la Geografía Contemporánea en México.
 Artículo, 2010 (2/7)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 01 abr 10.

 

 

Prefacio (continuación).

 

En el artículo anterior comentamos de nuestra pretención a ingresar, en 1986, a la cátedra en el Colegio de Geografía, dado un concurso de opisicón abierto; cómo se nos solicitó un ensayo de crítica al programa de “Historia de las Ciencias Geográficas”, que se impartía en calidad de “Historia de la Geografía”; y cómo finalmente se nos negó la plaza.  Y decíamos, ello suscitó un conflicto, no porque nos obstináramos en obtener la plaza, sino obligado por razones de conciencia por un principio de ética profesional.

 

Todo el proceso, desde la Convocatoria y sus trámites, hasta el final del conflicto, duró… ¡sorprendeos!: desde mediados de junio de 1986, hasta noviembre de 1987; esto es, diecisiete meses, ¡prácticamente, un año y medio!..., y pudo continuar, pero había que ponerle un punto final, y ello me correpondía a mí.  De todo ello hablaremos a continuación, porque es una experiencia que expone claramente la naturaleza de las cosas de aquel entonces: un mundo inquisitorial –dicho literalmente, no como figura retórica–, de persecusión de las ideas.  Cuando acusamos a ese período de la vida de la geografía en México de oscurantista, no es esa palabra por una mera descalificación sin fundamento real, sino por la caracterización esencial de una realidad, por demás, demostrable, que eso es de lo que tratamos aquí.

 

Se efectuó el proceso, y en él, primero, una exposición ante un jurado dictaminador, y luego, una presentación de una clase muestra ante un grupo de etuidiantes del Colegio; y ahí empezó el problema.  El 22 de agosto de 1986, se nos notificó por escrito con el dictamen de: “No otorgar la plaza”.

 

Y he aquí el problema de la trascendencia histórica.  Fueron los miembros del jurado: la Dra. Mª Teresa Gutierrez de McGregor, el Dr. Luis Fuentes Aguilar, la Dra. Laura Elena Maderey Rascón, la Dra. Raquel Guzmán Villanueva, la Mtra. Tobyanne Berenberg Martin, y la Mtra. Isabel Mayen.  Con todo lo cual, se hace más lamentable el asunto, por lo que habremos de hacer un breve comentario en el descargo de cada uno.

 

Respecto de la Dra. Mª Teresa Gutierrez de McGregor, podría decir, que fue ella, quizá, la única que comprendió, en un momento dado, la trascendencia histórica de lo que estabamos haciendo, y ya había tratado, en una medida más inteligente, de “institucionalizarnos”, pero pudo más un “misterioso” poder suponerior que, ciertamente, intuía la dificultad de “disciplinarnos” a la docilidad que tal institucionalización supone, no obstante ser ella en ese entonces Directora del Instituto de Geografía.  Sobre el Dr. Luis Fuentes Aguilar, teniendo que desempeñar por consigna estratégica un papel muy sucio en el proceso –como se mostrará en el documento que en aquel entonces presentamos a la instancia superior y que ahora aquí transcribimos–, no obstante en su momento dio muestras de haberlo lamentado y, si bien no públicamente, sino en privado, se reivindicó ante nosotros de sus actos.  Acerca de la Dra. Laura Elena Maderey Rascón, quizá como todos los miembros de ese jurado, lamentando ella misma haber sido nombrados para el caso, obligada a desempeñar un ingrato papel.  De la Dra. Raquel Guzmán Villanueva, quizá lamentándolo otro tanto, pero quizá tambien haciéndolo de buen grado quedando bien con ese poder oculto, oscurantista, inquisitorial.  La Mtra. Tobyanne Berenberg Martin, puesta ahí en triste condición, aun cuando también, tiempo después me enteré de que tenía una doble cara ante mi.   Y, la Mtra. Isabel Mayen, presente ahí, en la plena inocencia, condenada a jugar un nefasto papel.

 

Habíamos estado impartiendo clases desde 1979 a 1982, en el nivel Bachillerato; luego, entre 1983 y 1985 en estudios superiores; habíamos impartido conferencias y cursos especiales; por lo que teníamos ya experiencia en esas exposiciones, que, por lo demás, dada la temática, las dominábamos.  En consecuencia, empezaron a ocurrir ciertas burdas anomalías, las cuales quedaron expuestas en el documento que extendimos a las autoridades competentes en el proceso; y mismo que insertamos aquí, simultáneamente al ensayo: “Crítica al Programa de “Historia de las Ciencias Geográficas”, y Propuesta, el cual constituyó la primera parte de la examinación, haciendo constar, precisamente, el dominio del tema, o bien, constatando –como se djo en el dictamen– nuestras “oscuras ideas” .  Por lo que, a continuación, transcribimos aquel extenso documento en que expresamos nuestra inconformidad, dadas las anomalías suscitadas.


 

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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 09:01

 Para Entender el Origen
de la Geografía Contemporánea en México.
 Artículo, 2010 (1/7).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 29 mar 10.

 

 

Comentario Preliminar.

