Para Entender el Origen
de la Geografía Contemporánea en México.
Artículo, 2010 (6/7)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
“Espacio Geográfico”, Revista Electrónica
de Geografía Teórica;
http://espacio-geografico.over-blog.es/;
México, 15 abr 10.
La crítica escrita al programa, como se establece en el inciso a), de la Convocatoria; ha sido por nosotros plenamente satisfecha; pero todo mi error fue quizá, no atenerme al gaussiano temor al clamor de los boecios; y, así, nos hemos tomado la osadía de cuestionar esa especie de “espacio euclidiano”, metafóricamente hablando, contenido en los siete puntos más arriba enumerados, proponiéndonos un planteamiento, que en lo “novedoso”, pareciera reflejar “conceptos confusos”. ¿Qué planteamiento es el que subyace en la crítica a lo establecido?: 1) que la Geografía no alcanza aún el rango de ciencia rigurosamente dicho; 2) que la Geografía como ciencia del estudio del espacio terrestre, no puede ser , así, una ciencia social de síntesis de un sistema de ciencias, pues no puede pretender la comprensión de la unidad del mundo en sí misma, sino que tan sólo es una ciencia natural acerca de una faceta de la realidad objetiva: el espacio terrestre; a través de cuya comprensión, contribuye al conocimiento de la unidad del mundo, misma que se da en el estudio especializado de la realidad, por las múltiples ciencias, cada vez mayormente diversificadas, como reflejo de la dialéctica de la unidad en la diversidad.
Un bosquejo de la demostración de esto, es precisamente lo que se discute en la primera parte del documento de crítica al programa, al que he de remitir.
En consecuencia, con estos argumentos refuto también lo asentado en el punto 2 del dictamen ampliado (o segundo dictamen), pues no existe confusión alguna en los juicios expresados en la cita tantas veces aquí referida. En todo caso, la confusión no está en mi.
Por último –disculpando el abuso en la extensión de estas aclaraciones–, me es necesario decir que pudiera parecer que las críticas a las “ideas absurdas”, a los “conceptos confusos” o a los “conceptos no-claros”, en el quehacer científico desde la época de Roger Bacon, terminaron a principios de nuestro siglo con Albert Einstein. Pero, cierto es, que estas críticas no dependen del tiempo, de la época así en abstracto, sino, también, por lo visto, del grado de madurez de una ciencia dada, dicho esto en sentido lato.
De ahí que ahora caemos en cuenta en que no debe extrañarnos ese reproche luterano sobre nuestros planteamientos, de querer “volver completamente del revés el arte…”, en este caso, de la geografía respecto de nosotros, o de la astronomía como se enfilaba por Martín Lutero sobre Copérnico.
Con estos planteamientos, emulamos ciertamente a un Paracelso que luchaba contra la teoría de la falta de equilibrio entre los humores, como causa de las enfermedades, aconsejando remedios químicos, clamando en el desierto medieval; y al igual que él, se me ha negado un puesto en la Universidad. Sólo espero que la distancia que media entre el siglo XVI y nuestro tiempo, se suficiente para que no me vea impedido, como él, en publicar mis teorías más adelante.
Me pregunto si este dictamen tan simple sea mi Némesis, por poner en tela de juicio lo establecido, tal como Galileo; o como Vesalio lo hizo con la autoridad Galeno. Y así como Guillermo Harvey o Lamark, que encontraron vigorosa oposición, pretendo responder con lógica, y pido sólo que se observen los hechos, en este caso, de la historia, objetivamente.
Me cabe el honor de haber sido el primero, en casi cincuenta años del Colegio de Geografía, de haber de haber presentado la prime tesis profesional sobre la historia y teoría de la Geografía. Me siento orgulloso, en haber sido el primero en iniciar una reflexión en nuestro tiempo en México, sobre estos tópicos acerca de la filosofía de e historia del pensamiento geográfico, en el foro del IX Congreso nacional de Geografía en 1983, cuando en ninguno de los congresos anteriores desde 1943, se tenía el menor interés por ello; todo lo cual, sin embargo, corriendo la misma suerte que la tesis de Max Plank, o inicialmente los trabajos de Lobachevky o Einstein.
No obstante, como miembro de la Sociedad Latinoamericana de la Historia de las Ciencias y de l Tecnología, he expuesto en su I Congreso Internacional, mis ideas al respecto.
Dada así mi conciencia sobre los problemas cásicos de la historia de la ciencia, estimo en alto grado un dictamen así, firmado por los más notables profesores e investigadores que actualmente existen en el Instituto, Posgrado, y Colegio de Geografía, pues, por paradójico que parezca, con él se me ha otorgado mi “Doctorado”, ya que se me ha calificado en mi tiempo, como en la Antigüedad lo fue el más grande de todos los pensadores de la historia de la ciencia: Heráclito, el llamado “Oscuro de Éfeso”, para quien “todo era y no era y a la vez no era”, y de quien Sócrates dijo: “Las partes que entendí inmejorables, y creo que también las que no comprendí…”; se me ha calificado como a Heráclito, por cuya expresión de conocimientos se pudiera entender “facilidad de palabra”, y por cuya dialéctica se pudiera entender, a su vez: “conceptos confusos” o “no-claros”, o, dicho de otra forma, “oscuros”; y de ahí el sobrenombre para él, y la mayor satisfacción profesional para mi.
Por su única y exclusiva atención que de antemano he esperado para con este documento, doy la más afectivas gracias.
Atentamente.
Lic. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
(rúbrica)
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