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  • : Espacio Geográfico. Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
  • : Espacio Terrestre: objeto de estudio de la Geografía. Bitácora de Geografía Teórica y otros campos de conocimiento del autor. Su objetivo es el conocimiento científico geográfico en el método de la modernidad.
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31 mayo 2015 7 31 /05 /mayo /2015 22:05

Editorial

 Un-Cuerpo--lo-que-Ocupa-un-Lugar-en-el-Espacio.jpg

Antiguamente se decía que :<<un cuerpo es todo lo que ocupa un lugar en el espacio>>.  Así, el espacio era considerado, a más de un recipiente, como un “recipiente vacío”.  Ahora, por un cuerpo, lo que reconocemos es un “espacio lleno” (por transferencia) de una sustancia; y luego, el espacio preexistente antes de ser ocupado en un lugar, o aquel que queda al retirarse un cuerpo, es, ciertamente, un “espacio vacío” como un campo, esto es, como un lugar en el espacio en el que se ejercen iguales fuerzas o energías.  En consecuencia, el espacio está formado  de dos estados o componentes básicos: el campo, y la sustancia.

 

*

 

En la Antigüedad eran reconocidos cinco esencias o elementos: tierra, agua, aire, fuego, y como quintaesencia, el espacio, el vacío, el ápeiron (o lo indefinido), de tal modo relacionados y en combinación los unos con los otros, que el espacio y su misteriosa naturaleza como recipiente de los demás elementos, era lo que estaba en común enre todos ellos.  Luego de la Ilustración, tales elementos empezaron a denominarse en su conjunto como “estados de la materia” (que en un principio se redujeron a tres: sólido [tierra], líquido [agua] y gaseoso [aire]; y espacio [vacío] y energía [fuego], incorpóreos, quedaron indefinidos); y luego de los trabajos de Farady a mediados del siglo XIX, esos “estados de la materia”, incluyendo ya la incorpórea energía, se clasificaron en dos tipos: como sustancia, o como campo.

 

Con el avance del conocimiento físico-químico, los estados de la materia (ya no confundidos con lo puramente sustancial, sino ya incluyendo los campos), se multiplicaron producto de esos combinaciones “alquímicas” entre ellos, apareciendo la clasificación de los coloides; pero todo ello como sustancia o campo, aún ocupando un lugar en el espacio, entendido así hasta fines del siglo XX y principios del siglo XXI, en un espacio aún en calidad de “lo indefinido”.  Pero, finalmente, en una abstracción y generalización de los estados de la materia, fue susceptible de entender tanto a la sustancia como al campo (ambos como lo extendido), sin entrar en sus propiedades particulares, como los componentes básicos del espacio (la extensión), en calidad de “estados de espacio”.

 

La quintaesencia dejo de ser entonces “lo indefinido”, para entenderse ya en su propiedad esencial de vacío, como una forma más dela materia, tanto por sus propiedades como movimiento de la materia, como por sus propiedades como forma de movimiento de la materia, y en ese sentido, tal como nosotros lo definimos, por la dialéctica de la dimensionalidad material continuo-discreta (o dialéctica de las relaciones del campo y la sustancia).

 

La Tierra en su conjunto es eso: un cuerpo (en lo discreto-sustancial), y un “espacio vacuo” (en lo continuo-campos).  Todo ello en su conjunto es lo que denominamos el vacuum.  Su estudio geográfico, en tanto que el espacio geográfico como objeto de estudio de esta ciencia, nos impone abordar desde estas propiedades en su naturaleza, como por su estructura y propiedades particulares como espacio.  Y de ahí la necesidad imprescindible en geografía, de una teoría del espacio geográfico.

 

*

Un Cuerpo; lo que Ocupa un Lugar en el EspacioFilosofía de la Geografía.

 

[____]  El Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri, y la estructura del campo (5/)

 

1960 La Faz de la Tierra y su Origen; G.N. Katterfeld, 1969Comentarios Bibliográficos en Geografía Teórica.

 

[____]  Comentario a, La Faz de la Tierra y su Origen, 1962; de G.N. Katterfeld (5/)

 

 

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31 mayo 2015 7 31 /05 /mayo /2015 22:04

Un Cuerpo; lo que Ocupa un Lugar en el EspacioEl Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: los Estados de Espacio (6/...)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

20 abr 13

 

Antiguamente, hablar de los estados de la materia, era hablar de las esencias o elementos: tierra, agua, aire, fuego y ápeiron.  Luego, por los estados de la materia se empezó a entender, si bien los mismos elementos, pero con categorías semejantes que expresaban ya relaciones distintas en un mayor grado de abstracción y generalización: sólido, líquido, gas; a lo que se sumaron otros estados nuevos descubiertos (coloides y bosones), a la vez que el ápeiron, por su propia determinación etimológica como “lo indefinido”, fue omitido.