 

Para 1986, teníamos ya una real solidez en la tesis que afirmábamos.  La objeción más formal que se nos habia hecho; y cuya aclaración contribuyó a dar solidez a nuestros planteamientos; fue elaorada por el compañero Omar Moncada, en nuestra conferencia durante el X Congreso Nacional de Geografía, de 1985, al hacerle una crítica, en ese momento comprensible, de ser un planteamiento positivista y reduccionista; pero asunto que aclaramos ahí mismo, al establecer los fundamentos dialéctico materialistas de nuestra tesis, y que en la misma ni siquiera se afirmaba el estudio de los fenómenos (más bien, justo esto es lo que se negaba), y mucho menos de los fenómenos sociales, en el absurdo de pretender estudiarse bajo las leyes de la física.  Hablábamos de una clasificación físico-matemática de la Geografía, en función del objeto de estudio entendido como el espacio terrestre.

 

De modo que para dicho año, al abrirse una convocatoria para concursar por oposición a la cátedra de “Historia de las Ciencias Geográficas” en el Colegio de Geografía, asumimos estar preparados para ello, y participamos en el proceso; para el cual se nos solicitó, entre otros requisitos, elaborar el presente ensayo.

 

Consecuente con nuestras ideas, hicimos la crítica al programa, tal como se nos pidió, y carcterizamos el significado desmembrador de la unidad de la Geografia en tal título, para un curso cuyo espíritu era la Historia de la Geografía misma; e hicimos ver que ello era así, dada una interpretación de la historia de esta ciencia; si bien válida, no por ello correcta ni verdadera; y que, por lo tanto, había otra interpretación posible; la nuestra.

 

Luego de esa crítica y sus implicaciones en la unidad, integridad metodológica, e identidad de la Geografía, vertimos los argumentos de nuestra interpretación, y fuimos enfáticos en las implicaciones sociales de una u otra formacion del geógrafo con los fundmentos de una u otra interpretación de la historia de su ciencia.

 

A pesar de lo drástico de la crítica, de la descalificación de esa interpretación de la Geografía hasta entonces dada, no nos cerramos dogmáticamente a que lo nuestro era la “verdad absoluta”.  Antes al contrario, en las conclusiones planteamos la posibilidad de dos cursos, según cada interpretación histórica de la Geografía.  El dictamen final fue: “No otrogar la plaza”.

 

En realidad –visto un cuarto de siglo después–, lo que ocurrió ahí, sumado a lo que ya había pasado en el X Congreso Nacional de Geografía un año antes, fue evidenciar cuán “peligroso” éramos a los intereses egoistas y mezquinos de una cofradía, que –como nos lo dijo alguna vez un profesor mismo al ver que nuestros planteamientos tendían hacia un cambio drástico del hacer y pensar geográfico–, veía en nosotros y en nuestras ideas, <<un atentado a la percepción de sus emolumentos>>.

 

Ese profesor era Ingeniero; los miembros de la cofradía, eran el cortejo de Profesoras Normalistas de Educación Básica, incursionando en la Educación Superior; desde luego, hiceron su Maestría y Doctorado Geografía, y, hasta finalmente, parecían geógrafas.  Esto es, que si bien en un momento dado jugaron un papel súmamente importante y por el que se les reconoce, para los años ochenta del siglo pasado se habían convertido ya en un obstáculo para el desarrollo de esta ciencia en México, que reclamaba erigirse como tal, y para lo que las mismas no estaban preparadas.

 

Eso era ya hace veinticinco años; hoy desconocemos si aún exista un profesorado normalista de Educación Básica aprendiéndose el viejo Libro de Texto (su oficio), para irlo a repetir sabiondamente a sus estudiantes.

 

Se suscitó entonces un conflicto.  Era a tal punto absurdo e injusto el dictamen de “no otorgar la plaza”, que quedamos profesional, intelectual, y moralmente obligados, a “interponer un recurso de apelación”; es decir, no porque nos obstináramos en ello, sino porque lo ocurrido era a tal punto descomunal, que quedamos obligados a seguir, por la inercia de las cosas, los procedimientos reglamentarios de derecho, por demás absurdos, que, vistos un cuarto de siglo después, aparte de mover a risa de buen grado, revelan un momento de trascendental importancia, si bien para nuestro desarrollo personal, quizá también para la historia contemoránea de la Geografía en México…; y ahora, es así, no por jactancia nuestra, sino por la naturaleza de los hechos…, que quedaron documentados…

 

Archivábamos sin gran orden ni de manera asidua nuestra documentación, conscientes de la función que algún día podrían jugar, sin darle tanta importancia; así, cual simple mortal, soñando quijotescamente en función de sus propias lecturas, soñando, y jugando a la “protagonización de la historia de la ciencia”.  En los siguientes artículos transcribiremos esa documentación, y si ella ha de ser o no significativa en la historia contemporánea de la ciencia de la Geografía en México o no, ese será asunto sobre el cual ya dirán las futuras generaciones.  Por lo pronto, hoy, para mí, tuvo un enorme significado profesional, intelectual y ético, y es, hoy, asunto de enorme placer y satisfacción nuestra por lo hecho, y con ello de una profunda recreación…; e, impensadamente, casi veinticinco años después, ocurrió lo que ya entonces decíamos; y de eso, los que trabajamos por la ciencia, tenemos que extraer lecciones.