 

Con la aparición del marxismo (1844) y su sistema filosófico, la dialéctica materialista, consolidado en sus fundamentos esenciales con Lenin hasta principios de los años veinte del siglo pasado, como con los desarrollos de la física, tuvo que hacerse una distinción entre los conceptos de materia (concepto filosófico) y de sustancia (concepto físico que alude a una masa en reposo), pues al descubrimiento de los campos eléctrico y magnético, y con ello el reconocimiento de otros campos semejantes como el de gravedad, el térmico, o el lumínico, parecería que éstos, al no ser sustanciales careciendo de masa en reposo (o dicho en sentido positivo, poseyendo masa en reposo nula), pudiera denominársele como “inmateriales”, complicándose la idea con los sistemas filosóficos, al identificarse tales campos en tanto nuevos estados de la materia, con un condición metafísica.

 

El último concepto identificado con esta situación, fue el vacío (hasta los años noventa del siglo XX), del que si se reconocía su existencia, a su vez se identificaba con “la nada”, dando esa condición metafísica.  Sin embargo, de manera semejante, el vacío, como un hecho de experiencia, bien podía reconocerse como un campo, y por lo tanto, como un estado de la materia más: y el ápeiron volvió a la escena; sólo que ambos conceptos (vacío y campo), identificados entre sí, de antiguo (como una distancia entre dos cuerpos) se identificaban a su vez con el concepto de espacio.

 

Finalmente, el espacio no podía entenderse exclusivamente como la extensión (el campo o lo vacío), sino que a su vez adquiría formas en lo extendido (las sustancias o lo lleno); y con todo ello se hizo posible ya elaborar una teoría del objeto de estudio de la Geografía: el espacio geográfico en particular.

 

Al empezar a estudiar el espacio geográfico por el análisis mismo de su estructura, ya no podemos limitarnos, como anteriormente, al espacio dado por la estructura de la sustancia (el planeta con su litosfera, hidrosfera, atmosfera y biosfera), sino aún más, considerando la estructura de los campos involucrados en esa geometría (sus campos de gravedad, electromagnético, térmico, etc).  Pero al hacerlo dialécticamente, esa consideración ha de ser en las transformaciones mutuas de la sustancia y campos; de donde, del estudio de la estructura, se pasa al estudio de los estados del espacio geográfico sustanciales básicos (conocidos en la físico-química como “medios de dispersión” y “fases dispersoras”) dados los procesos de solidificación, fusión, disolución, evaporación, sublimación, condensación o medios de dispersión, y sus transformaciones en energía.

 

Al adentrarnos al estudio del espacio, en particular geográfico, dadas estas consideraciones esenciales de la naturaleza del espacio, la estructura del mismo nos revela un aspecto más: su geometría.  El espacio geográfico no es un “algo” amorfo, sino, por todo lo contrario, resulta en una compleja morfología que, en lo básico, análogamente se nos presenta con los elementos de la cristalografía: la presencia de ejes, planos y ángulos de simetría, que, aún más, no permanecen fijos o estáticos, sino que se mueven, esto es, que tanto se trasladan, como cambian de tamaño (ambas cosas en magnitudes casi infinitesimales).

 

 

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24 mayo 2015 7 24 /05 /mayo /2015 22:05

Editorial

 Frentes de Onda Cuánticos e Intervalos de Vacío

Los frentes de onda (“crestas” de las ondas), y entre ellos espacios vacíos (“valles” de la onda).  Cada frente de onda constituye un estado cuántico de energía o “paquete cuántico” producto de la frecuencia de la emisión, que en el caso de la luz, es el fotón.  Físicamente explica el fenómeno de la difracción (no porque el fotón “cabalgue” en la onda, sino porque constituye el frente de la misma); pero geográficamente nos vuelve al problema de la existencia necesaria del espacio vacío entre los planos de los frentes de onda, entre dos “paquetes cuánticos”, o entre dos fotones, espacio que es tan grande o tan pequeño como la frecuencia de la onda.

 

*

 

Toca hablar en este número  acerca de la estructura del campo, que, como se verá, no es más que la estructura de la sustancia en movimiento y transformación, y que, en igual sentido, lo es en tanto estado de espacio.

 

Los campos como estados de espacio constituyen el estudio del movimiento, y por lo tanto, de la dinámica del espacio geográfico, sus procesos de transformación, no a la manera de las “transformaciones genésicas” de Sáenz de la Calzada, ni de los “balances de energía” de Riábchikov, que así nos acercaron al problema planteado, pero en la teoría del continuum.

 

En consecuencia, el estudio geográfico a través de las propiedades de los estados de espacio, se refieren a su física, a su mecánica; o como ya lo decíamos desde 1983 (tesis de Licenciatura), a sus interacciones físicas externas; no hay en ello, pues, estudio causal de fenómeno alguno en el viejo estilo de la “geografía fenomenista” de los dos siglos anteriores, que no sea el estudio del fenómeno del espacio mismo.

 

Por lo que respecta al comentario a la obra de Katterfel, reseñamos ahora el fundamental Capítulo 3 de La Faz de la Tierra y su Origen, parte esencial de su trabajo, referido a las Homologías Geográficas.

 

*

Frentes de Onda Cuánticos e Intervalos de VacíoFilosofía de la Geografía.

 

[____]  El Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: el vacuum y la estructura de la sustancia. (4/)

 

1927 G.N. Katterfeld (1927-2013)Comentarios Bibliográficos en Geografía Teórica.

 

[____]  Comentario a, La Faz de la Tierra y su Origen, 1962; de G.N. Katterfeld.  (4/)

 

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24 mayo 2015 7 24 /05 /mayo /2015 22:04

Frentes-de-Onda-Cuanticos-e-Intervalos-de-Vacio.jpgEl Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: el vacuum y la estructura del campo. (5/...)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio –geografico.over-blog.es/

 

El Vacuum y la Estructura del campo

 

Una de las propiedades más importantes de la materia en general (no sólo de la sustancia), si no es incluso la propiedad más importante, es la masa; que dada la equivalencia entre la masa inercial y la masa gravitacional (Einstein), se establece que la inercia como la gravedad, “son expresión de la esencial igualdad de los campos gravitatorios con la métrica del espacio”[1].  No obstante, pudiendo ir de aquí, en consecuencia, a la masa como curvatura de espacio, puede examinarse aún la noción newtoniana por la cual la masa es uno cantidad de sustancia dada en una unidad de espacio (m = gv).

 

Cuando la masa así definida se considera en reposo, tal condición determina la naturaleza de la sustancia en tanto un cuerpo discreto.  Pero, por lo contrario, cuando la masa se considera en movimiento (particularmente en velocidades relativistas cercanas a la de la luz), ésta deja de considerarse, a su vez, en su forma sustancial, en reposo[*]; de ahí que la energía, y con ello los campos (campos de “fuerza”) se consideren como formas de masa en reposo nula o masa en reposo = 0.  Así, dialécticamente, el campo no es más que sustancia desplegada, en movimiento (en particular en velocidades relativistas), tal cual la sustancia es campos “condensados” (masa en reposo).

 

Para entender la estructura del campo, es, pues, necesario, comprender la condición antes expuesta, pues, en consecuencia, la estructura del campo no será sino la estructura de la sustancia desplegada, de modo que un sólido, en determinadas condiciones de masa, entra en ignición desplegándose en forma de campos térmico y luminoso; o los fluidos del líquido al gas y sus transiciones coloidales, se desplegarán en campos eléctricos y magnéticos; o como el plasma lo hará, a su vez, en forma vacuo-gravitatoria (o de presión disipada en la métrica de la curvatura del espacio).

 

Por lo tanto, la estructura del campo se refiere al movimiento, a las transformaciones de la materia, y en ese sentido, a las transformaciones de unos estados de espacio en otros.  Los campos, pues, no son algo diferente a la sustancia, sino sustancia en transformación.

 

De esto se sigue el que, “un paquete de cantidad de energía”, como el clásico “cuanto de luz” o fotón, tenga ese comportamiento corpuscular-ondulatorio, lo cual nos devuelve al problema originario de que lo que hay entre dos frentes de onda, como entre dos fotones, es, necesariamente, vacío.

 

Todo lo anterior, traído al mesocosmos geográfico, habrá de servirnos para entender la naturaleza de los campos, primero, en su condición dialéctica de unidad indisoluble no sólo entre sí, como los campos térmico- lumínico, electro-magnético, o vacuo-gravitatorio; sino de tales pares dialécticos como expresión de la transformación de la sustancia en su unidad indisoluble a los estados de esos últimos.

 

Así, en lo geográfico más mundano, por ejemplo, el factor temperatura en los climas, no ha de ser más el “fundamento meteorológico”, la causalidad de “un fenómeno” como lo es el estado promedio de la atmósfera; ni, como en el camino por el que optó Riábchikov, de los “balances de energía”; sino ha de ser un estudio del espacio en movimiento, en transformación de masa en reposo nula; fuente de comprensión de las transformación de propiedades espaciales entre el estado de espacio que se transforma, y el estado de espacio en que es transformado, en un simple análisis físico, mecánico, de interacciones externas, a expresarse como análisis espacial en el mapa (nada, pues, “asunto de otro mundo”, sólo geografía hecha por el análisis espacial).

 

El estudio geográfico de los estados de espacio continuos, los campos, constituye, entonces, el estudio de la dinámica del espacio geográfico.

 

Entre los estados de la materia, en el capítulo de la estructura de la sustancia, no hablamos del vacío, pues este caso pertenece a los de la masa en reposo nula y ha de entenderse como un campo; el vacío es, pues, un estado de la materia propiamente continuo, que luego puede derivarse en estados discretos.

 

Su identidad con la gravedad con signo contrario, hace del  vacío una “fuerza antigravitatoria”, es decir, por expresarlo así, de “levitación”; pero, al final, ello es la identidad con la métrica del espacio identificado, a su vez, con la curvatura del mismo.