 

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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 08:03

 Crítica al Programa de Historia de las Ciencias Geográficas,  y Propuesta.  Ensayo, 1986 (3/3).

 Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;

http://espacio-geografico.over-blog.es/;

México, 05 abr 10.

 

 

Hemos visto en forma generalizada, que el saber geográfico en esta concepción de la Geografía como síntesis de un sistema de ciencias, cuya historia se interpreta en la “Historia de las Ciencias Geográficas”, deviene en una serie de contradicciones inadmisibles desde el punto de vista dialéctico-científico.

 

Ahora trataremos algunas implicaciones teóricas de la geografía como historia de la ciencias geográficas.  La primera, evidentemente, está en su contenido desmembrador mismo: la Geografía no es, sino en la medida de la agregación de tal ciencia a partir de otras; la Geografía así, no existe como todas, como reflejo de una faceta de la realidad objetiva, que no sea la pretendida relación reflejo de la “unidad” del mundo.  E, inversamente, desde el momento ñeque dicha unidad no es dialéctica , sino positivista, y que dicha relación no responde a un correcto reflejo de la realidad, la Geografía así, no tendría razón de ser, y de hecho, se pierde en el quehacer de cada ciencia del sistema, las cuales, con sus propias teorías y método, son capaces de penetrar mas hondo y con mayor eficacia en la esencia y leyes de los fenómenos correspondientes.

 

Resulta de ello evidente, que esa condición de ciencia mixta enciclopédica, no sólo limita el desarrollo del geógrafo como factor importante en el proceso productivo de la sociedad, sino que hace de esta ciencia, en otras épocas determinante del desarrollo de los proceso productivos, una disciplina de conocimientos meramente formal, meramente culta y académica, estadística y descriptiva, cual corresponde a su condición enciclopédica.

 

Nada que el geógrafo actual, en esta concepción de la Geografía, se plantee, deja de ser estudiado por su propio especialista.  Lo único que finalmente distingue un estudio geográfico de cualesquier otros estudios fenomenológicos, es su exposición que implica un cierto análisis espacial, en muchas ocasiones tampoco desarrollado y fundamentado, que el propio especialista en el estudio del fenómeno es capaz de recurrir a ello en un planteamiento metodológico general.  Con todo ello, la Geografía y el geógrafo no parecen tener razón de ser; significan un dispendio de recursos sociales en tanto duplica sus esfuerzos investigativos, siempre con resultados inferiores en la mayoría de sus casos, y de hecho, en su forma absoluta, desde el punto de vista teórico.

 

Una segunda gran implicación teórica de la Geografía como “historia de las ciencias geográficas”, está en la no generación de un aparato científico propio; todo es retomado de las ciencias especiales; a excepción de los aspectos de análisis espacial; desde su objeto de estudio, hasta sus planteamientos metodológicos, sus leyes, sus categorías.

 

La situación anterior, de irrelevancia del quehacer geográfico, trasladada al papel del geógrafo en la producción y en la solución de las condiciones de vida material de la sociedad, se hacen verdaderamente dramáticas, tanto más, cuanto más profundamente miramos, no en la historia de las “ciencias geográficas”, sino en nuestra propia verdadera historia, en la “historia de la Geografía”.

 

AL hacer de la cartografía una “ciencia geográfica”, con ello se está desarraigando de la Geografía su elemento metodológico fundamental, y esta ciencia ha quedado desarmada para enfrentar su papel enla producción y en las condiciones de vida material de la sociedad, como bien lo satisfizo en otras épocas históricas ampliamente conocidas, como en la apertura del Renacimiento con las grandes exploraciones que conllevaban esos trabajos cartográficos.  Y esto es así, dado que la historia de la ciencia geográfica científica, es en esencia la “historia de la cartografía”, hoy erróneamente llamada así, en la versión de la historia de la Geografía hecha como “historia de las ciencias geográficas”.

 

El geógrafo actual que asimila a través de la materia de “Historia de las Ciencias Geográficas”, parte del fundamento de sus quehaceres profesionales –y, por cierto, de la muy poco comprendida parte esencial de este fundamento teórico–, poco puede aportar al proceso productivo, que no sea mejor planteado por algún otro especialista del conjunto de las “ciencias geográficas” (con la relatividad del caso, sobre todo en países como el nuestro, en que más que la superespecialización a falta de una tecnología desarrollada, reclama de habilidades diversificadas para un trabajo más calificado).

 

De ahí que en el programa del curso de esta materia, el análisis del desarrollo de las ciencias auxiliares o “ciencias geográficas”; que por lo demás deben ser replanteadas bajo la teoría clasificadora del desarrollo y subordinación de las ciencias de Engels; debe estar por entero supeditado al análisis del desarrollo de la Geografía misma, entendida ésta, pues, no como “sistema de ciencias” o ciencia de relación naturaleza-sociedad, sino como ciencia espacial-cartográfica.