 



[1]     Jiménez Redondo, Manuel; Diccionario Ruioduero; Editorial Rioduero; Madrid, 1976, V. Masa

[*]    Karapetiant y Drakin, en su “Estructura de la Sustancia” (p.36), hacen ver que ello no quiere decir que la masa se transforme en energía.

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17 mayo 2015 7 17 /05 /mayo /2015 22:04

Densidades de las SustanciasEl Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: el vacuum y la sustancia. (4/…).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

26 feb 13.

 

El vacuum y la estructura de la sustancia.

 

En 1811, Amadeo Avogadro descubrió que, en igualdad de magnitudes de volumen, en las mismas condiciones de temperatura y presión, hay igual número de moléculas en los gases contenidos.  Referidos esos valores a un mol (una molécula gramo), la cantidad de moléculas es de 6.023 x 10-23 at-gr.

 

Pero de esta ley derivó otro hecho fundamental: todos los átomos componentes de esas moléculas eran exactamente en la misma cantidad; esto es, de un radio en un rango de 10-8 cm.  De aquí que el llamado Número de Avogadro se define como el número de átomos en un átomo-gramo de cualquier elemento.  El átomo está compuesto de subpartículas aún de menor tamaño, las cuales no existen independientemente fuera del átomo sino por excepción.  En consecuencia, en la magnitud de un radio de 10-8 cm, se encuentra el límite en la estructura de la sustancia.

 

Volvamos a Demócrito.  ¿Qué hay entre dos partículas, ambas en el límite de un radio de 10-8 cm?: espacio vació (o, si se quiere, espacio lleno de campos en ese vacío).  Y dejemos esto aquí, no sólo por nuestra ignorancia en estos asuntos, sino porque ello es sólo para el fundamento filosófico a fin de entender geográficamente el vacuum, en relación proporcional con la estructura de la sustancia.

 

Esa semejanza cualitativa, si bien no una relación cuantitativamente proporcional del vacuum con la estructura de la sustancia, deviene no sólo del tamaño y cantidad de átomos en un mol (dando lugar a un elemento químico), como, a su vez, de la cantidad de moléculas de la misma magnitud (bajo las mismas condiciones), sino de la naturaleza de os estados discretos de la sustancia, que en el mesoespacio, o espacio geográfico, se constituyen en estados de espacio discretos sujetos a tratamiento geográfico.

 

Así, el vacío y los campos entre partículas en el rango de un radio de 10-8 cm (o de partículas de diámetro igual a 2 x 10-8 cm), es el vacío y los campos entre las formas sustanciales dadas por los estados de espacio discretos en el rango de 101 cm.  Lo que esencialmente caracteriza a la sustancia, es su masa en reposo, es decir, precisamente esa estructura atómico-molecular, que constituye la noción de “espacio plenista”, que hace a los estados de espacio discretos.

 

El estudio geográfico de los estados de espacio discretos se descompone, así, tanto en la métrica de la espacialidad del estado de espacio, como en la métrica de su comportamiento en el espacio, por cuanto a cómo se transfieren las propiedades espaciales.

 

Un estado de espacio discreto en (A), se traslada a un punto (B), y en ello las propiedades de la espacialidad en (A) han sido transferidas a (B) por traslación mecánica, de modo que las propiedades espaciales entre (A) y (B) se han invertido.  Pero si en este caso el estado de espacio ha permanecido invariante, pudiera ser el caso en el que pasar de (A) a (B), implicara una variación de estado en forma continua reflejado en los cambios de densidad.

 

En ambos ejemplos está implicado un movimiento mecánico de traslación, ya continuo o discontinuo.  Pero resulta que ello es la excepción, pues una transferencia de propiedades de espacio de manera permanente y continua, se está dando en todo momento, aún el estado de espacio permanezca aparentemente inmóvil en (A).  Aún en este estado de reposo se está transformando, y hay un movimiento no mecánico ni de traslación, pero que cambia en el tiempo la naturaleza del estado de espacio, transformando sus propiedades espaciales.

 

Son estas propiedades de la sustancia en los estados de espacio por cuanto a su carácter discreto (aparte estarán los estados de espacio por cuanto a su carácter continuo) como transferencia de espacio en sus ciclos y regularidades, lo que ha de ser estudiado en geografía.  Y por tales estados de espacio dados en las propiedades de la estructura sustancia se tiene: 1) el estado sólido (litósfera), 2) el estado líquido (hidrosfera), 3) los estados coloidales (viscosidades de transición), 4) el estado gaseoso, y 5) el estado de plasma (exosfera)[a].

 


[a]       Se omite el caso de los estados especiales de condensación y el estado superdenso.

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10 mayo 2015 7 10 /05 /mayo /2015 22:05

Editorial

 Lo-Mismo-Todo--que-el-Vacio.jpg

Lo mismo todo, que el vacio.

Entendemos el vacuum, como lo mismo el todo, que “nada” –pero, atención: “nada de ese todo”–, pero donde “la nada de ese todo”, deja en el mismo lugar, un “algo”: el vacío; el vacío con un valor (-p), identificado con el campo de gravedad (+p), imposible de eliminar aun cuando pueda reducirse infinitesimalmente, tanto como no puede hacerse el vacio absoluto, aun cuando, igualmente, éste tienda a valores infinitesimales.

 

*

 

El espacio como objeto de estudio de la geografía, distinguible del espacio cósmico o del espacio microscópico, nos condujo a identificarlo intuitivamente como “espacio geográfico”, entendiendo en ese momento “lo geográfico” como lo relativo a la Tierra.  Transcurrieron treinta años para que pudiéramos hacer la distinción teórica entre las categorías de “espacio geográfico” y “espacio terrestre”, y darnos cuenta de que la categoría universal de “espacio geográfico” no era aplicable exclusivamente a  lo relativo a la Tierra, sino que era una categoría universal del conocimiento geográfico aplicable al estudio de cualquier otro astro, e incluso de las propiedades de ubicación, por ejemplo, de las cosas sobre una mesa.  En consecuencia, aun cuando en una aparente redundancia, podemos hablar así, del estudio del espacio geográfico, dado como el espacio terrestre.

 

Ese objeto de estudio así determinado en la categoría universal de “espacio geográfico”, requería, en la consistencia lógica del desarrollo del conocimiento científico, de su propia teoría, la “teoría del espacio geográfico” (como una abstracción y generalización mayor a concebirlo como una particular “teoría del espacio terrestre”); y encontramos la expresión de ésta, en lo que hemos denominado la “teoría del vacuum”.

 

Por teoría se entiende un sistema de ideas y conocimientos ciertos, cono abstracción y generalización de una práctica histórico social, sintetizadora de las regularidades y relaciones esenciales de la faceta de la realidad que describe, explica y predice en su comportamiento.  Explicamos, pues, en el artículo de Filosofía de la Geografía de este número, ese sistema de ideas y conocimientos acera del vacuum.

 

Por otra parte, continuamos con el comentario bibliográfico al trabajo de Katterfeld,  al que está profundamente vinculada nuestra teoría del espacio geográfico, al punto que la explicación de éste acerca del origen de la superficie terrestre, es el fundamento teórico, precisamente, de la categoría universal de “espacio geográfico”.

 

*

Lo Mismo Todo, que el VacíoFilosofía de la Geografía.

 

[____]  El Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: el vacuum. (3/…).

 

Comentarios Bibliográficos en Geografía Teórica.

 

[____]  Comentario a, La Faz de la Tierra y su Origen, de G.N. Katterfeld, 1962. (3/…).

 

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10 mayo 2015 7 10 /05 /mayo /2015 22:04

Lo Mismo Todo, que el VacíoEl Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: el vacuum. (3/…).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

26 feb 13.

 

 

El vacuum.

 

Entendemos el vacuum como la dialéctica del todo lo existente, donde parte de ese todo es el vacio, como “un algo” en su condición material real y objetivamente existente.  En ese sentido, el vacuum es lo mismo el todo, que “la nada”.  Pero, atención: no nos referimos con ello a “la nada” metafísica, a esa “nada” como algo más allá del mundo material, sino a “la nada de ese todo”; es decir, al momento de la ausencia del todo sustancial y de prácticamente –en un momento dado–, de todo campo, excepción hecha del campo gravitacional, imposible de eliminar, y sólo reducible infinitesimalmente; donde la ausencia de ese todo, aún deja ahí “un algo”, que en tanto real y objetivamente existente, es material: el vacio, al igual que el campo gravitacional, “imposible” de ser absoluto, pero que infinitesimalmente tiende a ello.

 

Si el vacío como algo material no existiese, las dos últimas e infinitesimales partículas de la estructura material del Universo, si bien quizá distinguibles entre sí, no podrían aislarse.

 

El error en el reconocimiento de la existencia material del vacío había sido, en mucho, precisamente por esa identidad que se hacía de éste con “la nada” metafísica, en la que parecía quererse sustentar el argumento idealista filosófico de la posibilidad de que las cosas pudieran existir independientemente del espacio y el tiempo, y, en consecuencia, ya como entes metafísicos en un mundo sobrenatural, o bien como un mundo realmente existente de las ideas.

 

Ello implicaba, a su vez, la posibilidad de la existencia del espacio y el tiempo en forma independiente de los fenómenos materiales y como la objetivación de las ideas dadas en sus conceptos.

 

Sin embargo, bastaba con romper esa falsa identidad o simple asociación del vacío con “la nada”, para que se pudiese entender el vacío como “un algo” (y por la ley de identidad, precisamente como el vacío).  De donde el vacio adquiere no sólo condición material en general, sino aquello que intuitivamente había estado en el pensamiento humano históricamente dado, es decir: como condición de existencia.