 

Es en este último terreno en donde realmente el geógrafo es socialmente reclamado.  Y precisamente la comprensión de esto radica en el planteamiento de ese contenido para dicha materia, tal que esclarezca en el estudiante las alternativas teórico-utilitarias de su especialidad.

 

La sociedad sólo puede estar teóricamente interesada por aquellos elementos calificados que no duplican esfuerzos, sino que son capaces de mostrar realmente interpretaciones distintas –en todo caso– a problemas comunes.  Y la interpretación distinta que ofrece el geógrafo a los fenómenos naturales y sociales, radica exactamente en el análisis espacial-cartográfico; y no en el fenomenológico de un “sistema de ciencias”.

 

Para que el quehacer geográfico incida, si bien no directamente en el proceso productivo, si en él a través de su participación en el diseño del mejoramiento de las condiciones de vida material de la sociedad, este quehacer geográfico debe hacerlo –a nuestro juicio– desde la perspectiva del análisis espacial.  Esto no es nuevo, de hecho se hace mucho de ello, pero no es igual un quehacer científico inmerso en un empirismo ciego y un practicismo estrecho, inconsciente de los aspectos de su esencialidad; que un quehacer científico con una clara definición teórico-cognoscitiva y consciente, en consecuencia, de la esfera de su investigación.

 

El concepto de geografía en una corriente integradora perseguirá esto en principio, y en el saber contemporáneo de esta ciencia, ya un teórico como Alfred Hettner, se ocupó con las limitaciones gnoseológicas de su época, en un intento por definir ese fundamento teórico-cognoscitivo que diese conciencia de la esfera propia de la investigación geográfica, la cual especificó precisamente en el análisis espacial.

 

De este modo, la geografía como ciencia del estudio del espacio adyacente a la superficie terrestre, tiene a su vez, su fundamento ideológico históricamente dado.  Nace en el pensamiento filosófico de los materialistas de Mileto (en el mundo occidental).  De estos filósofos, aportan al pensamiento geográfico autores como Anaximandro, cuya principal contribución está dada justamente por la elaboración del primer mapa del mundo conocido.

 

En grandes saltos expuesto, a el le siguió Eratóstenes, conocido por ser quien determina el valor del perímetro de la circunferencia terrestre, que le permite construir su carta ortométrica.  Y es él, incluso, quien introduce el nombre de “Geografía”, para ese sistema de conocimientos iniciado con Anaximandro tres siglos antes, y que llega hasta él para ser resumido.  Por su parte, es también conocida la posición de Eratóstenes, desde le punto de vista gnoseológico, inclinado hacia el materialismo filosófico epicureista.

 

La Antigüedad se cierra con el notable geógrafo y cosmógrafo Ptolomeo, para que a él siguieran los renacentistas Toscanelli y Mercator, como los más destacados, entre una larga lista de “cartógrafos”.

 

Visto pues, que bajo el concepto de la geografía como “sistema de ciencias” o ciencia de relación de los fenómenos naturales y sociales reflejados en éstas, en la materia de “Historia de las Ciencias Geográficas” priva en el fondo el espíritu de una supuesta Historia de la Geografía entendida así, nosotros proponemos una definición más clara de la misma, que incluso quede en primer plano, por encima de la historia de sus ciencias auxiliares.

 

Las implicaciones teóricas y utilitarias de esta otra concepción de la historia de la Geografía, incide en una mayor profundización en los problemas gnoseológicos del saber geográfico.  En un replanteamiento de los problemas de tal modo que se impulse su desarrollo.

 

Así, en el terreno utilitario del saber geográfico, el especialista en esto, podrá contar con un fundamento teórico-metodokógico más definido, tal que le permita moverse con mayor seguridad profesional y apunte a resolver problemas más concretos y específicos.

 

Por odo lo antes expuesto, se puede agregar en conclusión: 1) que no es aventurado hablar de la posibiñdad de un cambio de materia, en un enfoque radicalmente distinto en sus contenidos; 2) que no obstante el `punto anterior, se puede considerar una reforma o modificación a la exposición de su contenido, en el sentido en que aquí lo hemos expuesto; y 3) que, en última instancia, no deja de ser saludable considerar la posibiñidad de la exposición de dos cátedras con contendios diferentes acerca de un problema semejante: la historia de la Geografia (problema no resuelto aún incluso a nivel internacional: la historia, la verdadera historia de la Geografía, está por hacerse, a pesar de todo).

 

Como última conclusión, cabe sintentizar una propuesta en función de una interpretación personal: 1) impartir como contenido fundamental, la historia del pensamieto geográfico; 2) parte del desarrollo de este, está en la historia de las “Ciencias geográficas”, por lo que, en cuanto a esto se refiere, entrar a ello en la exposición del curso; 3) el marco teórico de la exposición debe estar dado en función de las determinaciones sobre el pensamiento geográfico en cada época istórica, tanto económico-sociales, como filosófico-ideológicas; 4) el curso se ha de iniciar con un análisis sobre los problemas metodológicos acerca de la historia de la ciencia, la imortancia de la Historia, y de la Historia de la Filosofía; 5) evaluar los pertrechos teórico-metodológicos del estudiante, para penetrar seguidamente en el análisis de las fuentes documentales para la historia de la Geografía; 6) entrar en el análisis crítico sobre la historia dela Geogra´fia en su periodización, que en general, sus coincidentes con los grandes períodos histórico-sociales; y, 7) finalmente, hacer una interpretación de la historia de la Geografía en México, y sus implicaciones.

 



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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 08:02

 Crítica al Programa
de “
Historia de las Ciencias Geográficas”,
y Propuesta.  Ensayo, 1986 (2/3).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 01 abr 10.

 

 

Queda pues, claro, que lo que se persigue, en el fondo, con la materia de “Historia de las Ciencias Geográficas”, es dar el conocimiento, en esa forma, de la historia de la Geografía.

 

Pero queda claro, a su vez, que si bien esa “Historia de las Ciencias Geográficas” puede pasar por la historia de la Geografía, ello sólo lo es como una forma de interpretación de la historia de la ciencia.  Pero no la única, pues, por lo menos, nosotros proponemos otra interpretación, dada en una posición integradora, como una “Historia de la Geografía”.

 

Si bien no es despreciable una “Historia de la Cienicas Geográficas”, como una historia de las ciencias auxiliares dela Geografía, ello no debe estar en primer plano, ni mucho menos sustituir una “Historia de la Geografía”, que a todas luces es mucho más importante.

 

No obstante, esto ocurre como consecuencia de un fundamento ideológico o gnoseológico dado del saber científico.  La concepción de la Geografía como ciencia de relación, fue criticada ya desde los primeros tiempòs por el materialista Heráclito; que calificando al filósofo idealista pro-parmenideano y geografo Hecateo, como el de la “mucha ciencia” por su saber disperso y no sistemático, que no veía la unidad de la naturaleza, acusó con ello a todos los miembros de esta corriente de geógrafos hasta nuestros días, adeptos al las influencias idealistas.  Por el contrario, la concepción de la Geografía como ciencia del espacio terrestre, desde el primer momento estuvo nutrida del pensamiento filosófico y geográfico del materialista discípulo de Tales, Anaximandro, con quien quedó sellado el pensamiento de toda esta corriente de geógrafos.

 

Así, geógrafos como Eratóstenes (que incluso introduce el nombre para esta ciencia), Hiparco, o Ptolomeo, estuvieron fuertemente influeciados por la filosofía materialista de su época: el epicureismo; tanto como otros geógrafos –considerados así por sus trabajos que tienen de algún modo un reconocimiento como tales–, como Posidonio, Estrabón o Plinio, de hecho estuvieron afliados al pensamiento filosófico aristotélico y estoicista.

 

Del mismo modo, ello ocurre respecto a otros desarrollos filosóficos en otras épocas históricas en que el pensamiento geográfico se ve influenciado fuertemente, al punto en que incluso es determinado en la forma de sus expresiones, por las concepciones filosófico-gnseológicas de su época; es el caso de Mercator o Varenio en el Renacimiento, y de Hettner o Ratzel en la época moderna; así como en las concepciones contemporáneas de a geografía, inmersos ya en el positivismo y sus derivaciones, o en el materialismo dialéctico, entre otras corrientes filosófico-geográficas menos importantes.

 

No sólo existe un fundamento ideológico históricamente dado, que determina una geografía como supuesta ciencia de relación o del espacio terrestre adyacente a su superficie; sino que también existe el fundamento científico, a su vez, históricamente dado.  Este fndamento científico, es el fundamento propio del desarrollo de las teorías de la ciencia de la geografía.

 

Son muchos los autores que reconocen la presencia histórica de estas dos corrientes de pensamiento geográfico, aun cuando no ven en ellas, en sus luchas teórico-ideológicas, el motor del mocimiento y desarrollo de la ciencia geográfica.

 

La historia de la Geografía, desde el punto de vista del fundamento científico, ha de incidir precisamente en el análisis de las aportaciones producto de esas luchas teórico-ideológicas entre ambas corrientes de pensamiento geográfico; de sus avances y limitaciones en cada momento de la historia.

 

Así, autores determinantes como Hecateo, Estrabón, Ibn Khaldun, Varenio, Kant, Humboldt, De la Blache; pusieron énfasis en los aspectos fenomenológicos*] del medio geográfico; es decir, en el estudio de la naturaleza y de la sociedad, en el cual poco a poco se fueron descubriendo ciertas relaciones de dependencia entre unos y otros fenómenos.

 

De este modo se desarrolló la idea de la geografía como ciencia de síntesis de un sistema de ciencias, todas las cuales son reflejo de la diversidad de los fenómenos naturales y sociales.

 

A pesar de la tendencia desmembradora, en todos los estudios de estos autores se resolvió el conocimieto, necesariamente previo, del medio geográfico como sistema de referencia de un objeto de estudio más complejo, que no podía ser comprendido cabalmente, sino en función de explicarse antes el problema del medio geográfico, determinante de las propiedades del espacio geográfico.