 

Lo que históricamente en el pensamiento humano hacía la identidad del vacío con el espacio, era precisamente ese carácter de forma de existencia de la materia, ya como la espacialidad del pleno, ya como esa misma espacialidad en ausencia total de lo pleno, haciendo el vacío.

 

El vacuum, incluso como oposición a la idea del continuum einsteniano (con la venia de Einstein, que murió cuando yo cumplía cinco años de edad), no sólo es por la aceptación de la condición material del vacío, sino, además, y esencialmente, por la unidad dialéctica indisoluble entre lo vacuo y lo pleno, como dos momentos de una misma cosa: la unidad material del mundo.

 

De lo vacuo a lo pleno median todas las transiciones de los estados de espacio (conocidos y por conocer).  Desde la transformación del vacío en la aseveración que se hace en la física cuántica de que la más infinitesimal perturbación o inestabilidad del vacío, hace brotar una partícula de efímera existencia, pero que en su decaimiento genera otras más, hasta los estados superdensos de la estructura de la sustancia.  Todo lo cual equivale exactamente, a las transiciones desde un estado infinitesimal de ausencia del campo de gravedad, a un estado de masas de densidad infinitesimal.

 

Así, no debe identificarse el vacuum con el espacio, por más que ambas sean categorías muy semejantes.  Sin embargo, las relaciones diferentes que se expresan por cada una, es que, en tanto el espacio es la dialéctica de la dimensionalidad material continuo-discreta, el vacuum es el espacio en movimiento; el vacuum representa todos los estados de espacio y sus formas de transición de unos en otros.

 

De este modo, la categoría del vacuum expresa una condición más particular y concreta del espacio; esto es, donde lo continuo o lo discreto adquieren calidad de estados de espacio concretos.

 

El espacio, como espacio geográfico, es la dialéctica del vacuum dada en los estados de espacio.  Ese espacio geográfico (categoría universal), referido al espacio terrestre (condición específica), es la dialéctica del vacuum dada en los estados de espacio en el campo de gravedad delimitado hasta ahí donde éste se intersecta con el campo de gravedad de la Luna, aproximadamente a los 320,000 km medidos desde el centro de la Tierra.  Es en ese sentido que a esta distancia antes no considerada como parte de los estudios geográficos, la hemos denominado en una alegoría, como la “Mar Vacui”; última extensión “oceánica” en la exploración del espacio terrestre.

 

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3 mayo 2015 7 03 /05 /mayo /2015 22:05

Editorial

Densidades-de-las-Sustancias.jpg 

El Vacuum.  Gráfico de la curva de densidades de los estados de espacio con referencia al espacio terrestre.  Al pasar de la densidad de un estado de espacio a otro, la curva desciende rápida y pronunciadamente, dominando la relativamente poca diferencia en los estados fluidos.

 

*

 

Justo cuando íbamos a empezar a redactar la serie sobre nuestro planteamiento de la teoría del espacio geográfico, decidimos hacer la búsqueda en la Red Internacional de Información (Internet), de “G.N. Katterfeld”, y para nuestra sorpresa, lo que apareció, fue justo su documento en 135 páginas: “TheFace of TheEarth and itsOrigin”, 1962.  Recogido y perfectamente bien clasificado por la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de los Estados Unidos en 1969, e instalado por la misma en la Red apenas el 23 de marzo de 2012.

 

El documento es una traducción del ruso al inglés y editado en este último idioma en 1969, y publicado en 2012, lo comenzamos a traducir, derivando de ello el comentario bibliográfico que de él venimos haciendo aquí.

 

Tal documento ha resultado ser más importante de lo que nos pudiéramos haber imaginado (no casualmente la NASA se interesó en la teoría que plantea).

 

Dicho documento que por su título en español lo tradujimos como “La La Faz de la Tierra y su Origen”, está en la línea de pensamiento geográfico de Krasnov-Chizhov-Lukashevich y Kosyrev, es decir, en una explíricta línea de pensamiento “geográfico espacista”.  De hecho, ahora vemos que, aún citado por Riábchikov, Katterfeld es geográficamente, su contraparte real.

 

Por todos los años ochenta, noventa y principios del siglo XXI, G.N. Katterfeld era un nombre ás referido por Riábchikov, del que tomaba las llamativas figuras sobre cierta simetría de la superficie terrestre, lo cual en realidad Riábchikov no explica en su verdadero potencial; y sólo hasta que hemos buscado e la Red de esta manera bastante tardia (pero que en realidad tampoco pudimos haber obtenido su material sino hasta luego de 2012), hemos descubierto un documento de esencial importancia para la teoría del espacio geográfico.  Más aún, la reciente abstracción de que hemos hecho conciencia, acerca del carácter universal de la categoría de “espacio geográfico”, ve en esta teoría su plena corroboración, como así lo haremos ver.

 

*

Densidades de las SustanciasFilosofía de la Geografía.

 

[____]  El Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: Introducción. (2/…). 