 

Aun a pesar de este proceso necesario, hubieron otros geógrafos determinantes, como Anaximandro, Eratóstenes, Hiparco, Ptolomeo, Shirakatsi, Toscanelli, Mercator, Hettner; autores quienes pusieron el énfasis, por su parte, en los aspectos espaciales; como en la expresión cartográfica del conocimiento del medio geográfico; descubriendo paulatinamente ciertas propiedades y leyes de este espacio.  Pero era esta la idea original de la geografía como ciencia; no de los fenómenos del medio geográfico y sus relaciones; sino del espacio de este medio; con lo que la Geografía, consiste en una ciencia que es reflejo, no de la pretendida unidad del mundo, sin tan sólo, de una faceta de él; precisamente, la faceta espacial de la realidad objetiva.

 

Esta corriente integradora, no obstante, tuvo sus necesarias limitaciones, y allí donde las encontraba, eran resueltas por la geografía fenomenológica, hasta que el medio geográfico ha quedado entendido de manera más completa, tal que es suficiente para pasar a abordar por entero, el estudio del espacio geográfico, en torno a lo cual debe darse la verdadera y correcta interpretación de la historia de la Geografía.

 

*



     Debe entenderse, más correctamente, “fenomenistas”.


 
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29 marzo 2010 1 29 /03 /marzo /2010 08:01

 Crítica al Programa
de “Historia de las Ciencias Geográficas”,
y Propuesta.  Ensayo, 1986 (1/3)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica

de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 29 mar 10.

 

 

En general, el programa de “Historia de las Ciencias Geográficas”, planteado así, es la expresión de un concepto dado del saber geográfico y fundamento teórico de la corriente desmembradora de esta disciplina de conocimientos.

 

Es claro que ninguna ciencia se comporta como un todo homogéneo internamente, pues su movimiento y desarrollo depende precisamente de su heterogeneidad y contradicción dialécticas internas; de ahí que la Geografía no puede ser ajena a esa condición, que impone la contienda de determinadas teorías acerca de la faceta de la realidad que estudiada, que impone la confrontación de hipótesis e ideas.

 

La diferencia entre esas posiciones encontradas en toda ciencia, tiene su forma más generalizada en los fundamentos metodológicos con que se abordan los problemas de la realidad objetiva, y de manera más particularizada, en las diversas corrientes o escuelas de pensamiento históricamente dadas, para cada ciencia.

 

Para la ciencia geográfcia, frente al problema de la “historia de las ciencias geográficas”, se dan dos grandes corrientes de pensamiento: aquella que ve en la historia de las ciencias geográficas la integración del propio saber geográfico, y que por lo tanto determina a éste como de una ciencia que a su vez constituye un sistema de ciencias, y que es, en consecuencia, ciencia de síntesis de las mismas; de tal modo que la geografía, para esta corriente de pensamiento, se clasifica en general, como ciencia mixta.  Y la otra corriente, como aquella que ve en la historia de las ciencias geográficas, el comportamiento de las ciencias auxiliares de la geografía, y que, po consiguiente, determina a ésta como una ciencia única e íntegra, independiente del sistema de “ciencias geográficas”, siendo, entonces, ciencia de síntesis de su propio saber acerca de la faceta de la realidad, y no concibiendo a la Geografía como síntesis de ningún sistema de ciencias.

 

De manera que la Geografía, para esta otra corriente de pensamiento, se clasifique en general, como ciencia natural dela naturaleza inorgánica, en tanto que su objeto de estudio no es el conocimiento enciclopédoco, sino el espacio adyacente a la superficie terrestre; como un campo material y continuo, cuya geometría describe sus vínculos con la sustacialidad del medio geográfico, y, por lo tanto, del eespacio como un atributo físico de la realidad.

 

Es por todo lo anterior, que si el concepto de “historia de las ciencias geográficas” en su afirmación respecto del concepto de la Geografía como sistema de ciencias o ciencia social mixta, se traduce en la corriente desmembradora de esta ciencia; así como en su negación respecto al mismo concepto antes expuesto, signifique la corriente opuesta o integradora de la geografía.

 

Esto es así, dado que la “historia de las ciencias geográficas”, en el primer caso, se cifra en la historia de la Geografía misma, la que no existirá como tal, sino como un sistema de ciencias; y, en el segundo caso, la “historia de las ciencias geográficas”, sea sólo la historia de las ciencias en general, y, en cierto modo, de sus ciencias auxiliares.

 

Así, el espíritu de esta materia, es el de la “Historia de la Geografía”, entendida como “historia de las ciencias geográficas”, en tanto se concibe a esta disciplina de conocimientos como síntesis de un sistema de ciencias.

 

*

 

Sin embargo, son claras las consecuencias de esa concepción de la Geografía como síntesis de un sistema de ciencias, conformado por más de 20 de ellas, tanto naturales como sociales, con lo que la Geografía pareciera preestablecerse como ciencia sobre la unidad del mundo, en la medida de la integracíón de gran parte de los conocimientos sobre el mismo.  Y así, incluso, es tácitamente expuesto en los planteamientos teóricos actuales de la corriente desmembradora, cuando se justifica aduciendo que los especialistas superespecializados pierden de vista precisamente esta unidad, esta integración o relación del mundo en sí mismo.  De ahí que, explícitamente, se enuncia a la Geografía como ciencia de la relación naturaleza-sociedad.

 

Pero esta supuesta unidad de la Geografía en dicha diversidad de las ciencias especiales sobre las facetas de la naturaleza y dela sociedad, no responde a una unidad dialécticamente dada, y, por consiguiente, tampoco refleja la unidad dialéctica del mundo.

 

La dialéctica de la unidad en la diversidad, supone una ampliación y profundización constante del conocimiento de la realidad objetiva, por la multiplicación de las ciencias especiales, las cuales penetran cada vez más en la esencia y leyes de la realidad, con lo cual, la sociedad tiene cada vez más, un conocimiento más cabal acerca del mundo.

 

Por lo tanto, la unidad en la diversidad que se plantea en la corriente desmembradora de la Geografía, o en este criterio de la Geografía como un sistema de ciencias, no es, en realidad, más que un agregado de ciencias yuxtapuestas y coordinadas entre sí, una suma de partes que pretende reunir más o menos un todo.  Es decir, aquí la unidad de la diversidad, no se ve en la esencia y leyes de la realidad objetiva, sino en el simple agregado.

 

Todo lo anterior, determina la forma de interpretación de la historia del saber geográfico[*], ya de ésta como la historia de la Topografía y Geodesia, de la Geología y Geomorfología; de la Meteorología y Climatología; de la Antropología e Historia; de la Economía y la Sociología, etc; o bien, de este saber geográfico enuna ciencia de síntesis de un conocimiento único e íntegro, homogeneo, referido a una sola y modesta faceta de la realidad objetiva, a través de cuya comprensión se contribuye al conocimiento de la unidad del mundo.  En este otro caso, la interpretación de la historia del saber geográfico, se dará como la historia acerca de las formas de cómo se fue obteniendo el conocimiento del espacio geográfico

 

**



[*] Releído este pasaje un cuarto de siglo después, hay algo de razón en decirlo así, siendo un planteamiento de los teóricos fenomenistas de la Geografia: es el recurso teórico erroneo de tomar el presente como modelo de interpretación del pasado.  Sin embargo, la idea debe plantearse al revés: es de la interpretación de la historia, que se generaliza el concepto de Geografía.


 
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25 marzo 2010 4 25 /03 /marzo /2010 09:03

El Estadista:
Proeycción Intemporal de Benito Juárez.
Dos Flechas para la Ballesta.
Ensayo, 2010 (3/3).

Dr. Luis Ignaco Hernandez Iriberri.

Espacio Geográfico”, Revista Electrónica de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 01 abr 10.

 

 

La consolidación del Estado nacional como necesidad histórica.

 

Toda la influencia ideológica de Juárez, esencialmente, sobre la teoría del Estado, y como tal, como forma de consolidación del Estado, es la deontología política (hemos dicho y subrayamos: el acto en el deber ser que obra con el propio criterio y albedrío en nombre de lo moral y universalmente justo, en el contexto de la necesidad histórica), de los representantes de la clase social emergente en el poder.

 

Desde mediados del siglo XVIII, ya las reformas borbónicas pugnaban por la modernización de la entonces Nueva España, insertándola en los nuevos procesos económicos; que cuando en el resto de Europa se transitaba al liberalismo económico, en España se luchaba para transitar forzadamente de un mercantilismo incipiente, a la fisiocracia, y de hecho intentando dar un salto a ese nuevo modelo que impulsaba el desarrollo en todo el viejo continente.  La Guerra de Independencia de 1810-1821, rompió y revolucionó ese lento proceso controlado por el reino.  Una nueva clase social que terminó con su condición de súbdita del reino, tomó el poder.

 

Comenzó con ello una nueva lucha caracterizada, por una parte, por echar las bases para el desarrollo capitalista; pero, por otra parte, y esencialmente, por lograr la estabilidad política que posibilitara y favoreciera ese desarrollo económico-social con la consolidación del Estado, cuyo fundamento esencial estaba dado con la solución final a la “Querella de las Investiduras” desde el siglo XII en Europa, y que constituía la esencia de la Reforma: la separación entre la Iglesia y el Estado.  Pero no fue sino justo con el triunfo sobre la intervención francesa y el fusilamiento de Maximiliano y los principales representantes del conservadurismo de resabios monárquicos: Miramón y Mejía, que se rompió con todo cuanto causaba inestabilidad política y frenaba el desarrollo, instaurándose, por fin, en forma, el Estado nacional consolidado.

 

Por ello había respondido ya otro prócer, reflejando la integridad política que tal conciencia de la necesidad histórica reclamaba: Mariano Escobedo, que cuando Maximiliano le pidió le diera una salida en el sitio de Querétaro comprometiéndose a embarcarse de inmediato en el puerto de Tuxpan, Veracruz, rumbo a Europa, Escobedo negó tal posibilidad.