 

Simetria-del-Espacio-Geografico--Proyeccion-Polar.jpgComentarios Bibliográficos en Geografía Teórica.

 

[____]  Comentario a, La Faz de la Tierra y su Origen, de G.N. Katterfeld, 1962. (2/…).

 

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3 mayo 2015 7 03 /05 /mayo /2015 22:04

Vacuum-Chamber.jpgEl Espacio Geográfico en la Teoría del Vacuum, de Luis Ignacio Hernández Iriberri: Introducción. (2/…).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

26 feb 13.

 

 

Introducción.

 

En geografía, decía David Harvey desde 1969 y aún en este año 2013 se continúa igual, se carece en absoluto del trabajo de elaboración de teoría; luego, la geografía ha sido una disciplina de conocimientos que avanza a ciegas, de manera absolutamente empírica e intuitiva, no haciendo más que describir de manera enciclopédica.

 

Y si bien ya Harvey señalaba tal carencia desde entonces, su pensamiento desde la base del positivismo de Stuart Mill y en otros aspectos de Rudolph Carnap, le impidió el ser enfático en hacer ver la necesidad de la formación del geógrafo en la ciencia y el método de la ciencia, acerca de lo cual, el geógrafo no tiene la menor idea.

 

Una corriente de autores durante los años sesenta y setenta del siglo XX, empezaron a desarrollar los estudios de la geografía por ese camino de la ciencia, al intentar hacer pasar los estudios de su condición meramente cualitativa, a un carácter cuantitativo.  Ello, por supuesto, en un ámbito en el que se desconoce qué es la ciencia, ello se calificó, primero, de una simple “corriente geográfica” más entre otras muchas (geomorfologistas, ambientalistas, sociologistas o “radicales”, economistas, etc), y segundo, como una propuesta “neopositivista”.

 

Tales desarrollos se diluyeron en el curso de los años setenta-ochenta, no tanto por esa crítica absurda frente a lo cual estaría el rigor de la ciencia, sino porque, precisamente, se intentó avanzar por un camino tortuosamente empírico-inductivo (que no equivocado en sí, pero tortuoso), que reducía el trabajo cuantitativo a la medición de los procesos ya naturales o ya sociales, exactamente tal cual lo podría hacer el especialista en el fenómeno considerado, habiendo en ello una sola variante: la expresión cartográfica del proceso.

 

Dicho en otras palabras; mientras el estudioso de estos aspectos no hiciese teoría del propio carácter de ciencia de la Geografía, todos esos esfuerzos empíricos e inductivistas sin la teoría como el Hilo de Ariadna, estaban destinadas a encontrarse con el destructor Minotauro en un laberinto sin salida.   Esto es, que, aún antes de cuantificar los fenómenos, tenía que preguntarse con rigor, incluso, por qué se hacía el análisis cualitativo mismo de ellos, cuando cada fenómeno tenía ya su propio especialista; y, en consecuencia, ocuparse más en desentrañar la naturaleza y el significado teórico de aquello que había en común a todo estudio geográfico: el mapa.  Y ello lo hubiera llevado –como ocurrió en nuestro caso– a descubrir que lo que subyacía en todo estudio geográfico, era la consideración del espacio, que hasta entonces era sólo sistema de referencia del estudio de los fenómenos; y luego se pasaría a hacer el esfuerzo de abstracción teórica de invertir las condiciones, tomando al espacio como objeto de estudio y a los fenómenos como sistema de referencia.

 

Ocurrió en nuestro caso, y lo siguiente que enfrentamos en ello, fue el problema de la realidad y naturaleza del espacio, que resultaba lo mismo la corporeidad del objeto, que su extensión, ya como superficie o volumen, que la exterioridad del mismo ya como un estado de menor densidad tal que le permitiera el movimiento, o bien, incluso, como el vacio mismo, así fuese dado en ciertos grados de relatividad., que llevada a lo infinitesimal justifica al vacío absoluto mismo.  Justo a esa naturaleza compleja del espacio, que implica todo en la abstracción de forma de existencia de la materia, no sólo como un conjunto de propiedades espaciales, sino como un “medio”, y que por lo tanto, a la vez, está allí en la calidad esencial de vacío como forma de movimiento de la materia, es a lo que denominamos como el vacuum.

 

Así, en los siguientes números, trataremos primero, con el vacuum, y luego con éste en sus relaciones tanto con la estructura de la sustancia como con la estructura del campo, así como con su relación con  los estados de espacio; luego abordaremos los cuatro momentos históricos de abstracción y generalización de los conceptos de “espacio” y “fenómenos” en geografía, sucedidos durante el siglo XX, incluyendo en ello la reacción de las corrientes dislocantes.  Finalmente, en el procedimiento de formalización teórica, trataremos el proceso de axiomatización de la teoría y sus problemas fundamentales, hasta establecer sus conclusiones.