 

Y la influencia ideológico-política en lección sobre el ejercicio de la razón de Estado pasó; no sin dejar de sernos paradójico a los legos; al discípulo[]: Porfirio Díaz.  Éste, con prudencia política bien calculada, se había mantenido al margen –y citamos un largo pasaje justificado por sí mismo, narrado por Ralph Roeder acerca de esa lección entre el Maestro y el discípulo–: “Una vez –cuenta Roeder–, sin embargo, [Porfirio Díaz] intervino a favor de uno de sus compañeros de armas, cuya rebelión había fracasado y cuya suerte estaba en manos del Primer Magistrado..., <<don Benito –expone Porfirio Díaz citado por Roeder–, estaba en pie y me recibió.  Don Benito era un hombre que no se reía nunca, que no inspiraba confianza a nadie: muy frío, muy sereno, muy grave, muy adusto.  Y hablamos así: –¿Cómo está usted, Porfirio? –Muy bien, don Benito, ¿y usted? –¿En qué puedo servirle? –Pues, don Benito, vengo a hablar por el pobre de Aureliano.  Y le conté entonces la situación de Rivera y lo que éste quería.  Las facciones de don Benito no se movieron en lo más mínimo.  Con la mirada fija –unos ojos como carbones– me dijo: –Dígale a Aureliano que se presente.  –¿Qué le diga que se presente?  Pero, entonces... ¿quiere decir que está indultado?  –Que se presente y se cumplirá la ley.  Dígale que se presente.  –Pero, don Benito, ¡qué voy a decirle que se presente para que lo fusilen!  –Es la única solución: que se cumpla la ley.  Se hizo una pausa, y al ver que era inútil insistir, me levanté y dije: –Pues don Benito, siento mucho haberlo molestado.  Yo voy a ver qué puedo hacer por el pobre de Aureliano.  Me acompañó hasta la puerta y en la puerta me dio la mano y me dijo: –Veremos lo que hace usted por Aureliano.  Y esta frase me pudo, y sabe Dios hasta que punto influyó en la determinación que formé después>>; y Roeder termina diciendo; lo supo también don Benito.  A pesar de la inflexibilidad del Presidente, el pobre Aureliano fue indultado...”.

 

Luego siguió lo sórdido de la política en la lucha de diversas facciones por el poder, en lo que Juárez se centraba con dificultades crecientes en la restauración de la República y la administración del Estado.

 

Ello tenía que ser así, esa era la condición histórica de necesidad; la conciencia y preclaridad del Benemérito de las Américas en ello, lo hizo enfrentar paciente y sistemáticamente esa lucha por la libertad..., ou la Mort.

 

 

Conclusión.

 

Benito Juárez, como estadista, es un hombre de apotegmas, de la sentencia breve como instrucción y consigna de la acción de Estado.  De su pluma no correrá la tinta de una prosa decimonónica profusa de ideales político-sociales romanticistas de una sociedad futura más justa e igualitaria, como quizá lo pudiéramos considerar en sus contemporáneos, como un José Martí, que apostólico, propaga una doctrina y muere cual mártir en una acción de combate; o de un Abraham Lincoln, que gozando de plenos poderes impone su razón de Estado, y pronuncia su famoso como lacónico discurso de Gettysburg expresando la ideal plenitud de la democracia: el poder del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo.  En Juárez, el ápice de su pluma y su tintero se consumirán, por lo contrario, en el dictamen de la acción de Estado que hacía en ello y en ese momento, una sociedad más justa e igualitaria, más democrática; en la justa medida no sólo de lo que en ese momento era lo necesario, sino lo posible de realizar, en correspondencia plena con la necesidad histórica.

 

Había, pues, una parte del análisis histórico que nos hacía falta, justo, para poder interpretar a Benito Juárez, al hombre y su momento histórico concreto.  Así, no ha sido este escrito un ensayo de historia por cuanto al testimonio documental de archivo; sino de historia, por cuanto al fundamento teórico de la misma; sin lo cual, de Juárez todo se hace “apología sagrada”, como mejor argumento contra sus detractores.

 

De este modo, entender a Juárez y su obra, al ser humano y sus actos, es entender, en su esencia, al estadista; esto es, comprender aquello por lo que tal hombre trascendió, proyectado, intemporal, en la historia.

_____

 

Bibliografía.

 

Roeder, Ralph; Juárez y su México; primera edición, 1947; Fondo de Cultura Económica; México, 1972.

Sierra, Justo; Juárez, su Obra y su Tiempo; primera edición, 1905; Porrúa, México, 1980.

Vigil, José Mª; La Reforma; en “México a Través de los Siglos”, Tomo V, primera edición, 1884-1889; Editorial Cumbre; México, 1967.



[]      Aquí coincidimos con Roeder, el cual también llama discípulo de Juárez, a Porfirio Díaz.

     Ibid; p.1013-1014.


 
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