 

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27 abril 2015 1 27 /04 /abril /2015 22:03

Laboratorio Científico del s.XVIILa Ciencia, el Método de la Ciencia, y la Formación del Geógrafo. (10/10)

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

http://espacio-geografico.over-blog.es/

19 jun 13.

 

Resumen Conclusivo.

 

1        La ciencia es la demostración de la verdad.  La ciencia, como la verdad, entre otros criterios, es lógica, es decir, es deducción, y demostrar la verdad quiere decir deducir correcta y verídicamente de los hechos antecedentes.  Y, respecto del geógrafo y la geografía actual, vemos que nada de ello se hace.

2        Hasta los años setenta del siglo XX, con excepción de sistemas filosóficos como el pragmatismo, el existencialismo o el funcionalismo, que rechazaban los principios de la ciencia, en todos los demás sistemas filosóficos se aceptaba la ciencia y su método baconiano-cartesiano o e la modernidad.  Luego, a partir de los años ochenta, con una incidencia más enfática del “neomarxismo” y la ideología de la “posmodernidad”, ya no sólo se rechazan ciertos principios de la ciencia moderna (la objetividad, la lógica, la hipótesis), sino se rechaza a toda la ciencia de la modernidad en sí.  Si el geógrafo llega a tener hoy en día alguna conciencia de ello, es porque será, sin duda, “posmoderno”.

3        El método de la ciencia, hemos visto, fluye en torno a tres ejes: 1) de lo empírico-teórico; 2) de lo abstracto-concreto; y 3) de lo causal e hipotético-deductivo.  En ello se suma la observación, la descripción y la explicación, como el análisis comparativo o analógico, el análisis cualitativo y el análisis cuantitativo, como los procesos deductivos de los métodos de la relación causal.  Y en todo esto, la geografía difícilmente satisface apenas lo empírico-teórico, inmiscuida en otras especialidades.

4        El principio de historicidad o el necesario análisis histórico, establece la relación de causalidad y de las posibles contradicciones en el análisis dialéctico materialista.  De la historia ha de abstraerse y generalizarse los fundamentos teóricos, y, decíamos, es premisa antecedente en la demostración, de suyo ésta lógica o deductiva.  Y si de algo se hace ajeno la “posmodernidad” del geógrafo, es precisamente el principio de historicidad.

5        Veíamos ya, en el estudio de lo lógico, el papel de las premisas en el movimiento dialéctico de la contradicción, por lo cual lo histórico no es más que lo lógico desplegado, así como lo lógico, es lo histórico condensado; pero explicábamos que, asumir un análisis dialéctico materialista, no sólo es asumir una posición filosófica, y mucho menos que ésta pueda ser eventual, sino es tomar una posición de partido en la ciencia (y en ello no se ha de entender al partido político, sino al partido ideológico y de compromiso con una clase social); algo, precisamente, de lo que es absolutamente ajeno el geógrafo de nuestros días (excepción hecha de los llamados “geógrafos radicales”), sin saber que, no obstante, en su inconsciencia, se lo apropia la burguesía poniéndolo al servicio de sus intereses.

6        Luego, del análisis de lo lógico, se establece el método hipotético-deductivo, y por lo tanto, ya no sólo el problema de la deducción, sino el de la hipótesis como clave en el desarrollo de la investigación científica.  Sin embargo, de esto, el geógrafo es absolutamente ignorante; la “ciencia” de la geografía se reduce a la empírica descripción de lo que toma de la investigación de otras verdaderas ciencias.

7        La verificación de la hipótesis ha de conducir a la elaboración de la teoría, es decir, de un conocimiento firme.

La formalización teórica tiene a su vez su propio proceso de elaboración, que en casos particulares especiales, la medición y la matematización son fundamentales para esa formalización, haciendo de la teoría el más importante indicativo del desarrollo de la ciencia.

8        Esa formalización teórica constituye la llamada axiomatización del conocimiento.  En ese sentido, ya en 1969 David Harvey hacía la más severa crítica a los geógrafos y a la geografía en la cual no sólo se desconocía la importancia de la teoría y los procesos de su elaboración, sino que incluso había una manifestación de rechazo; y medio siglo después, sigue, proporcionalmente, peor.

9        Finalmente se estudiaron los métodos de relación causal y la necesidad de derivar de las regularidades observadas, los principios o leyes de un fenómeno dado. Llegamos así, a la conclusión preliminar de que, hacer ciencia, no es asunto de “seres privilegiados”, sino única y exclusivamente de aquellos dispuestos a pensar, y a proceder en el conocimiento de manera metódica y sistemática, incluso, desarrollando, en su caso, su instrumental propio.

Así, la ciencia puede y debe hacerse en el aula misma desde cualquier materia; y la ausencia de todo ello en geografía, evidencia su centenario rezago y atraso científico.

10    Este panorama quizá no sea una vuelta al oscurantismo religioso medieval, pero sí, por lo menos, a algo análogo al oscurantismo metafísico de principios del siglo XIX.

 

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